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Mandíbula inferior de Graecopithecus freybergi, denominada 'El Graeco', de 7,175 millones de años hallada en Grecia / Wolfgang Gerber, Universidad de Tübingen
Los chimpancés actuales son los parientes vivos más cercanos de los seres humanos. Dónde vivió el último ancestro común entre ambos es un tema central y altamente debatido en paleoantropología. Los investigadores habían asumido que los linajes divergieron hace entre cinco y siete millones de años y que los primeros prehumanos se desarrollaron en África.
Sin embargo, dos estudios publicados hoy en PLoS ONE (ver referencia bibliográfica más abajo), indican que el linaje común de grandes simios y humanos se dividió varios cientos de miles de años antes de lo que se suponía hasta ahora. El equipo de científicos, encabezado por la profesora Madelaine Böhme (izquierda), del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente de la Universidad de Tubinga (Alemania), y el profesor Nikolai Spassov (derecha), de la Academia Búlgara de Ciencias, señala además que la división del linaje humano se produjo en el Mediterráneo oriental y no en África, como se había establecido hasta el momento.
El equipo analizó los dos especímenes conocidos del homínido fósil Graecopithecus freybergi: una mandíbula inferior de un yacimiento griego y un premolar superior de Bulgaria. Utilizando la tomografía computarizada, los científicos visualizaron las estructuras internas de los fósiles y demostraron que las raíces de los premolares estaban ampliamente fusionadas.
Premolar superior de 7,24 millones de años de Graecopithecus hallado Bulgaria / Wolfgang Gerber, Universidad de Tübingen
"Mientras que los grandes simios tienen dos o tres raíces separadas y divergentes, las raíces de Graecopithecus convergen y se funden parcialmente, una característica propia de los seres humanos modernos, de los tempranos y de varios prehumanos, incluidos Ardipithecus y Australopithecus", explica Böhme.
La mandíbula inferior, apodada El Graeco por los científicos, tiene raíces dentales adicionales, lo que sugiere que la especie Graecopithecus freybergi podría pertenecer al linaje prehumano. "Estos resultados nos sorprendieron ya que solo eran conocidos en África subsahariana", añade Jochen Fuss (izquierda), estudiante de doctorado en Tübingen, que realizó esta parte del estudio.
Además, Graecopithecus es varios cientos de miles de años más viejo que el más antiguo prehumano potencial de África, el Sahelanthropus de Chad, que tiene una antigüedad de seis a siete millones de años.
El equipo de investigación dató la secuencia sedimentaria de los yacimientos fósiles de Graecopithecus en Grecia y Bulgaria con métodos físicos y obtuvo una edad casi sincrónica para ambos fósiles: 7,24 y 7,175 millones de años.
"Es en el comienzo del Mesiniano, una edad que termina con la desecación completa del mar Mediterráneo", dice Böhme.
David Begun (derecha), paleoantropólogo de la Universidad de Toronto (Canadá) y coautor de este estudio, apunta: "Esta datación nos permite trasladar la división entre humanos y chimpancés al área mediterránea".
Los cambios ambientales impulsores de la divergencia
Al igual que ocurría con la teoría de África oriental, la evolución de los prehumanos puede haber estado impulsada por dramáticos cambios ambientales.
El equipo dirigido por Böhme demostró que el desierto del Sáhara del norte de África se originó hace más de siete millones de años, según los análisis geológicos de los sedimentos en los que se encontraron los dos fósiles. El análisis de los isótopos de uranio, torio y plomo en partículas de polvo individuales dio lugar a una edad de entre 0,6 y 3 mil millones de años por lo que deduce que su origen estaría en el norte de África.
Imagen: Impresión artística del 'Graecopithecus freybergi'. Los científicos han propuesto que este podría ser el homínido más antiguo jamás descubierto.
Además, el sedimento polvoriento tiene un alto contenido de diferentes sales. "Estos datos documentan por primera vez el desierto del Sáhara hace 7,2 millones de años, cuyas tormentas del desierto transportaron polvo rojo salado hasta la costa norte del mar Mediterráneo en su forma", aseguran los investigadores de Tübingen.
Este proceso también es observable en la actualidad. Sin embargo, el modelo de los científicos muestra que, con hasta 250 gramos por metro cuadrado y año, la cantidad de polvo en el pasado supera considerablemente las cargas de polvo recientes en el sur de Europa, si se compara con la situación actual en la zona del Sahel en África.
