Antonio Rosas: «Somos distintos a los neandertales, pero en todo tenemos puntos en común»


Antonio Rosas, en su laboratorio, con una de las piezas de El Sidrón. / CSIC.

Antonio Rosas es el director de las investigaciones de los fósiles de la cueva piloñesa de El Sidrón. Máximo experto en neandertales, punta de lanza de la paleoantropología internacional y profesor de investigación del CSIC, acaba de publicar 'Los fósiles de nuestra evolución', un libro en el que ofrece una visión general de la evolución humana y de la documentación fósil que ha permitido a los científicos construir una teoría que dé respuesta a esas tres preguntas que llevamos haciéndonos los humanos desde que tenemos capacidad crítica: quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos.

-¿Qué aporta su libro a la teoría de la evolución?

-Hago un recorrido a lo largo de todos los descubrimientos que nos han ido dando respuestas sobre la evolución humana. Hablo de cómo Darwin o Haeckel fueron capaces de construir un modelo teórico, sin disponer apenas de datos, sobre el que después se ha desarrollado nuestra disciplina. Planteo una visión general de la evolución y de cómo las ideas han ido también evolucionando en función de los descubrimientos.

-Uno de los capítulos está dedicado a El Sidrón. ¿Cómo recuerda su primera visita a la cueva?

-No recuerdo la fecha exacta, pero sí las sensaciones. Me propuso Javier Fortea hacerme cargo del estudio paleontológico de los fósiles. Cuando fui por primera vez, hacia 2003, me pareció una cueva muy particular, ya comenzando por su entorno, tan bonito, con una tumba a la entrada, un gran castaño... Bajas por un agujero en el suelo y caminas por una galería junto al río que la recorre, lo que le da un atractivo muy singular. Con la emoción que produce saber que te acercas a una joya paleontológica, llegas finalmente a aquel tesoro. Fortea y De la Rasilla habían instalado un laboratorio subterráneo perfectamente equipado y organizado que tenía una personalidad increíble. Esos sentimientos se han quedado conmigo para siempre.

-Desde el punto de vista científico, El Sidrón es también un yacimiento muy especial, por el lugar en el que aparecieron los huesos.

-Aunque sea paradójico, la falta de contexto es lo que otorga a El Sidrón esa singularidad que lo hace único. No hay información de cómo podría haber sido de la vida de esos neandertales. Eso lo hacía llamativo. ¿Qué pintaban ahí los restos de 13 neandertales, fuera de todo contexto?

-¿Les fueron poniendo nombre según los iban identificando?

-Somos más sosos que otros equipos. No quisimos ponerles nombres propios, les llamamos Adulto 1, Adulto 2, así hasta siete. Hicimos lo mismo con los adolescentes y los niños. Los huesos estaban muy fragmentados, no sabíamos qué piezas correspondían a cada cuál y corríamos el riesgo de publicar algo y tener que echarnos atrás. Al final, Adulto 2, para nosotros, ya tiene casi cara y ojos, hemos obtenido mucha información de él y lo utilizamos como un nombre propio.

-¿Qué tenía de especial Adulto 2?

-Es un individuo masculino de gran tamaño dentro de los neandertales, muy robusto. Además, sabemos que padeció una enfermedad en la boca desde que era niño que finalmente le produjo un absceso y problemas gastrointestinales, debió padecer mucho a lo largo de su vida. Pese a todo, era un especialista en la talla de las herramientas: las afilaba con los dientes y, estudiando su sarro, localizamos restos de bitumen, un derivado del petróleo que seguramente utilizaba para pegar los mangos de las herramientas. Cerca de la cueva, a 13 kilómetros, localizamos un yacimiento donde se podía encontrar este producto. También sabemos que consumía hierbas medicinales y encontramos restos de penicilium, que utilizaba como calmante. Eso nos hace pensar que tenía un conocimiento de premedicina. No sabemos si era un chamán o todo lo contrario, el chivo expiatorio, el tonto del grupo sobre el que recaía todo el trabajo duro. Además, sus problemas en la boca y la forma en la que trabajaba con las herramientas le hicieron ir cambiando su lateralidad, pasando de diestro a zurdo. Yo me inclino a pensar que es, de alguna forma, un miembro del grupo con especiales cualidades, alguien destacado, sea como sea que le queramos llamar.

