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Foto: Falange de un niño denisovano y lugar en el mapa de las montañas de Altai.
Fuente: EL PAIS.com | Javier Sampedro | 17 de noviembre de 2015
Todavía no se ha impuesto como un insulto, pero el término “denisovano” entrará pronto en el acervo lingüístico, y quién sabe si en la web de la RAE, para denotar una especie humana prehistórica y connotar lo tosco, primitivo y obtuso que conserva nuestra naturaleza en el siglo XXI.
Los denisovanos son la única especie humana –o animal— que se ha descubierto por el genoma de un hueso minúsculo: una sola falange de un solo dedo de un solo niño, hallada en 2008 en la cueva de Denisova, en las montañas Altai del sur de Siberia. La especie se enriquece ahora con otros dos individuos de la misma cueva, representados por dos muelas y por sus dos genomas correspondientes.
Foto: Aspectos del molar denisovano hallado en el año 2000.
Los denisovanos son una especie hermana de los neandertales, es decir, coetánea y descendiente de un ancestro común relativamente reciente (lo que en este contexto puede significar un millón de años). Y hay otro paralelo que la genómica reciente ha establecido: los ancestros de los europeos modernos se cruzaron con los neandertales, y los ancestros de los asiáticos modernos se cruzaron con los denisovanos. Aunque esas dos especies se han extinguido, el genoma del lector –si el lector es de origen asiático o europeo— conserva una pequeña proporción de aquellos antiguos pobladores del continente.
Curiosamente, el mayor porcentaje de ADN denisovano en los humanos actuales no se da entre los asiáticos continentales (solo un 0,2%) ni en sus descendientes los indios americanos (mismo porcentaje), sino entre los pueblos nativos de Oceanía, incluido el enjambre de islas polinésicas, que conservan un 5% del genoma denisovano. Este es un porcentaje similar al que los europeos conservan del ADN neandertal. El significado de estas mezclas genómicas no se comprende bien, por el momento, salvo que revela que hubo sexo, aunque no mucho, entre los humanos modernos y los primitivos.
Los resultados se presentan en PNAS por un grupo de genetistas y paleontólogos dirigidos por Svante Pääbo (izquierda) jefe de genética del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, y líder indiscutible en el campo del ADN antiguo, que prácticamente inventó él mismo. Pääbo fue el artífice del gran hito de esta disciplina, el genoma neandertal, y ha intervenido en la mayor parte de los trabajos que están reconstruyendo la historia de la especie humana a base de leer las secuencias genéticas (Gatacca...) recuperadas de huesos fósiles.
Los dos nuevos molares no solo confirman más allá de toda duda razonable la existencia de los denisovanos, sino que añaden información valiosa sobre esa especie enigmática. Parte de los datos son previos al análisis genético: la simple inspección morfológica revela que las muelas son distintas, y mayores, que las de los neandertales y las nuestras. Fueran lo que fueran estos denisovanos, debían dar buenos mordiscos, quién sabe a quién.
La comparación del genoma de los tres individuos revela además que la variabilidad genética de los denisovanos era mayor que la de los neandertales, aunque menor que la de los humanos actuales. La acumulación de mutaciones en el ADN demuestra que uno de los individuos era mucho más antiguo que los otros dos, y que, por tanto, los denisovanos vivieron en la región siberiana durante muchos milenios: algunos datos indican cifras tan altas como 60.000 años, aunque no se pueden considerar definitivas.
Foto: Entrada de la cueva Denisova, en Siberia. / BENCE VIOLA
En suma, los denisovanos existieron, y lo hicieron durante mucho tiempo. Los tres únicos individuos conocidos hasta ahora proceden de la misma cueva siberiana, pero el hecho de tuvieran sexo con los asiáticos modernos, y de que su mayor legado genético esté presente en las poblaciones de Oceanía, augura una extensión geográfica más ambiciosa que la de esos fríos parajes esteparios. La nueva morfología molar descubierta en estos especímenes supone una herramienta para encontrar nuevos yacimientos paleontológicos.
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Foto: El segundo molar hallado en la cueva de Denisova en 2010 visto desde arriba.
Fuente: Publico.pt | 17 de noviembre de 2015 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)
Nuevos análisis genéticos confirman que este grupo de seres humanos, desconocido hasta hace pocos años, pertenece a una especie distinta a los neandertales y a la nuestra.
Los resultados, publicados lunes en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), han aumentando a tres el número de denisovanos cuyos fósiles han llegado hasta nosotros. Y no sólo eso, la comparación genética de estos tres fósiles de esta nueva especie humana, ahora extinta, pero descubierta hace sólo unos pocos años, lleva al equipo internacional autor de trabajo de investigación a concluir que los homínidos de Denisova han coexistido con los neandertales y nuestra especie durante miles de años.
