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El Tesoro del Carambolo, joyería de oro tartésica de entre los siglos VIII y VI a.C, representa un conjunto estilístico sin igual en el campo de la arqueología. Presenta unas características morfológicas y de manufactura que no se han encontrado en otros objetos del mismo periodo en la Península Ibérica.
El día 30 de septiembre de 1958, en los terrenos de la Real Sociedad de Tiro de Pichón de Sevilla, y en el curso de una ampliación para el torneo internacional que tuvo lugar el siguiente año, la azada del joven trabajador descubrió un objeto metálico que había de ser el primero de los brazaletes de oro de 24 quilates.
Este tesoro está formado por 21 piezas de oro de 24 quilates, con un peso total de 2.950 gramos. Joyas profusamente decoradas, con un arte fastuoso, a la vez delicado y bárbaro, con muy notable unidad de estilo y un estado de conservación satisfactorio, salvo algunas violencias ocurridas en el momento del hallazgo.
Las piezas fueron encontradas dentro de una estructura oval, en la que se hallaron huesos de animales y cerámica. La interpretación más aceptada afirma que servían de exorno para un dignatario religioso o político. Una interpretación reciente propone la posible utilización de algunas piezas en el adorno de toros sagrados, basándose en paralelos arqueológicos y etnográficos.
Dada la importancia de este tesoro y el interés de estudiarlo en profundidad, en el Centro Nacional de Aceleradores, se ha desarrollado un nuevo sistema portátil de microfluorescencia para analizarlo. Gracias a este nuevo equipamiento, se ha estudiado las piezas de este tesoro con varios objetivos.
Uno es caracterizar la composición de la aleación de los diferentes objetos y elementos decorativos para determinar si están realizados a partir de una misma aleación homogénea, lo cual podría indicar una misma producción. Otro es identificar los métodos de soldadura y las técnicas de manufactura con el objetivo de poder discutir si las joyas han sido producidas por un orfebre o por varios.
Otro objetivo es aportar más información para la discusión arqueológica acerca de la posibilidad de que la realización del tesoro fuese llevada a cabo por la población nativa o por orfebres foráneos de cultura oriental-fenicia.
Parte de este estudio, analizando los resultados obtenidos en 11 de las 21 piezas, ha sido publicado en la revista Radiation Physics and Chemistry y, según nos indica la doctora Simona Scrivano, ha verificado la validez del uso del nuevo sistema de micro-XRF portátil para analizar detalles muy pequeños tales como elementos decorativos y áreas de unión.
Tres tipos de soldaduras
Los resultados han evidenciado una buena homogeneidad de las aleaciones empleadas en estas 11 piezas, que corresponden al llamado grupo 1 de los 3 en que se divide el tesoro desde el punto de vista estilístico y composicional. Se ha concluido que han sido tres los distintos tipos de soldaduras empleadas: soldadura autógena, soldadura por fusión local y soldadura por aleación. Asimismo, se ha podido establecer, mediante el uso de los diagramas de fase de las aleaciones oro-plata-cobre la existencia de varias etapas de construcción de algunas de las joyas analizadas.
Tras el análisis de los resultados obtenidos, los investigadores del CNA, Universidad de Sevilla y Universidad de Extremadura, participantes en este estudio, han generado la hipótesis, según la cual, estos objetos fueron fabricados en un mismo taller donde colaboraban distintos artesanos procedentes de ámbitos tecnológicos diferentes. Concretamente, se ha hallado rasgos típicos tanto de tecnología atlántica como de fenicia. Por último, el análisis de los resultados ilustra el gran conocimiento de las propiedades de esas aleaciones por los antiguos orfebres.
Fuente: SINC | 15 de diciembre de 2016
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El 30 de septiembre de 1958 será recordado en los alrededores de Sevilla por el hallazgo arqueológico realizado en la localidad de Camas. El descubrimiento en cuestión tuvo lugar en los terrenos de la Real Sociedad de Tiro de Pichón de la villa hispalense, durante el transcurso de unas obras para la ampliación de las instalaciones. Fue entonces cuando la azada de uno de los operarios de la obra golpeó un objeto metálico. Este, sería la primera de las 21 piezas que pondrían -por fin- en el mapa a la civilización tartésica.
El conocido como el tesoro de El Carambolo, así bautizado por el cerro en que se encontró, está formado por 21 piezas de oro de 24 quilates. Juntas suman un peso de 2.950 gramos. Entre las piezas halladas, se encuentran dos brazaletes, dos pectorales, un collar y 16 placas de oro, encontradas todas ellas dentro de un recipiente de barro ovalado, junto a algunos restos de cerámica y los huesos de varios animales. Las joyas gozan de un estado de conservación óptimo salvo por algunos rasguños producidos en el momento en que fueron halladas. Estas, profusamente decoradas, dan testimonio de un arte fastuoso, delicado, bárbaro, y a su vez, de una muy notable unidad de estilo.