-¿Han conseguido saber de dónde venían esos huesos?

-El yacimiento que se ha excavado está en posición secundaria. Esto es, el material llegó a ese punto a través de un tubo vertical procedente de un piso superior de la cueva. Probablemente, tras una gran tormenta, todo colapsó y se vino abajo. Creemos que el lugar original ya no existe, que es un punto en el espacio vacío de la cueva. Al no haberlo localizado, es peliagudo explicar de dónde vienen los huesos. Estos restos quedaron en un nivel superior por alguna acción dentro de su universo, o cayeron allí o los tiraron o los depositaron. Tras un corto periodo de tiempo, esa tormenta o subida de agua precipitó todo ese depósito a un nivel inferior, en el que encontramos muchos restos, pero falta buena parte del material del depósito original. Es un 25% del potencial total del yacimiento.

-Pero el yacimiento de la galería del osario ya está agotado.

-Así es, el yacimiento está agotado, pero es importante destacar que la investigación sigue viva. Hace años que no se excava, pero los resultados que se están obteniendo son de primer nivel. Los políticos tienen que ser conscientes de ello a la hora de seguir destinando financiación para la investigación. Seguimos pendientes de firmar un convenio que nos permita seguir trabajando y que no acabamos de firmar. Es como si una vez que se acaba la excavación, todo hubiese acabado. Pero no es así.

Restos neandertales de la cueva de El Sidrón. Foto: G.C.C.

-Esta misma semana han publicado un estudio sobre la consanguineidad y la posible influencia de esta en la extinción del neandertal.

-Hemos visto que hay una acumulación de anomalías congénitas en esta población en comparación con otras. La reproducción se producía entre familiares muy cercanos, en casos hasta llegar a la endogamia, lo que nos confirma que los neandertales se organizaban en grupos pequeños y sin conexión. Eso condujo al agotamiento biológico de esas poblaciones, limitando su capacidad de respuesta ante los cambios ambientales, y pudo derivar en su extinción.

-Otro de los estudios, sobre el gen FOXP2, les permitió confirmar que podían comunicarse por la voz.

-Todo nos hace pensar que los neandertales tenían que usar algún tipo de comunicación entre ellos. Faltaban pruebas concluyentes. Cuando estudiamos cómo se expresa ese gen, el único conocido que está relacionado con el habla, se vio que los neandertales y nosotros tenemos la misma mutación. Es un argumento más a favor de que tenían una capacidad de comunicación a través de la voz. Sí se ven diferencias después en cómo evolucionó ese gen. Con los neandertales siempre llegamos a la misma conclusión: somos iguales, pero siempre hay algo distinto. O somos distintos, pero siempre tenemos algo en común. Esa dualidad es la que nos define a nosotros y a ellos. Somos humanos, pero distintos.

-El gen MC1R les permitió describirlos físicamente, ponerles cara.

-En aquel estudio, que fue maravilloso, vimos que la actividad metabólica de ese gen, que regula las melaninas, era la que correspondía a una pigmentación pelirroja o rubia en los humanos actuales. Pero hay una curiosidad. Eran pelirrojos, pero no eran pelirrojos como los Homo sapiens. Vuelve a pasar lo mismo, son 'distintamente' pelirrojos a nosotros.

Restos de mandíbulas  neandertales halladas en la cueva de El Sidrón (Asturias). Foto: G.C.C.

-También saben lo que comían.

-Las suposiciones iniciales fueron corroboradas después con datos genéticos extraídos del sarro. Los grupos neandertales que conocemos son muy diversos: los hay de estepas frías, de bosque, de ecosistemas mediterráneos. Este estudio nos contó que las huellas de desgaste de sus dientes se acoplaban con los de bosque, lo que encaja bien con la inercia histórica de la cornisa cantábrica. Hace 49.000 años, la fecha aproximada en la que vivieron, era un periodo no muy frío, después llegaría la glaciación.

-Y por vivir aquí, no comían tanta carne como otros grupos.

-Comían carne, pero no eran hipercarnívoros como los de más al norte, que comían como las hienas y los leones. Aquí, aunque se comían cabras, rebecos y otros animales, complementaban la dieta con piñones, setas, musgos y las plantas medicinales que comentábamos antes.

-Y se comían unos a otros...

