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Olas de mezcla entre los pueblos migratorios de las estepas y los agricultores europeos del Neolítico llevaron al establecimiento del genoma paneuropeo actual y al desarrollo de nuevas tecnologías e ideologías durante la transición entre el Neolítico (izquierda) y el fenómeno del Vaso Campaniforme (derecha). la primera cultura paneuropea. Crédito: entierro colectivo BRE445 en Bréviandes les Pointes Inrap; Cerámica del Neolítico tardío, C. Gaumat, museo Bargoin, Clermont Auvergne Métropole (Francia); Vaso de precipitados "todo con cordón" de Ciry-Salsogne (Francia) S. Oboukhoff, CNRS; Daga Pressignian procedente de Bricqueville-la-Blouette (Francia) Hervé Paitier, Inrap; Entierramiento de la ultura del Vaso Campaniforme con guardamuñecas de esquisto en Saint-Martin-la-Garenne "les Bretelles" (Francia).
Se ha demostrado que las migraciones de población pasadas seguidas de la mezcla entre poblaciones migratorias y autóctonas dejan rastros en los genomas de los descendientes. En la Europa del Holoceno se produjeron dos transformaciones poblacionales importantes que implicaron profundas transiciones culturales y cambios en la composición genómica de las poblaciones descendientes.
La primera transformación estuvo asociada con la introducción de culturas neolíticas en Europa, lo que llevó a un cambio radical en el estilo de vida, pasando de la caza y la recolección a la agricultura y la ganadería. El proceso comenzó alrededor del año 6500 a. C. en el sudeste de Europa, y la expansión de la agricultura a otras regiones tardó alrededor de 2000 años en completarse. La transformación genómica que la acompañó fue el resultado de la mezcla entre agricultores neolíticos migratorios descendientes de poblaciones de Anatolia occidental y/o el Egeo, y cazadores-recolectores del Mesolítico.
La segunda transformación en Europa estuvo vinculada a un profundo cambio social y económico en las sociedades del Neolítico Tardío en Europa durante un período de tiempo relativamente corto de unos 600 años. Esta transformación social parece estar asociada con los pastores de la estepa del Póntico-Caspio que migraron hacia el oeste y se mezclaron con poblaciones locales del Neolítico tardío, como lo atestigua la evidencia genómica de entierros, primero en el complejo de la Cerámica Cordada y más tarde en el complejo cultural del Vaso Campaniforme, y en última instancia, en contextos de la Edad del Bronce. Sin embargo, los procesos detallados de las transformaciones demográficas aún no están bien resueltos en toda Europa.
Un equipo de genetistas y arqueólogos afiliados a múltiples instituciones en Francia ha descubierto una serie de esqueletos en una antigua tumba colectiva no lejos de París que muestran evidencia de la integración de los inmigrantes esteparios con los europeos del Neolítico tardío. El estudio se ha publicado en la revista Science Advances.
Investigaciones anteriores han demostrado que hubo una lenta migración de pastores desde lo que hoy es Rusia y Ucrania hacia Europa hace miles de años. Durante las migraciones, muchos de los migrantes (en su mayoría hombres) tuvieron hijos con los agricultores locales que encontraron.
En este nuevo estudio, el equipo de investigación informa de esta evidencia de reproducción en restos encontrados en una tumba abierta en la región francesa de Champaña. Los esqueletos en la tumba mostraron pruebas, por ejemplo, de una mujer nativa europea que había tenido un hijo con un migrante estepario.
La tumba poco profunda contenía los esqueletos de siete personas, todos ellas de hace aproximadamente 4.500 años. Los esqueletos pertenecían a tres mujeres adultas, un hombre adulto, dos niños y un bebé. Con la esperanza de aprender más sobre su ascendencia, el equipo de investigación llevó a cabo la secuenciación de sus genomas con la esperanza de encontrar relaciones de paretesco entre los mismos.
Se sorprendieron al descubrir que, además de estar relacionados, algunas de las personas en la tumba se habían mezclado con inmigrantes esteparios. Comprobaron que una de las mujeres adultas era la madre del hombre adulto, y que no tenía genes esteparios, pero sí su hijo, lo que demuestra que había tenido al menos este hijo con un migrante estepario masculino.
Los investigadores también descubrieron que uno de los niños era nieto de esa mujer e hijo de su descendencia; el niño, lógicamnte, también portaba genes del mismo migrante estepario. Tras un análisis más detallado, el equipo de investigación hizo una estimación de la ascendencia esteparia del abuelo desaparecido: tenía aproximadamente un 70% de ascendencia esteparia. Ninguna de las otras personas de la tumba estaba relacionada con ninguno de sus compañeros enterrados.
El equipo de investigación señala que su hallazgo es único: un ejemplo de un migrante estepario que tuvo un hijo con una mujer europea del Neolítico tardío, lo que representa un proceso de mezcla en progreso.