Las interpretaciones más aceptadas afirman que las piezas del tesoro formaron parte de los adornos de alguna figura política o religiosa de alto estatus. Sin embargo, por otra parte, el ya fallecido historiador y arqueólogo J. M. Blázquez Martínez de la Universidad de Salamanca explica en su obra, La religión de los pueblos de la Hispania preromana, que el toro fue una figura muy venerada por varias culturas en la península Ibérica. Y en este sentido, otras hipótesis más recientes, basadas en criterios arqueológicos y etnográficos, apuntan que podría tratarse, en parte, de los adornos un toro sagrado.
Pectoral con rosetas del tesoro de El Carambolo. Foto: S. Scrivano et al. / Universidad de Sevilla
Sea como fuere, de lo que no cabe ninguna duda es de que el tesoro del Carambolo es un conjunto de joyería de oro datada entre los siglos VIII y VI a.C, y que representa un conjunto estilístico sin igual en el campo de la arqueología. Sus características morfológicas y de manufactura no se han encontrado en otros objetos del mismo periodo en la península Ibérica, por lo que la incógnita respecto a su significado y función sigue siendo objeto de estudio y discusión entre los expertos.
Un pueblo perdido en tiempo
Si bien es cierto que existe una extensa literatura en torno a la cultura tartésica –a la que se vincula el presente tesoro-, poco de lo escrito hasta el momento se puede respaldar con total seguridad. Ya en el Libro de los Reyes, en el Antiguo Testamento, escritas en torno al siglo VII a. C. pueden encontrase las primeras alusiones a esta civilización, localizada en lo que fue un lejano y misterioso lugar llamado Tarsis. Dícese que cada tres años las naves del Rey Salomón, volvían de esta ciudad, situada al sur de la península Ibérica, cargados de oro, plata y diversas riquezas.
Uno de los brazaletes del tesoro de El Carambolo. El tesoro de El Carambolo, fechado en el periodo comprendido entre los siglos VIII y VI a.C. está compuesto por 21 piezas ornamentales, las cuales constituyen una unidad tipológica y estilística única en el campo arqueológico. Foto: S. Scrivano et al. / Universidad de Sevilla
Dos siglos más tarde, ya en el V a.C., también Heródoto de Halicarnaso, considerado padre de la historia, hacía referencia a Tartessos en sus escritos. En ellos alude al rey Argantonio, “el hombre de plata“, último rey tartesio, con el que el reino llego a su fin, y el único del que se tienen referencias históricas. Tan solo un siglo antes, en el VI a.C el poeta Anacreonte también dejaría escritas algunas referencias en torno a esta misteriosa civilización.
Aurelio Padilla Monge, profesor de historia antigua en la Universidad de Sevilla, en su trabajo Algunas notas sobre la figura de Argantonio y sus elementos míticos, publicado en el 'Archivo Español de Arqueología', afirma que, buena parte de la historiografía centrada en la Iberia prerromana defiende que aquello que los griegos llamaron Tartessos fue una elaboración de la imaginación griega, construida a partir de algunos datos ciertos, y que acabó finalmente por integrarse en la mitología helena. De hecho, la civilización tartésica -junto con la Atlántida- es unos de los grandes misterios que hunden sus raíces en la Grecia clásica.
Placa con rosetas del tesoro de El Carambolo. Se ha concluido que han sido tres los distintos tipos de soldaduras empleadas: soldadura autógena, soldadura por fusión local y soldadura por aleación. Foto: S. Scrivano et al. / Universidad de Sevilla
De cualquier modo, los restos de distintos yacimientos arqueológicos sitúan a una hipotética civilización tartésica en el valle del Guadalquivir, al suroeste de la península Ibérica, en el territorio conformado entre las ciudades de Sevilla, Cadiz y Huelva durante la Edad del Bronce, y algo mas tarde, alcanzada la Edad del Hierro, desplazada en el espacio hacia el norte, al sur de Badajoz, e incluso hasta Portugal.
De este modo, aunque se sitúa a los tartesios en el interior de la península ibérica, y a sus vecinos fenicios en las áreas de litoral, la cercanía entrambos alimenta el debate en la actualidad sobre cómo fue la relación entre sendos pueblos. O si se trataba, verdaderamente, de dos pueblos distintos. Entre los estudiosos de la materia hay quien piensa que entre tartesios y fenicios existió un gran entendimiento y una fructífera coexistencia, origen de la posterior fusión de las dos culturas, y lo que motiva en la actualidad la imposibilidad de discernir -en términos arqueológicos- entre sus diferencias.
Arrojando luz, y rayos X, sobre el misterio
Tartésico o fenicio, la importancia del tesoro del Carambolo y el interés por su estudio en profundidad, ha llevado a los investigadores del Centro Nacional de Aceleradores a desarrollar un nuevo sistema para el análisis de sus piezas. Se trata de un nuevo sistema portátil de micro-fluorescencia de rayos X.
En el estudio de los hallazgos arqueológicos surgen a menudo preguntas imposibles de ser contestadas sin la ayuda de ciertas disciplinas científicas. Algunas de estas cuestiones abarcan el tipo de material que constituye un objeto, su procedencia o su edad. Así, en los últimos años, la aplicación de estos métodos de análisis en el estudio de piezas de otras épocas ha permitido un aprendizaje sin precedentes. El conocimiento de la estructura de los materiales y los procesos químico-físicos relacionados con la creación de un objeto permite revelar el desarrollo tecnológico de los artesanos de la época, además de proporcionar una valiosa información para su conservación, restauración y la autenticación de los materiales que componen una obra de arte.