-Hay huellas claras de canibalismo. Faltan por saberse las circunstancias. Probablemente las condiciones alimenticias no fuesen muy buenas y se asoció desde el principio a lo que llamamos un canibalismo gastronómico, pero aún falta la interpretación final, si había algo de ritual, si se comían entre grupos... Estamos trabajando en ello. Será el próximo estudio que hagamos público.

Fuente: elcomercio.es | 15 de febrero de 2019

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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 25, 2019 a las 8:36am

Antonio Rosas: "Probablemente seamos los últimos 'Homo sapiens'"

Nació en Madrid en 1960. Dirige el grupo de paleontología del Museo Nacional de Ciencias Naturales y es profesor de investigación del CSIC. Su nuevo y fascinante libro se llama "Los fósiles de nuestra evolución" (Ariel). Foto: Antonio Heredia.

El chimpancé es, genéticamente, el animal más parecido al ser humano, ¿verdad?

Eso es. Lo que significa que compartimos un antepasado común con el chimpancé, un pariente lejano.

Entonces no descendemos del chimpancé, sino que digamos que es nuestro hermano...

Sí. Nosotros en los últimos años estamos buscando restos de ese animal del que surgieron dos linajes: el de los chimpancés actuales y el linaje humano. ¿Cómo era aquel animal, aquel primate? ¿Dónde vivía? ¿Cómo se desplazaba, por las ramas o por el suelo? ¿Cómo era su locomoción? Porque una de las características más singulares de nuestra biología es el andar bípedo.

¿El andar sobre dos extremidades es lo que nos define como humanos?
Como grupo animal, lo que nos define son dos características: el andar bípedo y la disminución del tamaño de los caninos. Esos son los dos rasgos más esenciales, a partir de los cuales ya podemos decir que ese animal estaba comprometido con el linaje que terminará en los 'Homo sapiens', los neandertales, los Homo erectus y toda la diversificación que se produce...

La reducción de los caninos en ese linaje pre-humano, ¿es fruto del uso de herramientas?
Esa era la hipótesis que propuso Darwin. Pero hoy en día hay una hipótesis que afirma que la disminución de los caninos se produjo porque disminuyó el enfrentamiento entre los individuos. Los primates en general tienen unos caninos de tamaño muy grande, más para intimidar que para pelear. Según la propuesta de la que le hablo, una de las estrategias que siguieron los prehumanos fue dejar de pelearse, dejar de intimidarse.

¿Se hicieron pacifistas?
Lo que creemos que pasó es que hubo un momento a partir del cual el acceso a las hembras no se producía por la pelea entre machos. Había una especie de contrato entre sexos e individuos, por el cual uno no se peleaba con sus semejantes, pero a cambio aportaba algo, aportaba por ejemplo alimentos. Y los alimentos se transportan mejor si tienes las manos libres. Esa hipótesis, que me parece muy atractiva, asocia el bipedismo con el transporte de alimentos y con la creación de una red de relaciones entre individuos, con un comportamiento bio-social. El hecho de andar bípedo, de liberar las manos y de dejar de pelearse es un paquete y puede ser la raíz del linaje de lo que técnicamente llamamos los homininos.

Y entre la teoría darwiniana y esta, ¿con cuál se queda?
Con esta última. Los datos encajan mejor. El planteamiento de Darwin se ha quedado desfasado, porque la disminución del tamaño de los caninos se produce mucho antes que la elaboración de herramientas. Cuando Darwin propone su teoría no había fósiles. Hoy en día sabemos que, aunque las herramientas aparecen muy pronto en la evolución humana, hay tres millones de años con los caninos ya reducidos y sin herramientas.

Darwin también planteaba que la evolución era algo lineal, continuo. Pero la evolución también se produce de manera disruptiva, a saltos, ¿no?
Sí. Darwin plantea que los cambios tienen lugar poco a poco, suavemente. Pero se ha visto que la evolución también se produce a grandes saltos. Ya los paleontólogos del siglo XIX no eran muy favorables al darwinismo, porque en la práctica empírica no veían los cambios graduales. A medida que vamos estudiando a través de las distintas disciplinas de la biología y de la geología el fenómeno de la evolución en el planeta Tierra, lo que vemos es que probablemente tengamos que hablar de procesos de evolución. Porque no hay un único mecanismo, hay muchos mecanismos, muchas herramientas que los organismos utilizan para cambiar, para transformarse, para a adaptarse a condiciones nuevas.