Cabe recordar que en 2008 un pequeño dedo hueso fosilizado de un niño fue descubierto en la cueva Denisova, en las montañas de Altai, en Siberia. La gran sorpresa llegó con el primer análisis del ADN extraído de aquel hueso, el cual demostraba que pertenecía a un grupo de seres humanos diferente a nosotros y a los neandertales, y que se había extinguido hace aproximadamente 30.000 años.
Foto: Detalle del hueso de la falange de la mano de un niño denisovano.
Lo que se conoce hoy en día acerca del linaje de los denisovanos se logró, primero, con el análisis del "ADNmt" del fósil -un pequeño anillo de material genético que se transmite por vía matrilineal- y, a continuación, con la secuenciación del resto del genoma, el ADN nuclear.
El mismo equipo también había anunciado que nosotros, los seres humanos modernos, tenemos en nuestro ADN un pequeño porcentaje de genes procedentes no sólo de los neandertales, sino también los homínidos de Denisova, respondiendo así a la cuestión esencial de si los Homo sapiens se habían o no mezclado con estas dos especies. En resumen, su análisis ha puesto de relieve una nueva red de relaciones y de migraciones complejas entre nosotros y las otras dos especies humanas ya extintas de la Tierra.
En particular, las comparaciones genéticas mostraron que denisovanos y neandertales son "parientes" muy próximos y que su rama se separó de la de los humanos modernos hace unos 500.000 años, mientras que la rama de denisovanos y neandertales apenas difería una de la otra hace 300.000 años. "Los denisovanos y los neandertales son grupos hermanos, en la medida en que cada uno ellos es el pariente más cercano del otro", explicó a Público en un correo electrónico Svante Pääbo, del Instituto Max Planck en Leipzig (Alemania), quien ha dirigido el estudio publicado ahora. "Los seres humanos modernos son parientes más lejanos".
En cuanto al ancestro común de los denisovanos, neandertales y Homo sapiens, este habrá vivido hace un millón de años.
Foto: Un aspecto de los trabajo en el interior de la cueva de Denisova.
Volviendo a los fósiles de los denisovanos, hay decir que, además del hueso de la mano del niño también se ha descubierto en el mismo lugar, en el año 2000, un peculiar molar humano, cuyo análisis genético no se había realizado. Sin embargo, parecía obvio que la morfología del mismo era muy diferente a los molares de los neandertales y Homo sapiens.
Pero lo cierto es que todo lo que se sabía hasta ahora sobre el linaje genético de los homínidos de Denisova en relación con nosotros y los neandertales había llegado del hueso de la mano del niño con 30.000 años. "Los denisovanos, un grupo hermano de los neandertales, han sido descritos (hasta ahora) con base al genoma nuclear de la falange de un dedo", escriben los autores en PNAS.
Y lo que estos científicos presentan ahora de nuevo es, por un lado, un análisis genético de aquel primer molar -cuyo ADN mitocondrial es muy similar al ADN mitocondrial de la falange-, y, por el otro, la descripción morfológica y el análisis del ADN -mitocondrial y nuclear - del molar descubierto en 2010 en la misma cueva.
Foto: El segundo molar hallado en 2010 visto de lado.
"El análisis del ADN nuclear sugiere que las tres muestras (la falange y los dos molares) pertenecían al mismo grupo filogenético y confirman la idea de que este grupo (los denisovanos) era distinto de los neandertales y de los humanos modernos", dice el comunicado de PNAS.
Los autores también analizaron el ADN mitocondrial de los tres fósiles para tratar de calcular la edad de cada uno de ellos. Esto es posible porque el ADN mitocondrial, que sufre mutaciones espontáneas a lo largo del tiempo, funciona como un "reloj molecular" que permite hacer este tipo de estimaciones. Y, aunque no han sido capaces de obtener su datación exacta, encontraron que el ADN mitocondrial del segundo molar presenta una acumulación de mutaciones inferior a los otros dos fósiles (la falange y el primer molar encontrado).Esto significa, concluyen, que este segundo molar es significativamente mas antiguo que las otras dos muestras, "lo que sugiere que los denisovanos han estado presentes en esa región (las montañas de Altai) durante varios miles de años".
