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Foto: Polvo de huesos cuyo ADN se ha analizado, con 430.000 años de antigüedad- MADRID SCIENTIFIC FILMS
Fuente: EL PAIS.com | Materia | 14 de marzo de 2016
Hace 430.000 años, al menos 28 niños y adultos de ambos sexos murieron y quedaron sepultados en una cueva de la Sierra de Atapuerca, en Burgos. Cuando los paleoantropólogos los encontraron, bautizaron el sitio como la Sima de los Huesos, ya que de allí sacaron más de 6.700 restos fósiles humanos. Aún no está claro si era una trampa mortal o una tumba con sentido religioso, pero, con el tiempo, la investigación sobre lo que allí sucedió se ha convertido en un referente mundial para el esclarecimiento de los capítulos más desconocidos de la evolución humana.
Ahora, por primera vez en la larga historia, se ha conseguido analizar ADN nuclear de dos de los individuos de la sima. Se trata de material genético extraído del núcleo celular, el más antiguo jamás analizado. El simple hecho de haber conseguido rescatarlo a partir de unos pocos microgramos de hueso molido de un fémur, varios dientes y escápulas, es ya un logro histórico. Pero lo más interesante es la historia que desvela.
Representación de los humanos de la Sima de los Huesos, en el yacimiento de Atapuerca- MADRID SCIENTIFIC FILMS
El equipo de paleoantropólogos que dirige las excavaciones de Atapuerca cree que los 28 humanos allí sepultados son neandertales arcaicos, ancestros de los miembros más modernos de esta especie que vivió en Europa hasta hace unos 40.000 años y con los que los Homo sapiens tuvimos sexo e hijos.
En 2013, gracias a la colaboración de un equipo especialista en recuperar ADN antiguo de los fósiles dirigido por Svante Pääbo, del Instituto de Antropología Evolutiva Max Planck en Leipzig, Alemania, lograron extraer por primera vez ADN de uno de estos individuos. Los resultados mostraron un inesperado parentesco con los denisovanos, otros homínidos que vivían en los remotos montes Altái de Siberia y cuyo descubrimiento se anunció en 2010. Ese parentesco era más estrecho que con los propios neandertales. Pero en aquella ocasión el tipo de ADN analizado era mitocondrial y por tanto solo ofrecía información de la línea materna.
El nuevo análisis aporta ahora la otra mitad de la historia, ya que el ADN nuclear lleva información tanto del linaje del padre como de la madre. En un estudio publicado hoy en Nature los responsables de esta investigación dicen que los humanos de la Sima de los Huesos tenían un parentesco mucho más estrecho con los neandertales que con los denisovanos. De esta forma, el ADN confirma que los homínidos de Atapuerca serían neandertales arcaicos, ancestros de los que después conquistaron Europa y se cruzaron con los sapiens.
Pero el estudio también reafirma que el ADN mitocondrial, el de la línea materna, sigue emparentando a sus portadores con los denisovanos. Los neandertales posteriores tenían un ADN mitocondrial diferente, aunque aún no está claro por qué. Ante esta pieza que no encaja, algunos de los autores del estudio especulan que tal vez se deba a que una población de neandertales posterior habría llegado desde África a Europa, se habría cruzado con los grupos europeos y el ADN de sus mujeres habría acabado siendo dominante y diluyendo los restos aportados por los denisovanos.
“Estos resultados nos dan importantes puntos de referencia en la línea temporal de la evolución humana”, ha explicado Svante Pääbo (izquierda) en un comunicado de prensa del Max Planck. Los datos “son consistentes” con la hipótesis de que los sapiens nos separamos como especie de los otros “humanos arcaicos” hace entre 550.000 y 750.000 años, destaca. Además, queda claro que la divergencia de neandertales y denisovanos a partir de un ancestro común sucedió antes de hace 430.000 años, la fecha de la Sima de los Huesos.
Como suele ser habitual, el análisis del ADN antiguo da otro revolcón a la versión clásica de la evolución humana. “Por un lado simplifican la historia evolutiva de estos humanos y por otro la complica”, reconoce José María Bermúdez de Castro (derecha), codirector de Atapuerca y uno de los responsables del estudio.
En 2014, el equipo decidió retirar a los homínidos de la Sima de los Huesos su clasificación como especie Homo heidelbergensis, explica. Desde entonces están en una especie de limbo científico, sin especie asignada, pero con unas similitudes morfológicas neandertales muy claras, una conexión que confirma ahora el ADN. “La historia que ahora vemos es muy complicada, con una genealogía neandertal que tenía varias ramas, diferentes linajes que ocupaban diferentes zonas y que podían reproducirse los unos con los otros", explica. "Ahora, lo que queda por determinar es si en la Sima de los Huesos estamos ante una especie o una subespecie de neandertales”, agrega Bermúdez de Castro.
