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Fragmento de hueso de águila imperial hallado en la cueva Foradada de Calafell (Tarragona) en el que se pueden apreciar hasta 12 marcas de corte / ANTONIO RODRÍGUEZ-HIDALGO
Los últimos neandertales de la península ibérica deambularon por estas tierras hace unos 40.000 años. Por el día recorrían el territorio en busca de recursos. Por las noches, buscaban refugio. En algún momento de sus vidas nómadas, un grupo de neandertales encontró su hogar temporal en la cueva Foradada, situada cerca de lo que hoy en día conocemos como Calafell (Bajo Penedés, Tarragona). Es allí donde, resguardados de la intemperie dentro de esta cavidad natural, algunos de ellos se dedicaron a confeccionar ornamentos. Ahora, miles de años después, los restos de esa actividad artesanal primitiva recobran vida de la mano de una nueva investigación publicada en la revista Science Advances.
Un equipo de investigadores españoles anunció el hallazgo de restos de la elaboración de ‘joyería neandertal’ con garras de águila. Se trata del primer objeto de este tipo que se encuentra en el sur de Europa y en la península ibérica. También destaca como la pieza ornamental más moderna del mundo neandertal encontrada hasta el momento. A partir de este pequeño fragmento, probablemente descartado en la elaboración del ornamento, los científicos han sido capaces de reconstruir la historia de quienes lo elaboraron, la razón de ser del objeto e incluso del animal al que originalmente debió pertenecer esa garra.
Se trata de un fragmento de hueso de águila imperial ibérica (Aquila adalberti) de más de 39.000 años de antigüedad, hallado junto a una decena de puntas de lanza. En él se pueden observar hasta 12 marcas que indican que este objeto fue utilizado para hacer ornamentos. Los investigadores especulan con que se trate de los restos de la elaboración de un colgante. Pero, con la prudencia característica de la ciencia, reconocen que se podría tratar de cualquier cosa. Los restos, de hecho, corresponden a la falange izquierda de un ejemplar de una especie de águila autóctona de la Península.
(A) Vistas dorsal, medial, plantar y lateral de la falange (de izquierda a derecha, respectivamente). (B) Detalle de las marcas de corte en la vista dorsal con el área amplificada en las fotos (C) y (D). (E) Foto detallada de todas las marcas de corte después de su limpieza y restauración. Crédito de la foto: Antonio Rodríguez-Hidalgo, IDEA.
"Lo más interesante de este hallazgo no es el objeto en sí, sino lo que implica", explica Antonio Rodríguez-Hidalgo, líder de este nuevo hallazgo. "El hecho de que los neandertales elaboraran ornamentos con garras de águila demuestra que tenían una simbología compleja, capacidad de abstracción, lenguaje articulado y que, de alguna manera, ya se relacionaban con el concepto de arte", comenta el investigador del Instituto de Evolución Humana en África (IDEA), también asociado al Institut de Paleontologia Humana i Evolució Social (IPHES).
El investigador Antonio Rodríguez-Hidalgo, asociado del Instituto de Evolución en África (IDEA Madrid) y del IPHES. FOTO: IPHES.
Los neandertales fueron la primera especie en utilizar objetos como medio de expresión no verbal. El uso de ornamentos, por ejemplo, podía interpretarse como una muestra de poder. O de pertinencia. O de cualquier otra idea que necesitara comunicarse a simple vista. Se trataba, por lo tanto, de un complemento visual pero no necesariamente estético.
"Entendemos que estos objetos tenían un valor simbólico importante que, sin embargo, no podemos entender del todo porque hemos perdido las instrucciones para interpretar este código", comenta Rodríguez-Hidalgo. Aun así, el mero uso de huesos de un animal tan imponente como el águila real sugiere que debía representar algo importante.
Los últimos neandertales del sur de Europa incluso podrían haber transmitido esta fascinación por las garras de águila como material para confeccionar ornamentos a los primeros humanos modernos que llegaron a la región. Este legado demostraría, aún más si cabe, la cercanía entre las especies en los últimos dos o tres milenios en los que compartieron espacio. La cueva Foradada, emplazamiento arqueológico estudiado desde el 1997, destaca como uno de los escenarios en los que posiblemente tuvo lugar la transición entre estas poblaciones de homínidos.
Vista exterior del yacimiento prehistórico de Cova Foradada (Calafell, Tarragona). Antonio Rodríguez-Hidalgo.
Los resultados de esta excavación, lejos de conformarse con describir lo encontrado, van un paso más allá. De ahí que, según expliquen los investigadores implicados, el estudio haya logrado protagonizar la portada de la revista científica.
