Las abuelas favorecieron los vínculos de pareja entre los humanos

Fuente: La Razón.es | 8 de septiembre de 2015

La antropóloga de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, Kristen Hawkes (abajo), es conocida por la «hipótesis de la abuela», que acredita que la ayuda de las abuelas prehistóricas pudo alargar la esperanza de vida humana.

Ahora, esta experta ha empleado simulaciones por ordenador para vincular el papel de las abuelas y la longevidad a un excedente de hombres fértiles de más edad y, a su vez, a la tendencia masculina a proteger a una hembra frente a la competencia y formar un «vínculo de pareja» con ella en lugar de aparearse con varias compañeras, informa Europa Press.

«Parece que el papel de las abuelas fue crucial para el desarrollo de los vínculos de pareja en los humanos», afirma Hawkes, autora principal del nuevo estudio publicado en la edición digital de este lunes de ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’. «Los vínculos de pareja son universales en las sociedades humanas y nos distinguen de nuestros parientes vivos más cercanos», añade esta experta y sus colegas en este trabajo.

«Nuestra hipótesis es que los vínculos de pareja humanos evolucionaron con el aumento de las ventajas de proteger al compañero, los cuales resultaron de la evolución de nuestra historia de vida con abuelas».

Esta conclusión contradice la visión tradicional de que los vínculos de pareja «resultaron de cazadores machos que alimentan a las hembras y sus crías a cambio de la paternidad de esos retoños, de forma que los machos tienen descendientes y transmiten sus genes», dice Hawkes.

La 'hipótesis de la abuela' sostiene que «la clave de por qué las madres pueden tener los siguientes bebés pronto no se debe a que el padre lleva a casa alimento, sino a que la abuela ayudar a alimentar a los niños destetados. Eso favoreció el aumento de la longevidad a medida que las abuelas de larga vida ayudaban más».

El nuevo estudio se centra en el exceso resultante de varones de más edad que compiten por compañeras, una fuente probable de la preferencia de los hombres por las mujeres jóvenes. «Esto es diferente a lo que se ve en los chimpancés, donde los machos prefieren las hembras mayores», dice Hawkes, distinguida profesora de Antropología y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

A medida que aumentó la longevidad humana, «hubo muchos más machos viejos, por lo que existía un mayor número de varones compitiendo por la paternidad, y la única forma en que podían convertirse en padres era con una hembra fértil, lo que significa mujeres más jóvenes. Así que los hombres que tenían preferencia por las mujeres más jóvenes tenían más probabilidades de dejar descendientes», explica.

Hawkes, antropóloga de la Universidad de Utah y de la Universidad de California-Los Angeles (UCLA), en Estados Unidos, publicó por primera vez la 'hipótesis de la abuela' en estudios en 1997-1998, con base en las observaciones iniciadas en 1984 en personas del pueblo Hazda de Tanzania (derecha), que viven de la caza y la recolección de alimentos como nuestros antepasados. Los científicos señalaron la importancia de las mujeres de más edad Hazda a la hora de recolectar tubérculos para alimentar a los jóvenes que no eran lo suficientemente fuertes como para desenterrar tubérculos ellos mismos.

Las chimpancés hembras rara vez viven más allá de los años fértiles, por lo general hasta los 30 años y, a veces hasta los 40. Las mujeres humanas, a menudo, viven décadas más allá de sus años fértiles y esta longevidad puede haber comenzado con nuestros primeros parientes ‘Homo’, hace 2 millones de años.

La 'hipótesis de la abuela' dice que antes de esa fecha, pocas mujeres vivían más allá de sus años fértiles, pero entornos cambiantes llevaron a la utilización de alimentos como los tubérculos enterrados, los cuales los niños destetados no podían desenterrar por sí mismos, de modo que las mujeres mayores los ayudaron a alimentarse, permitiendo a sus hijas tener antes a sus siguientes bebés.

Al posibilitar que sus hijas tuvieran más niños, los genes de la longevidad de las abuelas se hicieron cada vez más comunes en la población y la esperanza de vida humana aumentó. Un estudio de simulación por ordenador realizado por Hawkes en 2012..., encontrando que, sin las abuelas, la esperanza de vida simulada alcanzaría el equilibrio coincidiendo con la de los grandes simios, pero, con las abuelas, la esperanzas de vida calculada se vuelve más larga, como la de los humanos, a menudo hasta los 70 y 80 años.

