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El análisis de ADN antiguo indica que los pastores a caballo de la cultura Yamnaya (o Yamna) hicieron dos migraciones de larga distancia hace unos 5.000 años. Un viaje pudo haber dado forma a la cultura de la cerámica cordada en Europa, mientras que el otro desarrolló la cultura Afanasievo en Asia central.
Los pastores nómadas que vivieron en las praderas montañosas de Asia occidental hicieron un par de grandes movimientos hacia el este y el oeste hace unos 5.000 años. Estas no eran las típicas caminatas de ida y vuelta desde un lugar de pastoreo estacional a otro. Estas gentes abrieron nuevos caminos.
Una revolución tecnológica había transformado el viaje de los pastores antiguos en esa época. Por supuesto, no podían hacer reservas de hotel por internet. Los planificadores de viajes habrían buscado en vano un almacén de estepas provisto de herramientas y suministros esenciales. Lo más parecido a la parada de un viajero era un arroyo de montaña y un lugar de pastoreo decente para el ganado. Sin embargo, a diferencia de cualquiera anteriormente, estas duras gentes tenían los medios para moverse: carromatos y caballos.
Así es como se desarrollaron los viajes: en un momento en que la lluvia menguaba y los pastizales de Asia occidental se volvían marrones, carros tirados por bueyes y cargados con pertenencias personales rodaban hacia el oeste, persiguiendo pastos más verdes en el centro y norte de Europa. Otros carros zarparon hacia el este, hacia las montañas Altai de Siberia, donde hoy se encuentran Rusia, China, Mongolia y Kazajistán. Familias de hombres, mujeres y niños, pudieron haberse acumulado a bordo de los carromatos. O bien, los viajeros pudieron haber sido en su mayoría hombres, los cuales se casaron con mujeres de aldeas agrícolas en el transcurso del camino. El ganado, las ovejas y las cabras, sin duda seguían a los que realizaban estos viajes bajo la atenta mirada de los jinetes. Los carromatos servían como casas móviles mientras se desplazaban, así como durante las paradas periódicas para permitir que los animales pastaran.
Estos viajes, realizados por individuos conocidos como Yamnana (o Yamna), transformaron genes y culturas humanas en una gran franja de Europa y Asia. La gente Yamnaya dejó su marca desde Irlanda hasta la frontera occidental de China, a lo largo de aproximadamente 4.000 kilómetros.
Dos estudios pioneros sobre ADN antiguo, publicados en Nature en 2015, dieron a conocer los grandes movimientos del pueblo Yamnaya. Obtener esos resultados fue un momento crucial para los investigadores que estudian la Edad del Bronce en Eurasia, la cual se extiende desde hace unos 5.000 a 3.000 años. Esos dos milenios fueron testigos del surgimiento de la metalurgia, los sistemas de escritura y otras características distintivas de las civilizaciones urbanas.
Y ahora, nuevos estudios intentan explicar cómo el ADN de los Yamnaya hizo incursiones importantes en la Edad del Bronce en Europa durante los primeros 200 o 300 años de ese período clave. Los dos estudios anteriores difieren sobre si el ADN Yamna influyó en las culturas e idiomas europeos como un gran movimiento puntual o durante un período prolongado.
Las tumbas de la cultura de la cerámica cordada de Europa (izquierda) y la cultura Yamnaya de Asia occidental (derecha) muestran similitudes como entierros en solitario. Algunos investigadores consideran tales similitudes como signos de la influencia trascendental de los pastores de Yamna en los agricultores europeos hace unos 5.000 años.
Una web móvil
Los investigadores a menudo han pasado por alto a estos nómadas yamnayas y a otras culturas de pastoreo como las primeras fuerzas de la globalización. Pero la evidencia arqueológica muestra cada vez más a los pastores de la Edad del Bronce -quienes trasladaban su ganado y campamentos de un lugar de pastoreo estacional a otro- como una red de sociedades móviles que formaban un sistema de comunicación intercontinental. La investigación en lugares de pastizales, estribaciones y cadenas montañosas de Asia, indica que estos pastores forjaron extensas redes comerciales que fueron cruciales para el crecimiento de los Estados agrícolas. Los pastores todavía prosperan en varias partes del mundo hoy en día, proporcionando una variedad de servicios a las ciudades en partes remotas y montañosas de Asia.
