El Museo Arqueológico Regional de Madrid inaugura la primera gran exposición sobre la cultura tartésica

Los griegos pensaban que Tarteso ―una más que enigmática civilización del suroeste peninsular ibérico, que floreció en el siglo VIII a. C y que desapareció cuatro siglos después.― estaba ubicado en el “fin del mundo”. Los helenos convirtieron así esta tan lejana tierra en el escenario perfecto para situar algunos de sus más populares mitos, como el de Gerión, un monstruo de tres cabezas al que Hércules robó su ganado y al que luego le dio muerte.

Una cultura que, desde mediados del siglo XIX, atrajo a los mejores arqueólogos del mundo, pero que sigue recubierta de enormes interrogantes a pesar del empleo de las más innovadoras tecnologías. Ni siquiera se conoce cómo se denominaban ellos mismos, porque Tarteso ―en 2011 un congreso internacional acordó unificar su nombre y abandonar el tradicional Tartessos empleado hasta entonces― fue una cultura espectacular, con una orfebrería en oro difícil de imaginar en calidad y peso, una arquitectura de grandes edificios, que dominaba la escritura y cuyas costumbres rituales siguen asombrando a los especialistas.

Foto: La consejera de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Extremadura, Nuria Flores Redondo, junto a la consejera de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, ha inaugurado este martes, la exposición.

El Museo Arqueológico Regional, en Alcalá de Henares (Madrid), se convirtió ayer en el primero que celebra una exposición específica (Los últimos días de Tarteso) sobre este pueblo, que fue el resultado de la fusión de indígenas peninsulares, culturas atlánticas y fenicios. Unos 400 años después de su nacimiento, Tarteso acordó, nadie sabe por qué, celebrar grandes banquetes rituales (hecatombes), prendió fuego a sus edificaciones, las derrumbó y las selló con arcilla. Simplemente, desapareció.

Todo comenzó cuando en el siglo IX a. C. las primeras naves fenicias atracaron en las costas de Iberia para sondear las posibilidades que ofrecía un territorio rico en oro, plata, cobre y estaño. Los indígenas se mostraron interesados en comerciar con los recién llegados, ya que estos ofrecían innovadores productos, entre ellos hierro, animales como el asno y la gallina, el cultivo de la vid y el olivo, el bronce o el marfil.

La consejera de Cultura de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, observa una vasija decorada de la exposición 'Los últimos días de Tarteso'. COMUNIDAD DE MADRID.

“La explotación de la plata y el estaño fue, sin duda, la causa de la colonización de los fenicios”, explica Enrique Baquedano, director del museo alcalaíno y comisario de la exposición. “Con el paso del tiempo, el comercio se fue ampliando a productos como las salazones, el vino o el aceite, lo que permitió desarrollar infraestructuras portuarias”. Baquedano admite, no obstante, que se ignora aún mucho de esta cultura: “Hay opiniones de todo tipo, por lo que nos hemos atrevido a lanzar una hipótesis: Tarteso vivió dos ciclos. El primero se desarrolló en torno al Guadalquivir, y un segundo, a partir del VI a. C., en el Guadiana”.

Las piezas proceden del Instituto Valencia de Don Juan, los museos Arqueológico Nacional, Provincial de Badajoz, Cáceres, Cádiz, Huelva, de la Ciudad de Carmona, Santa Cruz y Nacional de Arqueología (Lisboa). De hecho, la abundancia y calidad de las obras exhibidas permitió ayer a la consejera de Cultura, Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, asegurar que “el Museo Arqueológico Regional sigue demostrando que es una referencia nacional en términos científicos y de divulgación de nuestro pasado”.

Según los griegos, el nombre de Tarteso se podía asociar a un río, a una montaña, a un territorio o a una ciudad, por lo que a mediados del siglo pasado se inició una loca carrera arqueológica para encontrar su mítica capital, que se buscó en Jerez, HuelvaSevilla, Cádiz o en el parque de Doñana. Sin éxito. Esa búsqueda permitió, no obstante, descubrir importantísimos yacimientos por todo el suroeste. La conclusión de los expertos, tras décadas de investigaciones, es que "Tarteso estaba formado por comunidades independientes, pero interrelacionadas, y cada una tenía un núcleo urbano donde residía el rey o basileo”. El más famoso, por ser nombrado por Heródoto, fue Argantonio, que se dice que vivió cien años.

