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Restos del edificio de la Edad del Hierro destinado al culto, cuya planta guarda similitud con templos de culturas del Mediterráneo Oriental. | ALMEIDA
El románico de San Martín, Santo Tomás Cantuariense y San Cristóbal rejuvenecen al pensar en un edificio destinado al culto con más de 2.600 años de historia. Su estructura rectangular de adobe que ya se podía observar en el Cerro de San Vicente, pero cuya función se desconocía hasta ahora, recuerda la planta de antiguos santuarios del Mediterráneo Oriental, incluso guarda similitud con el eje axial, la división en tres estancias acotadas y la elevación de los primeros templos griegos. Incluso en su entrada hay tres hoyos de poste, a modo de columnas.
La nueva campaña arqueológica que se está desarrollando este agosto en el parque arqueológico se ha topado con la que, hasta el momento, sería la primera construcción sacra de la ciudad de Salamanca, con la “catedral” del antiguo poblado de la primera Edad del Hierro.
Recreación digital de la aldea asentada en el Cerro de San Vicente en la primera Edad del Hierro.
Todo indica que “el culto, la religiosidad o los ritos que se llevaron a cabo en ella tenían una raigambre de naturaleza oriental”. Un año después de localizar en la casa contigua, en la cabaña del “patriarca” de esta aldea prehistórica del siglo VII y VI a.C., un amuleto de la diosa egipcia Hathor, así como otras piezas —cuentas de collar y fragmentos de cerámica de fayenza—, este nuevo trabajo refuerza la tesis de cómo, a través de las rutas comerciales, los primeros salmantinos recibían importantes influencias egipcias y fenicias. Un influjo que no solo afectaba al uso de determinados materiales y joyas, sino que también se percibe en la arquitectura y la religiosidad. Resultaría menos llamativo si este poblado estuviese más cerca de la costa mediterránea y de las rutas marítimas de aquella época. Pero, ahora está claro que los ecos de aquellas antiguas civilizaciones orientales llegaron hasta el interior de la península ibérica. Se expandieron hasta la prehistórica Salamanca.
“El hallazgo es importante porque nunca se había visto un edificio destinado al culto de estas características en el norte de la península ibérica”, explica el profesor de la Universidad de Salamanca Juan Jesús Padilla Fernández (izquierda), quien, junto al también profesor Antonio Blanco, y los arqueólogos Carlos Macarro (Ayuntamiento) y Cristina Alario, dirige esta excavación.
¿Un templo? “Puede cumplir la función de templo. Pero preferimos ser cautos”, apunta Padilla. “Hay que investigar más. Es un edificio en el que se realizaban un conjunto de actividades rituales, sacras, no domésticas, destinada a actos litúrgicos asociados a la comensalidad”, añade Cristina Alario, quien explicará los nuevos hallazgos a los cada vez más numerosos visitantes del Cerro.
Los arqueólogos ya sabían que no era una casa al uso. Para empezar es de planta rectangular. Aunque la mayoría de las que se han descubierto en el Cerro son de planta circular, hay alguna que también tiene esta forma, pero en el caso del edificio 3 —en el que se está investigando actualmente— la disposición no era la habitual con un vestíbulo y un hogar central. Durante la excavación —se ha profundizado más de dos metros, hasta llegar a la roca madre—, se ha encontrado una superposición de cenizales, separados por capas de arcilla, y todo ello rematado por un suelo de 'ladrillos' de adobe. “Se ve que ha habido una actividad de comensalidad muy importante en torno a esta zona”, apunta Padilla. “En el mundo antiguo la celebración y los ritos estaban vinculados a comer y beber”, aclara Carlos Macarro.
Foto: Cristina Alario, en primer plano, junto al grupo de arqueólogos y universitarios que participaron en la excavación del pasado verano.
Entre esas capas de ceniza, restos de las numerosas hogueras y celebraciones que albergó ese lugar antes de levantar el edificio 'sacro' en torno al 654 y el 575 a.C., se han encontrado materiales procedentes del Mediterráneo Oriental, como engobes rojos fenicios —platos, cuencos y una jarrita— y varias cuencas de collar de fayenza, un material vinculado con la artesanía egipcia.