Simona Scrivano del departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla explica que: “en el ámbito de las técnicas aplicadas -como es el caso- a la joyería antigua en particular, hay numerosas características analíticas a tener en cuenta debido a la particularidad y heterogeneidad de los objetos que se quieren estudiar. También debido al gran valor de las piezas, su unicidad y a las restricciones en materia de seguridad de los museos y fundaciones a cargo de las mismas”.
Detalle de la medida de uno de los brazaletes del tesoro de El Carambolo Foto: S. Scrivano et al. / Universidad de Sevilla
“Un requisito fundamental en el estudio del tesoro del Carambolo y otros hallazgos arqueológicos, es obtener una elevada resolución espacial que permita distinguir los diminutos detalles que presentan los objetos analizados, tales como las decoraciones y las zonas de soldaduras, a veces de un tamaño inferior a 50μm”, comenta la investigadora a National Geographic. Esta es la razón que motivó el desarrollo de un nuevo equipo portátil de micro-fluorescencia de rayos X.
La micro-XRF, (por sus siglas en inglés), es una moderna técnica de análisis que permite el examen detallado de pequeñas zonas de la muestra estudiada. Esta, consiste en el análisis de los rayos X emitidos por dicha muestra , –en este caso las piezas del tesoro- tras haber sido expuesta a otro tipo de radiación primaria. Posteriormente, a partir de una técnica conocida con el nombre de espectrometría, se analiza la radiación devuelta. Con ello, a partir de los datos obtenidos se torna posible averiguar de que elementos se compone el objeto estudiado así como la proporción en la que se encuentran.
La importancia del detalle
El nuevo equipo de micro-XRF fue desarrollado por investigadores del Centro Nacional de Aceleradores y de la Universidad de Sevilla con una idea general muy concreta: conseguir un instrumento capaz de analizar a escala micrométrica (inferior a 100 μm) los detalles presentes en las joyas arqueológicas.
Aunque el tesoro del Carambolo ha atraído la atención de numerosos investigadores desde su descubrimiento, aún faltaba por realizar un estudio detallado de los procesos de soldadura empleados y de las técnicas de producción. Según nos indica Scrivano: “el nuevo equipo portátil de micro-XRF ha verificado la validez del uso del nuevo sistema para analizar detalles muy pequeños tales como elementos decorativos y áreas de unión”.
Detalles del interior de uno de los Brazaletes del tesoro de El Carambolo. Del ámbito oriental proviene el modelado de láminas por batido para formar las estructuras, las láminas peraltadas sobre las que se sueldan diversos elementos y el modelado con diferentes punzones y troqueles para dar forma a distintos elementos decorativos, las filigranas y el granulado del collar. Foto: S. Scrivano et al. / Universidad de Sevilla
Los resultados del artículo“Non-destructive micro-analytical system for the study of the manufacturing processes of a group of gold jewels from ´El Carambolo` treasure” han sido publicados recientemente en la revista Radiation Physics and Chemistry. El análisis de los resultados sobre el estudio llevado a cabo en 11 de las 21 piezas del tesoro ha podido establecer la existencia de varias etapas de construcción en algunas de las joyas, así como la presencia de tres tipos distintos de soldaduras.
Del mismo modo, se ha evidenciado una serie de similitudes y diferencias en las técnicas de manufactura empleadas para la producción de los objetos. Respecto a las similitudes, destacan la homogeneidad en la composición de las aleaciones; el uso de un mismo punzón para producir las tapas con forma de roseta de las cápsulas; la misma técnica de soldadura para unir los elementos decorativos similares, y el empleo del mismo patrón decorativo en todas las joyas. Estas similitudes tecnológicas abren paso a la hipótesis de que todos los objetos de dicho grupo fueron realizados en el mismo taller.
Atendiendo a las diferencias encontradas, como el uso de dos soldaduras distintas, una rica en plata y otra llevada a cabo mediante una aleación de plata y cobre, se evidencia la presencia de un conocimiento tecnológico procedente de dos culturas diferentes. Lo más relevante es la coexistencia de las técnicas de producción de estas dos culturas distintas, una atlántica y otra de origen fenicio.
A la luz de estos resultados, se podría avalar la hipótesis de que los objetos del tesoro de El Carambolo fueron fabricados en un único taller bajo la estrecha colaboración entre varios orfebres con diferentes conocimientos tecnológicos y procedentes de pueblos distintos. También pone de manifiesto el gran conocimiento, aunque empírico, por parte de estos orfebres antiguos de las propiedades de las distintas aleaciones, además de ser capaces de controlar las pequeñas variaciones de temperatura a las cuales ocurren los diferentes procesos, algo sin duda asombroso para la época, independientemente de que se tratase de tartesios o fenicios.
Fuente: National Geographic | 16 de febrero de 2017
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