El equipo cree que posiblemente se pueda extraer más ADN nuclear en el futuro, lo que desvelaría nuevos capítulos de la aún misteriosa historia que rodea a los 28 cadáveres de la Sima de los Huesos. Uno, fundamental, es si eran todos miembros de una misma familia. “Sinceramente, pensamos que se encontrarán pruebas de ello”, concluye Bermúdez de Castro.
“La Sima de los Huesos es actualmente el único yacimiento sin 'permafrost' que nos permite estudiar secuencias de ADN del Pleistoceno Medio, el periodo anterior a hace 125.000 años”, resalta Matthias Meyer (izquierda), experto en secuenciación genética del Max Planck y primer autor del estudio. El trabajo no hubiera sido posible si los paleoantropólogos que excavaron la sima no hubiesen tomado medidas excepcionales para preservar los huesos y evitar que queden contaminados con ADN de otros organismos.
“Durante muchos años esperamos a que los avances en análisis molecular podrían algún día ayudarnos en la investigación de este yacimiento de fósiles único en el mundo”, ha explicado Juan Luis Arsuaga (derecha), codirector de Atapuerca y firmante del nuevo estudio. “Por eso extrajimos algunos de los especímenes con instrumentos limpios y los hemos dejado encapsulados en el barro circundante para minimizar alteraciones posteriores a la excavación”, resalta.
Extraer ADN del núcleo celular, es decir, de células que murieron hace 430.000 años, es un enorme reto tecnológico, explica Carles Lalueza-Fox (izquierda), investigador y experto en ADN antiguo que no ha participado en este estudio. “El equipo comenzó con unas 2.600 millones de secuencias de ADN y fue descartando la inmensa mayoría hasta quedarse solo con unas pocas posiciones comunes que equivalen a menos del 1% de todo el genoma humano, detalla”.
Una de las conclusiones que extrae Lalueza-Fox de ese material es la aparición persistente de hibridaciones, sexo e hijos fértiles entre unas especies y otras. “Tenemos media docena de datos de este tipo y en cada uno encontramos una hibridación“, resalta.
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Juan Luis Arsuaga y sus colegas, excavando en la Sima de los Huesos. JAVIER TRUEBA/MSF
Fuente: EL PAIS.com | 14 de marzo de 2016
Por Juan Luis ARZUAGA
Hace todavía poco tiempo, en 2014, se dio a conocer en la revista Nature el ADN humano más antiguo del mundo. Constituyó todo un hito en la corta historia de las investigaciones en el campo de la paleogenética. El fósil que proporcionó el ADN fue un fémur de hace 430.000 años de la Sima de los Huesos, en la Sierra de Atapuerca (Burgos), y el laboratorio donde se consiguió la proeza el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig. Paleontólogos de Atapuerca y genéticos del Max Planck firmaban el trabajo.
En aquel estudio pionero se reconstruyó el genoma mitocondrial casi completo de un individuo ensamblando segmentos increíblemente pequeños, en el límite mismo de lo reconocible. Nadie había podido repetir la hazaña de recuperar ADN humano tan antiguo hasta el día de hoy, en el que los mismos protagonistas hacen públicas, otra vez en Nature, nuevas secuencias genéticas de la población de la Sima de los Huesos.
Esta vez el estudio se ha centrado en el ADN nuclear. Hay que distinguir entre estos dos tipos de ADN para interpretar los resultados. El ADN mitocondrial se transmite por vía materna y se encuentra en unos orgánulos llamados mitocondrias (las “centrales de energía” de la célula) situados fuera del núcleo (en el citoplasma). El ADN nuclear es más fácil de entender: se hereda por las dos líneas, materna y paterna, se encuentra en los cromosomas y es el responsable de nuestras características de especie y, dentro de esta, de los rasgos individuales.
Los resultados de uno y otro tipo de ADN han resultado ser “aparentemente contradictorios” ; la realidad nunca es contradictoria, aunque a veces nosotros no seamos capaces de descifrarla coherentemente. En la anterior publicación se contaba que el ADN mitocondrial del fémur de la Sima de los Huesos era del mismo tipo que el de los fósiles de la cueva Denisova, situada nada menos que en Siberia, y que no estaba relacionado para nada con los neandertales.
