La Universidad de Valladolid investiga un monumento funerario neolítico de 25 metros en Burgos con restos de 65 personas

Reconstrucción del dolmen de El Pendón, en Reinoso (Burgos).UNIVERSIDAD DE VALLADOLID / FRAN TAPIAS

Hace unos 5.500 años, un grupo humano levantó un dolmen en lo que hoy es la comarca de Buraba (Burgos) y lo rodeó de un imponente complejo funerario para enterrar a los integrantes de esta comunidad neolítica. El túmulo alcanzaba un diámetro de unos 25 metros y una altura de tres, lo que les permitía, además, controlar visualmente todo el valle, algo que no era baladí en aquellos milenios, dada la inestabilidad de la zona y el rastro de muertes violentas que han hallado ahora los arqueólogos de la Universidad de Valladolid.

Los expertos han analizado los restos de las 65 personas inhumadas dentro del monumento y han logrado reconstruir cómo vivieron y cómo murieron. Pero entre todo destaca el cráneo de una anciana (de poco más de 50 años, cuando en aquellas épocas las esperanza de vida no superaba los 40) con cuatro perforaciones en la cabeza: dos junto a los conductos auditivos y otras dos (una de ellas sin acabar) en la parte posterior del cráneo, a la altura de las órbitas oculares. ¿Un médico intentó salvarla y murió en la sala de operaciones? Un enigma que trae de cabeza al equipo que dirige el catedrático de Prehistoria, Manuel Rojo Guerra  (izquierda), que, de momento, ha sido capaz de desentrañar la evolución de este complejo en el que se entremezclan también niños incinerados, violencia extrema, una avenida pavimentado con huesos humanos y un extraño final. Un puzle cuyas piezas empiezan a encajar en el laboratorio.

Reinoso es un pequeño pueblo burgalés de una veintena de vecinos que ha apostado por dar a conocer, conservar y divulgar su historia apoyando la investigación, junto con la Diputación de Burgos y la Junta de Castilla y León. En lo que ahora es su término municipal, en el IV mileno antes de nuestra Era, se erigió este imponente sepulcro donde descansaría esta comunidad del Neolítico “como representación y referencia del grupo”, explica el catedrático Rojo.

Foto: El equipo de arqueólogos ha excavado durante un mes en el monumento megalítico. - Foto: S.F.L.

El enterramiento incluía un corredor de acceso de 10 metros y una cámara funeraria subterránea de tres de diámetro. Se construyó con enormes lajas de piedra caliza extraídas de las proximidades. Y así fue durante 300 años hasta que algo ocurrió a finales del IV milenio, según las pruebas de Carbono-14. “De manera repentina, el lugar dejó de tener una función funeraria para convertirse en un referente ceremonial donde realizar actos religiosos”, indica Cristina Tejedor-Rodríguez (derecha), codirectora de los trabajos arqueológicos.

Los pobladores, sin una razón que se conozca aún, comenzaron a desmantelar el gran pasillo de acceso y la mayor parte del túmulo que rodeaba el sepulcro colectivo. Trasladaron las grandes piedras que se alzaban a ambos lados del pasillo y las sustituyeron por bloques de arenisca rojiza. Luego, cubrieron la calzada con huesos de sus antepasados. Las enormes piedras del corredor fueron, además, reutilizadas para sellar la cámara funeraria –esta no fue desmontada- con la finalidad de “evitar futuras violaciones del recinto sagrado de los ancestros”.

Toda esta trasformación se acompañó, además, de un acto ceremonial sorprendente. En lo que era la entrada a la cámara funeraria se encendió una enorme pira donde fueron calcinados restos humanos, preferentemente infantiles. Poco después, "toda la plataforma que había quedado libre por el desmantelamiento de la mayor parte del túmulo, fue pavimentada con piedras planas creándose un lugar de culto y celebración de ceremonias cíclicas al amparo de un halo místico”, explica el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid.

Foto: Las lajas de arenisca que el arqueólogo Manuel Rojo señala delimitan el pasillo de la tumba.

El estudio osteoarqueológico preliminar, llevado a cabo por Sonia Díaz Navarro (izquierda), miembro del equipo de Rojo, desvela que, al menos, 65 individuos fueron enterrados en el monumento. Se han hallado tanto huesos de hombres como de mujeres en porcentajes similares, siendo sorprendente la alta densidad de individuos infantiles que llegan al 40%, circunstancia única en este tipo de enterramientos.

Los primeros resultados de laboratorio han permitido reconstruir también los modos de vida y muerte. “A partir del análisis de los marcadores conocemos algunas de sus actividades, que provocaron respuestas óseas por hiperactividad de músculos y ligamentos y que provienen del estrés físico”, indica Sonia Díaz.

