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Un laboratorio de la Universidad de Oxford analiza muestras de fósiles desenterradas en las excavaciones realizadas el pasado verano en el yacimiento paleolítico de Cova Eirós -en Triacastela, Lugo- con el fin de determinar con la mayor exactitud posible la antigüedad de las últimas poblaciones neandertales de la gruta.
Estos análisis se realizan con un método conocido como ultrafiltración, que en los últimos años ha permitido afinar considerablemente las dataciones de los yacimientos prehistóricos. Eso es lo que pretenden los responsables del proyecto en el que se encuadran las excavaciones de Cova Eirós-coordinado por la Universidade de Santiago-, ya que el nivel arqueológico en el que se centra actualmente la investigación corresponde a una época para que resulta muy complicado obtener fechas más o menos precisas.
Según explica Arturo de Lombera (izquierda), codirector de las excavaciones, en la última campaña se terminó de explorar el llamado nivel arqueológico 3, al que se asigna una edad aproximada de entre 40.000 y 45.000 años.
«El problema es que los 40.000 años marcan habitualmente el límite de las dataciones por carbono 14», señala. Hasta hace algún tiempo -añade- no era posible averiguar con este método la edad de los restos orgánicos que tienen más de cuarenta milenios. Pero el sistema de ultrafiltración permite retroceder más en el tiempo y obtener fechas que superan incluso los 50.000 años. Con este método, desarrollado en Oxford por un equipo dirigido por el arqueólogo Thomas Higham, se han podido revisar y mejorar las dataciones de diversos yacimientos neandertales, como el de la cueva asturiana de El Sidrón, al que ahora se asigna una antigüedad de 49.000 años.
Época de transición
Los investigadores del yacimiento de Triacastela confían que este método permita precisar también la antigüedad real del nivel 3, que se considera de especial interés por corresponder teóricamente a la época en la que los neandertales de la península Ibérica empezaron a ser reemplazados por el Homo sapiens. «Para reconstruir lo que sucedió en el noroeste de la península en ese período de transición entre las dos especies necesitamos datar los materiales hallados en Cova Eirós con la mayor precisión que sea posible y esperamos que eso pueda hacerse con el método de la ultrafiltración», apunta De Lombera.
Para llevar a cabo estas nuevas dataciones se utilizan algunos de los numerosos fósiles de animales desenterrados en la cueva en la última campaña, entre los que se encuentran algunos especialmente bien conservados. Si se consigue precisar la antigüedad de estos restos biológicos se podrá saber cuándo fueron fabricadas las herramientas líticas de tecnología neandertal que aparecieron en el mismo nivel arqueológico.
Los resultados de los análisis que se efectúan actualmente en el laboratorio de Oxford tardarán un tiempo en conocerse. «A veces hay que esperar hasta un año», señala Arturo de Lombera. «Pero esperamos que este sistema de datación, más fiable que los que se utilizaban anteriormente, nos permita tener una visión más exacta de los neandertales de Cova Eirós», agrega.
El sistema de ultrafiltración permite reducir la contaminación biológica de los fósiles que se emplean para realizar dataciones por carbono 14, que a menudo «rejuvenece» estos restos y los hace parecer más recientes de lo que en realidad son. Esta técnica, según indica Arturo de Lombera, se ha ido generalizando en los últimos ocho años en la investigación del Paleolítico.
En el 2014, la revista Nature publicó un estudio realizado con el método de la ultrafiltración sobre fósiles procedentes de unos cuarenta lugares repartidos por toda Europa. En la investigación se corrigieron las fechas que se habían asignado anteriormente a estos yacimientos, con lo que ahora se considera más probable que los primeros Homo sapiens que colonizaron el continente conviviesen con los neandertales durante un largo período de tiempo, de unos 5.000 años.
Entre las investigaciones que realizan actualmente con los materiales arqueológicos recuperados en Cova Eirós figura una sobre el origen de las materias primas utilizadas por los antiguos habitantes de la cueva para fabricar herramientas de piedra. Los investigadores ya descubrieron que algunas piezas de cuarcita halladas en el yacimiento fueron extraídas de cantos rodados recogidos en un radio de unos cinco kilómetros en torno a la gruta. Ahora se intenta descubrir la procedencia de otros materiales que según todos los indicios llegaron de más lejos. Los cauces de los ríos Sarria y Navia son algunos de los lugares en los que se cree que los neandertales pudieron obtener estos minerales.
Fuente: lavozdegalicia.es | 26 de noviembre de 2018
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