“Aparte de restos de fauna y cerámica de cocina común, nos encontramos una gran cantidad de vasos de consumo para poder beber o celebrar. Y, en muchas ocasiones, aparecen rotos ex profeso. Los han querido tirar al suelo”, describe Juan Jesús Padilla. Todo ello dataría de la primera Edad del Hierro. No es la única particularidad de este edificio del que solo se conservan los cimientos. Los restos de pizarra dispuestos en vertical a su alrededor, dan la sensación de un recubrimiento, poco habitual, que lo convertía en un espacio singular en el poblado.
Foto: Destacan los silos, para el almacenamiento de alimentos, y la casa de planta rectangular, destinada al culto ritual y de avanzada arquitectura para la época.
Si aquel antiguo poblado tenía su 'catedral', una cabaña para ritos vinculados a la comida y la bebida, también tenía su particular 'plaza de Anaya'. Junto a este edificio se abría un espacio público, en el que "se han hallado los restos de“una gran parrilla, donde preparaban la comida”, señalan los expertos. A este lugar se llegaba por una 'calle', sobre la que hoy se encuentra la pasarela instalada para los visitantes. Y la nueva excavación ha sacado a la luz otra curiosa construcción cuadrada de uso incierto, que los arqueólogos confían en que depare nuevas sorpresas.
Las renovadas laderas del Cerro de San Vicente.
Fuente: lagacetadesalamanca.es | 23 de agosto de 2022
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Hallan un diente de tiburón de hace 2700 años en el Cerro San Vicente
Diente de tiburón hallado junto a fragmentos de cerámica en un cenizal del poblado prehistórico.
Ss lo hubiesen hallado en la superficie, o en cualquier calle cercana, la explicación sería más sencilla. Pero, ¿qué hacía enterrado a 800 metros de altura sobre el nivel del mar, a más de 300 kilómetros de la playa más cercana y bajo una construcción del siglo VII-VI a.C. restos de un animal marino? “Lo que sí es seguro es que hemos encontrado un diente de tiburón fósil”, insistía el profesor del departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Salamanca, Juan Jesús Padilla, mientras sus compañeros de excavación los arqueólogos Cristina Alario y Carlos Macarro asentían.
Pero, ¿cómo ha llegado hasta aquí? “No lo sabemos”. ¿Fosilizado? “Sí, puede ser. Lo tienen que mirar especialistas, pero es de tiburón fijo”, recalcan Macarro y Padilla. Entonces, ¿estaba en la roca madre, es decir, por debajo de los restos de este primer poblado que se asentó en Salamanca? “No. Estaba justamente en ese suelo. Puede ser un colgante. Estaba junto a fragmentos de cerámicas”. ¿Y cómo ha llegado hasta aquí? “Es posible que tenga que ver con esa comunicación tan fluida con el Mediterráneo Oriental que había en la primer Edad del Hierro”, explica el profesor Padilla. “Si es de esa época, pudo venir con los productos del mar que traía la gente”, añade el arqueólogo municipal dejando claro que aún queda mucho que investigar.
Un abalorio hallado durante la excavación.
Después del amuleto egipcio, cuyo hallazgo sorprendió el pasado verano y los restos de cerámicas de origen fenicio y de culturas mediterráneas orientales, el colmillo de escualo deja claro que, gracias a las rutas comerciales, para los primeros habitantes de Salamanca el mar no estaba tan lejos como cabría pensar ni tampoco vivían aislados de la influencia de las civilizaciones asentadas a orillas del Nilo o en los territorios que hoy ocupan Siria, Líbano y el Norte de Israel.
Pero, el de tiburón no es el único diente hallado este agosto en el Cerro de San Vicente. El pasado año, en la anterior campaña ya encontraron un diente humano en la casa de planta circular que perteneció a un miembro destacado de aquella aldea prehistórica, y este verano han descubierto otros tres más. “Puede que alguno de ellos sea también animal”, recalcan los expertos a la espera de que se realicen las pertinentes pruebas.
