Un estudio liderado por la UVa data el Achelense, un periodo clave de la evolución humana, en 1,7 millones de años

Los expertos de la Universidad de Valladolid muestran el bifaz hallado en Tanzania - ABC

Fuente: Dicyt.com | 9 de diciembre de 2015

Un estudio internacional liderado por el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valladolid (UVa), en el que han participado investigadores de España, Reino Unido, Tanzania y Estados Unidos, ha datado el origen de un periodo clave en la evolución humana, el Achelense, en 1’7 millones de años de antigüedad. La investigación ha sido publicada en la prestigiosa revista científica Scientific Reports, perteneciente al grupo Nature.


El origen del Achelense es una de las señas de identidad de la evolución humana, ya que representa la aparición de un comportamiento complejo, expresado en la fabricación recurrente de herramientas de gran tamaño con formas estandarizadas, lo que implica una mayor previsión y planificación por parte de los humanos arcaicos que la requerida por la tecnología precedente, la olduvayense, caracterizada por su escasa elaboración (derecha).


Hasta el momento, las evidencias más antiguas conocidas de la tecnología Achelense se remontaban a 1,7 millones de años y se limitaban a dos yacimientos arqueológicos: Kokiselei, en Kenia, y Konso, en Etiopía, ambos carentes de restos de fauna, por lo que la funcionalidad de estas primeras herramientas Achelenses se ha mantenido desconocida.


El equipo científico dirigido por investigadores de la Universidad de Valladolid ha descubierto otro sitio Achelense temprano, el FLK West, dentro del complejo arqueo-paleontológico de la Garganta de Olduvai, en Tanzania, que ha sido también datado en 1,7 millones de años, aunque de forma mucho más consistente que en los casos anteriormente citados, y que proporciona evidencias de los primeros pasos en el desarrollo de esta tecnología. Se trata del yacimiento Achelense más antiguo bien datado, en el que las herramientas de piedra aparecen en abundancia y bien contextualizadas y en el que la funcionalidad de éstas se puede relacionar con la explotación de la fauna.

Panorámica general del yacimiento FLK West. Imagen cedida por Fernando Diez Martín et al.

En FLK West coexisten herramientas de grandes dimensiones (iguales o mayores de 10 centímetros) someramente elaboradas (denominadas LCT, por sus siglas en inglés), y hachas de mano de excelente factura, lo que podría indicar que distintos aspectos complejos de la cognición estuvieron presentes desde las primeras etapas del Achelense.


Como avanza el profesor de la Universidad de Valladolid, Fernando Diez Martín, el investigador que ha liderado el trabajo publicado en Scientific Reports, “aunque fundamentalmente se han encontrado estas piezas simples de grandes dimensiones llamadas LCT (large cutting tool), lo que entra en la idea de lo que hasta ahora entendíamos como primer Achelense, en la campaña de 2015 se ha hallado de forma inesperada una pieza excepcional, un bifaz de basalto de grandes dimensiones, perfectamente configurado, simétrico y bien elaborado técnicamente, un descubrimiento sorpresa para un yacimiento de cronología tan antigua, que presentamos en este trabajo y que tendremos que estudiar en profundidad”.

Fernando Diez (d), profesor de Prehistoria, y Policarpo Sánchez (i), doctor en Prehistoria, ambos de la Universidad de Valladolid, posan con el bifaz encontrado en Olduvai (Tanzania), que les ha servido, junto con el trabajo realizado con un equipo de investigadores de Reino Unido, Tanzania y Estados Unidos, para datar con exactitud el inicio del Achelense.


Herramientas para el procesamiento y consumo de carne


Los investigadores han llevado a cabo un análisis tecnológico detallado de 2.120 piezas y han comprobado la utilización de algunas de estas herramientas en el procesamiento y consumo de la fauna conservada en el yacimiento, probablemente por parte de un temprano Homo erectus.