Copia del Tesoro del Carambolo, una de los grandes tesoros de la cultura tartésica, cuyo original se guarda en la caja fuerte de un banco por cuestiones de seguridad. PACO PUENTES

La crisis de Tarteso hacia mediados del siglo VI a. C. sirvió para potenciar el poblamiento de la zona del Guadiana, donde se produjo un importante aumento demográfico y un inusitado desarrollo tecnológico que se manifestó en la especial exuberancia y la calidad de su arquitectura y en la riqueza de los ajuares. Sin embargo, los primeros objetos de oro macizo decorados con incisiones geométricas fueron remplazados pronto por una orfebrería más liviana, en la que destacaban los granulados y las filigranas. Igualmente, se desarrolló una alfarería delicada, el grabado en placas, la fabricación de peines de marfil, braseros, quemaperfumes, bandejas, estatuillas de bronce...

El ritual de la muerte es bastante conocido por la excavación de las necrópolis que se han investigado en los últimos años. Los enterramientos se realizaban tras la cremación del cadáver en fosas denominadas ustrina, de donde se recuperaban los huesos limpios para luego depositarlos en urnas tapadas. Posteriormente, se colocaban en un hoyo. Su religión tenía raíces de carácter orientalizante, por influencia fenicia, por lo que asumieron a sus dioses Baal, Astarté y Melkart, que contaban con sus propios santuarios, con forma de piel de bóvido.

Zócalos de piedra y tejados de madera

Si bien las viviendas no se han conservado, no pasa lo mismo con los grandes edificios públicos. Poseían potentes zócalos de piedra para soportar muros y paredes de adobe. La techumbre era de vigas de madera y ramaje, mientras que las paredes lucían encaladas con suelos de arcillas rojas.

A finales del siglo V a. C., por razones que se desconocen, la cultura tartésica llegó a su fin. Todos los edificios del área del Guadiana fueron destruidos siguiendo un complejo ritual que consistió en la celebración de un gran banquete comunal, seguido del sacrificio masivo de animales, entre los que destacaban los équidos. Un incendio intencionado y la ocultación de las edificaciones bajo una capa de arcilla han permitido que hayan llegado a la actualidad en un magnífico estado de conservación. Los 250 sorprendentes objetos de la exposición de Alcalá ―transportados a Madrid entre fortísimas medidas de seguridad y que permanecerán hasta el 27 de septiembre― y una recreación a escala 1:1 del salón de sacrificios del Turuñuelo son la prueba más palpable de la cultura que se dejó morir y nadie sabe por qué.

Fuente: elpais.com | 29 de marzo de 2023

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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el marzo 30, 2023 a las 12:25am

Diego Ruiz Mata publica un nuevo libro que desmonta los mitos sobre Tarteso

Diego Ruiz Mata, con su nuevo libro sobre Tartesos editado por Almuzara.

Un nuevo trabajo del profesor de Prehistoria, Diego Ruiz Mata, acaba de salir a la luz. Y será sin duda un libro que dará mucho que hablar. Se trata de la quinta obra que publica el arqueólogo e investigador en estos dos últimos años, en los que no ha parado de trabajar. En esta ocasión lo publica con la editorial cordobesa Almuzara, dirigida por el ex ministro Manuel Pimental, gran aficionado a la arqueología y a las humanidades en general.

El libro acaba de salir a la luz, con el título Tartesos y Tartesios y llega en estos días a las librerías, además de contar con otros canales de distribución. Tal como refleja en su portada, recoge "la visión historiográfica y arqueológica más completa sobre Tartesos".

Pero más allá de la vocación casi enciclopédica que ofrecen sus 820 páginas representa un paso importante para desmontar mitos sobre Tartesos, entendido como un reino que prosperó de forma autóctona en Andalucía hace unos tres mil años. "Antes de la llegada de los fenicios, Tartesos no existía como reino autóctono", advierte el profesor, es más, según la tesis que mantiene en el libro, basada en datos arqueológicos y fuentes escritas, "Tartesos es la consecuencia de un proceso de integración, de aculturación entre fenicios e indígenas, de ahí surge el concepto". Se anula por lo tanto la idea de que Tartesos existiera antes de la llegada del mundo púnico.

Huelva es Tarteso

Y en lo que respecta a Huelva, el libro del profesor Ruiz Mata sostiene que Tartesos está en Huelva y en su entorno. "Lo dicen las fuentes griegas y la arqueología lo confirma. Yo defiendo que Huelva es el núcleo fundamental de Tartesos, aquel al que se refiere  Heródoto. Lo digo con datos, ya que he realizado en la zona de la Huelva tartésica doce campañas arqueológicas".