Investigaciones anteriores de otros expertos también han demostrado una conexión entre el «cuidado del compañero» -en el que varios animales machos protegen a su pareja femenina frente a pretendientes que compiten cuando la ratio hombre/mujer es alta- y el desarrollo del vínculo de pareja en los seres humanos.

El vínculo de pareja incluye, pero no requiere, una relación exclusiva -los polígamos pueden tener múltiples vínculos de pareja-, pero sí significa «una relación especial y persistente entre un varón y una hembra». «Incluso, cuando dos personas están juntas durante un par de meses, se trata de un vínculo de pareja -dice Hawkes-. La cópula sola no cuenta. En los seres humanos, hay sin duda un peso emocional en las relaciones sociales para los vínculos de pareja».

Los chimpancés, por el contrario, no tienen relaciones de emparejamiento especiales persistentes entre un macho y una hembra en particular. Un chimpancé femenino puede emparejarse con múltiples machos. Especies que van desde la mosca del estiércol a los primates cuidan a sus compañeros para asegurarse de que otros no se aparean con ellos.

Simulación de la evolución de las abuelas

A medida que la esperanza de vida de los humanos se hizo más larga, la fertilidad de la mujer continuó para terminar en alrededor de los 45 años, mientras que los hombres de edad avanzada se mantuvieron fértiles. El nuevo estudio indica que la proporción de hombres fértiles frente a mujeres fértiles aumentó con el tiempo, lo que -según Hawkes- «favoreció que los hombres cuidaran a una hembra y desarrollaran un vínculo de pareja con ella».

Para este nuevo análisis, los investigadores realizaron simulaciones por ordenador de la evolución humana, 30 simulaciones con abuelas y 30 sin ellas. Las simulaciones mostraron cómo la proporción de sexos entre hombres y mujeres cambió con el tiempo para convertirse en cada vez más dominada por los hombres, a diferencia de las poblaciones de grandes simios no humanos, que tienen más hembras fértiles que machos fértiles.

Por ejemplo, la proporción de hombres y mujeres en edades fértiles pasó de 77 hombres por cada 100 mujeres sin abuelas a 156 hombres por cada 100 mujeres con abuelas en un periodo de 30.000 a 300.000 años simulados. A diferencia de los seres humanos, la mayoría de las especies de mamíferos tienen hembras más fértiles que machos fértiles. «Este sesgo masculino en la proporción de sexos en las edades de apareamiento hace que la protección de la pareja sea la mejor estrategia para los hombres que tratan de buscar una pareja adicional, dado que hay demasiados hombres en la competencia -dice Hawkes-. Cuantos más hombres hay, más disminuye el promedio de éxito reproductivo».

Los investigadores también mostraron que las relaciones sexuales entre hombres y mujeres en las simulaciones están estrechamente vinculadas con las de poblaciones en que viven, específicamente los chimpancés, que carecen de abuelas y que son los únicos otros grandes simios con buenos datos demográficos, y cuatro sociedades de cazadores-recolectores humanos en Africa y Sudamérica.

El estudio cita investigaciones anteriores de animales -desde la mosca del estiércol a mamíferos- y simulaciones por ordenador para mostrar que cuando la proporción de machos y mujeres fértiles es alta, el cuidado de la compañera es más probable.

"El cuidado de la compañera y los vínculos de pareja no son necesariamente lo mismo, pero tienen en común el compromiso entre prestar atención a la pareja actual y la búsqueda de otra", dice Hawkes. También hay investigaciones anteriores que muestran que, al igual que el cuidado de la compañera, "los vinculos de pareja tienen la característica de reclamación de propiedad masculina sobre las mujeres".

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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 9, 2019 a las 12:33am

Tener abuela es bueno para la salud

Vivir con una mujer después de que alcance la menopausia mejora las probabilidades de supervivencia y la buena salud de los nietos. Se ha demostrado que es una "ventaja evolutiva"

En las mujeres, la capacidad reproductiva se deteriora muy rápido, pero el resto de las funciones se rigen por otro calendario distinto / Foto: Dreamstime.

Somos una de las pocas especies animales que tienen abuelas activas. De hecho, la hembra humana es, precisamente, el ser vivo que mayor grado de supervivencia muestra después de dejar de ser fértil. En muchas especies, entre ellas los primates más cercanos a nosotros, las hembras suelen tener una corta vida después de la menopausia. No es raro encontrar, por ejemplo, animales como los babuinos que prácticamente extienden su edad reproductiva hasta cerca de los 20 o 25 años que están sobre la tierra. Pero la mujer de nuestra especie vive 30, 40, e incluso 50 años de plena salud después de tener su última menstruación. ¿Por qué ocurre esto?