Los restos óseos demuestran que estos pobladores soportaron y trasladaron pesadas cargas, así como realizaron largas marchas por terrenos abruptos. “Llama la atención la presencia de, incluso, menores de 10 años, lo que sugiere una temprana colaboración en las tareas comunitarias”, añade el experto. “Las condiciones de vida eran durísimas, ya que la mayor parte de los huesos presentan signos de enfermedad articular degenerativa con diferentes grados de espondilosis u osteoartrosis. Además, se ha documentado un elevado índice de traumatismos vertebrales, muchos de ellos asociados a caídas desde grandes alturas”.

Vecinos de Reinoso (Burgos) disfrazados en una imagen de promoción del dolmen de El Pendón. AYUNTAMIENTO DE REINOSO

El estudio de las patologías orales indica, igualmente, desgastes severos en la dentición que llegan a destruir la corona del diente, lo que demuestra que no utilizaban la dentadura solo para masticar alimentos, sino que era una herramienta más, una especie de tercera mano. Las infecciones bucodentales en forma de abscesos les provocaban una pérdida prematura de las piezas dentales. Se ha detectado también un individuo al que le extrajeron el segundo molar superior izquierdo para intentar detener la infección que sufría.

La investigación ha desvelado también “la presencia de traumatismos asociados a episodios violentos que en algunos casos provocaron la muerte, mientras que otras lesiones muestras signos claros de una larga supervivencia”. De las personas estudiadas cinco recibieron disparos por puntas de flecha, dos de ellos en el cráneo –uno falleció al poco tiempo, mientras otro sobrevivió-, otros tres fueron atacados por la espalda con un objeto contundente, dos más fueron heridos en la cadera con un arma parecida a un hacha…

Cráneo de la anciana con perforaciones hallado en el dolmen de El Pendón. UNIVERSIDAD DE VALLADOLID

Pero entre todos los individuos analizados destaca el cráneo de una mujer anciana a la que no le quedaban dientes. “Tras su órbita izquierda documentamos un orificio que parece responder a una intervención. Un par de centímetros más arriba junto a la sutura esfenofrontal se observa un segundo intento, en este caso inconcluso”, explica Díaz Navarro.

Pero además presenta otros dos agujeros junto a los conductos auditivos probablemente provocados “por un colesteatoma bilateral, afección pseudotumoral que provoca la osteolisis de las paredes del oído y puede dar lugar a sordera, vértigos, abscesos cerebrales e incluso septicemia y parálisis en los casos más graves”. O no, a lo mejor el cirujano le perforó la zona de los oídos, y luego intentó hacer lo mismo en la parte posterior del cráneo. Lo logró una vez, pero no la segunda, la perforación terminó inconclusa y la anciana murió entre grandes dolores. ¿Quién era para recibir esa atención? El laboratorio dará pronto la respuesta, mientras los vecinos de Reinoso esperan qué descubren los científicos de un yacimiento del que se muestran tan orgullosos. Y lo muestran.

Fuente: pacot.es | elpais.com | diariodeburgos.es | 29 de junio de 2020

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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el julio 18, 2020 a las 9:48pm

En busca de nuevos datos sobre las prácticas funerarias que tuvieron lugar en el dolmen de ‘El Pendón’

Excavaciones en el dolmen de El Pendón, en Reinoso (Burgos).

El equipo científico dirigido por Manuel Rojo Guerra, catedrático de Prehistoria y responsable del Instituto de Promoción Cultural Arcadia de la Universidad de Valladolid (UVa), iniciará este mes de julio una nueva campaña de exploración arqueológica en el dolmen de El Pendón, ubicado en la localidad burgalesa de Reinoso. Los trabajos se extenderán hasta el próximo 30 de agosto, con la colaboración y financiación del Ayuntamiento de Reinoso, la Diputación de Burgos y la Junta de Castilla y León.


El dolmen El Pendón es uno de los escasos monumentos megalíticos documentados en la comarca de la Bureba y el único que ha sido objeto, hasta el momento, de una excavación arqueológica. Las distintas campañas de excavación llevadas a cabo desde 2016 por el equipo de la UVa han proporcionado importantes hallazgos, no sólo de carácter material y estructural, sino también en relación al tipo de prácticas rituales funerarias que las poblaciones llevaron a cabo en estos lugares.