Si no me equivoco, hubo una época en la que convivieron hasta cinco especies humanas...
Sí. Hace 100.000 años, lo que en la escala evolutiva es relativamente muy poco tiempo, en el planeta Tierra vivían cinco especies humanas: el Homo sapiens en África, el Homo neanderthalensis en la mitad occidental de Eurasia, un linaje recientemente descubierto que conocemos como denisovanos en la mitad oriental de Eurasia, pequeños reductos de Homo erectus al límite de su extinción y en la isla de Flores (Indonesia), y probablemente en islas aledañas, esa nueva especie que se descubrió hace unos diez años y que llamamos Homo floresiensis, unos individuos de anatomía muy primitiva y pequeña talla que es un caso de evolución insular.

¿Y por qué sólo nosotros, los 'Homo sapiens', sobrevivimos?
Yo creo que porque el 'Homo sapiens' inventa un sistema de reproducción que es capaz de generar muchos individuos, porque hay una biología femenina que hace que una mujer puede quedar encinta sin esperar a que concluya el periodo de lactancia o acortándolo. En el resto de especies humanas el tiempo entre los partos era mucho más largo. Pero además de eso, lo que permitió sobrevivir a los 'Homo sapiens' fue el desarrollo de una trama social.

¿Me lo explica?
Para que una mujer pueda tener sucesivos hijos en intervalos muy cortos de tiempo es necesario que tenga apoyo social. Porque si depende exclusivamente de su propia fisiología, incluso si tiene el apoyo de su pareja, no se sostiene, es inviable. Necesita una red social de apoyo. En mi opinión es el sistema reproductivo del 'Homo sapiens', unido a una red de apoyo social, lo que confiere éxito a nuestra especie y nos hace capaces de superar cualquier crisis por una pura cuestión numérica. En la historia reciente se comprueba cómo en graves crisis poblacionales nos recuperamos en muy pocas generaciones. De hecho uno de los grandes problemas actuales de la supervivencia en el planeta es la superpoblación.

Si le he entendido bien resulta que si al final hemos llegado hasta aquí es gracias al sexo...
Pues sí. Gracias al sexo entendido en un contexto social. Hay otra parte peculiar de la fisiología humana, y es la menopausia. Los individuos femeninos de nuestra especie viven muchos años después de que acabe su periodo reproductivo, mientras que en casi todas las especies el periodo reproductivo coincide más o menos con la longevidad del individuo.

¿Y eso permitía entonces que hubiera mujeres que ayudaran a las que sí estaban en edad reproductiva a cuidar a sus hijos?
Eso es. Es la hipótesis de la abuela.

¿En el futuro podría haber nuevamente varias especies humanas?
Ahí entramos claramente en el terreno de la ciencia ficción y de la opinión personal. Yo no sé si habrá varias especies humanas, pero lo que creo es que cambiaremos de especie. Dejaremos de ser 'Homo sapiens' para ser otra cosa, dejaremos de tener el marco psico-biológico que tenemos.

¿Qué le hace pensar eso?
Dos factores que aparentemente son contradictorios y que admito que en mi mente no están bien fusionados. Por un lado hay un factor objetivo que es el fenómeno de internet, algo que se ha convertido en fundamental en el planeta y donde nos conectamos a través de aparatos cada vez más ágiles. Yo creo que nosotros probablemente veremos cómo nos conectaremos a internet sin necesidad de intermediarios, porque se implantarán en nuestros cuerpos microchips que nos permitirán estar conectados continuamente. Simplemente buscaremos en esa memoria general lo que ahora buscamos en Google o en otro buscador. Eso será un cambio extraordinario, un cambio psico-biológico, un cambio en la manera de entendernos y de entender el universo. Y si a eso le añadimos toda la medicina regenerativa y biónica, estaremos produciendo sin duda alguna organismos diferentes. Y eso provocará una red de cambios que desconocemos pero que cabe intuir que nos pondrán en otro universo, en otra perspectiva de especie.

¿Sería la primera vez en la historia que se produce una evolución dirigida, producida por la intervención directa de la especie afectada?
Sí. Será auto-dirigirnos. Y nunca ha existido algo así, al menos con un sentido de conciencia. El debate actual sobre bioética plantea precisamente si es lícito auto-dirigirnos, si es lícito diseñar una herencia genética, diseñar el catálogo de genes que queremos para nuestros hijos...

