Se han datado enterramientos del 675 a.d.C. en esta población que fue capital de un estado mediterráneo y tuvo alfabeto propio.
Vía:
MERCEDES BARRADO TIMÓN | BADAJOZ | Hoy.es, 8 de octubre de 2009
Se llamó Conisturgis y fue una de las principales ciudades de la civilización tartésica, esa forma de vida que casi siempre se ha tratado con ribetes legendarios y que ahora se hace realidad palpable en una ciudad extremeña: Medellín.
El trabajo de un grupo de arqueólogos a lo largo de casi treinta años en lo que de forma genérica se conocía como Necrópolis Orientalizante de Medellín, se ha concretado en una serie de conclusiones científicas según las cuales esta ciudad extremeña alcanzó, bajo el impulso de las gentes tartesias, un nivel de vida creciente y unas conquistas culturales admirables, convirtiéndose en capital de todo un estado.
Conisturgis tuvo un alfabeto propio, que alimentó la existencia de una escuela de escribas y reclamó su derecho al disfrute de algunas de las más bellas piezas artísticas del momento.
Estos hallazgos convierten a Medellín en uno de los focos arqueológicos más activos y prometedores de Europa y en clave del conocimiento de la evolución y desaparición de la civilización tartésica. «Hemos establecido las relaciones de Medellín con Guadajira y Lacimurgui y ello nos da una estructura territorial que ha permitido reconstruir la red viaria del mundo tartésico, su cronología y una colonización tartésica semejante a la de griegos y etruscos de la que no había ni la más remota idea», dice Martín Almagro Gorbea, coordinador de las excavaciones.
Conisturgis, con su posición estratégica, articulaba un extenso territorio cuyo eje era la actual Ruta de la Plata, que se cruzaba con el camino que de Olisipo (Lisboa) iba a Toletum (Toledo) «y eso explica la enorme importancia de Medellín, que pierde cuando Augusto funda Emérita Augusta», explica el arqueólogo Almagro Gorbea.
Conisturgis ocupó una posición de relevancia en un entorno histórico en el que se relacionaba con los conios, al sur de Portugal y con los lusitanos y vetones, pueblos responsables finalmente de la desaparición de los tartésicos.
Formó parte de otras siete míticas ciudades que constituían la federación tartésica en territorios mediterráneos de Grecia, Etruria, Palestina y el mundo fenicio.
Los estudios arqueológicos han permitido fechar las tumbas de aquel viejo Medellín y reconstruir los límites de la necrópolis cuya superficie total aún está pendiente de determinar. Martín Almagro piensa que debe quedar entre la mitad y un tercio por excavar del cementerio que debió inaugurarse en el 675 a.d.C.
Se ha estudiado toda la demografía de Conisturgis y la crisis que dio lugar a su desaparición final, un elemento clave en la determinación de las causas que provocaron el final de todo Tartessos.
Vida y cerámica
Un habitante de aquella ciudad extremeña tenía una esperanza de vida no superior a los 28 años y vivió en una población que aún hoy conserva íntegra la misma organización radial de los caminos. Martín Almagro dice que ésta ordenación perduró con los romanos y se perpetuó con los árabes y hasta hoy, con lo que su determinación constituye «uno de los casos más interesantes que se conocen en toda Europa».
Pero fue la cerámica el hilo que permitió desenredar el ovillo del pasado nebuloso de Conisturgis, cuando un grupo de arqueólogos madrileños recibió un pedazo de cerámica en el que se veían unas cuantas letras. El trozo había sido encontrado en Medellín por una persona que perforaba un pozo de agua para su explotación con motivo de las transformaciones del Plan Badajoz. Venidos a Medellín para trabajar sobre el terreno, los arqueólogos recopilaron en diversos lugares otros pedazos cerámicos de lo que resultó ser una copa, un típico kylix de vivos colores en el que se ve a Zeus esgrimiendo su rayo y situaron el lugar exacto del hallazgo.
Martín Almagro casi se emociona cuando recuerda el descubrimiento de aquella pequeña isla del Guadiana en la que, en su día, se enterraron las gentes de Conisturgis. Los enterramientos estaban en dos niveles: en uno se realizaba la incineración en una ollas y en el inferior se guardaban las urnas con las cenizas. Los años de excavaciones hicieron aflorar joyas; también la mejor colección de marfil fenicio que hay en España; objetos de bronce y hierro, cerámicas y grafitos e inscripciones que certifican el origen tartésico de sus gentes.
Un pequeño garabato incluido en una pieza nada destacable prueba que las gentes que lo labraron escribían hacia la derecha, mientras que los fenicios lo hacían hacia la izquierda. «Es la prueba de que fue, muy probablemente, labrada por un tartesio», dice Almagro Gorbea.
Tipo Medellín
Los estudios de la cerámica encontrada han permitido determinar una tipología y decoraciones propias que los arqueólogos llaman 'tipo Medellín' y establecer que las gentes de Conisturgis disfrutaron de piezas cerámicas hechas por los principales artistas de su tiempo. Así, el kylix que impulsó las primeras excavaciones se atribuye al llamado 'pintor de Medellín', Eucheiros, hijo de uno de los principales creadores áticos de su época. Fue hecho hacia el 560 a.d.C. Eucheiros significa «el de la buena mano» y puso en esta copa un slogan de artista autosatisfecho: «Yo soy un vaso hermoso», proclama el kylix que nos ha descubierto todo un nuevo mundo en Medellín.