Fuente: phys.org | 20 de junio de 2024
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Una tumba colectiva de hace 4.500 años en Francia revela la etapa final en la formación del "genoma europeo"
La tumba colectiva de Bréviandes les Pointes, cerca de Troyes, Francia, donde se ha secuenciado el genoma de todos sus esqueletos. INRAP.
Un análisis de alta resolución de los genomas de individuos enterrados en una tumba colectiva de 4.500 años de antigüedad en Bréviandes-les-Pointes, cerca de la ciudad francesa de Troyes, ha revelado una historia sorprendente con implicaciones de largo alcance. Como se detalla en un artículo de la revista Science Advances, la etapa final de la formación del genoma europeo todavía está presente en muchos europeos actuales.
El genoma humano es la totalidad de la información genética que lleva nuestro ADN y refleja parcialmente la historia de nuestros antepasados. El genoma de los europeos actuales se formó a lo largo de un período de más de 40.000 años como resultado de diversas migraciones y la consiguiente mezcla de poblaciones. Está constituido, por tanto, por la compleja herencia de las pequeñas poblaciones de cazadores-recolectores que ocuparon Europa hasta la llegada, hace unos 8.000 años, de poblaciones procedentes de Anatolia y de la región del Egeo, descendientes de los inventores de la agricultura y la domesticación de animales en el Creciente Fértil. Estos agricultores neolíticos se cruzaron con los cazadores-recolectores locales y aportaron una parte muy importante del genoma de muchos de los europeos actuales.
Finalmente, en las postrimerías del Neolítico, hace 5.000 a 4.000 años, poblaciones nómadas de las estepas pónticas (al norte del Mar Negro, desde el Danubio hasta los Urales) migraron a Europa y aportaron el tercio de los principales componentes genómicos que han perdurado en los europeos durante los milenios siguientes hasta nuestros días.
Aunque hoy en día el descifrado –también conocido como secuenciación– de esta información genética es un proceso rutinario, este enfoque sigue siendo complicado para los genomas de individuos que vivieron en el pasado. Todo lo que nos queda de ellos son unos pocos esqueletos más o menos fragmentados. Algunas partes de estos esqueletos pueden contener aún trazas de ADN preservado, pero este se encuentra fragmentado y escaso, lo que hace que su análisis sea un desafío metodológico.
Nuestro equipo del Instituto Jacques Monod ha aceptado este reto y ha optimizado los métodos para obtener resultados fiables, lo que nos ha permitido analizar genomas antiguos utilizando los métodos bioinformáticos y estadísticos más avanzados.
Ilustración de las dos oleadas de mestizaje entre grupos de ascendencia esteparia y neolítica y sus respectivas culturas. A la izquierda, la tumba colectiva neolítica de Bréviandes-les-Pointes asociada al Neolítico final representada por una jarra de terracota. A la derecha, el lugar de enterramiento de Saint-Martin-la-Garenne-les-Bretelles, con un guardamuñecas de pizarra asociado a la cultura del vaso campaniforme. (Fuentes de las imágenes: Lugar de enterramiento, Inrap; cerámica del Neolítico tardío, C. Gaumat/Musée Bargoin; vaso con cordón de recubrimiento, S. Oboukhoff/CNRS; daga del Neolítico tardío, Hervé Paitier/Inrap; lugar de enterramiento del vaso campaniforme, Nicolas Girault; vaso campaniforme, Luis García. Montaje de Eva-Maria Geigl.).
Nuestros análisis de los genomas de siete individuos de la tumba de Bréviandes, combinados con los análisis de la morfología de los huesos realizados por antropólogos del Inrap, han demostrado que la tumba contenía:
Una mujer que tenía más de 60 años cuando murió.
Su hijo, un hombre adulto de entre 20 y 39 años
Su nieto, de entre 4 y 8 años
La madre del nieto, de entre 20 y 39 años.
Una mujer joven de entre 20 y 39 años
El recién nacido de la joven
un niño de entre 6 y 10 años.
Los tres últimos individuos no tenían parentesco con los demás que se encontraban en la tumba, y el último niño no tenía parentesco con ninguno de los otros. Los padres del hombre adulto, del recién nacido y del niño solitario no estaban presentes. Por lo tanto, se puede suponer que no se trata de la tumba de una sola familia biológica. Por otra parte, todos los individuos femeninos tenían un componente hereditario característico de las poblaciones del sur de Francia y del suroeste de Europa, y este origen común fuera del área de la tumba podría explicar por qué fueron enterrados junto con sus hijos.
Además, el genoma del hombre adulto se dividió entre el genoma de origen neolítico francés de su madre y el genoma de su padre, el genoma de los pueblos nómadas de las estepas al norte del Mar Negro. Estos nómadas migraron a Europa central hace unos 5.000 años y se cruzaron con las poblaciones neolíticas locales antes de continuar su migración hacia el este, norte y noroeste de Europa. En los siete individuos enterrados en la tumba, estamos observando casi en "tiempo real" la introducción del genoma de los nómadas de las estepas en la población neolítica de l...