“Ahora que conocemos la tecnología y la cronología de estas piezas se abren nuevas vías para profundizar en ellas. Después de este trabajo inicial estamos desarrollando ya nuevos estudios sobre aspectos funcionales, cognitivos, económicos y de arqueología espacial, del yacimiento. Por ejemplo, estamos llevando a cabo estudios de traceología o análisis de las huellas de uso, y también de fitolitos o restos vegetales fosilizados asociados a estas piezas, trabajos que pueden aportar mayor información”, detalla.

Varios de los hallazgos realizados en el yacimiento FLK West. Imagen cedida por Fernando Diez Martín et al.


Un momento de cambio ecológico


Por otro lado, el estudio destaca la coincidencia en el tiempo de cambios ambientales y de la aparición del Achelense, lo que sugiere que el clima podría haber impulsado esta innovación tecnológica y su impacto en este periodo tan relevante la evolución humana.


Según Fernando Diez Martín, el origen del Achelense se vincula con el momento de aparición del Homo erectus, un nuevo humano cuyas características morfológicas, cognitivas y de comportamiento suponen un paso importante en la evolución de nuestra especie. Tradicionalmente, apunta, “los cambios climáticos suelen coincidir con momentos relevantes en el proceso evolutivo. En este caso este paso en la evolución se asocia también a ciertos cambios ambientales en el continente africano, un periodo con tendencia a la aridez y a la apertura del paisaje, un cambio ecológico”.


En la investigación ha participado, además del Departamento de Prehistoria, Arqueología, Antropología Social y Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Valladolid, los departamentos de Geodinámicas y de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares (Madrid), NERC Argon Isotope de Reino Unido, el Instituto de Evolución en África (IDEA) de Madrid, la Unidad de Arqueología de la Universidad de Dar es Salaam de Tanzania, el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos y la Universidad de Carolina del Norte, en Greensboro (Estados Unidos).

La Garganta de Olduvai 

El equipo internacional TOPPP (The Olduvai Paleoanthropological and Paleoecological Project) trabaja ininterrupidamente en la Garganta de Olduvai desde 2006 y en el yacimiento FLK West desde 2012, cuando, tras su descubrimiento, realizaron una primera prospección y sondeo arqueológico. Desde entonces han excavado en este sitio todos los veranos, incluyendo una última campaña en los pasados meses de junio, julio y agosto.

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Investigadores trabajando en el yacimiento FLK West. Imagen cedida por Fernando Diez Martín et al.

Datan el Achelense, un periodo clave de la evolución humana, en 1,7 millones de años

Fuente: ABC.es | 9 de diciembre de 2015

«Es como si en un yacimiento del Alto Medievo apareciese un teléfono móvil de última generación». Así de gráfico describía el profesor titular de Prehistoria de la Universidad de Valladolid, Fernando Diez Martín, el hallazgo realizado por este departamento en complejo arqueológico de la Garganta de Olduvai, en Tanzania, que data el Achelense, un periodo clave en la evolución humana, en 1,7 millones de años de antigüedad, cuando hasta la fecha las evidencias más antiguas conocidas de esta tecnología procedían de otros yacimientos arqueológicos situados en Kenia y Konso, y además, la datación era muy «discutida».

El hallazgo, que ha sido publicado el pasado 7 de diciembre en la revista científica Scientific Reports, perteneciente al grupo Nature, es de una enorme trascendencia y en palabras del catedrático de Prehistoria de la UVa, Germán Delibes (izquierda), «dará la vuelta al mundo».

La clave, ha explicado el profesor Fernando Diez, que lidera desde 2006 los trabajos realizados en la Garganta de Olduvai y desde 2012 en el yacimiento FlK West, dentro del mismo complejo arqueológico, es que el equipo ha tenido la suerte de dar con sedimentos encapsulados entre dos tobas volcánicas «datadas perfectamente», lo que permite fechar «directa y localmente» el complejo en 1,7 millones de años, mientras que en otros yacimientos se han tenido que utilizar estudios más imprecisos. Además, el experto ha valorado la riqueza arqueológica del complejo, al contar con seis niveles distintos en los que se han hallado restos líticos y faunísticos -tanto en Kenia como en Konso no se han descubierto restos de fauna-.