El nuevo libro de Diego Ruiz Mata se presentará en los próximos días en distintas ciudades y en ámbitos académicos y universitarios.

Fuentes: diariodecadiz.es | huelvainformacion.es | 15 de marzo de 2023

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el abril 14, 2023 a las 11:20pm

Un catedrático asegura que Tartesos surge de la simbiosis de la cultura nativa con los fenicios

El catedrático de la Universidad de Cádiz, Diego Ruiz Mata, con un ejemplar de su libro. / M.G. (Huelva)

El arqueólogo y catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cádiz, Diego Ruiz Mata, presentará en Huelva este sábado, 15 de abril, su libro Tartesos y Tartesios. El catedrático ha publicado cinco libros en los últimos dos años relacionados con Tartesos y, en colaboración con la Asociación Cultural Arqueo Huelva, presentará su última obra, a partir de las 12:00, en el centro de la capital, en el centro de Tartesos, concretamente en el patio del Club Social Gilda, sito en la calle Rico 8 de la capital.

Tartesos y Tartesios es el título del nuevo libro que acaba de publicar la editorial Almuzara. Una obra de Diego Ruiz Mata quien, basándose en datos arqueológicos y numerosas fuentes escritas, desmonta el mito sobre de la existencia de una civilización autóctona situada al sur de la Península previa a la arribada de los fenicios. “Tartesos surgió de la simbiosis de la cultura nativa con los fenicios. Antes de la llegada de éstos no existía como reino”, comenta este estudioso, quien añade que "esta civilización nace como consecuencia de un proceso de integración, de aculturación entre el mundo púnico y los indígenas".

A lo largo de las más de las más de 800 páginas el autor aborda la gran transformación que dio lugar a Tartesos, desde los elementos de gestación y desarrollo hasta su transformación en una sociedad autóctona que integró muchos aspectos de la cultura fenicia, concluyendo con la obligada pregunta que tantos historiadores han planteado; ¿qué espacio geográfico se puede considerar tartésico?

Tartesos ha sido, y es, uno de los temas más atrayentes y de mayor importancia histórica y cultural de Occidente y del suroeste de la península ibérica. Mencionado y discutido casi desde sus inicios, situado entre los años 1000-900 a. C. hasta hoy, no es una etapa histórica y arqueológica más en la antigüedad hispana, sino un tema central sobre el que ha girado y gira una amplia historiografía plena de significado metahistórico e ideológico y que será recurrente durante mucho tiempo.

Diego Ruiz Mata estudió en la Universidad de Sevilla las licenciaturas de Historia General e Historia del Arte, además de asistir a clases de asignaturas de Filología Clásica. Doctor por la Universidad Autónoma de Madrid, ha sido profesor titular de Arqueología, titular de Técnicas y Ciencias Historiográficas en la Universidad Autónoma de Madrid, titular de Prehistoria en la Universidad de Cádiz y catedrático en la Universidad en la Universidad de Cádiz desde 1994. Es miembro correspondiente por Cádiz de la Real Academia de la Historia y del Instituto Arqueológico Alemán de Berlín (1991).

Ruiz Mata fue uno de los protagonistas en la historia, Huelva, el corazón de Tartessos, ya que estuvo presente en la inauguración de la misma ofreciendo su visión y datos históricos sobre la muestra y la historia de Huelva a los presentes que pudieron disfrutarlo gracias a la visita que realizaba con un grupo de estudiantes aficionados a la historia de la Universidad de Cádiz.

Fuente:huelvainformacion.es | 14 de abril de 2023

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el abril 17, 2023 a las 1:23pm

Diego Ruiz Mata: “El pasado tartésico de Huelva es un lujo que no tiene ninguna otra ciudad”

Hubo un tiempo en el que se decía que para conocer a alguien era preciso visitar su biblioteca. Puede que las cosas hayan cambiado, y que ahora valga tanto o más un tuit o un vídeo en Youtube, pero en todo caso, y si sirve para que el lector se haga una idea, la de Diego Ruiz Mata es imponente. Hay libros nuevos y libros viejos, viejísimos, que se mezclan con antiguos manuales académicos, grandes archivadores, seguramente llenos de papers y artículos científicos, y gruesas carpetas en las que guarda notas y recuerdos. Hay mapas, y objetos sorprendentes, y fotos que rematan los estantes de una biblioteca que es pura metáfora porque es extensa como su conocimiento; vasta, como su trabajo. Y es que lo que sí se sabe de Ruiz Mata sin pisar su biblioteca es que es uno de los más reconocidos arqueólogos de Andalucía, eminente catedrático de Prehistoria (en la Universidad de Cádiz) y un trabajador incansable que lleva desde los años setenta excavando e investigando algunos de los yacimientos fenicios, turdetanos y tartesios más importantes de España.

