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Recreación en 3D del diente neandertal descubierto en la cueva Pešturina (Serbia).
Por Mirjana Roksandic, profesora de la Universidad de Winnipeg, y Joshua Allan Lindal, ayudante de investigación en la Universidad de Winnipeg (Canadá).
En 2015, nuestro equipo de investigación arqueológica serbio-canadiense estaba trabajando en una cueva llamada Pešturina, en el este de Serbia, donde habíamos encontrado miles de herramientas de piedra y huesos de animales. Un día, un estudiante serbio nos trajo emocionado un fósil que habían descubierto: era un pequeño diente molar, que inmediatamente reconocimos como humano.
Un solo diente puede no parecer mucho, pero se puede extraer de él mucha información. Sabíamos que tenía unos 100.000 años de antigüedad, ya que la capa en la que se encontraba se había datado anteriormente. Pudimos construir un modelo en 3D de alta resolución para estudiar la forma de su corona, las raíces y la estructura interna. Además, realizamos mediciones detalladas e hicimos análisis estadísticos que se publicaron en la edición de junio de 2019 del Journal of Human Evolution.
Los resultados de nuestro estudio son claros: este pequeño diente pertenecía a un neandertal. Se han encontrado fósiles de neandertales en Croacia y Grecia, pero aún son relativamente raros en los Balcanes en comparación con Europa occidental y Oriente Medio. Este diente pertenece, pues, al primer neandertal encontrado en Serbia.
El primer fósil neandertal hallado en Serbia
Los neandertales eran un grupo de antiguos humanos que vivieron en Eurasia occidental durante la época del Pleistoceno. Sus primeros antepasados habitaron en lo que hoy es España hace casi medio millón de años, y gradualmente se expandieron hacia el este a través de Europa y el Levante llegando hasta Siberia. Pero hace unos 100.000 años, los humanos modernos (como nosotros) comenzaron a migrar desde África hacia Eurasia. Y hace unos 40.000 años, los neandertales comenzaron a desaparecer de Europa, retirándose hacia el oeste a medida que los humanos modernos ocupaban su territorio. Posteriormente, hace unos 30.000 años, los últimos neandertales que quedaban en la península ibérica se extinguieron.
El momento de la desaparición de los neandertales y la conquista del continente europeo por los humanos modernos no puede ser una coincidencia. Hace diez años, la mayoría de los paleoantropólogos te habrían dicho que nuestros dos grupos eran competidores: los neandertales eran más grandes y más fuertes, pero nosotros éramos más inteligentes, y en la batalla por la supervivencia en los duros paisajes, los cerebros derrotaron a la fuerza muscular.
Las actitudes cambiaron rápidamente en 2010, cuando se secuenció el genoma neandertal por primera vez, y se descubrió que todos los seres humanos vivos fuera del África subsahariana portan una pequeña cantidad de ADN neandertal. Más recientemente, se ha descubierto que también ellos tenían algunos de nuestros genes.
Esto significa que, al menos en algunas ocasiones, ambos grupos fueron compañeros sexuales y no luchadores entre sí. Ahora bien, nunca hemos encontrado esqueletos de humanos modernos y neandertales juntos en un mismo sitio, por lo que es posible que sus aventuras románticas hayan sido raras excepciones. Y, por otro lado, tampoco tenemos evidencias claras de violencia entre los dos grupos, por lo que la pregunta sobre la causa de la desaparición de los neandertales sigue abierta.
La cueva Pešturina, en el desfiladero de Jelašnička, está en una reserva natural situada cerca de la ciudad de Niš. © Joshua Lindal
La encrucijada de Europa
Los Balcanes Centrales podrían tener la clave para responder a este interrogante. Asentada en la "encrucijada de Europa", la península balcánica representa la intersección de varios corredores de migración importantes. Ríos como el Danubio abren caminos a través de las cadenas montañosas creando zonas de paso para la migración de animales y personas. Los humanos modernos siguieron estas rutas cuando emigraron por primera vez a Europa, concentrándose a través de los mismos valles que los neandertales consideraron su hogar.