Imagen de microscopio electrónico de una partícula de polvo redondeado por el transporte eólico. Se originó en el desierto del Sahara y se encontró sedimentos de 7,2 millones de años de antigüedad en Grecia- Ulf Linnemann.
Fuego, hierba y estrés hídrico
Los investigadores demostraron además que, contemporáneo al desarrollo del Sáhara en el norte de África, se formó un bioma de sabana en Europa. Con una combinación de nuevas metodologías estudiaron fragmentos microscópicos de carbón vegetal y partículas de silicato de plantas llamadas fitolitos.
Muchos de estos fitolitos identificados derivan de las gramíneas, y particularmente de aquellas que usan la vía metabólica de la fotosíntesis C4, que es común en los pastizales y sabanas tropicales actuales. La expansión global de las gramíneas C4 comenzó hace ocho millones de años en el subcontinente indio y su presencia en Europa era previamente desconocida.
Foto: Reconstrucción artística del entorno del 'Graecopithecus freybergi'.
"El registro de fitolitos proporciona evidencia de sequías severas, y el análisis de carbón vegetal indica incendios recurrentes", expone Böhme. "En resumen, reconstruimos una sabana que encaja con las jirafas, gacelas, antílopes y rinocerontes que se encontraron junto a Graecopithecus", agrega Spassov.
"La incipiente formación de un desierto en el África septentrional hace más de siete millones de años y la expansión de las sabanas en el sur de Europa pueden haber desempeñado un papel central en la división de los linajes humanos y chimpancés", continúa Böhme, quien llama a esta hipótesis la 'Historia del lado norte', recordando la tesis del paleontrólogo francés Yves Coppens (izquierda), conocida como East Side Story, según la cual el cambio climático en África oriental podría haber desempeñado un papel crucial en este episodio.
Referencias bibliográficas:
Potential hominin affinities of Graecopithecus from the Late Miocen... PLOS ONE
Messinian age and savannah environment of the possible hominin Grae... PLOS ONE
Fuente: SINC | 22 de mayo de 2017
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Artículos relacionados:
* Did our hominid ancestors leave Africa and return? (University of Toronto)
* First human ancestor came from Europe not Africa, 7,2 million year ... (Newsweek)
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En el diario ABC leemos respecto a esta noticia dos párrafos significativos:
Spassov reconoce a ABC que su teoría puede ser recibida con controversia por la comunidad científica. «Algunos colegas aplaudirán el descubrimiento, pero a otros les será difícil aceptarlo, al menos no inmediatamente», dice. Sin embargo, confía en que nuevos fósiles del graecopithecus «puedan aparecen en los Balcanes y probablemente en otras regiones del Mediterráneo oriental».
David M. Alba, jefe del Grupo de Investigación de Faunas del Neógeno y Cuaternario del Instituto Catalán de Paleontología (ICP), es crítico con el estudio: «Decir que es un hominino no está justificado, es una exageración. No es imposible, pero no se puede demostrar. La evidencia es muy pequeña», asegura.
La revista PLOS ONE nos sorprendía la semana pasada con la publicación de varios artículos relacionados con los orígenes más profundos de la humanidad. El artículo más comentado (liderado por Jochen Fuss, Universidad de Tübingen, Alemania) describía un fósil recuperado en 1944 por B. von Freyberg cerca de la localidad griega de Pyrgos Vassilissis, no lejos de Atenas.
El fósil perteneció a un primate, que vivió durante el Mioceno en esa región del sur de Europa. Von Freyberg consideró que el fósil representaba a algún ancestro de la familia Cercopithecidae (mandriles, babuinos o macacos), pero el reputado paleontólogo Ralph von Koenigsvald incluyó el fósil en la familia de los homínidos con el nombre de Graecopithecus freybergi.
Además de esta mandíbula, se conoce un premolar superior procedente de la localidad de Azmaka (Bulgaria), que podría pertenecer a esta misma especie. La antigüedad de estos fósiles se estima entre 7,1 y 7,2 millones de años. Si estos ejemplares son verdaderamente representantes de algún miembro de la genealogía humana, cabe plantearse la hipótesis de que la divergencia entre el linaje de los homininos y de los paninos (la genealogía de los chimpancés) pudo suceder en tierras hoy conocidas como Europa y no en alguna región de África, como habíamos asumido hasta el momento. Esta revelación ha tenido un eco, a mi juicio exagerado, en los medios de comunicación. Veamos.