Ahora publica un libro, Tartesos y Tartesios (Ed. Almuzara), que presentó ayer en Huelva en un acto organizado por la asociación Arqueohuelva, y que en el fondo no es sino una exposición final de toda esa labor investigadora, una recopilación de su enciclopédico conocimiento sobre Tartesos, un nombre, un concepto del que, a pesar de su halo enigmático y misterioso, se sabe mucho más de lo que se cree. Por ejemplo, que su núcleo central fue Huelva, y que fue desde aquí desde donde se desarrolló, fruto del encuentro de fenicios y nativos, un pueblo que terminó convirtiéndose en la primera civilización de Occidente. Sin leyendas ni eslóganes: la capital de Tartesos fue Huelva, y no hay nada ya que demostrar al respecto, aunque, eso sí, es necesario, asegura Ruiz Mata, enseñarlo. O, cómo mínimo, no ocultarlo, porque “quien oculta”, dice, “es un ignorante”.

-Hay decenas de libros y centenares de trabajos sobre Tartesos y los tartesios, pero da la impresión de que aún sabemos muy poco sobre ellos…

-Hay, en efecto una bibliografía copiosa, basada en una parte importante en las fuentes escritas, con escasos datos arqueológicos. Era una época en la que Tartesos era un topónimo al que había que localizarle un punto geográfico. Ahora, desde hace poco más de 30 años, la arqueología ha entrado en acción y vamos conociendo muchos más datos empíricos de esta realidad histórica. En cuanto si se sabe mucho o poco, debo decir que al menos sabemos lo suficiente como para encauzar el problema de la localización, cronologías y elementos arqueológicos en muchos aspectos. No sabemos lo que quisiéramos, pero sí dónde nos hallamos. Y eso es un paso importantísimo. Creo que el libro lo muestra. El hecho de que señalemos a Huelva como su centro nuclear, hablemos de fases históricas, conozcamos algo de su urbanismo y enterramientos, de sus creencias religiosas y con quiénes comerciaban es una excelente manifestación de que sabemos dónde nos hallamos. Y eso es mucho.

-En el libro, usted asegura que el corazón de Tartesos estuvo en Huelva y que, contra lo que algunos afirman, no fue una civilización anterior a los fenicios, sino posterior…

-Existen muchos datos, expuestos en el libro, que permiten situar en Huelva el núcleo tartésico más importante. Lo dicen los materiales fenicios de Méndez Núñez y Plaza de las Monjas, los más antiguos conocidos en todo Occidente, que denotan el interés semita por alcanzar las fuentes del metal desde la zona que lo debía controlar. Nadie se sitúa en un lugar si no hay intereses de beneficios. Y a partir de aquí, los datos de la propia Huelva y los de las zonas mineras que debía controlar lo único que hacen es acentuar esta hipótesis. No es descabellada, sino muy coherente con lo que las fuentes indican y la arqueología va confirmando. No invento nada. Los datos están ahí a la vista de quien quiera verlos. Y creo que aún tengo muy buena vista. En segundo lugar, no veo por ningún lado una Tartesos preexistente. Lo que veo es una sociedad autóctona existente bastante numerosa, como mostré en mi tesis y demuestran los datos más recientes, que hay una finalidad colonizadora y que existió un proceso de interacción e integración. No veo la necesidad que muchos tienen de llevar todo a tiempos que no se corresponden con la realidad. Tartesos es una consecuencia muy positiva para Occidente, el mediodía peninsular y Huelva.

Cabezo de La Joya, esplendor de Tartesos

-¿A qué debemos, entonces, llamar Tartesos?

-He tenido muy claro desde hace tiempo que el núcleo clave de Tartesos y sus reyes se hallan en la ciudad de Huelva. Es lo que nos describe Heródoto en relación a los viajes samios y foceos y que la arqueología comprueba. También es evidente el control y comercio de la plata, base fundamental de su economía y esplendor. Los restos por ahora excavados son una manifestación de la ciudad tartésica, y sus enterramientos (La Joya) denotan un carácter local orientalizado y de alto prestigio, reflejo de su rey Argantonio, por ejemplo. No hay otra zona conocida ni excavada que merezca ser llamada el centro neurálgico de Tartesos, que comienza a gestarse en los inicios de estos contactos con los fenicios a fines del siglo IX a.C. y tiene su gran desarrollo entre los siglos VIII y finales del VI a.C., cuando se advierte cierta decadencia y el comienzo de otro mundo distinto.

