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Foto: Una de las supuestas figuras de mamut que los arqueólogos localizaron en las paredes de la gruta. USC
Fuente: EL PAIS.com | Alberto Leyenda | 4 de septiembre de 2013
Un año después del gran hallazgo, los arqueólogos han vuelto a Cova Eirós, la gruta de Triascastela (Lugo) que guarda en sus paredes las primeras muestras de arte rupestre paleolítico localizadas en Galicia. Tras tres semanas de trabajos, han encontrado más de una decena de motivos artísticos que sumar a los 84 grabados y pinturas —bóvidos, équidos, cérvidos y también signos no figurativos— descubiertos el año pasado. A falta de clarificar el entramado de líneas, se estima que el total de motivos llegará al centenar, aunque no todos serían de época prehistórica.
Los nuevos restos se hallaron en las galerías interiores de la cueva, y siguen los mismos patrones estilísticos que los de la gran sala, por lo que el equipo científico aventura que son coetáneos. No obstante, la densidad de grabados es mucho menor en estas zonas secundarias, tal y como preveían los arqueólogos. Para ayudar en esta labor, se desplazó al yacimiento lucense Ramón Viñas, especialista en arte rupestre. Además, se aprovechó la campaña para revisar los paneles ya escrutados y realizar nuevos calcos. En la cueva ya se había encontrado en 2011 una azagaya —un tipo de proyectil— decorada.
Azagaya decorada con motivos geométricos. Foto: USC
A la espera de que las pruebas de carbono 14 lo corroboren y tras meses de estudio sobre lo descubierto en 2012, el equipo científico estima que la mayoría de esos restos de arte prehistórico se remontan entre 12.000 y 10.000 años atrás, en la fase final del Paleolítico superior. Así lo explica Arturo de Lombera (izquierda), coordinador de la excavación, que aclara que otra parte de lo hallado se podría fechar en 20.000 años BP (antes del presente). Es posible, además, que algunos de los grabados sean de épocas más recientes, como de la Edad Media.
Si la hipótesis, fundamentada en los rasgos estilísticos de las pinturas y grabados, se confirma se trataría de un yacimiento nuclear para investigar el arte de este periodo, mucho menos conocido que el celebérrimo de Altamira o Tito Bustillo, producido varios milenios antes. Frente al realismo canónico de los zoomorfos de esos yacimientos cantábricos —identificados en el imaginario popular como las formas artísticas propias de los hombres de las cavernas—, los de Cova Eirós presentan convencionalismos distintos: cabezas alargadas, cuerpo un tanto desproporcionado, dorso estriado y patas muy estilizadas.
Estos rasgos coinciden con los de otras estaciones coetáneas del norte peninsular, como la Quinta do Fariseu, en el norte de Portugal. Sin embargo, los ejemplos son escasos, lo que acrecienta el interés científico del yacimiento lucense. Este periodo del Paleolítico superior supone la fase final de una época en la que el hombre era nómada y basaba su subsistencia en la caza y en la recolección.
Los arqueólogos trabajando en 2012 / ANXO IGLESIAS
En cualquier caso, la importancia del yacimiento no se limita a las pinturas, sino que a lo largo de las cinco campañas anteriores se ha erigido como una fuente de información esencial sobre la prehistoria en el noroeste peninsular. Su relevancia radica, en la larguísima secuencia temporal durante la que fue utilizada la cueva, que abarca desde el Paleolítico medio hasta esa fase final del Paleolítico superior a la que pertenecerían los restos artísticos. Se han datado materiales de 80.000 años de antigüedad, la época dominada por los neandertales; y también se han documentado evidencias de hace 32.000 años, ya con el Homo sapiens en escena.
Así, en esta última campaña han salido a la luz muchos restos del nivel más antiguo de la cueva. Es la época de los neandertales, mal conocida en Galicia porque la acidez del suelo dificulta la conservación de materiales tan antiguos. No es el caso de Cova Eirós, de suelo calcáreo.
En ella, además de industria lítica, se han encontrado numerosas evidencias de los animales —ciervos, caballos, bóvidos, osos de las cavernas— que consumían sus pobladores, algunos incluso con trazas de haber sido procesados. Estos huesos fosilizados no se conservan en otros yacimientos de la misma época de la comunidad, como los Ourense o el Baixo Miño. Para la construcción de las herramientas, realizadas con la típica talla Levallois (derecha), se utilizaron materiales no presentes en la zona, lo que indica un esfuerzo por conseguir materias primas.