Foto: Matthias Meyer y Juan Luis Arsuaga. David Trueba. Madrid Scientific Films
Pero en otro estudio de 2014, este publicado en la revista Science, los paleontólogos de Atapuerca concluían que población de la Sima de los Huesos sí estaba relacionada evolutivamente con los neandertales, a pesar de que el ADN mitocondrial dijera lo contrario.
Ahora, un segundo fémur ha corroborado que el ADN mitocondrial de la Sima de los Huesos se parece al de los denisovanos y no al de los neandertales. Pero el ADN nuclear de ese mismo fémur y el de un diente incisivo relacionan a la Sima de los Huesos con los neandertales, confirmando los resultados obtenidos estudiando las características físicas de los fósiles.
¿Cómo se puede entender esta paradoja? Parece seguro ya, en base a la morfología y el ADN nuclear, que la población de la Sima de los Huesos estaba, hace 430.000 años, en la senda de los neandertales. Pero su ADN mitocondrial, en cambio, no tenía nada que ver con ellos. Hacen falta más genomas nucleares y mitocondriales de otros yacimientos de la época para resolver el acertijo, aunque van a ser difíciles de conseguir (la conservación de los fósiles de la Sima parece única). De momento, una explicación compatible con los datos sería que el ADN mitocondrial de los neandertales vino de fuera y quizás lo trajeran poblaciones africanas que llegaron a Europa en un tiempo posterior al de la Sima.
El modo de tallar la piedra (la “cultura”) de las gentes de la Sima de los Huesos era de tipo achelense (o Modo II). Es la tecnología de las hachas de mano, como una que se encontró en la propia Sima con los esqueletos humanos (izquierda). Es posible que los inmigrantes africanos que introdujeron en Europa el ADN mitocondrial de tipo neandertal también difundieran el tipo de tecnología que sigue al achelense, el Modo III, que se conoce en Europa como musteriense.
En todo caso, no dejemos que las disquisiciones técnicas nos roben el asombro ante el descubrimiento del ADN de unos remotos antepasados de los neandertales que pisaron la Tierra (nuestra tierra) hace más de 400.000 años.
Además, como llevamos alguna que otra gota de sangre neandertal en nuestras venas, también podemos considerarlos antepasados nuestros.
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'Nuclear DNA sequences from the Middle Pleistocene Sima de los Hues... from MADRID SCIENTIFIC FILMS S.L. on Vimeo.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------'Homo Heidelbergensis' hallado en la Sima de los Huesos
Cuando se trata de reconstruir el pasado del ser humano, los paleoantropólogos analizan hasta el más mínimo detalle de los fósiles que encuentran. Comparan la forma de los dientes, del cráneo o de las mandíbulas y en algunos casos pueden medir el grosor o la longitud de los huesos de las extremidades. Pero saber de dónde viene el hombre y qué ocurrió con sus parientes extintos no es tarea sencilla. Los restos suelen tener decenas, sino cientos de miles de años de antigüedad. Están tan fragmentados e incompletos, que en lugar de una película de la evolución humana permiten construir una historia a partir de diapositivas, a veces borrosas.
El ADN puede cambiarlo todo.
Es una potentísima herramienta que permite remontarse al pasado y aclarar el árbol genealógico humano. Por desgracia, el material genético también sufre la devastación del tiempo, y los científicos pueden recurrir a él solo en contadas ocasiones. Un estudio publicado ayer en la revista Nature es consecuencia de una de estas oportunidades. En esta ocasión, investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig y del Centro Mixto de Evolución y Comportamiento Humanos, estos últimos dirigidos por Juan Luis Arsuaga, han hecho historia al analizar el ADN del yacimiento de la Sima de los Huesos, en Atapuerca. Con 430.000 años de «edad», se ha convertido, con mucho, en el ADN más antiguo nunca secuenciado. Además, ha permitido apoyar la hipótesis de que el hombre de Atapuerca era un antepasado lejano de los neandertales.
«Estamos ante una revolución, ante una proeza tecnológica», explicó Juan Luis Arsuaga, segundo autor del estudio y director científico del Museo de la Evolución Humana (en Burgos). Gracias a una nueva técnica, se han podido leer largas secuencias de ADN cuatro veces más antiguas que las analizadas en cualquier otro estudio anterior. «Hemos usado ADN en un estado de degradación ya límite, con el objetivo de establecer relaciones evolutivas».
En concreto, gracias al análisis del material genético de los núcleos de las células (el ADN nuclear), los investigadores han apuntalado la hipótesis de que el hombre de Atapuerca, representado por 28 individuos y 6.700 restos situados en la Sima de los Huesos, era un antepasado lejano de los neandertales. Una idea que ya llevan defendiendo decenas de años a partir del análisis de la forma de dientes y huesos, pero que ahora recibe un espaldarazo, quizás definitivo.