Durante estas tres semanas de excavación —aún les queda una y media—, en la que están colaborando 25 estudiantes de la Universidad de Salamanca, también se han topado con otro elemento curioso entre los 'desperdicios' que quedaron en los cenizales de aquel poblado que años después se trasladaría al teso de las catedrales para hacer crecer la ciudad de Salamanca. “Hemos encontrado restos de caparazón de tortuga, consumida. Bueno, que son del Tormes”, apunta Padilla.
Durante la excavación realizada en el singular edificio de adobe que, al parecer se destinó al culto y los rituales, se han 'desempolvado' también fragmentos de platos, cuencos y jarras de barniz rojo de origen fenicio, así como dos cuentas de collar de fayenza, propia de las culturas egipcia y del Mediterráneo Oriental.
Estos descubrimientos de piezas, que en muchas ocasiones tan solo miden unos centímetros, refuerzan la idea cada vez más evidente de que aquel poblado de la Cultura del Soto —que se desarrolló durante medio milenio, entre los siglos IX y V a.C. en la zona mesetaria de la cuenca del río Duero— no vivía aislada, sino que el comercio marítimo y las rutas terrestres que atravesaban la Península la hicieron permeable a la influencia de las grandes civilizaciones asentadas en lo que en la primera Edad del Hierro podía parecer el otro lado del mundo. Unos trabajos que añaden valor al parque arqueológico de Salamanca, lo convierten en fuente de información histórica y despiertan más interés turístico por el poblado.
Fuente: lagacetadesalamanca.es | 23 de agosto de 2022
Los hallazgos arqueológicos en el cerro de San Vicente, entre los que destacan, al menos a nivel popular, los restos de un amuleto y de una máscara funeraria egipcias, alcanzan un nuevo nivel de difusión como prueban, por una parte la publicación de un artículo en una de las revistas científicas más prestigiosas del país y por otra, la invitación del Museo Arqueológico Nacional a departir sobre el tema.
La revista científica Trabajos de Prehistoria publica en su último número un artículo sobre las excavaciones de 2006, 2017 y 2021. En el texto, titulado 'Un singular ambiente doméstico del Hierro I en el interior de la península ibérica: la casa 1 del Cerro de San Vicente', el equipo investigador salmantino expone los principales resultados de sus trabajos: la investigación del edificio central de la aldea, la cremación ritual del mismo, el hallazgo de objetos "inéditos" en esta zona de la Península, la "actividad social" junto al inmueble, etc.
Foto: Pieza hallada en el cerro superpuesta sobre un modelo de retrato de la diosa Hathor. (Foto: A. Blanco / J. J. Padilla).
Además, varios miembros de este grupo de trabajo impartieron recientemente en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) una conferencia sobre el cerro de San Vicente y sus secretos. El arqueólogo municipal, Carlos Macarro, explica que el MAN les invitó y que la ponencia "gustó mucho" entre los académicos que acudieron a escucharles. "No va cualquiera a contar cualquier cosa. Es un centro, a nivel de arqueología, que es referente nacional en lo que concierne a investigación, además de lo que contiene el museo. En sus ciclos de actividades se organizan conferencias, actividades... nos invitaron y creemos que gustó". Según Macarro "fue gente incluso desde aquí. Nos han pedido que si podemos repetir alguna vez aquí la conferencia".
El contenido de la ponencia versó, obviamente, sobre los hallazgos en el cerro. "Presentamos los últimos descubrimientos, sobre todo en lo que atañe al mundo orientalizante y su registro en el interior de la Península". El público se mostró "muy interesado por las novedades y la singularidad" de Salamanca.
Foto: Cerámica a torno encontrada en el cerro. (Foto: A. Blanco / J. J. Padilla).