Otorgar un estatus especial a los antiguos pastores como constructores de civilizaciones no es una idea nueva. En las décadas de 1950 y 1960, destacados arqueólogos argumentaron que los pastores a caballo hicieron una serie de migraciones fuera de su tierra natal, la región de la estepa Póntica-Caspio, al norte del Mar Negro, desde hace aproximadamente 6.000 a 3.000 años. Esos arqueólogos vieron a estos pastores como feroces guerreros nómadas que difundieron el estilo de vida, las creencias y el lenguaje, de lo que se conoce como cultura Kurgan entre los agricultores y recolectores de Europa y en partes de Asia. Los grupos Kurgan, que incluían al Yamnaya, eran conocidos por enterrar a su gente en tumbas cubiertas por montículos de tierra. Estos grupos no tenían un sistema de escritura, pero hablaban una versión temprana de las lenguas indoeuropeas modernas, han argumentado algunos arqueólogos. Las lenguas indoeuropeas de hoy en día incluyen el inglés, el español, el ruso y el bengalí, junto con otras 400 más.
Mapa de las migraciones indoeuropeas desde el 4000 a.C. al 1000 a.C., de acuerdo con el «modelo Kurgan». La migración anatolia (indicada con una flecha punteada) podría haber tenido lugar bien a través del Cáucaso bien a través de los Balcanes. El área púrpura corresponde al supuesto urheimat (cultura de Samara, cultura de Sredny Stog). El área roja corresponde a la región donde se habrían asentado los pueblos indoeuropeos hasta cerca del 2500 a.C.,aproximadamente, y el área naranja cerca del 1000 a.C. Wikipedia.
En la década de 1980, una perspectiva diferente se afianzó. Los investigadores propusieron que las culturas e idiomas europeos de la Edad del Bronce cambiaron a medida que las ideas pasaban de un grupo a otro. Los europeos no formaron familias con los pastores, caminantes o merodeadores. Al contrario, aunque los lugareños adoptaron determinadas prácticas de los extraños según fue necesario, guardaron sus genes para sí mismos.
Los defensores de la perspectiva de las "ideas migratorias" tienen una visión prudente sobre el ADN de los Yamnaya en Europa. Las firmas genéticas de las migraciones pasadas plantean más preguntas de las que se pueden responder, argumentan estos investigadores. En primer lugar, el ADN no puede decirnos por qué la gente Yamnaya comenzó a emigrar. Y el tamaño de estas migraciones hacia el oeste y el este, así como las formas que a cada paso desarrollaron durante varios siglos, siguen siendo un misterio también. Quizás lo más importante es que los conjuntos de genes compartidos por poblaciones distantes no pueden explicar cómo las culturas e idiomas antiguos cambiaron con el tiempo.
A pesar de las incertidumbres, el ADN errante de los yamnaya deja algo claro, dice Eske Willerslev (izquierda), genetista evolutivo de la Universidad de Copenhague. "Los pastores de la Edad del Bronce recorrieron largas distancias durante mucho tiempo, y tuvieron un impacto importante en las civilizaciones europeas y del centro de Asia". Willerslev dirigió una de las investigaciones de los Yamna en 2015, y un equipo dirigido por el genetista de la Escuela de Medicina de Harvard, David Reich (derecha), condujo el otro estudio. Los esfuerzos para dar cuerpo a cómo los antiguos pastores se convirtieron en motores y agitadores del surgimiento de la civilización están ahora en pleno apogeo, tal como lo demuestran una serie de nuevos trabajos de investigación.
Genes viajeros
Las antiguas investigaciones sobre ADN de Willerslev y Reich, realizadas de forma independiente en colaboración con diferentes grupos de arqueólogos, llegaron a la misma conclusión: la gente de la cultura Yamnaya remodeló el ADN de los europeos centrales y del norte unos 200 años después de comenzar la migración hacia el oeste hace 5.100 años. Esto fue una sorpresa para ambos grupos de investigación.
La pistola humeante: el ADN extraído de un total de 195 esqueletos de la Edad del Bronce en el norte y centro de Europa, en los dos estudios, mostró que aquellos que vivieron entre los años 4.900 y 4.400 poseían una cantidad notablemente grande de ADN de los yamnaya. De hecho, las gentes yamnaya constituyen alrededor del 75 por ciento de la ascendencia de esos agricultores, concluyeron los científicos.