«Todos los estudios morfológicos anteriores los relacionaban. Por ejemplo, sus dientes son como gotas de agua», dijo José María Bermúdez de Castro, otro de los investigadores del estudio. Pero en este caso, tal como explicó, el ADN ha permitido aclarar el «complejo árbol evolutivo de los neandertales».
La historia de estos seres sufrió un ajuste en 2014, cuando un estudio publicado en «Nature» analizó el genoma mitocondrial de algunos restos de la Sima de los Huesos (este ADN se extrae de una parte de las células que se llaman mitocondrias y que solo se heredan de las madres, como si fueran una apellido). En aquella ocasión, este ADN mitocondrial de Atapuerca resultó ser más próximo al material genético del Hombre de Denisova, (un humano arcaico hallado en Asia), que al de los neandertales, lo que contradecía los estudios morfológicos.
Pero, «este estudio cierra el interrogante. El ADN nuclear confirma las semejanzas entre los restos de la Sima de los Huesos y el de neandertales», explicó Arsuaga. Y no solo eso. «Estos datos permiten calibrar el reloj molecular, y situar la bifurcación entre neandertales y sapiens en alrededor de 700.000 años», añadió.
Foto: SINC
Algunos autores han sugerido durante mucho tiempo que los humanos arcaicos sufrieron una importante separación hace 400.000 años, y que a partir de ella fue cuando pudo distinguirse entre el linaje de los sapiens y el de los neandertales. Dos humanos de la misma especie que se reproducían entre sí pero que tenían rasgos diferenciales. Pero con el estudio presentado hoy en «Nature», gana fuerza la hipótesis de que esta separación ocurrió mucho antes, hace unos 800.000 años.
«De acuerdo con esto, los restos de la Gran Dolina, -también en Atapuerca y pertenecientes al llamado 'Homo antecessor'- serían el último antepasado común entre neandertales y 'Homo sapiens'», añadió Juan Luis Arsuaga. Esto implicaría que otros humanos, como el Homo ergaster, ya pertenecerían a ese linaje tan complejo y diverso de los neandertales, y que no serían ese antecesor común.
Con suerte, los análisis de ADN permitirán estudiar más restos de ese santuario que es la Sima de los Huesos y seguir analizando material genético tan antiguo. Gracias a este y otros estudios, se podrá estar más cerca de la película de la historia de la especie humana, y averiguar por qué por ejemplo el gran linaje de los neandertales desapareció hace «tan solo» 40.000 años.
Fuente: quo.es | 14 de marzo de 2016
Finalmente, las expectativas se han cumplido y el equipo de genetistas encabezado por Matthias Meyer y Svante Pääbo (Departamento de “Evolutionary Genetics, Max Planck Institut, Alemania) han conseguido secuenciar parte del ADN nuclear de varios homininos de la Sima de los Huesos de Atapuerca (SH).
Tras obtener varios fósiles de este yacimiento en condiciones de máxima asepsia, los genetistas han logrado obtener ADN de dos dientes, un fémur y un fragmento de escápula. Los resultados acaban de ser publicados en la revista Nature. Esta es la segunda publicación sobre el ADN de estos humanos del Pleistoceno Medio. Pero todo parece indicar que se trata del inicio de una serie de trabajos que pueden dejar atrás varias hipótesis y dar un giro a nuestra forma de plantear la evolución humana en Europa.
El yacimiento de SH incluye una colección de cerca 7.000 restos de casi una treintena de individuos. Las posibilidades que se abren son muchas y sumamente interesantes. Dada la trascendencia de este trabajo, explicaré las consecuencias de sus resultados (de acuerdo con mi punto de vista) en tres posts sucesivos.
Meyer y Pääbo llevaban varios meses anunciando que las investigaciones iban por buen camino. En septiembre de 2015, durante la celebración del quinto congreso europeo sobre evolución humana (Londres) tuve ocasión de hablar con Matthias Meyer durante un buen rato. Es una persona sumamente agradable, con un entusiasmo contagioso. Meyer presentó en este congreso sus resultados preliminares, que invitaban al optimismo.
Antes de comentar los resultados de esta nueva investigación es conveniente recordar las primeras publicaciones sobre los restos fósiles encontrados en la Sima de los Huesos. En 1977, el profesor Emiliano Aguirre nos contó en la revista Journal of Human Evolution sus conclusiones del estudio de la mandíbula AT-1 (izquierda), recuperada del yacimiento por su discípula Trinidad de Torres.
