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Es físicamente imponente, ronda los cincuenta y tantos y tiene una barba gris despeinada que desaparece en su capa de piel de jabalí. Su pecho está cubierto de tiza y entrecierra los ojos azules, como si avistara algo en la distancia. Lo han apodado «Ludvig» y vivió en el norte de Europa hace unos 8.000 años.
Es una pena que Ludvig no pueda hablar, porque los investigadores tienen muchas preguntas que hacerle. Se trata de la primera reconstrucción facial a partir de restos humanos excavados hace casi una década en Kanaljorden, un curioso yacimiento arqueológico en la región centro-meridional de Suecia, donde en torno al año 6.000 a.C., alguien dispuso huesos humanos y animales deliberadamente sobre una plataforma de piedra sumergida en el centro de un pequeño lago. Kanaljorden se hizo famoso en 2018 con la publicación de un informe sobre la excavación que señalaba que la madera preservada dentro de dos de los cráneos indicaba que al menos algunos de ellos habían estado montados sobre estacas. Los expertos nunca habían visto nada igual.
Trabajos de excavación sobre el túmulo de piedras de Kanaljorden / Fredrik Hallgren
«Es un yacimiento muy fascinante y bastante complejo en el que trabajar», afirma Fredrik Hallgren (izquierda), director del proyecto de Kanaljorden para la Fundación del Patrimonio Cultural de Suecia.
La reconstrucción facial fue encargada por el Charlottenborgs slott, un museo en la localidad cercana de Motala, donde se exhibirá a partir de hoy. El museo se encuentra en una mansión del siglo XVII construida por el conde Ludvig Wierich Lewenhaup (de ahí el nombre de Ludvig).
Hannah Graffman, directora de ocio y cultura de Motala, contó que la reconstrucción ofrecería a los vecinos la oportunidad de ver el aspecto de uno de sus primeros residentes. Reconoce que su apodo «no es un nombre de la Edad de Piedra».
Kanaljorden, que se excavó entre 2009 y 2014, es un yacimiento fascinante para los arqueólogos que estudian el Mesolítico escandinavo, un periodo posterior al retroceso de los últimos glaciares de la región y durante el que empezaron a desplazarse los grupos de cazadores-recolectores de Europa continental occidental y Europa nororiental hace unos 11.000 años.
Una arqueóloga sujeta uno de los cráneos hallados en el yacimiento de Kanaljorden / Fredrik Hallgren
Los restos de Kanaljorden no se parecen a otras tumbas del Mesolítico escandinavo, que tienden a estar en tierra. En torno al 6.000 a.C., los cráneos de nueve hombres y mujeres fueron colocados deliberadamente en el lago —quizá montados en estacas— y se mezclaron con las mandíbulas (pero no cráneos) de varias especies de animales locales, entre ellas jabalíes, osos, ciervos y tejones.
«Es casi como si los humanos y los animales se complementaran de forma simbólica», explica Hallgren.
Oscar Nilsson es uno de los mejores expertos históricos en reconstrucción facial del mundo.
La naturaleza insólita de Kanaljorden llamó la atención del arqueólogo y escultor Oscar Nilsson, que estudió fotografías del yacimiento para tratar de entender qué podría haber motivado a las personas de aquella época a disponer y sumergir los huesos de forma tan minuciosa.
«Cuando observas los cráneos, la forma en que los colocaron, vemos el mundo de su imaginación, su religión», afirma.
Los investigadores consiguieron obtener datos del ADN de seis de los nueve cráneos, lo que les permitió determinar el color de los ojos, la piel y el pelo de los individuos. Es probable que algunos europeos mesolíticos tuvieran un tono de piel más oscuro que los habitantes modernos, un hecho reflejado en recreaciones recientes de dos mujeres que vivieron en Escandinavia en torno a la época de Ludvig o más adelante. Aunque Ludvig tiene piel y ojos claros, el ADN del cráneo de una mujer que se reconstruirá el año que viene indica que era rubia, pero que tenía un tono de piel más oscuro, lo que atestigua la complejidad genética de Escandinavia en aquella época.
Graffman está ansioso por ver cómo reciben a Ludvig los residentes actuales de Motala y considera la reconstrucción una forma de tender puentes entre las personas a través del espacio y el tiempo.
Cráneo en el cual se basó la reconstrucción de Ludvig. Imagen: Oscar Nilsson / S. Gummesson et al., 2018
«Eso es lo que intentamos hacer en todo tipo de áreas diferentes, ya sea como con esta reconstrucción o cuando leemos libros sobre otras personas o vemos un arte que nos conecta», afirma. «Creo que es importante hallar vínculos entre las personas».
Fuentes: nationalgeographic.es | livescience.com | 23 de junio de 2020
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