Toda esta información ha permitido reconstruir parcialmente la compleja biografía de este dolmen que originalmente debía tener unos 25 metros de diámetro y cerca de tres de altura. Su devenir temporal engloba dos momentos principales de utilización: un primero de cronología neolítica, que se corresponde con la fase de construcción y primeros usos funerarios del sepulcro; y un segundo ya a inicios del periodo Calcolítico, en el que se ha documentado un complejo proceso de remodelación y clausura que tuvo como resultado la completa transformación del monumento, tanto en su faceta arquitectónica como su funcionalidad y significación socio-cultural.


Una importante dimensión funeraria


Fragmento óseo recuperado en el dolmen de El Pendón.

El equipo ha podido documentar diferentes prácticas rito-funerarias que allí se llevaron a cabo. Por ejemplo, se han identificado distintos eventos de sellados pétreos, el desmantelamiento de parte de la estructura interna, diversas manipulaciones y actos de selección esquelética, posibles prácticas de amortización de recipientes cerámicos, distintos agrupamientos y reordenamientos intencionales de huesos humanos o la quema intencionada post-mortem de algunos cráneos y restos óseos.

Los datos avalan la riqueza de este dolmen tanto en términos cuantitativos como cualitativos: el número de cráneos localizados supera ya el medio centenar y el total de restos humanos alcanza la sorprendente cifra de 12.000, teniendo en cuenta que aún falta por excavar parte del osario. Hasta el momento, ha podido documentarse restos de 65 individuos.

 

En este sentido, el buen estado de conservación del conjunto óseo ha permitido al equipo recuperar ciertas partes esqueléticas que normalmente no se conservan o aparecen completamente deterioradas –como varios huesos hioides, cartílagos tiroides osificados propios de personas de avanzada edad y huesos del oído como el martillo, yunque y estribo-, así como identificar simplemente ‘de visu’ diversas patologías. Es el caso del cráneo de una mujer mayor –de alrededor de 50 años- que presenta dos perforaciones en las mastoides y que pudo ser intervenida para solucionar problemas de otitis en el oído medio (colesteatoma).

 

Por otro lado, un rasgo singular de este megalito es la abundancia de restos pertenecientes a individuos infantiles y juveniles, ya que estos grupos de edad suelen presentar una baja representatividad en este tipo de contextos funerarios. Por su parte, el conjunto material recuperado en este yacimiento es muy significativo, con elementos que destacan su singularidad y excepcionalidad, como una importante colección de puntas de flecha, elementos de adorno como cuentas de collar en distintas materias primas o colgantes realizados sobre colmillos de jabalí perforados, algunas cerámicas decoradas, láminas y microlitos geométricos sobre sílex.

 Reconstrucción 3D del dolmen de El Pendón.

Objetivos para 2020 y puesta en valor del dolmen

En la presente campaña, los investigadores tratarán de completar la excavación del primer nivel de osario, documentando detalladamente todas las evidencias de posibles manipulaciones esqueléticas y otras prácticas rito-funerarias, así como las pautas de acceso al sepulcro por sexo y edad. Se intentará además precisar cronológicamente la fase de construcción del dolmen, así como delimitar y excavar su trazado original, entre otros aspectos.

 

Al margen de los objetivos estrictamente arqueológicos, el equipo quiere afianzar la puesta en valor, promoción y divulgación del dolmen de El Pendón, con el fin último de transmitir el significado y la relevancia histórica y patrimonial de este monumento y consolidarlo como seña identitaria del municipio de Reinoso.

 

Para ello, y con el apoyo de la Fundación 3CIN -entidad especializada en la comunicación de la I+D+i-, ha puesto en marcha una campaña de difusión online del dolmen, a través de la recientemente creada web del Instituto de Promoción Cultural Arcadia (www.arcadia.uva.es) y de las redes sociales Facebook, Twitter y Youtube. A lo largo de la campaña de excavaciones el equipo narrará sus avances y sus vivencias en un blog y contará su día a día en las redes sociales con el hashtag #DiarioDelDolmen para hacer partícipe del proyecto a toda la sociedad, en una innovadora iniciativa de divulgación digital del patrimonio.

Fuente: dicyt.com | 14 de julio de 2020

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el agosto 19, 2020 a las 11:14pm

Vida y muerte de una tumba milenaria

Trabajos de excavación en el monolito, en Reinoso (Burgos). Foto proporcionada por el autor.

Reinoso es un pequeño pueblo en la comarca burgalesa de La Bureba que se siente orgulloso de su pasado milenario, representado por un sepulcro colectivo conocido por el topónimo en el que se ubica: El Pendón. El equipo que dirijo lleva seis años desentrañando los secretos que encierra entre sus piedras este monumento megalítico construido hace unos 5.500 años.