Los genetistas siguen refinando sus métodos de investigación. La historia evolutiva de las especies del pasado tiene momentos de gran interés, relacionados con la divergencia de los linajes evolutivos. El momento de la separación de la subtribu hominina de la subtribu panina ha sido fijado por los genetistas entre 5 y 10 millones de años. La última investigación, publicada en 2012 (Langergraber et al. PNAS, 109, pags. 15716-15721), ha estimado que la divergencia ocurrió hace entre 7 y 8 millones de años. A nadie se nos escapa que este “reloj molecular” es todavía poco preciso. El reloj se calibra mediante una tasa de mutación hipotética. Una pequeña variación en ese valor adelanta o retrasa la hora nada menos que un millón de años. Según se va conociendo mejor el genoma de nuestra especie y el de los chimpancés la precisión será cada vez mayor. La paleontología tampoco es capaz de resolver por el momento la cuestión de nuestros orígenes. El registro fósil de esa época es extremadamente pobre. Algunos pocos restos de las especies Orrorin tugenensis, Sahelanthropus tchadensis y Ardipithecus kadabba es todo lo que tenemos. Y las conclusiones de quienes han encontrado sus restos siguen siendo debatidas. La especie más reconocida es Ardipithecus ramidus, pero su antigüedad no pasa de los 4,5 millones de años, muy lejos de la fecha hipotética propuesta por la biología molecular.
El nuevo estudio de la mandíbula y el premolar de Graecopithecus freybergi concluye que estos restos pertenecieron a la genealogía hominina. En este caso no hay posibilidad de conocer el tipo de locomoción, un tópico que siempre está en el centro del debate de los posibles fósiles atribuidos al linaje humano. Los dientes, cuya morfología tiene un elevado componente de heredabilidad, representan el argumento más importante para defender el caso. Asumiendo que la cronología de este fósil, recuperado hace más de 70 años de un lugar donde ya no es posible obtener información, es correcta tendríamos encima de la mesa un nuevo elemento para el debate. Pero el caso no está ni mucho menos cerrado.
La posibilidad de que la divergencia de la genealogía humana y la de los chimpancés ocurriera en la región del Mediterráneo y no en África central no es descabellada, pero necesita mucho mayor apoyo del registro fósil, como reconocen los propios autores del artículo de PLOS ONE. No está de más recordar que la denominada “crisis salina del Messiniense” supuso la casi total desecación del Mediterráneo hace entre 5,9 y 5,3 millones de años y, por tanto, la conexión directa de Europa y África. Antes de que la cuenca del Mediterráneo volviera a llenarse hasta los niveles que conocemos hoy en día las especies terrestres tuvieron un lapso temporal de 600.000 años para moverse de norte a sur y viceversa. Si ciertamente la divergencia de la genealogía humana y la de los chimpancés ocurrió en el sur de Europa, sus descendientes pudieron emigrar hacia el sur e instalarse definitivamente en África, donde siguieron su devenir evolutivo.
Estas consideraciones centran un nuevo debate científico, donde las hipótesis han de ponerse a prueba. El origen y la historia evolutiva de la genealogía humana no ha cambiado, pese a los titulares que podamos leer en los medios. Seguimos inmersos en una bruma muy densa, donde es complicado ver más allá de unos cuantos fósiles fragmentarios y un reloj molecular que trata de afinar su precisión.
Fuente: quo.es | 30 de mayo de 2017
“África no es la cuna de la humanidad”. Esa es la afirmación de un grupo de científicos que acaba de publicar lo que describen como la evidencia de esto a partir de restos prehumanos encontrados en Europa del Este (Grecia y Bulgaria). Los fósiles en cuestión pertenecen a Graecopithecus freybergi, y tienen un poco más de siete millones de años. Esto los convertiría en los fósiles de homínidos más antiguos del mundo.
Esto también volvería a cambiar las raíces del árbol evolutivo humano en Europa Oriental, en este caso, lejos de África. Algo que va en contra de una gran cantidad de evidencia que sugiere que los seres humanos se originaron en África.
El Dr.Julien Benoit, paleontólogo especializado en vértebras y paleobiólogo, que ha trabajado extensamente en el continente africano y que no formó parte del equipo de esta investigación europea, conversó con The Conversation Africa sobre estos hallazgos.
Esta nueva investigación sugiere que Grecia, no África, debería llamarse la cuna de la humanidad. ¿Creen que es exacto?