Los antiguos europeos, con herencia de los yamnaya, pertenecían a lo que los arqueólogos llaman la cultura de la cerámica cordada (derecha), conocida por decorar la cerámica presionando cuerdas en la arcilla aún blanda y fabricar hachas de guerra de piedra.
Los recién llegados yamnaya tomaron la delantera en la creación de la cultura de la cerámica cordada después de llegar al centro y norte de Europa, según propone el arqueólogo David Anthony (izquierda), de Hartwick College en Oneonta, NY.
"Nunca habríamos sabido que la gente yamnaya produjo dos culturas distintas mirando solo los hallazgos arqueológicos", dice el profesor Anthony, quien fue coautor del artículo de 2015 en el grupo de Reich. En ausencia de un vínculo genético, parecería que los yamnaya, que anteriormente no habían hecho nada parecido a la cerámica cordada o a las hachas de guerra, no tuvieron nada que ver con tal cultura.
La disminución de la población entre los agricultores y recolectores europeos hace unos 5.000 años, debido posiblemente a epidemias, pudo haber permitido la entrada de los yamnaya y ejercer su influencia. Primero, los pastores migrantes enviaron bandas guerreras de jóvenes como fuerzas de avace, a fin de establecerse en los territorios europeos (SN Online: 8/7/17), según propone en la revista Antiquity de abril pasado un equipo dirigido por Kristian Kristiansen (izquierda), de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia. El resto de los migrantes llegaron poco después, sospechan los investigadores. Los hombres yamnaya luego se casaron con mujeres de grupos locales, posiblemente secuestrándolas. Kristiansen fue coautor del artículo de 2015 en el grupo de Willerslev.
"La cultura de la cerámica cordada surgió como una forma de vida híbrida que incluía los cultivos, la cría de animales de granja y un poco de caza y recolección", sostiene Kristiansen.
Las estructuras de vida comunal y las tumbas colectivas de los primeros agricultores europeos fueron reemplazadas por estructuras más pequeñas adecuadas a familias y tumbas individuales cubiertas por montículos de tierra. Las familias yamnaya habrían vivido fuera de sus carros incluso antes de viajar a Europa. Un énfasis compartido de vida en familia y el enterramiento de los muertos de modo individual indica que los miembros de las culturas Yamnaya y cerámica cordada mantenían posesiones entre parientes cercanos, en opinión de Kristiansen.
"La cultura Yamnaya y la cultura de la cerámica cordada se unificaron bajo una nueva idea de transmisión de la propiedad entre personas y familias relacionadas", afirma Kristiansen.
Los inmigrantes yamnaya debieron haber hablado una versión incipiente de las lenguas indoeuropeas que luego se extendieron por Europa y partes de Asia, sostiene el grupo de Kristiansen. El profesor David Anthony, colaborador de Kristiansen desde hace mucho tiempo, está de acuerdo. Los vocabularios reconstruidos de las gentes de la cultura de la cerámica cordada incluyen palabras relacionadas con carros, ruedas y criadores de caballos, las cuales solo podrían haber venido de los yamnaya, dice Anthony.
A medida que se extendieron los idiomas indoeuropeos, el impacto genético de la cultura yamnaya en Europa continuó siendo sustancial, incluso después de la desaparición de la cultura de la cerámica cordada hace unos 4.400 años, según informó el equipo de David Reich el pasado 9 de mayo en bioRxiv.org. Aproximadamente el 50 por ciento de los ancestros de individuos de una cultura posterior de la Edad de Bronce, llamada cultura del vaso campaniforme por sus vasijas de cerámica en forma de campana invertida (derecha), derivan del ADN de los yamnaya. Dicha cerámica se extendió por gran parte de Europa desde hace casi 4.770 años y desapareció hace 3.800 años. Las migraciones de personas o ideas pueden explicar esa dispersión.
Incluso, hoy en día, el ADN de los europeos modernos del oeste, centro y norte, tiene una contribución genética cercana al 50 por ciento de los yaamnaya, informó el equipo de Reich en 2015.
Hubo muchos contactos, no solo uno
Al igual que muchos de sus colegas, el arqueólogo Volker Heyd (izquierda), de la Universidad de Bristol, en Inglaterra, quedó impactado por los informes de 2015 sobre el estrecho vínculo genético entre los pastores asiáticos y una cultura de la Edad del Bronce considerada nativa de Europa. Pero Heyd dice que la historia de las antiguas migraciones de los yamnaya es más compleja que el escenario de cambio rápido esbozado por los profesores Kristiansen y Anthony.