De hecho, según ha detallado este experto, Olduvai se ha convertido en el primer yacimiento achelense africano en el que aparecen asociadas la industria lítica -la mayoría lascas y bifaces- con restos de herbívoros -bóvidos y équidos- que denotan haber sido objeto de técnicas de carnicería, lo que denota la funcionalidad de las herramientas achelenses y pone de manifiesto la aparición de comportamiento más complejo por parte de los humanos arcaicos.

Una pieza «excepcional»

Pero durante la investigación, el equipo dirigido por los profesores de la Universidad de Valladolid no sólo encontraron en el yacimiento herramientas líticas simples, sino que de forma inesperada hallaron una «pieza excepcional», que constituye «una gran sorpresa» y de cuya manufactura no se había hallado nada parecido de aquella época.

Se trata de un bifaz de basalto de grandes dimensiones (derecha), perfectamente configurado, simétrico y bien elaborado técnicamente. El doctor en Prehistoria de la Universidad de Valladolid, Policarpo Sánchez, destacó la «complejidad del objeto tanto a nivel cognitivo del tallado» como en la habilidad técnica que presentó al llevarlo a cabo. En este sentido, sotuvo que el hallazgo «rompe un poco la percepción que se tenía», ya que no se pensaba encontrar bifaces ya desarrollados desde los comienzos del Achelense. Además, si el resto de herramientas encontradas estaban realizadas en cuarcita, este bifaz fue elaborado en basalto, triplica el tamaño de los anteriores y llegó ya configurado al yacimiento.

En total, los investigadores han realizado un análisis tecnológico detallado de 2.120 piezas, comprobando la utilización de algunas de estas herramientas (izquierda) en el procesamiento y consumo de la fauna conservada en el yacimiento, probablemente por parte de un temprano Homo erectus. En cuanto a la bifaz, permanecerá tres meses en manos de los expertos de la Universidad de Valladolid antes de ser devuelta al Gobierno de Tanzania. La idea es desarrollar nuevos estudios sobre aspectos funcionales, cognitivos, económicos y de arqueología espacial del yacimiento.

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Comentario por Isabo el diciembre 10, 2015 a las 5:05pm

Pregunta tonta: ¿ no es demasiado grande para ser funcional? Es magnífico , pero su tamaño me confunde.

Comentario por María Jesús el diciembre 10, 2015 a las 6:45pm

Isabo, ponte en materia.  Figúrate a nuestros ancestros después de hacerse con una buena presa, un bóvido o un équido; pues necesitaban de una herramienta lo más eficaz posible, porque, mientras ellos andaban con la presa, los depredadores -leones, tigres,...- rondaban cerca y debían darse prisa si no querían convertirse ellos mismos en carnaza.  A esto tienes que añadir el hecho de que tenían que desmembrarlas -¿cómo las transportarías tú?. Pregunta en un matadero cómo desmiembran a las reses, ya verás lo que te dice.  Este bifaz era capaz de desollar, desmembrar y cortar la carne y los tendones.  ¿Se te ocurre alguna herramienta más funcional hace 1,7 millones de años?

Comentario por Isabo el diciembre 10, 2015 a las 10:14pm

Hola, no discuto su funcionalidad, pero precisamente por su tamaño, no es fácil de manejar ni de transportar, solo eso.