«Aquí encontramos el primer catajamones de la Historia»
Los tartesios de Medellín debieron llegar de Carmona, empujados por el incremento de la demografía.
-¿Por qué sostiene que Medellín tiene las claves de la desaparición del mundo tartesio?
-Porque hemos estudiado la necrópolis y hemos visto que hay un gran aumento demográfico al asentarse en una tierra tan rica, pero aproximadamente tres generaciones después, la población casi se reduce a la mitad. Eso sólo puede ser por una epidemia terrible o, más bien, por una enorme desestabilización de la sociedad que es lo que produce esas crisis.
-¿En qué año se establecieron los tartesios en Medellín?
-Parece ser que la colonia tartesia viene de la ciudad de Carmona y se establece hacia el 675 a. d. Cristo. Esta crisis empieza hacia el 575 a.d.C., aunque el peor momento es a fines del siglo VI.
-¿Qué les empujaba a moverse? ¿La conquista del territorio, una nueva frontera?
-Era como consecuencia de aumentos demográficos debido a una cultura mejor: Se tenían más hijos y necesitaban más tierras. Al colonizar más tierras tenían más población y al tener más población podían tener un estado más potente que exigía a su vez nuevas colonizaciones.
-¿Cómo vivían y cómo eran sus casas? ¿Tenían huertos?
-Eso no lo hemos estudiado, pero tenían huertos. Vivían básicamente de huertos y tenían el policultivo mediterráneo de vid, olivo y cereal. Eso, más la extensión de la dehesa, que ya la practicaban. En Medellín hemos encontrado el primer catajamones que se conoce en la historia.
-¿De qué material es?
-De una aguja de hueso como los actuales. Por eso sabemos que es un catajamón.
Escribas
-¿Y dice que había escuela de escribas en Medellín?
-Había escuela de escribas. Hemos encontrado una forma de escribir, que es característica de Medellín, dentro de la escritura tartésica.
-Pero ¿encontraron una pieza clave, como la Piedra Rosseta o algo así?
-No, estudiamos todos los grafitos que habían salido a ver si la gente ponía alguna marca en su plato o en una estela y, estudiando la epigrafía de esos grafitos, hemos sacado el alfabeto de Medellín.
-Los arqueólogos siempre terminan teniendo un personaje favorito entre los que encuentran en las excavaciones. ¿Tiene el suyo?
-Yo sí: El pueblo de Medellín con el que he estado trabajando.
-Ha pedido ayuda para que se haga con urgencia el resto de la excavaciones. ¿Corren tanto peligro de desaparecer los restos tartésicos de Medellín?
-Con urgencia, no. Lo que he pedido es que no se olvide. Creo que esto sería prioritario a estudiar el territorio y, como he visto fenómenos en otras áreas, espero que no se repita. Ahora se puede empezar a programar y empezar a excavar el año que viene o el siguiente... tampoco hay que hacerlo todo deprisa. No es tan costoso como otras excavaciones si se hace bien, si lo que se busca es rentabilizar un dinero que sale del bolsillo de todos nosotros.
-Lo han hecho bastante rápido. En veinte años han sacado muchísimas conclusiones.
-Sí, pero si hubiéramos tenido otros medios en su momento, hubiera salido en menos de cinco años.
-¿Tiene alguna teoría que le gustaría confirmar?
-Sí. Creo que en el Castillo de Medellín puede estar el Palacio del rey tartésico y valdría la pena estudiarlo bien. Y por supuesto me gustaría saber si la hipótesis de reconstrucción de la necrópolis que hemos realizado está bien hecha.
Martín Almagro Gorbea pide a la Junta que no abandone esta excavación
Los tres volúmenes que resumen esta apasionante historia fueron presentados ayer en el Museo Arqueológico de Badajoz en un acto al que asistieron la directora general de Patrimonio Cultural de la Junta, Esperanza Díaz; el arqueólogo Martín Almagro Gorbea y el directo del museo provincial, Manuel de Alvarado.
Los libros tienen más de 1.100 páginas y han sido editados en colaboración por la Real Academia de la Historia y la Junta de Extremadura.
Martín Almagro dijo que nunca pudieron imaginar, cuando empezaron a excavar en Medellín, que sus trabajos pudieran dar unos resultados tan explicativos sobre la vida y fin de Tartessos. Dice que han actuado como quien hace un crucigrama, «sin ideas fijas, simplemente poniendo las palabras que le van dando sentido». Pidió a la prensa que le ayude a sensibilizar a las autoridades para que permitan la continuación de estos trabajos, ya que han tenido que soportar «muchas penalidades» para que no se perdiera la riqueza de conocimientos que ha arrojado Medellín. «Queda una buena parte de la necrópolis por excavar - dijo-. La ciudad sigue extendiéndose y yo pediría que antes de que se destruya o haya que ir con urgencia por detrás de los acontecimientos, nos adelantemos y, con nuestra experiencia y el apoyo de la Academia de la Historia, podamos terminar este magnífico yacimiento».
Esperanza Díaz garantizó el apoyo de la Junta a las excavaciones de Medellín porque la situación crítica actual «no va a hacernos abandonar la arqueología ni ninguna otra ciencia».