"Estamos abriendo puertas y vías a la investigación. A alguien le toca dar el primer paso", explica Macarro, quien no duda en señalar la "relevancia" del yacimiento para la ciudad. "Los hechos son irrefutables. Son piezas pequeñas, muy interesantes, muy fragmentadas... pero son muchas, y eso significa algo", comenta en alusión a los restos de amuletos y máscaras egipcias, a la cerámica fenicia, etc., igual que "el contexto de la casa principal dentro del poblado, que no es doméstico al uso, sino un espacio de representación, de culto, de reunión... dentro de la aldea. Partimos de una serie de datos que en principio son irrefutables. Iremos matizando conforme avance la investigación", concluye.
Fuente: tribunadesalamanca.com | 14 de marzo de 2023
Determinan que en la Edad del Hierro las sociedades de la meseta norte tenían un contacto muy fuerte con las culturas del sur y el mediterráneo a través de las mujeres que se trasladaban de una zona a otra. EFE/ J. M. García.
El desplazamiento de las mujeres para casarse conectó el interior peninsular con las culturas del sur y del Mediterráneo oriental en la Edad del Hierro, según las últimas investigaciones arqueológicas en el cerro de San Vicente de Salamanca.
“Las mujeres nacidas en este poblado se movían a otros lugares por matrimonio y tenían un papel de transmisoras de cultura, costumbres, artesanías y modos de vida que habían aprendido en sus lugares de origen”, explica a EFE la arqueóloga Cristina Alario García (izquierda).
"Esos conocimientos que llevaban las mujeres del sur al interior, se convierten poco a poco en parte de la cultura de la meseta norte al producirse una hibridación, un mestizaje, al contrario de lo que se pensaba hasta ahora sobre un interior aislado”, agrega.
Estos últimos hallazgos del equipo que investiga este sitio arqueológico de 2.700 años han sido publicados recientemente en Antiquity, una de las publicaciones más prestigiosas de arqueología, así como en la revista del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
“Hemos descubierto el primer santuario dedicado a la diosa Hathor-Astarté en el interior de la Península, dado que no se ha encontrado ningún otro del Tajo para arriba”, indica a EFE Juan Jesús Padilla Fernández (derecha), profesor de la Universidad de Salamanca (USAL), uno de los cuatro arqueólogos, junto con Alario, que investigan el pasado que encierra el cerro de San Vicente.
Y añade: “Sabíamos que había santuarios como este dedicados a diosas mediterráneas y orientales, en el sur y en zonas más en contacto con el mundo fenicio, pero desde el Tajo para arriba era impensable, nunca se había hablado de eso porque se tenía la idea de que eran comunidades muy autárquicas las del interior”.
Foto: Cerro de San Vicente (Salamanca). Principales hallazgos en el sector excavado en 2022
El cerro de San Vicente está en el corazón de la ciudad histórica de Salamanca y se investiga desde que adquirió los terrenos el Ayuntamiento hace treinta años, pero ha sido durante los últimos tres cuando este equipo de la Universidad de Salamanca y del Ayuntamiento lo ha hecho con mayor profundidad y unos resultados sorprendentes.
“Esto rompe los esquemas de lo que se pensaba de la Edad del Hierro en el interior de la península ibérica. Se creía que las sociedades de la meseta norte, del interior, estaban muy aisladas y eran muy autárquicas”, señala Padilla.
Y añade: “Nada más lejos de la realidad. Estas sociedades tenían un contacto muy fuerte con la cultura tartésica del sur y con el Mediterráneo oriental, con intercambio con el mundo fenicio”.
¿Cómo han llegado a esta conclusión? "Hemos encontrado en el yacimiento una gran cantidad de cerámica de origen fenicio, piezas de cerámica a torno, un logro que se ha conseguido al haber cavado en extensión y profundizado como no se había hecho antes”.
El equipo seguirá ahora analizando más materiales para descubrir más conexiones: “Estos pueblos no sólo compartirían creencias y hábitos culinarios que encontramos en el sur y en el Mediterráneo, los vínculos serían más amplios”, asegura Padilla.
Fuente: efe.com | 5 de agosto de 2023
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