En aquellos años todavía no había sino aproximaciones a la antigüedad del yacimiento, gracias a la presencia en el mismo de restos de osos de la especie Ursus deningeri, ya extinguida, encontrados junto a los restos humanos y estudiados por Trinidad de Torres en su tesis doctoral. En las primeras publicaciones se hablaba de fósiles del Pleistoceno Medio, pero sin mayor precisión. Considerando que este período tiene un recorrido de 780.000 a 120.000 años, todo el mundo reconocía que faltaba mucho para comprender el verdadero significado de este descubrimiento. Aguirre, junto a otros investigadores, notó entonces las similitudes de AT-1 con otras mandíbulas del Pleistoceno Medio, como las de Mauer, Arago y Montmaurin. Los fósiles de estos yacimientos se consideraban entonces como pre-neandertales, una denominación todavía demasiado vaga. Faltaban dataciones y, sobre todo, muchos más fósiles.
Cuando la Sima de los Huesos comenzó a ofrecer centenares de restos humanos iniciamos el estudio sistemático de diversas partes anatómicas. Algunos de esos trabajos fueron el fruto de tesis doctorales muy elaboradas. En todas las publicaciones se llegaba de manera irremediable a la misma conclusión: los homininos de la Sima de los Huesos estaban relacionados con los neandertales. Si en la SH solo se hubieran encontrado dientes nuestra conclusión habría sido que los humanos de este yacimiento pertenecieron a la población neandertal más clásica del Pleistoceno Superior. Tal era su parecido con los dientes de todos los yacimientos neandertales conocidos en Europa.
Puesto que en aquellos años aún no se habían conseguido dataciones del yacimiento se podía pensar que la Sima de los Huesos podía tener una antigüedad no superior a 200.000 años. Aunque el aspecto de los restos craneales también recordaba al de los neandertales clásicos, muchos de sus rasgos eran primitivos y sugerían una antigüedad mayor. Después de varias aproximaciones a la cronología del yacimiento, que ofrecían un rango temporal demasiado amplio, en 2014 se obtuvo una fecha en torno a los 400.000 años. Ese dato fue satisfactorio para propios y extraños.
Cuando se publicaron los resultados del ADN mitocondrial (ADNmt) recuperado de un fragmento de fémur de la Sima de los Huesos todos los expertos se quedaron perplejos. Cierto, los humanos de la SH parecían estar relacionados con los neandertales, pero se observó una mayor proximidad con los Denisovanos de Siberia, cuya antigüedad no supera los 50.000 años. Había que secuenciar el ADN nuclear para salir de dudas. Recordemos que el ADNmt se transmite por vía materna y los resultados eran difíciles de explicar.
El estudio del ADN nuclear ha sido concluyente. Los humanos de la Sima de los Huesos tienen una relación muy estrecha con los neandertales. La morfología de los restos fósiles (y en particular de los dientes) y el ADN extraído de esos restos ofrecen resultados coincidentes. El análisis conjunto del ADN nuclear y del ADNmt todavía deja dudas sobre la posibilidad de una relación directa entre los humanos de la Sima de los Huesos y los neandertales clásicos del Pleistoceno Superior. Pero ya no inquieta la posibilidad de que en breve los humanos de este yacimiento de Atapuerca puedan ser considerados por muchos expertos como pertenecientes a la especie Homo neanderthalensis. El recorrido evolutivo de esta especie simplemente sería mayor. Los dos posts siguientes analizarán las consecuencias y el alcance del estudio del ADN nuclear de la Sima de los Huesos, que pueden ayudarnos a comprender la filogenia humana de Europa durante el último millón de años.
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Fuente: quo.es | 14 de marzo de 2016
En el post anterior refería el extraordinario logro que ha supuesto el aislamiento y estudio del ADN nuclear de los homininos de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca. Las investigaciones del equipo de genetistas liderados por Matthias Meyer y Svante Pääbo, publicados el lunes 14 de marzo en la revista Nature, ya están en boca de todos los expertos.
Quizá muchos estén dispuestos finalmente a admitir que las raíces de los neandertales pueden ser mucho más profundas y consistentes de lo que se pensaba hace unos años. No nos puede extrañar que una gran mayoría consideren oportuno incluir a los humanos de este yacimiento de la sierra de Atapuerca en la especie Homo neanderthalensis. Esta sería la opción más razonable, si consideramos el concepto biológico de especie.
A este respecto, los componentes del equipo investigador de Atapuerca preferimos mantener una posición más prudente, a la espera de nuevos estudios. Los resultados sobre el ADN mitocondrial (también presentados en el último trabajo publicado en la revista Nature) siguen ofreciendo una relación más estrecha de los homininos de la Sima de los Huesos con los Denisovanos que con los Neandertales clásicos del Pleistoceno Superior. La relación entre estos últimos y los humanos de las Sima de los Huesos no parece ser directa. En otras palabras, la genealogía Neandertal pudo tener varias “ramas familiares”, que podrían ser denominadas de acuerdo a criterios paleontológicos.