No existe evidencia de que el pueblo yamnaya desarrollara rápidamente prácticas típicas de la cultura de la cerámica cordada en una parte de Europa, argumenta Heyd en la revista Antiquity del pasado mes de abril. Los cambios culturales en Europa hace unos 5.000 años deben haber surgido de una serie extendida de relaciones a pequeña escala con los yamnaya y otros pastores que luego fue coronada por una gran afluencia de viajeros de las estepas, argumenta.
Por ejemplo, tumbas individuales y otras señales de contacto con el pueblo yamnaya, e incluso con pastores asiáticos anteriores, aparecen en Europa de 1000 a 2000 años antes de que ocurrieran las migraciones transformadoras del ADN yamnaya. Hay que considerar, por ejemplo, que el ADN yamnaya representa el 5 por ciento de la ascendencia de Ötzi (derecha), el denominado 'Hombre del Hielo' que vivió en el sureste de Europa aproximadamente 300 años antes del gran movimiento migratorio Yamna. Es decir, poco se sabe sobre esos encuentros anteriores.
"Los esfuerzos para descifrar los lazos entre los yamnaya y la cultura de la cerámica cordada se complican por el hecho de que el ADN disponible solo es de unos pocos individuos de cada grupo", dice el arqueólogo Heyd, quien actualmente está excavando tumbas de los yamnaya en Hungría. Las antiguas muestras de ADN analizadas en los trabajos de investigación de 2015 provienen de solo unos pocos enclaves de las culturas yamnaya cerámica cordada en algunas partes de Europa y Rusia.
Heyd sospecha que los viajeros yamnaya tuvieron incluso contactos más tempranos, quizás hace 5.400 años, con europeos del centro y del este conocidos por fabricar ánforas en forma globular con asas pequeñas. Los individuos de esa cultura, excavados en dos sitios, en Polonia y Ucrania, no poseen genes provenientes de los yamnaya, según informó un equipo afiliado al laboratorio de Reich en bioRxiv.org. Pero Heyd cree que el apareamiento entre los miembros de esa cultura europea y los migrantes yamnaya pudo haber ocurrido un poco más hacia el este, donde los contactos transculturales probablemente ocurrieron en el límite de los bosques europeos y los pastizales asiáticos.
Otras pistas genéticas apuntan a una larga historia de pastores asiáticos que cruzaron partes de Europa. Pequeñas cantidades de ADN de los pastores de las estepas, posiblemente yamnaya, aparecieron en tres esqueletos de cazadores-recolectores del sureste de Europa que datan de hace unos 6.500 años.
Se necesita ADN de mucha más gente de la Edad del Bronce para desenredar las relaciones entre los pastores migratorios y los grupos europeos que se encontraron, dice Heyd. Más asuntos confusos: él calcula que solo alrededor del 5 por ciento de los entierros de individuos yamnaya todavía existen. Los proyectos de construcción de la era soviética en el siglo XX destruyeron una gran parte de los mismos.
El escepticismo de Heyd sobre la singular contribución de los yamnaya a la cultura de la cerámica cordada tiene sentido, dice la arqueóloga Úrsula Brosseder (izquierda), de la Universidad de Bonn, en Alemania.
"Los fenómenos culturales, como la cultura de la cerámica cordada, no pueden vincularse de manera exacta o unívoca con grupos étnicos, grupos de población genética o lenguas", afirma Brosseder, que estudia las antiguas culturas europeas, y también duda de que el auge de las lenguas indoeuropeas, que son tan dominantes en gran parte del mundo actual, pueda atribuirse a una población de pastores migratorios.
Versión sur
Brosseder y otros críticos de las principales migraciones yamnaya, como transformadoras del escenario en juego, pintan una imagen diferente y dual sobre lo que podría haber sucedido durante la Edad del Bronce en Europa.
La historia comienza en Oriente Próximo, cuando los agricultores que hablaban lenguas indoeuropeas domesticaron cabras y otros animales hace 6.000 años o más. La cría de animales dio lugar rápidamente a los pastores, incluidos los yamnaya.