¿Se hará?
A mi juicio, es evidente que se acabará haciendo.

Pero hablaba también de un segundo factor...
Sí. Cuando uno ve por ejemplo la fortaleza física de la gente del Golfo de Guinea, su espiritualidad, su sincretismo y su animismo, te das cuenta de que ahí hay una fuerza espiritual y física que desborda a la vieja Europa, a estos cuerpos endebles que tenemos en esta parte del mundo. Yo creo que ahí hay una fuerza biológica de la propia especie sapiens que puede directamente arrollar a la biología occidental en caso de que surja, por ejemplo, una pandemia mundial. Si hubiera esa epidemia mundial allí habría un reservorio de biología y de fuerza, lo que por otra parte siempre ha sido África. Así que hay dos factores: uno viene de la fuerza de la tierra y el otro de la fuerza de la tecnología, y ahí hay un entramado que se tendrá que resolver. Y si vivieron cinco especies humanas a la vez, debemos de perder esa noción estrecha de que lo humano es uno, hay diferentes maneras de ser humano.

¿Está usted diciendo que probablemente seamos los últimos 'Homo sapiens'?
Probablemente sí. Si lo vemos desde el punto de vista del desarrollo tecnológico, puede que estemos en el umbral de un proceso de auto-especiación, de evolución dirigida. Y si lo vemos desde el punto de vista de la fuerza telúrica que viene de algunas poblaciones de África, sería el surgimiento de una nueva invención biológica, del mismo modo que en su momento emergió el Homo sapiens y terminamos por colonizar el mundo. Y sí, ahora estamos a las puertas de salir.

Dentro de 10.000 años, ¿qué dirán los paleontólogos de nuestros fósiles?

Pues dos cosas. En primer lugar les asombrará el número, somos muchos, muchísimos. Y otras cosa muy evidente, sobre todo en el mundo occidental, es que nuestro esqueleto es una piltrafa. Cada vez es más débil. Vivimos en una sociedad asistida, pero si dependiéramos de nosotros mismos para la supervivencia no duraríamos nada. Nuestro músculos y nuestros huesos tienen unos tabiques cada vez más finos, padecemos descalcificación, osteoporosis.... Cuando comparas por ejemplo el esqueleto de un aborigen australiano o de alguien de una poblaciones del oeste de áfrica con el de poblaciones europeas saltan a la vista la diferencias. Los esqueletos de los primeros son fuertes, pesados, consistentes, armónicos.. Los nuestros son endebles, inarmónicos, nuestras dentaduras son muy pequeñas. Somos más feos, al menos cuando nos desnudamos de carne.

En marzo de 2016 se decidió que en 1945 había comenzado una nueva era geológica, el Antropoceno, marcada por la alteración del planeta a causa de la actividad humana. A causa precisamente de la actividad humana han surgido por ejemplo 208 nuevos minerales...
Sí, algunas son combinaciones espontáneas y otras de laboratorio. Tanto a escala humana como planetaria, estamos probablemente ante una de las grandes transformaciones de la biología y de lo orgánico de toda la historia.

¿Y usted cómo prevé que terminará este periodo de gran transformación?
Yo creo que la vida en el planeta y la vida humana en particular tienen mucha fuerza, muchísima potencia. Pero también se está especulando con la posibilidad de que en Marte hubiera habido vida, y ya no la hay.

Fuente: elmundo.es | 24 de febrero de 2019

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 26, 2019 a las 10:54am

“La colaboración de los machos en la crianza es esencial en nuestra evolución”

Antonio Rosas, en su despacho en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid ÁLVARO GARCÍA

El futbolista Jorge Valdano decía que era muy rara la noche en que no soñaba con goles espectaculares, hermosos y suyos. Antonio Rosas (Madrid, 1960) reconoce que sueña con fósiles, hermosos y suyos, restos de seres con lo que reconstruir el cúmulo de vicisitudes que hizo posible la aparición de los seres humanos. En estos momentos, dice que el vestigio con el que sueña es el del ancestro común que tuvimos los humanos y los chimpancés, los animales más cercanos a nosotros que todavía caminan sobre la Tierra, y lo busca en Guinea Ecuatorial, en África Occidental, donde se cree que está el origen de nuestro linaje.

