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De izquierda a derecha: Cráneo de Homo erectus, Homo floresiensis y Homo sapiens
Vía: The Telegraph | 21 de febrero de 2012 (Traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae)
Artículo de Chris Stringer (izquierda) líder de investigación de los orígenes humanos en el Museo de Historia Natural de Londres y autor de "El origen de nuestra especie".
Los seres humanos han llegado a dominar nuestro planeta como ninguna otra criatura antes que nosotros. Hoy en día, nuestra población de siete mil millones habita la mayor parte de la superficie del mundo, segura en su estatus como la única especie verdaderamente inteligente en la Tierra.
Sin embargo, si miramos un poco más atrás en la historia del planeta, hemos llegado en un tiempo -posiblemente tan reciente como hace 50.000 años- cuando pudo haber hasta siete tipos distintos de seres humanos, desde África a Europa, desde la inhóspita Siberia a las remotas islas de Indonesia. Nosotros, Homo sapiens, somos los únicos supervivientes de esta colección de homínidos, si bien, durante la mayoría de la historia humana, no estábamos solos.
¿De dónde vinieron estos otros "seres humanos"? ¿Y qué pasó con ellos para dejarnos como los únicos habitantes de la Tierra? En los últimos años, una gran cantidad de emocionantes descubrimientos en África, Europa y otros lugares, han cambiado los conocimientos heredados en nuestras cabezas. Hemos aprendido que la historia de nuestros orígenes es mucho más interesante -y complicada- de lo que pensábamos.
Esa historia comienza con una sola especie, el probable ancestro de la familia humana. Este fue el Homo erectus ("Hombre erecto", debido a que caminaba erguido), caracterizado por un esqueleto poderosamente robusto, un cerebro pequeño cuyo cráneo era de paredes gruesas, largo y bajo, con arcos superciliares sobre los ojos y sin barbilla debajo de la mandíbula. A pesar de estas diferencias con el modelo actual, el Homo erectus fue un eficaz cazador y fabricante de herramientas, con un cuerpo más humano que simio.
El Homo erectus surgió en África hace unos dos millones de años, y rápidamente se extendió por toda Asia y, posiblemente, el sur de Europa (Gran Bretaña fue probablemente ocupada hace sólo un millón de años más tarde por la especie humana). Es posible que el erectus econtrado en Java, tan recientemente como hace 50.000 años, provocó que esta especie fuera, con mucho, la más longeva de todos los seres humanos. Y durante ese tiempo engendró toda una tribu de descendientes. Entre ellos el Homo antecessor y el Hombre de Heidelberg, dando lugar, con este último, a tres sucesores recientes: los neandertales (que vivieron en Europa y en el Cercano Oriente), el Homo sapiens ("Hombre sabio"), y un misterioso tercer tipo humano, los Denisovanos, que se conocen sólo en un único lugar en Siberia.
De nuestros ya extintos primos, los neandertales son, de lejos, los mejor conocidos. Se creía que eran lerdos, brutos, y, cuando ello ocurrió, nuestros antepasados directos. Pero resulta que no era el caso. Es cierto que las sociedades neandertales eran probablemente más pequeñas y más simples que las del Homo sapiens, pero ellos enterraban a sus muertos, eran expertos fabricantes de herramientas y cazadores, y se cree que habrían usado un lenguaje. Del mismo modo, a lo largo de las últimas décadas, han pasado de ser considerados como nuestros antepasados directos a ser una rama lateral a la que hemos podido haber ayudado a extinguirse.
Lo que también hemos descubierto ahora -y esto fue una verdadera sorpresa para muchos científicos- es que los seres humanos y los neandertales se cruzaron en realidad. La reconstrucción del genoma del neandertal fue recientemente realizada por un equipo dirigido por Svante Pääbo, el cual tiene su sede en Alemania. El genoma fue comparado con aquellas personas que viven en distintas regiones. Las comparaciones sugieren que los antepasados de la gente que salió de África pudieron haberse mezclado con los neandertales hace unos 50.000 años, y, en consecuencia, la mayoría de los humanos modernos son un poco neandertales. De este modo, mientras ellos desaparecieron hace unos 30.000 años, su ADN no lo hizo.