-¿Es Huelva la primera ciudad de Occidente, como algunos sostienen?

-Los que promovieron los cambios sustanciales culturales en los ámbitos materiales, sociales e ideológicos con las variables correspondientes fueron los fenicios, que gozaban de mayores instrumentos culturales y más complejos. Ellos, junto al proceso de interacción-aculturación o integración crearon lo que conocemos como Tartesos, que constituyeron las bases de una estructura histórica moderna, al modo oriental, que se expandió por Occidente, incluyendo Portugal, la costa africana hasta Mauritania y Extremadura, por poner unos ejemplos. En este sentido, y sólo en este sentido, Tartesos y Gadir fueron los que impulsaron esos cambios.

"LA APARICIÓN DEL PUERTO TARTÉSICO ME PARECE SENCILLAMENTE UN REGALO DE LA HISTORIA"

-¿Diría que en Huelva hemos sabido dar a conocer esa historia, cuidar ese patrimonio?

-Me referiré al núcleo de la ciudad de Huelva, porque las zonas mineras están francamente devastadas. Para comenzar, he de decir que el paisaje también es importante porque es histórico y es el lugar donde se desarrolla: la Historia no se desarrolla en la mente, sino en el paisaje, y si no lo conocemos bien, no nos acercamos como es debido a los tiempos tartésicos. En ese sentido, los planos antiguos del XVIII o XIX onubenses, que deberían mostrar el panorama tartésico, hoy día difieren por la destrucción causada en algunos. En segundo lugar, hay que explicar que se ha ido excavando donde los planes de ordenación urbana lo demandaban a medida que se iban construyendo recursos necesarios. Es el problema de las ciudades en activo y que yo no tengo en la ciudad fenicia del Castillo de Doña Blanca. Con lo poco excavado se ha ido conociendo la posible extensión de la ciudad y sus características urbanas en los tiempos tartésicos, pero no es suficiente. Mucho de lo excavado no lo podemos ver, no podemos disfrutarlo, ni entremezclarlo con lo moderno, que es lo que hay que hacer. Y en este sentido ha habido una deficiencia notable, considerando que lo que se destruye no se puede recuperar, porque el patrimonio es único e irrepetible, y si se destruye, desaparece para siempre. Hay que evitarlo porque hay interés histórico y existe la tecnología suficiente para su conservación y disfrute.

-¿Cómo valora que se vayan a construir pisos en el cabezo de La Joya?

-Francamente, no conozco el proyecto, pero sí la necrópolis, y lo que yo hubiera hecho es un jardín de reproducción funeraria tartésica. Es evidente que las excavaciones de tumbas suponen sus destrucciones, pero queda documentación necesaria como para hacer del lugar un jardín funerario, reproduciendo tumbas y ajuares. Una especie de centro de estudio de la necrópolis tartésica. ¿Enclava eso en Huelva? Creo que perfectamente, en conjunción con otros puntos donde se ha excavado. Tendríamos un recorrido muy singular de la ciudad tartésica. Y esto es un lujo que no tiene ninguna otra ciudad, que nadie puede inventar ni reproducir. Constituye un valor muy singular de Huelva.

-¿Qué supone la aparición del puerto tartésico en el centro de la ciudad?

-Me parece sencillamente un regalo de la historia, y desde luego no es un problema. Hablamos de Tartesos y uno de sus puertos. ¿No es extraordinario? Y en el centro de la ciudad, junto a la ciudad moderna. ¿No es maravilloso poder contrastar tres mil años de historia con sólo dar un pequeño salto? Seamos imaginativos y creativos y no pongamos trabas a lo que es una suerte. Lo he visto en muchos lugares del mundo. Y habría que hacerlo así con todos los elementos que surjan en estos años. Hoy hay tecnología suficiente para conservar y disfrutar de los restos del pasado, que no todas las grandes ciudades pueden exhibir, porque no tienen Historia. He visto en un lugar de compra onubense restos romanos bajo un suelo de cristal. Y me pareció maravilloso ¿Qué problema hay? Esto es un bien para el que visita la ciudad y un orgullo para el que vive en el lugar donde antes fue Tartesos. Y no lo digo desde el entusiasmo y la poesía, sino objetivamente, con valor económico. El patrimonio y su disfrute es también un producto que debe valorarse. Hay que salpicar la ciudad de Historia y así tendremos más elementos de visita y permanencia.