Hecha esta salvedad, es importante mencionar uno de los resultados más sorprendentes del trabajo del equipo de Matthias Meyer y Svante Pääbo. Según sus estimaciones, y de acuerdo con una tasa de mutación de consenso, la separación geográfica (África y Europa) de las respectivas genealogías de los Neandertales y de Homo sapiens habría sucedido hace entre 550.000 y 765.000 años. Estos datos retrasan un mínimo de 150.000 años la fecha admitida hasta el momento. Si tomamos el punto medio de ese rango temporal la separación geográfica de las dos genealogías habría sucedido hace unos 650.000 años. Es decir, en un fecha anterior a la cronología estimada para la mandíbula de Mauer, encontrada en 1907 cerca de la ciudad alemana de Heidelberg.
Recordemos que esta mandíbula fue incluida por su descubridor (Otto Schoetensack) en la especie Homo heidelbergensis. Este nombre ha sido utilizado desde hace más de veinte años para nombrar al ancestro común de la genealogía humana moderna y la genealogía de los Neandertales. Además, bajo el “paraguas” de Homo heidelbergensis se ha dado cabida a fósiles africanos y asiáticos. En otras palabras, Homo heidelbergensis se ha considerado como una especie de amplia distribución y la madre de Homo neanderthalensis (Europa) y de Homo sapiens (África).
Pero los datos publicados en Nature son demoledores. Esta tesis ya no se puede mantener. Si los humanos representados por la mandíbula de Mauer, el ejemplar representante (holotipo) de esta especie, ya estaban comprometidos con la genealogía europea de los Neandertales difícilmente podrían ser al mismo tiempo origen de las poblaciones africanas de nuestra especie.
Ciertamente, la genealogía de los Neandertales parece ser más antigua y pudo tener varias ramas familiares. La familia representada por la mandíbula de Mauer pudo ser la más antigua y habría llegado a Europa hace unos 700.000 años. Esta familia, que vivió en latitudes elevadas del hemisferio norte, pudo sobrevivir a las glaciaciones en refugios de regiones más septentrionales. Si los restos humanos encontrados en la cueva de Arago (los mejor conocidos tienen entre 450.000 y 400.000 años) del sur de Francia también pertenecen a esta familia, coincidieron en el tiempo con los homininos de la Sima de los Huesos.
En resumen, tenemos que trabajar con la hipótesis de que en los inicios del Pleistoceno Medio una población humana ancestral, quizá situada en alguna región de contacto entre África y Eurasia, se fragmentó en dos poblaciones diferentes. La rama africana, de la que se sabe muy poco, terminó por cuajar en la especie Homo sapiens. La rama eurasiática pudo dar origen a varias familias de la genealogía Neandertal. No todas habrían ocupado Europa al mismo tiempo, sino que habrían ido llegando cuando las condiciones climáticas lo permitieron. Dada su proximidad “familiar”, pudieron coexistir e incluso mezclarse entre ellas, dando lugar a la diversidad de formas que nos ofrece el registro fósil. La historia evolutiva de la prehistoria Europa pudo ser extremadamente compleja y su estudio se antoja apasionante bajo las nuevas premisas que nos ofrecen los datos inesperados (por su antigüedad) del estudio del ADN de la Sima de los Huesos.
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Fuente: quo.es | 14 de marzo de 2016
En los dos posts anteriores presenté tanto la conclusión central como algunas de las posibles consecuencias del trabajo publicado el lunes 14 de marzo en la revista Nature por el equipo de genetistas encabezado por Matthias Meyer y Svante Pääbo (Departamento de “Evolutionary Genetics, Max Planck Institut, Alemania).
Los humanos de la Sima de los Huesos pertenecen a una de las muchas posibles familias de la genealogía neandertal. De acuerdo con el concepto biológico de especie, su clasificación más lógica sería la de Homo neanderthalensis. También comenté la prudencia del equipo investigador de Atapuerca sobre esta cuestión, debido a la sorprendente proximidad de los homininos de la Sima de los Huesos con los Denisovanos, según lo que se desprende del estudio del ADN mitocondrial.