Los neandertales ocuparon la parte occidental de Eurasia, hasta que los humanos modernos se hicieron cargo de la misma, pero cuando el equipo que elaboró su genoma dirigió su atención hacia el este, se encontró con otra sorpresa. Los fósiles hallados en la cueva Denisova, en Siberia, proporcionaron una datación de hace unos 50.000 años. Un hueso del dedo tenía excepcionalmente bien conservado el ADN, lo que permitió que su genoma fuera reconstruido y se comparara con el de los neandertales y el de varios humanos modernos.
Este hueso resultó que pertenecía a otro grupo por completo, más cercano a los neandertales que a los humanos modernos: los denisovanos. Hoy en día, sólo hay un grupo de personas que muestran rastros de su ADN: los pueblos aborígenes de Australia, cuyos ancestros debieron haberse cruzado con los denisovanos cuando vivían en el sudeste de Asia, en su camino hacia el sur.
En resumen, a lo largo de los últimos cien mil años (una mínima fracción de tiempo en términos geológicos), había quizás una media docena de tipos de humanos vivos al mismo tiempo, que ocasionalmente se juntaron y muy de vez en cuando hubo relaciones sexuales entre estas especies.
Pero había otro extraño, y mucho, una especie semejante a la humana que vivió tan recientemente como hace unos pocos miles de años atrás, una pequeña y misteriosa criatura cuyo descubrimiento fue uno de los más sensacionales de la década pasada. Al este de la gran isla de Java se dispersa un remoto archipiélago hermoso y tropical. Hasta el año 2004 se pensaba que sólo los humanos modernos habían llegado a estas pequeñas islas de Indonesia. Pero, en ese año, dos sensacionales artículos fueron publicados en Nature anunciando que los restos de una nueva especie habían sido excavado en la cueva de Liang Bua, en la isla de Flores.
Esta extraordinaria criatura pequeña, llamada Homo floresiensis (también conocida como el Hobbit), tenía sólo alrededor de un metro de alto y un cerebro muy pequeño. Sin embargo, había evidencias de que los Hobbits eran inteligentes: la cueva Liang Bua contenía pruebas de la fabricación de herramientas, del descuartizamiento de animales, y de fuego. Lo que es aún más notable fue el hecho de que el Homo floresiensis sobrevivió allí hasta cerca de 17.000 años atrás.
Así que ¿quiénes eran esos Hobbits y de dónde vinieron? Al principio, se suponía que eran náufragos, descendientes del Homo erectus, que habían conseguido de alguna manera llegar a Flores, tal vez en lanchas o botes. Debido a los limitados recursos disponibles en su nueva isla, las especies comenzaron entonces a disminuir (un proceso conocido como enanismo isleño).
Los últimos estudios de los huesos de los Hobbit, sin embargo, han llevado a la idea radical de que estas gentes pequeñas eran, de hecho, descendientes de algo aún más primitivo que el Homo erectus -otra especie, cuyos antepasados surgieron en África hace dos millones de años o más, y a continuación evolucionaron de forma aislada en el sureste de Asia, para, finalmente, desaparecer dentro de los últimos 20 milenios.
Así que, dado que hubo todas estas formas de "ser humano" durante el último millón de años ¿qué sucedió con el resto de ellos para dejarnos sin respuesta? Bueno, no sabemos cuándo el Homo erectus desapareció, a menos que el Hobbit sea su descendiente directo. Y no tenemos idea de qué pasó con los denisovanos. Pero en el caso de los neandertales su desaparición final parece haber sido el resultado de un doble golpe: el cambio climático y la llegada de un competidor, nosotros. Lo más probable es que compitieramos con ellos por la comida y otros recursos, hacíamos mejores herramientas y estabamos socorridos, a través de los malos tiempos, por nuestras sociedades más grandes y más organizadas.
Si la llegada del Homo sapiens a Flores fue también la gota final que acabó con el Hobbit aún se desconoce; es posible que una erupción volcánica masiva fuera la responsable. Pero, en un giro final de la historia, parece que África podría haber sido el hogar de otra especie humana dentro de los últimos 50.000 años, basándose en las señales de ADN de un posible ancestro en las poblaciones modernas de África y en fósiles encontrados en Nigeria y el Congo. ¿Podrían los humanos antiguos, de los que se piensa que se han extinguido cientos de miles de años atrás, haber sobrevivido en el centro de África mucho más tiempo de lo que nadie sospecha? Ha habido algunos descubrimientos extraordinarios en los últimos diez años, y podemos esperar aún más en los próximos.
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