Un equipo de investigadores de la Universidad de Turu se ha propuesto encontrar la respuesta, aunque no es la primera vez que la ciencia se aventura a responder a una pregunta que lleva años abierta. Para ello, se ha decidido a estudiar los registros parroquiales de Finlandia con el objetivo de descubrir si es cierto que la presencia de una mujer en casa después de su menopausia mejora las probabilidades de supervivencia y la buena salud de los nietos.

Los científicos querían comprobar si sigue vigente la llamada «Hipótesis de la abuela», que es una teoría sociobiológica que propone que la existencia de las abuelas en la especie humana constituye una ventaja evolutiva. Según los registros parroquiales, se ha podido establecer que, a lo largo del último siglo y medio, los niños de entre dos y cinco años de edad presentaron un 30 por ciento más de probabilidades de sobrevivir si su abuela estaba viva. Pero si por el contrario la madre de sus progenitores gozaba de mala salud o era muy anciana, las probabilidades se reducían exponencialmente. Es decir, los científicos concluyen que tener una abuela longeva y sana es bueno para nuestra salud.

La idea viene a reforzar otras investigaciones que avalan la «Hipótesis de la abuela». Un trabajo del Centro Nacional de Síntesis Evolutiva de Estados Unidos ha comparado el comportamiento reproductor de las mujeres que viven en sociedades primitivas sin acceso a la sanidad moderna (como las de la tribu Kung de África) con el de los mamíferos que son más cercanos genéticamente a nosotros. Este estudio ha demostrado que el declive en la capacidad reproductiva de una humana y de un chimpancé comienza prácticamente a la misma edad. Una mujer puede experimentar su menopausia entre los 40 y los 50 años, pero su capacidad fértil empieza a disminuir mucho antes (incluso décadas antes). En los chimpancés y en la mujer, los primeros síntomas de crisis de fertilidad aparecen a los 30 y muchos años. Por el contrario, en la mayoría de los animales, el declive reproductor corre en paralelo con el de otras funciones vitales. Pero en las mujeres parece que, mientras la capacidad reproductiva se deteriora muy rápido, el resto de las funciones se rigen por un calendario distinto: la vida continúa a todo tren a pesar de la decadencia de la fertilidad.

Nicole Xu para NPR

La explicación

Los científicos han buscado una explicación a este fenómeno. Si la evolución ha dado una mayor supervivencia a las mujeres tras la menopausia y solo a ellas, será por algo. Entonces, ¿qué beneficios aporta en términos egoístamente evolutivos un individuo que no puede engendrar más miembros de la especie? La respuesta es clara: muchos.

Las mujeres mayores que dejan de invertir sus energías en la reproducción pueden invertir esa misma fuerza en otras tareas igual de importantes, o incluso más: el cuidado de los hijos que ya están criados o, lo más importante, el cuidado de los hijos de sus hijos. La ciencia reafirma que la figura de la abuela (casi exclusiva del ser humano) se ha convertido en una ventaja evolutiva de nuestra especie frente a las demás.

Por muchas razones biológicas, nuestras crías nacen más débiles que las del resto. Al caminar erguida, la mujer Homo sapiens presenta un canal de parto más estrecho. Como nuestra especie tiene un gran volumen cerebral, para poder dar a luz a una criatura que pase por ese canal, ésta debe de ser pequeña, casi sin madurar del todo. De hecho, los humanos criamos fetos inmaduros más que crías (en el resto de animales, los recién nacidos ya casi pueden valerse mínimamente por sí mismos poco después de nacer). Un niño humano inmaduro se beneficia enormemente de haber contado con madres y abuelas que aún están vivas muchos años después de su declive fértil y que ya no tienen que invertir energías en cuidar a otros bebés.

La presencia de tres generaciones en el entorno, además, ha modificado socialmente a la especie. La transmisión de la cultura, del lenguaje y de las redes emocionales son solo algunos ejemplos que saltan a la vista en un primer vistazo. Todo ello es el resultado de un trabajo conjunto entre madres y abuelas. De esta manera, bien puede decirse que somos la especie más inteligente, quizás, porque somos la única que tenemos el privilegio de convivir con nuestras abuelas.

Fuente: larazon.es | npr.org | sciencenews.org | 8 de febrero de 2019

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