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Vía: ARQUEOSCIENCE | Álvaro C. | 18 de abril de 2012
Arqueólogos suecos han descubierto los restos de un ceremonial realizado hace 8.000 años en el que se empalaron cabezas humanas y se depositaron cráneos en una estructura de piedra construida dentro de un pequeño lago como parte de un ritual de difícil interpretación.
Hace unos días Science Nordic recogía en un reportaje los resultados de las excavaciones que desde 2009 se vienen desarrollando en una turbera situada en la ciudad de Motala, en la provincia de Östergötland (centro de Suecia), con motivo de la construcción de una línea de ferrocarril.
Trabajos de excavación sobre el túmulo de piedras / Fredrik Hallgren
En ellas, un grupo de investigadores de la fundación para la protección del patrimonio Stiftelsen Kulturmiljövård han rescatado de los terrenos que una vez fueron una laguna los restos de un ritual de época mesolítica con una complejidad que parece difícil de desentrañar: los cráneos de al menos 11 personas de ambos sexos y edades variadas (dos niños y 11 adultos), entre los que destacan dos de ellos, que conservan estacas introducidas desde la base del mismo hasta la parte superior.
Otro de los hallazgos que destacan los investigadores son los restos de un hueso temporal femenino en el interior del cráneo de otra mujer.
Asimismo, han documentado varios fragmentos de huesos humanos y animales, así como útiles realizados en piedra, madera, hueso y asta; todos ellos localizados en una especie de túmulo de piedras de 14 metros de diámetro construido en lo que fue una laguna de escasa profundidad.
Fredrik Hallgren, el director de las excavaciones, destaca que es excepcional encontrar túmulos funerarios de esta antigüedad, ya que no se “popularizaron” hasta la Edad de Hierro, con un uso documentado hasta la época vikinga.
Una de las incógnitas que tendrán que desentrañar los investigadores es si los restos de este ritual reflejan una ceremonia de enterramiento, en la que se pudieron utilizar restos humanos a modo de reliquias, o constituye un ritual relacionado con la exposición de los restos de enemigos derrotados a modo de trofeo.
Una arqueóloga sujeta uno de los cráneos hallados / Fredrik Hallgren
Hallgren ha explicado que, por los restos conservados, han documentado un tratamiento variado a los cráneos. Por un lado, han encontrado restos de raspaduras sobre la superficie de uno de ellos, probablemente con el objetivo de descarnarlo. Por otro lado, en uno de ellos se conserva material orgánico en su interior, lo que parece apuntar a que se empaló la cabeza completa con la piel y el tejido muscular.
Los arqueólogos trabajarán en el análisis de los restos humanos conservados y la composición de los estratos para determinar si los huesos corresponden a poblaciones locales o provienen de una localización geográfica lejana. A través de análisis de ADN se determinarán las posibles relaciones de parentesco entre ellos.
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El misterio de la tumba sumergida hace 8.000 años con cabezas clavadas en picas
El cráneo F296, hallado cerca del yacimiento de Kanaljorden, al sur de Suecia - Sara Gummesson/Antiquity (2018).
A la vez que aparecieron las especies humanas de los neandertales (Homo neanderthalensis) y los sapiens (Homo sapiens), se desarrolló un pensamiento simbólico que tuvo varias consecuencias. Una de ellas es que los hombres comenzaron a enterrar a sus muertos en tumbas, en señal de respeto y quizás a causa de un sentido de trascendencia. Las primeras tumbas eran sencillos enterramientos en la superficie, donde los fallecidos descansaban junto a herramientas, animales y objetos cotidianos.
Un nuevo hallazgo realizado por científicos de la Universidad de Estocolmo muestra que estas prácticas sencillas y respetuosas no eran las únicas que los hombres del Mesolítico llevaban a cabo. Cerca del río Motala Ström y del yacimiento de Kanaljorden, al sur de Suecia, han encontrado algo tan sorprendente como escalofriante. En una tumba sumergida, de 8.000 años de antigüedad, han descubierto una extraña colección de cabezas golpeadas y clavadas en picas. Sus hallazgos se han publicado recientemente en la revista Antiquity y suscitan muchos interrogantes en cuanto a los enterramientos del Mesolítico.