Hace unos 5.000 años, una plaga acabó con la vida de muchos agricultores y recolectores en las zonas altas de Europa. Los pastores migraron hacia el oeste a fin de encontrar mejores pastos a medida que un clima más cálido y seco resecaba las estepas de Asia central. En el centro y norte de Europa, los viajeros encontraron poblaciones dispersas que luchaban por sobrevivir. Los nativos adoptaron el primer idioma indoeuropeo de los recién llegados y se casaron con ellos.
Pero una segunda ola de influencia vino del sur al mismo tiempo o tal vez un poco antes. Los idiomas indoeuropeos relacionados se propagaron a través de los agricultores que se mudaron de las áreas del Mediterráneo y Anatolia (ahora Turquía) a las partes bajas de Europa y sur de Asia. Esos agricultores no tenían nada que ver con el gran movimiento de los yamnaya, y rara vez se aparearon con los pastores.
El apoyo para este escenario proviene de 19 granjeros de la Edad del Bronce hallados en Creta, Grecia y Turquía. El ADN de esta gente fue en gran parte heredado de agricultores anteriores del oeste de Anatolia y el Egeo, según informó un equipo liderado por el genetista de la Escuela de Medicina de Harvard, Iosif Lazaridis (izquierda), en un artículo publicado en la revista Nature. Bajas cantidades de ascendencia yamnaya, de un 9 a 32 por ciento, aparecieron entre estos individuos.
Ese artículo, y otros estudios genéticos de europeos del sudeste, "sugieren que algunas -pero no todas- de las ramas de las lenguas indoeuropeas provienen de pueblos esteparios", dice el lingüista Paul Heggarty (derecha), del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en Jena, Alemania. El pasado y el presente de los hablantes indoeuropeos muestran una variedad de patrones genéticos en un área geográfica enorme, lo que plantea dudas de cualquier explicación sencilla sobre la propagación de esta familia de lenguas, sostiene Heggarty.
El escenario mencionado, aunque no confirmado, transmite la complejidad de los movimientos de población eurasiática y las culturas que difunden los idiomas indoeuropeos, dice el arqueólogo Colin Renfrew (izquierda), de la Universidad de Cambridge. Renfrew propuso hace 30 años que los agricultores de Anatolia llevaron una temprana lengua indoeuropea a Europa hace unos 9.000 años. Su influyente argumento rechazó la idea de que oleadas de pastores migrantes habían remodelado el lenguaje y la cultura.
De acuerdo con sus ideas, los datos genéticos en los informes de 2015 indican que los grupos de agricultores del sudeste de Europa y Anatolia se habían trasladado al corazón de Europa hace más de 6.000 años, donde los cazadores-recolectores ya vivían. Cuando llegó el ADN de los yamnaya, conjuntos de variantes genéticas típicas de esos agricultores y cazadores-recolectores cayeron en picado.
Pero los trabajos de 2015 sobre los yamnaya también cambiaron el pensamiento de Renfrew. Él acepta ahora que los pastores asiáticos llegaron al centro y norte de Europa hace unos 5.000 años. Lo que sucedió después, especialmente en el sur de Europa, donde los yamnaya no dejaron una gran marca, no está claro. "Los orígenes genéticos de la gente de la Edad del Bronce en Anatolia, que era el camino real hacia Europa, son casi un completo vacío", dice. Lo mismo ocurre con los orígenes de los miembros de la Civilización del Valle del Indo durante la Edad del Bronce en el sur de Asia, donde se pudo haber hablado una forma primitiva de las lenguas indoeuropeas.
Movimientos orientales
Incluso con todos los interrogantes que rodean la migración occidental de los yamnaya, tal vez el mayor misterio sea qué fue lo que sucedió cuando estas gentes se mudaron al este de las montañas de Altai, en Asia central.
El equipo de Willerslev informó en 2015 que el ADN antiguo de los primeros individuos de la Edad del Bronce que pertenecían a una cultura poco comprendida en la región de Altai, era prácticamente cien por cien idéntico al ADN de los yamnaya de 5.000 años de antigüedad. Los migrantes yamnaya pudieron haber desarrollado, por sí solos, esa cultura siberiana del sur conocida como cultura Afanasievo, lo que tuvo un impacto aún mayor que el de sus compañeros yamnaya en la cultura europea de la cerámica cordada, concluyó el equipo.
Desde el sur de Siberia, los pueblos antiguos con raíces en los yamnaya pudieron haber traído una de las lenguas indoeuropeas más antiguas, y peor comprendidas, la Tocharian, propia de los habitantes de lo que es ahora el oeste de China, especulan los investigadores.