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Fuente: Quo.es | 1 de diciembre de 2015
El yacimiento de Denisova, en las montañas Altai del sureste de Siberia (Rusia), sigue ofreciendo información de gran interés. Los llamados “denisovanos” han pasado a ser considerados de manera coloquial como una especie más de nuestra geneaología. Sin embargo, esa presunta especie no puede ser definida (ni admitida de modo formal) de acuerdo a las normas establecidas en el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica. La primera edición de este Código data nada menos que de 1842. Aunque la última edición se publicó en 1999, su actualización no puede incluir la comparación del ADN de especies extinguidas en tiempos remotos con las actuales o subactuales.
El material genético tiene un tiempo limitado de duración y, lamentablemente, no puede ser estudiado en organismos de los que tan solo nos quedan sus restos totalmente fosilizados sin vestigio alguno de material orgánico. La caracterización de los denisovanos gracias al ADN representa un hecho totalmente novedoso en evolución humana. No obstante, y a pesar de estas limitaciones, la genética tiene que ser una herramienta fundamental para conocer al menos la última parte de nuestro linaje evolutivo. Quizá el más interesante para todos nosotros.
La cueva de Denisova se localiza en el sur de Rusia, no lejos de las fronteras de la República de Kazajistán y de las de Mongolia, a una latitud similar a la del norte de Alemania y con una altitud de 760 metros sobre el nivel del mar. La cueva de Denisova contiene sedimentos que alcanzan una antigüedad de unos 125.000 años, aunque con el método de la termoluminiscencia se han obtenido datos de hasta 175.000 años en algunos niveles. En cualquier caso, la antigüedad de los restos más interesantes del yacimiento se encuentra entre 30.000 y 50.000 años. De todos ellos se ha obtenido ADN mitocondrial y/o ADN nuclear. Uno de los restos (una falange de mano: Denisova 3) tuvo que ser totalmente destruido para obtener ADN. Esa destrucción se puede justificar por la cantidad de información que se pudo obtener. Por sí misma, esa falange no habría aportado nada para conocer la identidad de los humanos que utilizaron esa cueva. Lo mismo podemos decir de los tres dientes encontrados hasta ahora.
En su momento supimos que en aquella región de Siberia vivieron homininos de origen incierto, cuyo antepasado remoto tenía alrededor de un millón de años, que compartía una parte de su genoma con los neandertales y que sus genes pasaron por hibridación a algunas poblaciones de nuestra especie. También hemos sabido que el ADN mitocondrial de uno de los individuos de la Sima de los Huesos de Atapuerca (430.000 años de antigüedad) tiene muchas similitudes con los denisovanos. Quizá esa relación viene dada por el hecho de que los humanos de la Sima de los Huesos también están estrechamente emparentados con los neandertales. Ese puzzle se irá resolviendo poco a poco.
Ahora, la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences, USA (PNAS)” acaba de publicar nuevos datos genómicos del molar Denisova 4 (ADN nuclear), del que ya conocíamos su ADN mitocondrial, y del molar Denisova 8 (ADN nuclear y mitocondrial). El estudio ha sido liderado una vez más por Svante Pääbo. Estos dos molares tienen una morfología poco común y un gran tamaño en comparación con el de otros molares de diferentes especies del género Homo. Se han clasificado como terceros molares superiores (lo que de manera coloquial se conoce como “muelas del juicio”). La morfología y el tamaño de estos molares nos habla de una población muy particular, que pudo vivir durante miles y miles de años en una región relativamente aislada de Eurasia, muy posiblemente con un microclima particular, que permitió la vida de muchas especies aún durante las fases más frías del Pleistoceno.
Los resultados de Svante Pääbo y su equipo confirman la identidad genómica de los tres individuos identificados mediante su ADN (mitocondrial y/o nuclear), aunque su cronología es diferente (los tres fósiles procedente de niveles estratigráficos distintos). Pero los resultados también demuestran que la notable variabilidad genética de los tres denisovanos puede estar relacionada con la expansión de estos humanos por un vasto territorio, así como su relación con otros homininos. Por supuesto, los datos vuelven a demostrar el parentesco de los denisovanos con los neandertales. O estos últimos expandieron sus dominios hasta esas regiones del centro de Eurasia o, por el contrario, los denisovanos se movieron hasta entrar en contacto con ellos en otros lugares. Lo mismo podemos decir de la relación de los denisovanos con Homo sapiens. El hecho de que nada menos que un 5% del genoma de los Denisovanos esté presente en las actuales poblaciones de Oceanía, o que un 0,2% del genoma de aquellos humanos haya llegado hasta las actuales poblaciones de Eurasia tiene que ser explicado por los expertos. Faltaría por encontrar al menos un cráneo en la cueva de Denisova para conocer el aspecto de estos enigmáticos humanos del Pleistoceno. Todos deseamos que suceda cuanto antes.
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