Los cambios extraordinarios necesitan pruebas extraordinarias para que sean apoyadas. El origen africano de la humanidad (Homínidos) es actualmente apoyado por dos elementos realmente importantes.
En primer lugar, se han encontrado miles de fósiles de homínidos en suelo africano desde que el primer homínido africano fósil, Australopithecus africanus, fue descubierto en Sudáfrica en 1924.
Casi un siglo de hallazgos fósiles ha continuado, y así se ha completado la crónica de la evolución homínida en suelo africano. Estos fósiles van desde el Sahelanthropus, que vivió entre seis y siete millones de años en lo que hoy es Chad, hasta los primeros Homo sapiens de África oriental.
En segundo lugar, nuestros parientes más cercanos al mono, los chimpancés y el gorila, son también de África. Nuestros últimos antepasados comunes vivieron entre ocho y 12 millones de años, lo que sugiere fuertemente que el origen de la humanidad está profundamente arraigado en África. Esto deja poco espacio para el origen europeo.
Cualquier estudio que contrarreste este consenso tendría que proporcionar pruebas muy sólidas y una metodología perfecta para apoyar su afirmación. En mi opinión, este artículo no cumple con esos criterios.
¿Por qué no?
Para empezar, dicho material no está bien conservado. Este consiste principalmente en una mandíbula sin dientes completos conservados. Eso es un problema porque las características anatómicas de los dientes son el elemento más importante al clasificar cualquier primate, incluyendo seres humanos.
Los autores afirman que la cuarta raíz premolar de la quijada es similar a la de una homínida. Este no es un carácter que se utiliza convencionalmente en paleoantropología, especialmente porque no todos los homínidos tienen raíces dentales similares. Este carácter es bastante variable -y los autores continúan reconociendo esto- algo que no es confiable para su clasificación.
También se argumenta que el pequeño tamaño del diente canino incompleto (como lo sugiere el tamaño de su raíz) pondría este fósil cerca de la ascendencia homínida. Esto se basa en el supuesto de que los homínidos son los únicos monos con caninos pequeños. Esto, una vez más, no es cierto. En Europa, donde los simios tienen un registro fósil muy rico, hay un mono llamado Oreopithecus que tiene caninos pequeños, pero no está relacionado con los seres humanos en absoluto.
Este es un ejemplo de evolución independiente y paralela: cuando una especie desarrolla similitudes con otra sin estar relacionada con ella. Por ejemplo, los delfines parecen peces, pero no lo son. Esto es probablemente lo mismo para Graecopithecus y homínidos.
Estoy de acuerdo con muchos de mis colegas, que piensan que esta nueva mandíbula representa una especie de Ape que no está relacionada con los seres humanos. Podría pertenecer a una especie como Oreopithecus, que evolucionó características humanas -como la fusión de las raíces del cuarto premolar y los pequeños caninos- en paralelo a nuestro linaje.
Finalmente, el estudio carece de un análisis filogenético. Este es un método estadístico utilizado para reconstruir un árbol evolutivo confiable. Decir que una especie fósil es una homínida temprana sin realizar este tipo de análisis es como dar el resultado de una ecuación sin hacer realmente las matemáticas.
¿Qué tipo de investigación y aclaración es necesaria para confirmar o desacreditar esta teoría de los orígenes europeos?
Un análisis filogenético es crucial. Esta es una manera de reconstruir el árbol evolutivo de las especies y de abordar las hipótesis de cualquier relación entre ellas, permitirá a los científicos evaluar la posición real de esta mandíbula fósil en el árbol evolutivo de Primates y probar si las semejanzas observadas entre Graecopithecus y homínidos se adquirieron independientemente o fueron heredadas de un antepasado común real.
Y si su afirmación resulta ser verdad, ¿significaría que necesitamos reescribir totalmente la historia?
La teoría de que la humanidad se originó en Europa es antigua, pero fue abandonada después de 1924 cuando el primer Australopithecus fue descubierto en Suráfrica.
Desde entonces, miles de fósiles se han encontrado alrededor de África que apoyan firmemente la hipótesis de “orígenes africanos”. Incluso si este nuevo fósil realmente resulta ser un homínido, sería solo un caso aislado, como una gota en el océano. Esto cambiaría muy pocas cosas, porque se necesitaría mucho más material y mejor preservado para desmentir totalmente el origen africano de la humanidad. Por tanto, se abriría una nueva área de investigación, pero no cambiaría los libros de texto.
Fuente:laconversacion.net | 5 de noviembre de 2017
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