Rosas acaba de publicar el libro Los fósiles de nuestra evolución (Ariel), en el que repasa los grandes descubrimientos que sirvieron para reconstruir lo que se sabe de la evolución humana. En parte de esos descubrimientos, como los de Atapuerca, en Burgos, y El Sidrón, en Asturias, él mismo ha sido uno de los protagonistas. El papel del canibalismo en nuestros antepasados o la existencia de sexo entre especies humanas distintas son algunos de los hallazgos que se produjeron gracias a los datos recopilados en aquellos yacimientos. Hace unos días, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, el paleoantropólogo hablaba sobre la naturaleza humana, los sesgos que puede introducir el nacionalismo en el cerebro de un científico o la importancia para el éxito de nuestra especie de que los bebés humanos tengan una lactancia mucho más breve que la de un chimpancé.

Pregunta. ¿En la cultura popular, cuál son los errores más frecuentes respecto a cómo ha sido nuestra evolución?

Respuesta. Hay una idea de fondo que de alguna manera compartimos todos y es la evolución lineal. Esta idea tantas veces expresada en ese mono que anda a cuatro patas, después aparece como un hombre primitivo y termina en un humano actual. Blanco y masculino, no termina en una mujer negra. Ese mito, que tiene detrás una idea filosófica de un ascenso hacia la perfección, persiste en todos. Es la contraposición de una evolución divergente, de un proceso de ramificación que se ha de contraponer a esa evolución lineal. El mismo logo de la Fundación Leaky, la sociedad que financia estudios de evolución humana más conocida y más influyente del mundo, es ese, aunque desde la propia fundación reconocen que la evolución se refleja mejor en un árbol.

P. Usted habla de que en el final de esa evolución lineal se coloca siempre un hombre blanco. La gente que ha desarrollado gran parte del estudio de la evolución humana han sido hombres blancos de un determinado estrato social. ¿Esto produce un sesgo en cómo entendemos la historia de nuestro linaje o la ciencia es lo bastante robusta como para contrarrestar esos sesgos?

R. Las dos cosas a la vez. La ciencia es lo bastante robusta como para fiarse o sustentar sus principios en la evidencia, pero recordemos que la ciencia la hacemos humanos, que estamos cargados de prejuicios. En el caso de la evolución humana es innegable el peso que han tenido y tienen los prejuicios. Ernst Haeckel, que es el primer autor que hace un árbol de la vida y un genio de la biología, fue muy denostado porque apoyó una evolución lineal que defendía que la raza germánica era la más evolucionada. Y es un genio.

P. La capacidad para caminar a dos patas es un rasgo que define a nuestra especie, pero ese rasgo aparece cuatro millones de años antes que el cerebro, que es nuestra herramienta definitiva. ¿Qué hizo que después de tanto tiempo se produjese esa expansión?

R. Hace dos millones de años, con Homo habilis, nuestro cerebro se expande desde los poco más de los 400 cm3 que tienen los chimpancés a los 800 cm3. Un factor que pudo impulsar ese incremento es el habla y otro el consumo de carne, que permite sustentar un órgano fisiológicamente muy caro. Después, en torno a hace medio millón de años, empieza otra evolución en el incremento del encéfalo. Y eso se produce en nuestro linaje y en el de los neandertales y ahí hay otro factor que puede estar ayudando, y es el fuego. Su domesticación puede ser esencial porque permite tratar los alimentos haciéndolos más asimilables para el organismo y sustentar ese órgano tan caro. Y luego está la importancia de la comunicación alrededor del fuego: historias de campamento, historias de neandertales.

P. La paleoantropología se puede utilizar para rechazar afirmaciones racistas, pero también puede ser una herramienta para reforzar una idea nacionalista. Antes comentabas que los chinos vinculan su linaje a Zhoukoudian, donde se encontraron los restos de un Homo erectus que vivió hace unos 700.000 años, o los aborígenes australianos, que reclaman como de familiares restos de personas muertas hace decenas de miles de años.