Además, en el post anterior reflexioné sobre los datos obtenidos por estos genetistas para el momento de la separación geográfica de la genealogía de Homo sapiens (África) de la genealogía de los neandertales (Eurasia). Aunque Meyer y Pääbo no entran a fondo en cuestiones taxonómicas, es evidente que, si esa separación sucedió hace entre 550.000 y 765.000 años, la mandíbula de Mauer (el holotipo de Homo heidelbergensis) podría ser un representante muy antiguo de la familia neandertal y no el origen de las dos genealogías. Algunas de las características de esta mandíbula apoyan esta hipótesis, que tiene dos consecuencias.
En primer lugar, aquellos especímenes africanos y asiáticos incluidos en Homo heidelbergensis y que no muestran ningún rasgo neandertal quedarían “huérfanos de especie” y habría que renombrarlos. Esto no supondría un problema grave, porque existen algunos nombres específicos propuestos en la literatura donde encajarían bien. Por ejemplo, fósiles africanos como el cráneo de Bodo (Etiopía, 600.000 años) pertenecerían a la genealogía de nuestra especie. En la literatura existen dos nombres específicos: Homo rhodesiensis y Homo helmei, en los que podría incluirse tanto al cráneo de Bodo como a otros especímenes africanos. Los expertos no tardarán en dar su opinión.
Por otro lado, la separación geográfica de la genealogía neandertal y la genealogía de nuestra especie fue precedida por un cierto rango temporal en el que vivió el ancestro común de ambas. En la imagen que acompaña a este post, el investigador Jonathan K. Pritchard situaba hace pocos años la separación geográfica de la genealogía de los neandertales y la genealogía de Homo sapiens en unos 400.000 años. Según las investigaciones de éste y otros científicos, el ancestro común de ambas pudo vivir hace 700.000 años. Con los nuevos datos de Meyer y Pääbo, la separación geográfica y el ancestro común tendrían que retrasarse muchos miles de años. Quizá estaríamos retrocediendo hasta hace casi un millón de años para encontrar a ese ancestro común.
Revisando el registro fósil, tenemos tres posibles candidatos: Homo ergaster, que vivió en África, Homo erectus, que lo hizo en Asia y Homo antecessor, que solo se ha encontrado en Europa. Muchos especialistas consideran que Homo ergaster y Homo erectus son sinónimos de la misma especie. Para estos colegas solo quedarían entonces dos candidatos. Homo antecessor tiene muchos rasgos primitivos, por supuesto, pero ya había derivado en algunos de sus aspectos esqueléticos hacía Homo sapiens y hacia Homo neanderthalensis. Esa es una ventaja indudable con respecto a Homo erectus, que mantuvo un aspecto primitivo en la mayoría de sus rasgos esqueléticos.
En conclusión, es posible que de nuevo tengamos que volver a revisar nuestra “vieja” hipótesis de 1997, en la que propusimos a Homo antecessor (840.000 años) como la especie antecesora común de los Neandertales y de los humanos modernos. Seguiremos con el hándicap de que esta especie se ha encontrado únicamente en Europa. Pero no queda más remedio que aceptar que, por el momento, es la mejor candidata. Las futuras excavaciones en Gran Dolina no tardarán en llegar y tendremos nuevas evidencias. Mientras llega ese momento, confiamos en que se localicen nuevos yacimiento de esa misma antigüedad en otros lugares de Eurasia.
Fuente: EL MUNDO.es | 15 de marzo de 2016
Por Juan Luis Arsuaga, paleoantropólogo de la Universidad Complutense de Madrid y codirector del yacimiento de Atapuerca.
Foto: Cráneo llamado Miguelón, hallado en la Sima de los Huesos en 1992. JAVIER TRUEBA
La Sima de los Huesos en Atapuerca es única por la gran acumulación de fósiles humanos que allí se ha encontrado. Poco a poco, década a década, se van recuperando los huesos de casi treinta esqueletos que están completos, aunque por lo general rotos y en gran medida mezclados unos con otros. Las últimas dataciones apuntan a una edad geológica de entre 400.000 y 450.000 años. Durante el verano, los paleontólogos se afanan en la excavación del yacimiento y en la interpretación de los principales rasgos geológicos, que son la clave para entender cómo se formaron las diferentes capas. Al conocer cada vez mejor el yacimiento, es posible también planear con más acierto la estrategia de excavación: por dónde extenderse, dónde profundizar.