En cualquier caso, Asia central fue un hervidero de movimientos de población durante la Edad del Bronce, enfatizan Willerslev y sus colegas. Después de emerger hace unos 4.000 años, la gente de la cultura Sintashta, que criaba caballos en Asia occidental, dio origen a una cultura distinta en la región de Altai unos cientos de años después, según informó el equipo con base al ADN de 40 asiáticos de la Edad del Bronce. Antiguas similitudes de ADN indicaban que el apareamiento había ocurrido entre los migrantes Sintashta y las personas de Altai que allí encontraron. Hace alrededor de 3.500 años, varias culturas del este de Asia llegaron a la región de Altai y se convirtieron en dominantes, según sugieren los hallazgos genéticos llevados a cabo.
El arqueólogo Michael Frachetti (izquierda), de la Universidad de Washington en St. Louis, no duda de que diferentes poblaciones de pastores de la Edad del Bronce se movieron continuamente por el corazón de Asia. La investigación dirigida por Frachetti indica que las migraciones estacionales de los pastores a través de regiones montañosas, y que comenzaron hace 4.000 años, crearon rutas clave como la Ruta de la Seda en los próximos dos milenios.
Pero los investigadores todavía saben poco sobre la estructura genética y la vida cotidiana de los antiguos pueblos asiáticos como los yamnaya y varias comunidades de Altai, advierte Frachetti. Ni siquiera está claro si los restos excavados de personas yamnaya representan una cultura o varias culturas, sostiene.
"Desde el Mar Caspio hasta China, quedan muchas preguntas sobre los grupos de pastores de la Edad del Bronce", dice Frachetti. Él ahora está colaborando con el equipo de Reich en un análisis de ADN de individuos previamente excavados en enclaves de la Edad del Bronce en el centro y este de Asia y que datan de la misma época de la Edad de Bronce de Europa.
Foto: Los pastores de las tierras altas de Asia forjaron rutas de viaje a gran altitud que se convirtieron en parte de una antigua red de comercio conocida como Ruta de la Seda. Este caravanserai o posada que se ve en la foto, cerca de una ruta de pastoreo, se encuentra a unos 3.500 metros sobre el nivel del mar, en Kirguistán, cerca de la frontera con China.
Pastores sin fronteras
Una cosa es segura: los antiguos pastores nómadas están perdiendo su reputación de "bárbaros" obsesionados con las incursiones y la guerra. Esta generalización comenzó con las primeras sociedades agrícolas expuestas a las incursiones y conflictos con los pastores de las regiones fronterizas. Armados con sistemas de escritura, las civilizaciones agrícolas registraron relatos unilaterales de los grupos nómadas como salvajes montados a caballo.
Los descubrimientos arqueológicos actuales sugieren que los pastores de la Edad del Bronce eran especialistas en comunicación intercontinental. Hace alrededor de 5.000 años, las comunidades nómadas comenzaron a intercambiar conocimientos, alimentos y tecnología de la metalurgia, a través de grandes extensiones de Asia. "Los grupos nómadas fueron los primeros motores de la globalización, conectando las civilizaciones agrícolas del sudoeste y este de Asia a través de los valles montañosos que atraviesan el continente", dice Frachetti.
Los pastores que se movían a través de esos valles llevaron los cultivos del sudoeste de China a su interior y los cultivos de Asia oriental al otro lado, dice el arqueólogo Robert Spengler (izquierda), del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana. Mientras trabajaban sus caminos en Asia, a través de los valles montañosos, los pastores incorporaron los cultivos a su propia forma de vida.
Semillas encontradas en dos campamentos de pastores en Kazajstán muestran que la gente de allí usaba harina de trigo del sudoeste de Asia y mijo de Asia oriental hace entre 4.800 y 4.300 años. Estos granos, encontrados en pequeñas cantidades, pudieron haber sido consumidos o empleados en rituales de algún tipo.
Los pastores de 17 enclaves de Kazajstán, que datan de hace unos 3.800 a 2.800 años, comían pescado y carne, y cultivaban cantidades cada vez mayores de mijo a lo largo del tiempo. La arqueóloga Emma Lightfoot (derecha), de la Universidad de Cambridge, y sus colegas, analizaron las firmas químicas de los diferentes tipos de consumo de alimentos en los huesos de personas halladas en campamentos de la Edad del Bronce y principios de la Edad de Hierro. Los resultados aparecieron en 2015 en Archaeometry.