La vida del monumento ha sido muy azarosa desde su construcción hasta que los arqueólogos nos pusimos manos a la obra. Nuestro objetivo es conocer quiénes lo construyeron, cómo y cuándo se enterraron, el porqué de su aspecto y estado actual y el sinfín de vicisitudes por las que la tumba hubo de pasar hasta detentar el aspecto actual.

El aspecto actual del monumento nada tiene que ver con el que tuvo en su origen. Dicha transfiguración no se ha debido a la casualidad, a la acción del tiempo ni al lógico deterioro de una estructura arquitectónica. No. Todo forma parte de un proceso deliberado, un diseño perfectamente planificado y ejecutado con precisión. Gracias a él, una tumba ha dejado de cumplir su función primaria para detentar definitivamente, a lo largo de milenios y hasta ahora, la función de referente monumental en un paisaje completamente humanizado.

Evolución del dolmen. Fotos proporciondas por el autor.

Sus constructores diseñaron un tipo de tumba muy extendida en la península ibérica que se conoce como sepulcro de corredor. Está compuesto por una estructura megalítica (de grandes piedras) o recinto propiamente funerario, que se compone de un pasillo de acceso (en este caso de unos siete metros), y una cámara ortostática (de grandes piedras enhiestas). Alrededor de esta cámara hay un amontonamiento de piedras que la arropan completamente, y que se conoce como túmulo.

Sin embargo, lo que hoy nos encontramos al excavar es parte de la cámara funeraria principal (seis enormes bloques de caliza) sin pasillo ortostático y un pequeño túmulo de escasos dos metros de radio.

¿Qué ha pasado? ¿Se ha destruido recientemente parte del primitivo diseño de la tumba? No. El monumento ha tenido dos fases de uso y una de clausura definitiva, que ha supuesto un cambio drástico en su aspecto. Las fases de uso han consistido:

Equipo de investigadores trabajando en el megalito. Foto proporcionada por el autor.

En primer lugar, en una deposición de cadáveres siguiendo la norma habitual en este tipo de monumentos. Estas deposiciones sucesivas, con el tiempo, se convierten en un osario colectivo sin apenas conexiones anatómicas.

Posteriormente hemos documentado un proceso de reducción de cadáveres. Durante este se seleccionaron partes de los mismos (especialmente cráneos y caderas) y se colocaron junto a la base de los ortostatos, en el interior de la cámara. El resto del espacio se dejó para nuevas deposiciones.

Por fin, a finales del IV milenio a. n. e., el monumento se clausura de forma drástica. Esto cambió completamente su fisonomía mediante un complejo ritual que incluyó:

  • Desmantelamiento completo del pasillo, cuyas lajas se depositan sobre el último nivel de enterramientos en la cámara.

  • Señalización de la entrada del eliminado pasillo con unas lajas de arenisca muy rojiza y formación de una especie de avenida donde se arrojan huesos largos extraídos de la cámara.

  • Desmantelamiento parcial (un 75 % aproximadamente) del túmulo que rodeaba todo el monumento para arropar únicamente la cámara funeraria principal, que es el único elemento arquitectónico que permanece casi íntegro.

  • Toda esta intervención en el monumento es coetánea a la formación de una pira de huesos en la conjunción de la cámara con el pasillo. Una pira rectangular formada por huesos humanos, sobre todo infantiles.

Nuestro equipo, trabajando en el yacimiento. Foto proporcionada por el autor.

A partir de este momento la tumba ya no es una tumba, aunque el lugar siga manteniendo su halo místico. De hecho, toda la superficie desmantelada del túmulo debió pavimentarse con piedras de pequeño tamaño según hemos documentado en un pequeño sector excavado. Por eso creemos que el lugar siguió detentando un alto valor simbólico, y fue un referente territorial y un lugar de agregación poblacional donde se desarrollaron rituales durante generaciones.

Actualmente el proceso de investigación en el monumento se centra en concluir los trabajos de campo para corroborar lo expuesto, exhumar todos los restos humanos que aún quedan depositados en la cámara y los que han llegado a formar parte de la avenida en la que se transformó el pasillo.

Hasta ahora sabemos que los individuos depositados en el dolmen de El Pendón tenían abundantes patologías degenerativas articulares, graves enfermedades bucodentales producidas por el uso de la boca como tercera mano, traumatismos accidentales y violentos (flechas clavadas en huesos) y enfermedades del conducto auditivo que llegaron a necesitar de posibles intervenciones quirúrgicas que serían las primeras de este tipo documentadas en la prehistoria peninsular.

Autor: 

Profesor de Prehistoria, Universidad de Valladolid

Fuente: theconverstion.com | 5 de agosto de 2020

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