En las otras tres estaciones del año, se restauran y se estudian los fósiles en el laboratorio, se juega al gigantesco rompecabezas de los casi 30 esqueletos rotos en miles de fragmentos mezclados, y se aplican las nuevas técnicas de análisis que están revolucionando a un ritmo acelerado el campo de la evolución humana. Por ejemplo, hace poco publicábamos un trabajo sobre el crecimiento de la cara en la evolución humana utilizando el microscopio electrónico para estudiar su histología. Esta vez se trata del ADN. En un trabajo que se publicó en 2014 en la revista Nature se informó de que se había conseguido reconstruir el ADN mitocondrial extraído de un fémur. Era el más antiguo de la historia. Como pasa con los esqueletos, el ADN es también un gran rompecabezas porque lo que se conserva en los fósiles de la Sima son fragmentos diminutos. El genoma mitocondrial no era del tipo neandertal, como esperábamos por el aspecto de los fósiles de la Sima, sino que se parecía al genoma mitocondrial de los fósiles la cueva Denisova, ¡en Siberia! De estos últimos sólo conocemos la genética, no su aspecto físico.
En el nuevo estudio publicado en Nature, el ADN mitocondrial de otro fémur de la Sima ha resultado ser también de tipo denisovano. Sin embargo, su ADN nuclear (del que se ha podido secuenciar una parte) lo relaciona con los neandertales, de los que parece un antepasado remoto o pariente muy viejo. Lo mismo pasa con el ADN nuclear de un diente incisivo que también se ha podido secuenciar. Me detengo un momento para destacar que es la primera vez que se obtiene ADN nuclear de un fósil humano tan antiguo.
Así pues, el ADN mitocondrial, que se transmite solo por vía materna, dice una cosa respecto del lugar que los humanos de la Sima ocupan en la evolución humana, y el ADN nuclear, el de los cromosomas que heredamos de nuestro padre y de nuestra madre, dice otra. Y lo que dice el ADN nuclear es que hace más de 400.000 años había empezado la evolución de los neandertales, y que su rama ya se había separado de la nuestra. Sin embargo, el ADN mitocondrial de los neandertales tiene otro origen, que de momento permanece enigmático. ¿De qué madres viene? ¿De madres africanas tal vez? Como siempre ocurre cuando se abre una nueva ventana al conocimiento, nos las tenemos que ver con otro rompecabezas.
Fuente: EL Pais | Javier Sampedro | 18 de marzo de 2016
No todo ocurrió en África, después de todo. Durante décadas, cada vez que un estudioso de la evolución humana se ha visto en dificultades para explicar algo, ha remitido el problema al continente madre y santas pascuas. Nuestro ancestro el Homo erectus salió de África hace dos millones de años, pero la percepción común es que alguien o algo le había prohibido evolucionar fuera de allí. Si en Europa había neandertales, por ejemplo, sería porque habían evolucionado en África y salido de allí después. En la evolución humana, todo valía siempre que hubiera ocurrido en África. Era absurdo, y Atapuerca nos muestra hoy que también era falso, como puedes leer en Materia.
Un incisivo, una muela, una escápula y un trozo de fémur. Poca cosa si todo el mundo los ha tocado con sus manazas, pero una máquina del tiempo capaz de viajar 400.000 años atrás cuando los paleontólogos, además de remangarse, se ponen unos guantes y obtienen sus muestras en las condiciones óptimas para recuperar el ADN antiguo que esos fósiles puedan conservar. Es lo que han hecho Juan Luis Arsuaga y el resto del equipo de la excavación de la sima de los huesos. Eso, y colaborar con los mejores especialistas en ADN antiguo: Svante Pääbo y sus discípulos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig.
Hace ya 20 años que el equipo de Atapuerca describió a los homínidos (homininos, técnicamente) de la Sima de los Huesos, en Atapuerca, como preneandertales: una gente que no era exactamente como los neandertales que vivirían en Europa cientos de miles de años después, pero que mostraba signos de estar evolucionando hacia ellos. La idea era delicada en la época, puesto que apuntaba a un episodio de la evolución humana que no había ocurrido en África. Y hace tres años se acabó de complicar definitivamente con la lectura de su ADN mitocondrial: no era afín al de los neandertales, sino al de otra especie arcaica distinta, los misteriosos denisovanos que vivieron hace 50.000 años en Siberia. Las cosas no parecían encajar.
Pero la lectura de parte del genoma nuclear (la gran mayoría del genoma) de los antiguos burgaleses ha aclarado la cuestión esta semana. El hombre de Atapuerca era un preneandertal, después de todo, tal y como denunciaba su morfología. Y sigue siendo, por tanto, muy probable que los neandertales evolucionaran en Europa, y no en África. La afinidad denisovana de su ADN mitocondrial no era un error, sin embargo: los científicos la han confirmado en las nuevas muestras, y por tanto es ahora más enigmática que nunca. Si los preneandertales tenían mitocondrias denisovanas, ¿de dónde sacaron los neandertales sus mitocondrias neandertales?
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