Cambios en el tamaño de las ratas revelan el hábitat del "Homo floresiensis"

En la cueva de Liang Bua, el paleoantropólogo Matthew Tocheri, a la izquierda, mide una rata gigante moderna con la ayuda de Bonefasius Sagut. A la derecha, una reconstrucción de 'Homo floresiensis' portando una rata gigante, realizada por el artista Peter Schouten.

Un estudio del cambio de tamaño del cuerpo de una rata en el tiempo permite vislumbrar el hábitat del misterioso homínido Homo floresiensis, apodado hobbit debido a su estatura diminuta. El Journal of Human Evolution publica un estudio basado en un análisis de miles de huesos de roedores, principalmente miembros anteriores y posteriores de la cueva indonesia donde se descubrió Homo floresiensis en 2003.

Los resultados indican que el hábitat local estaba principalmente compuesto de pastizales hace más de 100.000 años, pero comenzó a cambiar rápidamente a un entorno más cerrado hace 60.000 años.

"Nuestro estudio es el primero que conocemos que usa los huesos de las patas de las ratas para interpretar el cambio ecológico a través del tiempo, y proporciona nuevas pruebas sobre el medio ambiente local durante la época del 'Homo Floresiensis'", dice Elizabeth Grace Veatch (izquierda), de la Universidad de Emory (Atlanta, Georgia), y primer autor del estudio realizado.

Homo floresiensis tenía solo 1,10 metros de estatura y se sabe que vivió hace entre unos 190.000 a 50.000 años en la isla oceánica de Flores, en el este de Indonesia. El pequeño hominino compartió la isla con animales que podrían haber salido de las páginas de una novela de Tolkien, incluidos dragones gigantes de Komodo, cigüeñas de dos metros de altura, buitres con una envergadura de dos metros y estegodones pigmeos, herbívoros que parecían elefantes pequeños con colmillos de gran tamaño.

Sin embargo, fueron las ratas las que más interesaron a Veatch. Los múridos, como se conoce a la familia de las ratas, son taxonómicamente más diversos que cualquier otro grupo de mamíferos y se encuentran en casi todas las partes del mundo. "Exhiben una increíble variedad de comportamientos que ocupan muchos nichos ecológicos diferentes", dice Veatch. "Y como los pequeños mamíferos suelen ser sensibles a los cambios ecológicos, pueden decir mucho sobre lo que está sucediendo en un entorno".

El estudio se basó en restos recuperados en la cueva de piedra caliza conocida como Liang Bua, donde se han encontrado esqueletos parciales de Homo floresiensis, junto con herramientas de piedra y restos de animales, la mayoría de ellos ratas. De hecho, de los 275.000 huesos de animales identificados en la cueva hasta ahora, el 80 por ciento de ellos son de roedores.

Veatch vino a la Universidada de Emory para trabajar con la paleoantropólogo Jessica Thompson (derecha), una gran experta en el uso de la tafonomía, el estudio de lo que sucede con los huesos después de que se muere un organismo, con el fin de aprender más sobre la evolución de la dieta humana. Aunque Thompson ahora se ha mudado a la Universidad de Yale, ella continúa siendo mentora de Veatch en sus estudios de posgrado en la Universidad de Emory. 

Veatch acabó convirtiéndose en parte del proyecto arqueológico de Liang Bua mientras realizaba una pasantía en el Programa de Orígenes Humanos del Museo Nacional de Historia Natural perteneciente a la Smithsonian Institution. Su mentor allí fue el paleoantropólogo Matthew Tocheri (ahora en la Universidad Lakehead, en Ontario) el cual comparte la primera autoría del trabajo de investigación con Veatch. 

"Matthew me preguntó si quería analizar algunos huesos de ratas y dije: 'Claro'", recuerda Veatch. "No tenía idea de en qué me estaba metiendo".

El estudio abarcó alrededor de 10.000 huesos de rata de Liang Bua. Los restos abarcaban cinco especies con distintos tamaños, desde el Rattus hainaldi, del tamaño de un ratón, hasta el Papagomys armandvillei, del tamaño de un gato, comúnmente conocido como la rata gigante de Flores. Después de clasificar los huesos, los investigadores podían vincularlos directamente con las especies y los tipos ambientales.