"Este hallazgo permite tener una nueva perspectiva sobre lo que se ha encontrado hasta ahora en otros yacimientos europeos", argumenta el líder de este trabajo. "La existencia de otros elementos ornamentales elaborados con garras de águila en otros lugares sugiere que los neandertales del sur de Europa debían tener una cultura común que permitiera interpretar este símbolo. Entendemos que debía existir una región cultural común desde el norte de la península ibérica hasta como mínimo Croacia, pasando por el sur de Francia y el norte de Italia", añade.
Esto, además, añadiría otro punto de inflexión en la manera en la que hasta ahora se han estudiado estos homínidos ya extintos. "Estos resultados desmontan la idea de que nuestra especie es la única capaz de tener un comportamiento simbólico complejo", argumenta Juan Ignacio Morales (izquierda), investigador del programa Juan de la Cierva de la Universitat de Barcelona adscrito al SERP y, junto a Artur Cebrià, uno de los responsables de la excavación de la cueva Foradada.
"Cada vez son más los estudios que cuestionan que el 'Homo sapiens sapiens' represente la única especie en la cúspide de la línea evolutiva. El problema es que hasta ahora se ha estudiado el comportamiento complejo en función a lo que podíamos observar en nuestra especie. Esta perspectiva ha hecho que, en muchas ocasiones, creáramos una distancia entre especies que posiblemente no sea tan grande como creíamos", reflexiona.
Fuente: elperiodico.com | 1 de noviembre de 2019
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Ilustración de neandertales y 'sapiens' llevando ornamentos, las dos poblaciones de humanos que vivieron en Cueva Foradada (Lou-Octavia Mørch).
Para el investigador extremeño Antonio Rodríguez-Hidalgo (Mérida, 1978) ayer fue un día de celebración y la culminación de años de trabajo. La publicación en la portada de la revista Science Advance de un artículo sobre el hallazgo de una garra de águila con una antigüedad de 39.000 años y usada ornamentalmente por neandertales es motivo más que suficiente para brindar. «Es una satisfacción bestial, es la tercera revista generalista de divulgación después de Nature y Science, desde el punto de vista personal es un logro», señalaba ayer a HOY por teléfono desde Madrid este doctor en Prehistoria, investigador del Instituto de Evolución en África (IDEA, Madrid), miembro del Equipo Primeros Pobladores de Extremadura y director de este trabajo.
La pieza localizada en la Cova Foradada de Calafell (Tarragona) vierte luz sobre la discusión acerca de la capacidad simbólica de los neandertales. «Esta investigación resalta lo que estamos aportando desde la ciencia en España a este debate sobre las capacidades de los neandertales, si eran humanos arcaicos atrasados y un poco brutos o eran otra humanidad mucho más parecida a nosotros», señalaba Rodríguez-Hidalgo, autor principal del artículo publicado junto al también extremeño (procedente de Mérida y Llerena) Juan Marín Hernando (izquierda), investigador del Museo Nacional de Historia Natural de París y también miembro del Equipo Primeros Pobladores. La investigación forma parte de un proyecto de la Universidad de Barcelona, del Instituto de Evolución en África y el IPEH, el Instituto catalán de Paleocología Humana y Evolución Social (IPEH). Todas estas entidades la financian.
La importancia del hallazgo radica en que se trata de la pieza de este tipo más moderna que se ha documentado hasta ahora en el mundo neandertal y la primera localizada en la península ibérica, lo que amplía los límites temporales y geográficos que se habían estimado para este tipo de ornamentos entre los neandertales. Se trataría «del último collar elaborado por los neandertales», tal y como resume Antonio Rodríguez-Hidalgo. Los restos encontrados corresponden a la pata izquierda de un águila que parece de gran tamaño. Por el tipo de marcas, y por analogía con otros restos de varios yacimientos prehistóricos, los investigadores han determinado que el animal no se manipuló para el consumo, sino con finalidad simbólica, lo que coincide con esa hipótesis de la capacidad de los neandertales para manipular objetos con finalidad artística o expresiva.
En el artículo se plantea que este uso de las garras de águila como ornamentos pudiera ser una transmisión cultural de los neandertales hacia los humanos modernos, que van a adoptar esta práctica después de su llegada a Europa.«Al parecer, los humanos empezaron a utilizar conchas marinas en toda África como ornamentos hace 70.000 años, pero nunca garras de rapaces, cosa que comenzaron a hacer al llegar a Europa hace unos 40.000 años afirma», afirma Juan Marín.
El yacimiento de Cueva Foradada, de la cultura chatelperroniense, es el más meridional de Europa. Rodríguez-Hidalgo lleva investigando en esta cueva desde el año 2005. Esta oquedad fue descubierta de forma casual por unos excursionistas en el año 1985. «La excavación continúa, no año a año, pero desde 2003 se le dio más impulso y avanzamos mucho».