Al nivel auriñaciense —ya en el Paleolítico superior, hace 32.000 años— pertenece otro de los hallazgos más espectaculares de esta campaña: los restos de un león de las cavernas, también conocido como pantera de las cavernas, especie con escasa presencia en el noroeste peninsular, explica De Lombera, que coordina el equipo conjunto de doce investigadores de la Universidade de Santiago de Compostela y de la Rovira i Virgili de Tarragona. Tras el trabajo de campo, ahora los arqueólogos vuelven al laboratorio y al despacho a analizar lo encontrado para poder seguir armando el puzle de la prehistoria gallega y del norte peninsular.
Fuente: La Voz de Galicia | 27 de junio de 2013
O libro «Cova Eirós. Primeras evidencias de arte rupestre Paleolítico en el..., do que son editores Ramón Fábregas e Arturo de Lombera, recolle os resultados do estudo da arte parietal de Cova Eirós, en Triacastela. Para os investigadores, «os descubrimentos nesta cova son a primeira evidencia dun santuario paleolítico en Galicia».
O obxectivo deste volume é dar a coñecer unha investigación que, a pesar do dispar estado de conservación do estudado, permite achegar o lector ao mundo simbólico dos grupos de cazadores recolectores que habitaron o noroeste peninsular hai tal vez uns 20.000 anos. Porque, como explican os autores, se ben as numerosas excavacións realizadas en Galicia permiten ter un coñecemento sólido sobre a cultura material dos grupos do paleolítico superior, «no rexistro galego non exitían evidencias sobre a súa esfera simbólico-relixiosa agora recollidas». Son 84 as unidades gráficas catalogadas, repartidas en once paneis. A metade dos motivos correspóndense con elementos pintados, seguido dos gravados e o uso de releves ou realces naturais da roca.
A pesar do achado, os investigadores lamentan a «escasa atención» prestada polas institucións á investigación neste período.
Fuente: SINC| 5 de septiembre de 2013
Estos días se han obtenido numerosos restos de herramientas de piedra y restos de fauna, así como restos humanos, en la última campaña del yacimiento de Cova Eirós (Triascatela, Lugo) que pueden esconder información muy válida para poder comparar aspectos como el uso del territorio, las estrategias de caza o la gestión del entorno.
Con este fin, un equipo integrado por doce personas, entre especialistas de la Universidad de Santiago de Compostela (USC- GEPN) y del Instituto Catalán de Paleocología Humana y Evolución Social (IPHES), dirigidos por los arqueólogos Arturo de Lombera y Xosé-Pedro Rodríguez (ambos de este instituto) ha continuado la excavación del sector de la entrada a la cueva iniciada en años anteriores y donde se han documentado ocupaciones de homínidos, entre hace 118.000 y 12.000 años antes del presente.
En este período, Cova Eirós ha sido utilizada por sapiens (Paleolítico superior) y por neandertales (Paleolítico medio). “De ahí estriba una de las razones de la importancia de este yacimiento –remarca Arturo Lombera-, pues permite comparar en un mismo lugar cómo vivían las dos especies: sus estrategias de caza, el uso general de los recursos, como explotaba el entorno, etc”. Cova Eirós es, en este sentido, una de las pocas cuevas de la Península ibérica con estas características.
Foto: Posible representación animalística que aprovecha el relieve de la pared.
De otro lado, el equipo excava el nivel 2 de la cavidad, perteneciente al Paleolítico superior inicial, momento de la cultura Auriñaciense, hace sobre 32.000 años, cuando los sapiens entran por primera vez al noroeste peninsular.
También se ha intervenido en el nivel 3, de unos 84.000 años de antigüedad, ocupado por poblaciones de neandertales. Aquí se han obtenido muchos restos líticos, a destacar, las herramientas elaboradas con cuarzo o las puntas Levallois. Se trata de un conjunto del Paleolítico medio, con muchos restos de talla. Asimismo se han recuperado restos de huesos de fauna, especialmente de osos de las cavernas, ciervos y caballos.
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