-Uno de sus sueños es el de convertir en un gran museo el Castillo de Doña Blanca de Cádiz para que pueda valorarse su trascendencia histórica. ¿Qué nos sugeriría a los onubenses que hiciéramos para poner en valor nuestro pasado?

-Llevo hablando de crear un Parque Arqueológico y Cultural desde 1984, al poco de comenzar las excavaciones. Hablamos de historias universales y no locales, que se explican en todo el mundo. Los fenicios y Tartesos son historias que ennoblecen, dan prestigio y también turismo cultural, siempre que se haga bien, con sentido común y profesionalidad, y no una mamarrachada. Estamos en Huelva y hablamos de Tartesos, del núcleo tartésico más importante. ¿Hay que ocultarlo o exhibirlo? El que lo oculta es un ignorante. Y no creo que Huelva quiera ocultar su gran Historia. Mi consejo es exhibirlo. Huelva ha tenido un extraordinario Servicio de Arqueología en la Diputación Provincial, posee una Universidad con gente preparada. Además, gente entusiasmada como los que han organizado la presentación de mi libro en la ciudad, y supongo que hay gente orgullosa de su Historia. ¿Qué más se puede pedir? Sencillamente, sentido común a los que gobiernan (que seguramente lo tienen, no tengo la menor duda) para crear una gran ruta de visita tartésica. Elementos, hay: Seminario-La Orden, Cabezo de San Pedro, La Joya, el Museo Arqueológico, los restos exhumados de las zonas bajas, como las del puerto fenicio, y un largo etcétera en el mundo romano. Un recorrido extraordinario de una GRAN HISTORIA, con mayúsculas. ¿Cuesta tanto? Hay que darlo a conocer al mundo. Si no lo haces, otro, con menos, lo hará. Elige.

"ESTAMOS EN HUELVA Y HABLAMOS DE TARTESOS, DEL NÚCLEO TARTÉSICO MÁS IMPORTANTE. ¿HAY QUE OCULTARLO, O EXHIBIRLO?”

-¿Cree que estamos perdiendo, o que hemos perdido, la oportunidad de reivindicar ese pasado, de darlo a conocer?

-Es evidente que en parte si. Hay mucho excavado oculto por edificios o por aparcamientos. Eso está perdido. Es una batalla perdida, pero otras pueden ganarse: las que están en lucha y las venideras. El caso, por ejemplo, de La Joya o del puerto fenicio y el templo. ¿Qué habría que hacer? Ganar. Ese debe ser el objetivo de todos. Reivindicar el pasado es un objetivo en un país que se considera culto y civilizado. Y llevarlo al turismo cultural de calidad es un objetivo con implicaciones económicas, si se es inteligente y se ofrecen elementos. Huelva tiene que estar en esta tarea, porque sencillamente Tartesos, es decir, lo que fue y lo que permanece en los textos, está aquí. Aún pueden hacerse muchas cosas. Siempre he tenido el deseo de ver un hermanamiento de dos entidades históricas que hicieron posible cambios importantes para Occidente y constituir el origen de la cultura occidental: Huelva, como representante de Tartesos, y Castillo de Doña Blanca, como representante explícita de los fenicios. Creo que es algo que ayudaría a fortalecer lazos de investigación, difusión y conservación de los restos arqueológicos, además de ocupar un lugar importante en el mundo de la Historia Antigua. El lugar que merecen.

El muro fenicio, un “símbolo” y un gran desconocido

En 1978, durante la realización de unas obras en una finca privada en el Cabezo de San Pedro, apareció un potente muro, de unos diez metros de largo, que había sido construido mediante técnicas orientales. El profesor Ruiz Mata fue el encargado de realizar una excavación que vino a situar el hallazgo como el primer exponente conocido y visible de una construcción fenicia en la península ibérica. Los propietarios del suelo decidieron su conservación, “y ahí podemos verlo”, explica el catedrático, que destaca además el valor y la importancia histórica y arqueológica de todo el Cabezo de San Pedro como un “punto de visión de la ciudad y una explicación del paisaje”. Ruiz Mata defiende que "la perspectiva que ofrecería San Pedro como mirador es un valor para el que no conoce la ciudad y su historia, e incluso para muchos onubenses”, y apuesta por "crear un punto simbólico junto al muro, ya que crear un símbolo es esencial”.

Fuente: huelvainformacion.es | 16 de abril de 2023

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