Los pastores también difundieron ideas clave sobre la vida y la muerte, tal como se representa en las prácticas funerarias de la Edad del Bronce asiática, sostiene Frachetti. Las tumbas de las sociedades agrícolas y comunidades de pastores de la Edad de Bronce -desde los deltas de Asia central y del sur hasta las estepas de Asia central y la región desértica de Xinjiang en el oeste de China- muestran formas comunes de enterrar a los muertos que no pueden ser una coincidencia, aduce Frachetti. Esas tumbas datan de hace entre 4.200 y 3.500 años. Las prácticas de enterramiento compartidas incluían colocar los cadáveres en una posición acurrucada como para dormir y proporcionar a los muertos objetos especiales para el más allá, tales como vasijas de cerámica o cestas que contenían comida y varios objetos de bronce, en particular joyas, armas y espejos.
Los antiguos pastores dependían de los cultivos hasta cierto punto. Un campamento de pastoreo de la Edad de Bronce en Kazajstán proporcionó (arriba) granos de mijo, guisantes, cebada y trigo.
Los antiguos pastores trasladaban asentamientos complejos de un lugar a otro mientras viajaban con sus rebaños hace entre unos 2.200 y 700 años, dice el arqueólogo J. Daniel Rogers (izquierda), del Museo Nacional de Historia Natural Smithsonian, en Washington, D.C. Estas sociedades esteparias, que se agrupaban en lo que ahora es Mongolia y noroeste de China, construyeron con frecuencia asentamientos amurallados en los valles de los ríos, a lo largo de los corredores de pastoreo estacional.
Los grupos que se movían entre los sitios de pastoreo estacional se reunían en comunidades temporales de tiendas de campaña dentro de estas espaciosas áreas amuralladas, concluye Rogers en la revista Archaeological Research in Asia del pasado mes de septiembre. Las comunidades móviles incluían gobernantes, artesanos e incluso personal administrativo, según propone.
Las civilizaciones de pastores y agrícultores intercambiaban bienes e ideas, incluso si a veces estallaban conflictos a lo largo de las rutas de pastoreo. Frachetti agrega: "Los pastores formaron su propia marca de civilización basada en la movilidad para mantener sus economías en crecimiento y alimentar a la gente".
Civilizaciones duraderas
Pocos pastores antiguos o vivos pueden ser llamados nómadas clásicos, moviéndose constantemente a través del paisaje. El número y la duración de las migraciones anuales varía mucho de un grupo a otro, dice el arqueólogo Nikolay Kradin (derecha), de la Rama del Lejano Oriente de la Academia Rusa de Ciencias, en Vladivostok. Pero, en cualquier caso, los pastores de hoy en día se mudan al menos una o dos veces al año a lugares de pastoreo estacional.
A pesar de los intentos de la era soviética de obligar a los pastores asiáticos a convertirse en agricultores, alrededor de 40 millones de personas se dedican actualmente al pastoreo móvil en Asia, África y Oriente Próximo, estima Kradin. Los pastizales secos y las áreas desérticas propicias para el pastoreo cubren alrededor del 25 por ciento de la superficie terrestre de la Tierra, dice.
Los pastores de montaña en Asia central mantienen valiosas manadas, algunas de las cuales tienen un valor de cientos de miles de dólares, dice Frachetti. En sus caminatas a lo largo de valles montañosos, que aún sirven como carreteras no oficiales que conectan ciudades remotas, los pastores proporcionan corderos para celebraciones de bodas, actúan como mensajeros entre regiones y crean amplias redes sociales y familiares a través del matrimonio, negocios y comercio.
Los pastores asiáticos continúan especializándose en movilidad y redes en vastas áreas. Estos grupos representan "centros neurálgicos" para los habitantes de las ciudades que salpican los valles y cadenas montañosas de Asia.
"Los pastores de montaña del interior de Asia no necesitan la inteligencia artificial para sobrevivir", dice Frachetti. "Todavía estarán presentes cuando las principales civilizaciones de hoy en día se sumerjan en el océano". Los yamnaya, cuyos genes han sobrevivido en un grupo de culturas de la Edad del Bronce, indudablemente estarían de acuerdo.
Fuente: sciencenews.org | 25 de noviembre de 2017 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)
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