Comentario por María Jesús el diciembre 10, 2015 a las 10:24pm

Si te fijas, en el artículo dice que llegó al yacimiento ya configurado; luego, alguien lo manipuló para tallarlo en otro lugar y lo transportó hasta allí.  Con esto quiero decirte que, efectivamente, es una apreciación tuya tan solo.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el enero 20, 2016 a las 11:11am

Olduvai: un yacimiento cada vez más vivo

Fuente: quo.es | 14 de enero de 2016

Uno de los aspectos de la evolución humana que desde siempre ha llamado mi atención es la total ausencia de correlación entre el tamaño del cerebro y la tecnología. Nosotros mismos somos el mejor ejemplo. Con un cerebro de unos 1.300 centímetros cúbicos podemos sobrevivir con una cultura de cazadores y recolectores o tener en mente la posibilidad de alcanzar planetas fuera de nuestra galaxia. La diferencia es abrumadora y solo puede explicarse por la enorme flexibilidad de nuestro cerebro para lograr una mayor o menor complejidad. Lo veíamos en el post publicado el 10 de diciembre de 2015, a raíz de las investigaciones de Aida Gómez Robles y sus colegas de diversas universidades de USA.

Grupo internacional de excavación en Olduvai

Grupo internacional de excavación en Olduvai

La innovación que supuso la fabricación de la tecnología achelense hace tal vez algo más de 1.700.000 años (1,7 millones de años) supuso un salto cualitativo de primer orden en nuestra cultura. Hasta entonces nos habíamos pasado más de dos millones de años golpeando las piedras apropiadas para obtener simples lascas de filos cortantes (Olduvayense=Modo 1=Tecnología de cantos). Además, y con algunas variantes “progresivas”, el llamado Modo 1 fue la manera de fabricar instrumentos de piedra en buena parte de Eurasia hasta hace unos 700.000 años. África fue testigo de la innovación ocurrida hace 1,7 millones de años (o quizá antes), cuando nuestra mente puedo alcanzar un grado de complejidad suficiente como para fabricar bifaces, hendedores o picos (Achelense=Modo 2=Herramientas de gran formato). Había comenzado una nueva era en la llamada “edad de piedra”, en la empezamos a confeccionar herramientas estandarizadas.

Bifaz tallado en basalto, obtenido en el nivel FLKW L6 de Olduvai. Fotografía de F. Diez-Martín and D. Uribelarrea.

Hasta hace pocos meses, los yacimientos de Kokiselei (Kenia) y Konso Gardula (Etiopía) eran los únicos que podían presumir de tener herramientas del Modo 2, con una cronología de 1,7 millones de años. Desde hace una par de semanas hemos de añadir el propio yacimiento de Olduvai, que excavan desde hace años varios colegas y amigos españoles. La cronología de los niveles de Olduvai (FLK West), que contienen herramientas del Modo 2, también se ha datado en 1,7 millones de años. La diferencia es que en este nivel de Olduvai las herramientas están asociadas a los restos fósiles de los animales que mataron nuestros ancestros. Esta es una gran diferencia, que enfatizan Fernando Diez Martín y sus colegas españoles y tanzanos en un artículo publicado por la prestigiosa revista “Scientific Reports” del grupo “Nature” hace pocas semanas.

Este grupo de españoles ha levantado, no sin gran esfuerzo, un lugar de investigación en Olduvai (IDEA: Instituto de Evolución en África) , que nació de un compromiso institucional entre la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, la Universidad de Alcalá de Henares y el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid. Esta gran “idea” está teniendo sus frutos, en forma de grandes hallazgos en un lugar mítico.

La fabricación de utensilios de gran formato, mediante un elaborado “plan mental”, para conseguir herramientas con una forma determinada, exige planificación y una larga y precisa secuencia de golpes con un percutor. Los percutores más arcaicos eran de piedra, pero se llegó a la sofisticación de tallar con percutores blandos formados por astas de animales. El resultado de esta estrategia tecnológica supuso una fabricación sistemática  de herramientas con una forma determinada, que pudieron ser utilizadas en varias funciones. Su hallazgo junto a fósiles de diferentes mamíferos confirma su relación con el procesado de los cadáveres de estos animales y el consumo de carne hace 1,7 millones años. Esperemos que las campañas en Olduvai sigan proporcionando datos, como los que un día hicieron mundialmente famoso este lugar de Tanzania, donde en los años 1960 se encontraron los primeros fósiles de la especie Homo habilis.

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