La cueva Pešturina se encuentra a lo largo de una de estas rutas de migración, al lado de la garganta de Jelašnica, la cual mira hacia la gran llanura de inundación del río Nišava, cerca de la moderna ciudad de Niš. Aunque nadie antes había encontrado un fósil de neandertal en Serbia, estábamos bastante seguros de que habían vivido allí, puesto que hemos encontrado restos de su cultura lítica, llamada "cultura Musteriense". También sabemos que los primeros humanos modernos emigrantes hicieron de Pešturina, posteriormente, su hogar, dado que también hemos encontrado sus herramientas líticas habituales. Esto hace que la cueva Pešturina sea uno de los pocos sitios en Serbia donde sabemos que ambos grupos vivieron en el mismo lugar, si bien en diferentes momentos.
Desafortunadamente, aún no sabemos mucho sobre la prehistoria de los Balcanes Centrales, a pesar incluso de la larga tradición de investigación arqueológica en la región. Los arqueólogos del siglo XX optaron por concentrarse en los primeros agricultores, los palacios romanos y las fortalezas medievales. Menos visible y más difícil de interpretar, la arqueología paleolítica ha ha quedado reducida a un segundo plano, hasta ahora.
Mapa en el que se muestra la ubicación de Pešturina.
Rellenando huecos
Dirigido por el profesor de arqueología, Dušan Mihailović, de la Universidad de Belgrado, y por Bojana Mihailović, conservador del Museo Nacional de Serbia, nuestro equipo internacional de investigadores ha estado identificando y excavando diversas cuevas en toda Serbia con el fin de llenar los vacíos existentes en nuestro conocimiento de la prehistoria de esta importante región. Junto con Predrag Radović, coautor en el artículo de investigación, nuestro papel en el equipo ha consistido en estudiar los restos humanos fósiles.
Hace una década, en una cueva no muy lejos de Pešturina llamada Mala Balanica, hallamos una mandíbula humana que fue datada con una antigüedad de aproximadamente medio millón de años, siendo así el fósil humano más antiguo descubierto en los Balcanes Centrales y uno de los más vetustos de Europa. Esta mandíbula no pertenecía a un neandertal, sino a un tipo de humano más antiguo (y diferente) llamado Homo heidelbergensis. Sin embargo, esperamos encontrar restos aún más antiguos que los fósiles humanos hallados en Georgia con una datación de hace 1,8 millones de años, o el fósil hallado en España con una datación de hace 1,4 millones, pues la encrucijada de los Balcanes se encuentra justo en el medio.
Mandíbula hallada en Mala Balanica (serbia).
La cueva Pešturina también ha proporcionado otros regalos. En el mismo nivel que se halló el diente mencionado, nuestro equipo encontró un hueso de oso de las cavernas con una serie de marcas de corte paralelas hechas con herramientas de piedra. No son cortes característicos de un descuartizamiento, ya que parece que podrían tener un propósito simbólico. Tal circunstancia constituye un gran problema, dado que, hasta hace poco, la mayoría de los investigadores han venido pensando que el simbolismo y la expresión artística eran comportamientos únicos de los humanos modernos. Esta percepción está cambiando, pues recientemente se ha descubierto que los neandertales muy probablemente se adornaron con plumas, garras y conchas, y que incluso realizaron pinturas rupestres en las cuevas que habitaron.
El hallazgo del diente de Pešturina es un paso pequeño, pero emocionante, hacia la reconstrucción de la compleja prehistoria de la migración humana y el contacto cultural en los Balcanes Centrales. Fruto de la colaboración entre la Universidad de Belgrado y la Universidad de Winnipeg hemos podido ofrecer una experiencia práctica de campo a estudiantes canadienses e internacionales. A través de esta colaboración, los Balcanes Centrales continuarán entregando más y más pistas sobre nuestros primeros ancestros y su relación con los misteriosos neandertales.
Los arqueólogos excavando la cueva Pešturina, donde se descubrió el molar neandertal. © Joshua Lindal
Fuentes: theconversation.com | news-centre.uwinnipeg.ca | 23 de abril de 2019
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