Garras de águila imperial (Antonio Rodríguez-Hidalgo)
Para el director de esta investigación, Extremadura es actualmente «un punto caliente sobre este asunto, porque en el último año tenemos publicaciones destacadas que aportan ese granito de arena sobre las capacidades simbólicas de los neandertales, y probablemente en los próximos años tendremos más investigaciones en torno a esta hipótesis, porque estamos haciendo camino y ampliando horizontes desde el punto de vista mental».
Este estudioso considera que el equipo Primeros Pobladores de Extremadura «ha sido una especie de cantera de investigadores que se dedican a temas de evolución humana, en este trabajo estamos implicadas dos personas que somos de Extremadura y nos hemos formado dentro y fuera». Estos científicos empezaron a hacer sus másters vinculados al equipo del prehistoriador Eudald Carbonell «y a partir de ahí hemos ido saltando a diferentes proyectos e instituciones y ganando autonomía, me gusta pensar que estamos haciendo cosas importantes y que queda mucho por hacer», abundaba ayer Rodríguez-Hidalgo, que no ha perdido el vínculo de trabajo con la región y que durante el próximo mes de diciembre estará en una nueva campaña en la cueva de Santa Ana.
Fuentes: hoy.es | 2 de noviembre de 2019
A lo mejor hago la pregunta tonta del año, pero... ¿Cómo cazaban a esos animales, aves de gran tamaño? Por que aparentemente el arco no es invento suyo, sino bastante posterior. No entiendo que pudieran cazarlas al vuelo usando una lanza, que es un arma de empuje, ¿o sí? ¿O es que utilizaban hondas, o alguna clase de "boleadoras" para trabarlas al encontrarlas en el suelo, comiendo? ¿O es que se trata de animales recogidos en labores de carroñeo? ¿Hay alguna forma de saberlo a partir de esos huesos?
Fin de las cien preguntas tontas.
(Hace poco tuve oportunidad de ver una de esas aves, águila calzada (a. pennata) rondando por encima de una colonia de milano negro, en un humedal cercano a mi pueblo. No me extraña que cualquier humano inteligente las considerase animales "de poder").
Hola, Carmen.
Tengo que decirte que la pregunta que haces no es nada tonta. Incluso Bermúdez de Castro decía en este post suyo en la revista Quo lo siguiente:
"Los neandertales, como otro homininos del Pleistoceno, fueron capaces de capturar bisontes, ciervos, jabalíes, etc. Para ello era necesario fuerza, velocidad y el diseño de estrategias de grupo. Ahora bien, no se me ocurre como un águila real pudo acabar en la “cazuela” de los neandertales de Axlor. La habilidad de estos humanos no dejará de sorprendernos".
Aparte de que los neandertales pudieran encontrar águilas ya muertas o moribundas, la forma de cazar a las mismas no sería muy difícil, sólo se requeriría cierta habilidad y fortuna en el hecho. Para ello hay que poner atada una posible presa (otra ave, un conejo, una cabra, etc) sobre un lugar adecuado y esperar que el águila vaya a capturarla. En cuanto esto haya sucedido, o bien se le lanza encima una piel extendida (teniendo en cuenta los recursos que podrían tener los neandertales), o bien una red (más o menos rudimentaria, hecha con cuerdas), o bien simplemente se la lancea, o se le arrojan piedras, etc.
En este vídeo del inolvidable Félix Rodríguez de la Fuente puedes ver la forma en que capturan un águila. Los neandertales (y los Homo sapiens primitivos) harían algo parecido.
Un saludo
Gracias, Guillermo. Aunque pensé algo sobre "...pillarla mientras estaba comiendo", el documental de Félix ayuda mucho mejor a visualizar, que es lo que yo quiero.
Reitero las gracias, compensaré trayendo alguna noticia arqueológica fresquita.
Un collar prehistórico hallado en Calafell (Tarragona) es uno de los hallazgos mundiales destacados por el grupo de revistas científicas Plos One de este 2019, según informa el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES).
El elemento fue hallado en la Cova Foradada de Calafell y permitió documentar por primera vez el uso ornamental de las zarpas de águila en la península ibérica hace unos 44.000 años, en una investigación liderada por el IPHES.
Las zarpas de águila son consideradas los primeros elementos utilizados como ornamentos personales, una práctica que se remonta a los neandertales y que se extendió por el sur de Europa hace entre 120.000 y 40.000 años.
Fuente: lavanguardia.com | 13 de enero de 2020
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