Los pobladores de este período eran típicamente cazadores-recolectores. En sus enterramientos, cubrían a sus muertos con una capa de piedras estrechamente unidas: todo estaba caracterizado por el respeto y la sencillez.
Esta costumbre no encaja con lo hallado cerca de Kanaljorden. Allí, en el antiguo lecho de un lago, han encontrado el esqueleto completo de un bebé recién nacido y nueve cráneos de adultos. A todos menos una les falta la mandíbula, y dos tienen restos de estacas insertadas a través de la oquedad de la parte inferior del cráneo, el foramen magnum. Por doquier, encontraron restos de estacas de maderas y huesos de pequeños animales, claramente separados de los humanos.
En suma, todo parece indicar que allí hubo algún tipo de ritual en el que se clavaron múltiples cabezas en picas. Esto es sorprendente, puesto que siempre se ha considerado que esta práctica, normalmente destinada a asustar a los enemigos, tuvo sus orígenes en una época más tardía.
Cráneo que presenta un fuerte traumatismo. Foto: Fredrik Hallgren.
Pero hay algo aún más desconcertante. Los investigadores se sorprendieron al descubrir que todas las cabezas tenían señales de traumas: habían sido golpeadas varias veces cuando las personas estaban vivas.
Pero el modo de golpearlas no fue el mismo para todos. Las cabezas de los hombres fueron golpeadas desde arriba o desde delante, y las de las mujeres, desde detrás. Los golpes, anteriores a la muerte, no parecieron ser suficientes para matar, porque las huellas mostraron que al menos la mitad de los cráneos tuvieron tiempo de curarse.«No eran personas que hubieran sido golpeadas y puestas enseguida en las picas», explica Fredrik Hallgren, coautor de la investigación, en National Geographic. «Más de la mitad tenían indicios de heridas curadas en la cabeza».
Dado que faltan los huesos del cuerpo, es imposible saber qué los mató. Pero, en todo caso, las huellas muestran que aquellas personas fueron víctimas de una violencia considerable. ¿Pudo ser un secuestro, algún tipo de ritual violento, un extraño accidente?
Cráneo F318, montado en una estaca de madera. Foto: Lisa Hartzell.
Los indicios sugieren que, dado que hombres y mujeres recibieron distintos tipos de heridas, la violencia estuvo relacionada con el género. Podría haber sido provocada por algún tipo de abuso conyugal, en un ataque de guerra o por cualquier otra causa cultural. Quizás, incluso, la exposición de las cabezas fue una forma de honrar a los muertos, o sencillamente, un trofeo. Parece probable que los restos fueron considerados como excepcionales en algún sentido, puesto que fueron objeto de un complejo ritual.
Los investigadores están perdidos, porque «no hay paralelismos cercanos», en opinión de Hallgren. Sospechan que los muertos fueron enterrados en algún sitio y que luego, quizás cuando ya estaban descompuestos, se retiraron las cabezas y se colocaron en las picas. «No tenemos ninguna evidencia directa de decapitación», dice en ese sentido Sara Gummesson, primera autora del estudio. «Es más probable que las cabezas fueran separadas de los cuerpos durante la descomposición».
Excavaciones arqueológicas en el humedal de Kanaljorden, que antiguamente era un lago pequeño. Foto: Fredrik Hallgren.
El misterio del yacimiento cercano a Kanaljorden es evidente. Los investigadores están haciendo análisis de ADN de los huesos para averiguar si tienen relaciones de parentesco. Tratan de estudiar el contexto arqueológico de la región para comprender qué pudo ocurrir. Esperan que las próximas excavaciones en la zona permitan encontrar más pistas. Lo que sí está claro es que este yacimiento pone a prueba lo que se pensaba sobre los enterramientos del Mesolítico. ¿Qué pasó allí? ¿Qué motivaciones llevaron a esos hombres a exponer esas cabezas en picas?
Fuente: abc.es| National Geographic | 21 de febrero de 2018
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