Esta situación excepcional, que no se había descrito hasta ahora, nos ha permitido reconstruir la parte del genoma del hombre adulto que había heredado de su padre, que estaba ausente de la tumba y, por tanto, no podía ser analizado directamente. La firma genómica de este padre ausente sitúa su origen en el noroeste de Europa. Ya habíamos obtenido un resultado similar para otro hombre de ascendencia esteparia, que fue enterrado en el valle del Aisne en la misma época. Por tanto, estos dos hombres podrían haber pertenecido a la misma población.
Dado que la firma genómica de la madre del hombre adulto está relacionada con las poblaciones neolíticas del sur de Francia, la tumba de Bréviandes da testimonio del encuentro en la zona de lo que sería la ciudad de París, durante el Neolítico final, entre individuos que migraban de norte a sur y viceversa.
Mapa que muestra la extensión aproximada de la cultura yamna entre el 3200 y 2300 a. C. Se mencionan la cultura de la cerámica cordada, la cultura del ánfora globular y la cultura de Baden.
La ampliación del análisis a genomas antiguos ya publicados de otras regiones europeas nos ha permitido modelar estas migraciones de pueblos esteparios. Los resultados sugieren que hubo dos grandes oleadas de mestizaje durante el III milenio a. C. (que comienza con el año uno de nuestro calendario). La primera oleada de mestizaje se produjo entre nómadas esteparios y agricultores neolíticos que crearon cerámicas características de forma globular con dos a cuatro asas. Se cree que tuvo lugar en Europa central y oriental hace aproximadamente 4.900 años.
Sus descendientes mestizos desarrollaron una nueva cultura arqueológica, conocida como “cultura de la cerámica cordada”, que toma su nombre de los vasos de arcilla que se imprimen con cordones antes de cocerlos. Esta cultura combinaba elementos de la cultura de las ánforas globulares y de las culturas esteparias, incluido el entierro de los muertos en tumbas individuales. Esta práctica de decorar la cerámica con cuerdas se extendió luego hacia el este y el norte de Europa con individuos de la población mixta neolítica-esteparia. Durante sus migraciones de este a oeste a través de Europa, estos se reprodujeron principalmente entre ellos en lugar de con las poblaciones agrícolas nativas.
Se cree que una segunda oleada de cruces con poblaciones autóctonas se produjo entre 300 y 400 años después en Europa occidental, hace unos 4.550 años. En ambos casos, los cruces más frecuentes se produjeronentre hombres migrantes y mujeres autóctonas. Fue el inicio de esta segunda oleada lo que pudimos identificar en la tumba de Bréviandes-les-Pointes.
Las migraciones hacia el oeste y el norte de las tierras altas de Asia occidental dividieron el idioma proto-indo-anatolio en las ramas anatoliana e indoeuropea. Los pastores yamnaya, formados en la estepa por una fusión de recién llegados y lugareños, se mezclaron nuevamente a medida que se expandían por todas partes, dividiendo la lengua proto-indoeuropea en sus lenguas hijas por toda Eurasia. Los colores del borde representan la ascendencia y las ubicaciones de cinco poblaciones de origen antes de las migraciones (flechas) y la mezcla (gráficos circulares) documentadas en los trabajos de investigación.
Gracias al análisis, en el mismo estudio, del enterramiento de un hombre adulto en Saint-Martin-la-Garenne (al este de París), también pudimos demostrar que el mestizaje que se produjo jugó un papel importante en la transformación del genoma europeo.
El hombre fue enterrado según los ritos funerarios típicos de la cultura del vaso campaniforme, con sus característicos vasos campaniformes encontrados en numerosas tumbas. Esta cultura se desarrolló en Europa occidental (entre el suroeste y el noroeste) antes de extenderse por toda Europa y el norte de África. Fue enterrado con un guardamuñecas de pizarra caracteristico de dicha cultura y un accesorio de arquero que lo identifica como alguien de un alto estatus social. Era de ascendencia esteparia y pudimos inferir de su genoma que su madre tenía incluso más ascendencia esteparia que él. Esto indica que estas poblaciones organizaron redes matrimoniales con grupos de otras regiones cuyos miembros tenían más ascendencia esteparia. Al final del período del vaso campaniforme, alrededor del año 2000 a. C., la mayoría de los hombres analizados eran portadores del cromosoma Y de los pueblos esteparios, que sigue siendo mayoritario entre los varones franceses en la actualidad.
El genoma de todos los europeos actuales que han vivido en Europa durante muchas generaciones contiene, además de la parte neolítica, parte de esta ascendencia esteparia. Esta presencia es más pronunciada en el norte de Europa que en el sur.
En conclusión, las dos fases más intensas de mestizaje genético entre poblaciones migrantes de las estepas y poblaciones indígenas están asociadas cada una de ellas con el surgimiento de una nueva cultura, la de la cerámica cordada y la de los vasos campaniformes. Esta última fue la primera cultura verdaderamente paneuropea. Estos encuentros y mestizajes habrían conducido a la formación del genoma característico de muchos de los europeos actuales.
Fuente: theconversation.com | 2 de julio de 2024
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