R. En los aborígenes australianos sí se puede rastrear un origen común desde aquellos primeros habitantes que llegaron a Australia, ahí sí se acepta una continuidad genética. Pero además hay una reacción histórica contra el colonialismo, con el que personas que vienen de un sitio distinto tienen que tener custodiados en sus museos restos que son de nuestros antepasados o que consideramos propios. El debate se podría extender a los frisos del Partenón. ¿Por qué están en el Museo Británico y no están en Grecia? Hay un punto de debate que es común y da igual que sean restos de aborígenes australianos o restos de palacios asirios. Nosotros tenemos un ejemplo, el bosquimano que había en Bañolas y fue devuelto.

P. Cuenta usted en el libro que una de las facetas que nos hacen peculiares son nuestra breve lactancia o la menopausia de las mujeres.

R. Un parámetro que no estaba en los modelos clásicos de evolución era la biología reproductiva, pero después se introduce la teoría de la historia de la vida (life history), que nos habla de cuáles son las estrategias reproductivas que buscan los organismos para distribuir la energía. Un organismo capta energía y la utiliza para vivir, lo que significa mantener el organismo, crecer, reproducirse, y tiene que decidir qué estrategia sigue para gestionar el consumo de energía.

Cuando se introduce esta esfera biológica en el estudio de la evolución humana, vemos que nuestra estrategia vital es muy peculiar. Somos una especie muy longeva y esa longevidad ha ido aumentando con el tiempo. Además, tenemos un cerebro muy grande, que es muy caro, y ese gasto energético hay que gestionarlo. Hemos inventado una reproducción que es muy peculiar porque nos permite reproducirnos mucho, de tal manera que la lactancia es relativamente corta. Al mismo tiempo, nuestra longevidad está asociada a un periodo de crecimiento muy largo, lo que significa que hay una dependencia de las crías respecto a los padres muy grande.

Además, las mujeres humanas puedan quedarse embarazadas de una manera muy continua. No tienen por qué esperar cuatro o cinco años para volver a tener una cría, como les ocurre a los grandes simios. En esas estrategias más conservadoras, pero que permiten esos animales tan complejos como un chimpancé o un gorila, con ese nivel de sofisticación cultural y biológico, producen dificultades, porque como la reproducción es tan lenta están en el límite de la extinción. La biología de los homininos rompe eso, que puede ser posible porque hay un apoyo social. Probablemente se genera la monogamia.

Los machos de los chimpancés se pasan la vida peleando entre ellos y la crianza reposa fundamentalmente en las asociaciones de hembras. Una teoría al respecto es que la colaboración de los machos en la crianza es fundamental en nuestra evolución y a medida que esa evolución se va haciendo más compleja es el entorno social el que permite la cría biosocial de la descendencia. Y aquí aparece la teoría de la abuela, en el que esa menopausia se mantiene desde el punto de vista de la selección natural porque aparece una nueva función en la evolución que explicaría desde el punto de vista de la selección natural todos esos años de vida después del periodo reproductivo. Después de la menopausia colaboran en la crianza con las hembras más jóvenes. El resultado es que somos una especie con una capacidad reproductiva increíble por esa mezcla entre pura fisiología y estrategia vital de especie.

P. Mucha gente se acerca a la evolución humana para intentar comprender mejor a los seres humanos. ¿Cree que el estudio de estos fósiles y todos estos datos sobre el origen de nuestra especie le ha ayudado a entender mejor a los seres humanos?

R. Los seres humanos somos muy complejos y hay tantas facetas que se pueden entender, que la pregunta es muy amplia, pero lo que está claro es que estudiando evolución humana, junto a la experiencia empírica del día a día, obtienes una perspectiva distinta. En primer lugar, temporal, porque ves a los seres humanos en una escala de tiempo diferente. Solemos pensar en el tiempo a la escala de una vida humana o de los abuelos o incluso con una perspectiva histórica en la que tenemos como referencia el nacimiento de Cristo hace 2.000 años. Estudiando paleontología las escalas de tiempo se hacen mucho más amplias. Y luego, cuando empiezas a entender al menos un poquito toda esta interrelación de fenómenos y variables como puede ser la estrategia reproductiva, los cambios anatómicos o cómo surge la complejidad cultural, la cultura material desde esos yacimientos en los que no se conservan herramientas, y luego vas viendo aparecer el fuego, el concepto de diferentes especies humanas viviendo al mismo tiempo en el planeta… Yo creo que sí tengo una visión un poco más madura de lo que somos, pero de ahí a entender a los seres humanos es otro cantar.

Fuente: elpais.com | 25 de febrero de 2019

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