Si bien las ratas pueden adaptarse a nuevos entornos, las morfologías de diferentes especies tienden a adaptarse a su entorno preferido. Por ejemplo, el hábitat de las Komodomys rintjanus de tamaño mediano, incluido en el estudio, se caracteriza principalmente por pastizales abiertos intermitentes con parches de bosque. En contraste, el pequeño Rattus hainaldi y el gigante Papagomys armandvillei prefieren hábitats boscosos más cerrados o semicerrados.

Gráfico de las especies de ratas incluidas en el estudio.

El seguimiento de la abundancia relativa de las diferentes especies de ratas a lo largo del tiempo indicó que la ecología local era en su mayoría pastizales abiertos hace 100.000 años, haciendo la transición hacia un hábitat boscoso más cerrado hace unos 60.000 años. Ese tiempo se corresponde, más o menos, con los elementos esqueléticos pertenecientes a Homo floresiensis, el Stegodon pigmeo, las cigüeñas gigantes, los buitres y los dragones de Komodo, ya desaparecidos de Liang Bua.

"La evidencia sugiere que 'Homo floresiensis' habría preferido hábitats más abiertos donde pudo haber sido parte de este ecosistema caracterizado por estegodones, cigüeñas y buitres", dice Veatch. "Creemos que cuando el hábitat cambió, volviéndose más boscoso, el 'Homo floresiensis' probablemente abandonó el área de Liang Bua para rastrear a estos animales en hábitats más abiertos en otros lugares de la isla".

Muchos más misterios permanecen con respecto a Homo floresiensis, dice Veatch, y los huesos de ratas hallados en Liang Bua pueden ayudarnos a resolver algunos de ellos. Una pregunta clave es si Homo floresiensis realizaba caza menor. 

"Nuestros primeros ancestros se adaptaron para poder consumir grandes cantidades de grandes animales a través de la caza o el carroñeo, o ambos", dice Veatch. “La caza mayor, sin duda, se convirtió en una fuente importante de alimentos, lo que dio lugar a numerosas adaptaciones sociales y fisiológicas, incluida la cooperación social y la expansión del cerebro. Sin embargo, es mucho menos conocido el papel que pudo haber tenido la caza menor en nuestra evolución temprana, si es que la tuvo".

"Liang Bua ofrece una oportunidad ideal para estudiar lo que un hominino de cerebro pequeño, como Homo floresiensis, podría haber cazado si tuvo a su disposición ambas fuentes de caza, es decir, caza mayor de un Stegodon, por ejemplo, y caza menor como la rata gigante de Flores y otras especies de ratas", aduce Veatch.

Veatch estudia las pilas de sedimentos excavados en Luang Bua mientras los mismos se filtran utilizando el sistema de riego de un arrozal cercano a la cueva.

Veatch está realizando estudios de campo en la cueva de Liang Bua, incluyendo experimentos para determinar qué tan difícil habría sido capturar ratas salvajes de Flores. También está investigando en el Museo Pusat Penelitian Arkeologi Nasional (ARKENAS), en la capital indonesia de Yakarta, donde ahora se almacenan muchos de los huesos animales hallados en la cueva, a fin de determinar si alguno de los mismos tiene marcas de corte, lo que indicaría su caza y descuartizamiento con herramientas, o marcas de pico que indicarían que fueron digeridos por búhos u otras aves rapaces, los cuales los habrían depositado en la cueva.

"En Indonesia, mi apodo es 'Miss Tikus', que significa 'Miss Rat'", dice Veatch. "Estoy perfectamente bien con ello, porque las ratas son animales realmente inteligentes y extraordinarios. Las vemos a través de toda las secuencias arqueológicas de Liang Bua y continuaremos usándolas en estudios futuros para comprender más sobre lo que sucedió en esta cueva". Los co-autores del presente documento incluyen a Thomas Sutikna, E. Wahyu Saptomo y Jamiko, que son todos de ARKENAS y la Universidad de Wollongong en Australia; Kate McGrath de la Universidad de Burdeos, Francia; y Kristofer Helgen de la Universidad de Adelaide en Australia. 

[Créditos de las fotos: Todas las imágenes son cortesía del equipo de investigación de Liang Bua. La foto de Veatch con calavera de un Homo floresiensis fue tomada por Kristofer Helgen. La foto de Veatch y los sedimentos fue tomada por Hanneke Meijer].

Fuente: Universidad de Emory | 13 de marzo de 2019

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