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Fuente: ABC.es| 7 de junio de 2015
Las ruinas de un monumental edificio púnico con veintidós siglos de antigüedad se confunden entre maleza, escombros y muros de construcciones más modernas en las laderas del cerro del Molinete, en pleno casco histórico de Cartagena, a dos pasos de su bulliciosa Puerta de Murcia y a cuatro del puerto al que estos días llegan miles de turistas a bordo de trasatlánticos. Quien más claro las ha visto es el doctor en Arqueología Iván Negueruela (izquierda, Valladolid, 1951), que lleva quince años ensimismado en el estudio de esos vestigios. Sus conclusiones las ha plasmado en el libro «El magnífico palacio de Asdrúbal en Cartagena (Cerro del Molinete)», que acaba de editar la Real Academia de la Historia. Sus primeras presentaciones públicas están previstas el próximo otoño en Madrid y Túnez.
La obra recopila con criterio científico la investigación que el actual director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua), inició a raíz de una cita clásica. El historiador helenístico Polibio de Megalópolis visitó la Cart Hadasht púnica a mediados del siglo II a.C. y dejó escrito que en el actual cerro del Molinete se encontraban «los magníficos palacios reales» de Asdrúbal Barca.
Esa referencia bibliográfica fue la que motivó a Negueruela a iniciar en el verano del año 2000 una discreta campaña de prospecciones en las laderas de la colina, una de las cinco sobre las que en el año 227 a.C. el propio general cartaginés de la dinastía bárcida erigió la actual Cartagena aprovechando las ruinas de la Mastia ibera. La modesta y breve empresa del arqueólogo -apenas una semana para confirmar lo que había visto durante sus paseos por el Molinete- no estuvo exenta de dificultades: pese a disponer de los preceptivos permisos de la Dirección General de Cultura de la Comunidad Autónoma, tuvo que lidiar con fuertes reticencias municipales evidenciadas por la continua visita de agentes de la Policía Local. La zona está afectada por un gran proyecto urbanístico aprobado en marzo de 2001 y que está a medio ejecutar.
Pese a los contratiempos, Negueruela se propuso arrojar luz sobre esta etapa: la Cartagena púnica es terreno ignoto para muchos arqueólogos que han intentado conquistarlo. Salvo algunos tramos de muralla puestos al descubierto a los pies del cerro de San José, o las trazas de calles en el propio Molinete, los vestigios púnicos siguen ocultos bajo los niveles de la posterior y aparentemente más esplendorosa Carthago Nova de los romanos.
En distintos puntos de las laderas norte, sur y oeste del Molinete (que en la antigüedad fue conocido como Arx Asdrubalis), Negueruela realizó hace quince años una campaña de excavaciones que permitió encontrar tramos de roca madre y trazas de muros milenarios reutilizados en épocas posteriores. Muchos de ellos sustentaron hasta no hace demasiados años los techos de las casas del desaparecido barrio chino de la ciudad. Una de sus primeras conclusiones fue que el palacio bárcida era en realidad un conjunto de construcciones rupestres. Es decir, un gran edificio excavado en la propia roca de las laderas de la colina, previamente preparadas en forma de terrazas para permitir la superposición de alturas. «Un edificio excavado en la roca en esa época es una novedad en todo el Mediterráneo», asegura el arqueólogo.
La plasmación de esas estructuras antiguas en los planos de un monte con unos 25.000 metros cuadrados de extensión también permitió al investigador llegar a otra conclusión asombrosa: se encontraba ante unedificio de planta triangular, algo insólito en aquella época. En concreto, un triángulo escaleno con una hipotenusa de 250 metros, lo que da idea de sus colosales dimensiones. Tampoco había estudiado nada parecido en sus muchos años de trayectoria profesional en España y los países ribereños del Mediterráneo.
Restos de la muralla púnica de Qart Hadasht. S. III a.C.
Negueruela sostiene en su investigación que pocos edificios de la Antigüedad habían alcanzado dimensiones tan importantes como el palacio de Asdrúbal. «Ninguno en la península ibérica ni en los países de Occidente. Más grandes sí los hubo, pero en los imperios del Próximo Oriente: Babilonia, Persépolis, pero este último tras sucesivas ampliaciones».
Esas proporciones consolidan la hipótesis de que la dinastía Barca quiso hacer de Cartagena la capital de su imperio en la península ibérica. «Es evidente que a lo mejor habría que revisar la historia, pues esta la escriben los vencedores, los romanos, y por tanto no tenemos referencias a todo esto», advierte el arqueólogo. Negueruela abunda en otras ideas que refuerza con el uso de planos, como que la planta del palacio de Asdrúbal encierra un complicado entramado de conocimientos en disciplinas como la geometría, la aritmética, la geodesia y la astronomía. Nadie hasta entonces en el Mediterráneo había sido capaz de aterrazar los distintos lados de una colina, construir y excavar en ellos para habilitar diferentes dependencias, hacerlo de manera intencionada y proporcionada, y orientar las dedicadas al culto con intención astronómica.
A ello se suma el dominio de la geometría que tenían sus arquitectos. El investigador destaca como únicos elementos disonantes en la composición de triángulos del palacio la ubicación del templo de la diosa Atargatis coronando la cima y una serie de habitaciones lejanas a este pero dentro del complejo. Intentar darle sentido a esa ruptura ha sido una misión complicada para él durante los últimos años. Piezas de un puzle al que va dando sentido de manera muy lenta.
A falta de que expertos en geometría puedan proporcionar nuevas interpretaciones, el autor del libro cree que las estancias de carácter religioso tienen orientaciones vinculadas a razones astrológicas. De todas las claves ocultas que pudo encerrar el edificio, Negueruela intuye detalles constructivos que quedaban ocultos a los ojos de la población que habitaba a los pies de la cara sur de la colina. Cita como ejemplo la orientación de las salas destinadas al culto divino y la entrada de los primeros rayos de sol por la puerta del templo de Atargatis, cuyos escasos vestigios se pueden ver en el actual parque arqueológico del Molinete.
Foto: Recreación del Parque Arqueológico del Molinete
El estudio de estas ruinas augura futuras investigaciones sobre el papel que jugó Cartagena antes de la dominación romana. ¿Por qué el arquitecto del palacio de Asdrúbal rompió los esquemas cuadrados y rectangulares conocidos hasta entonces? ¿De dónde procedían sus conocimientos? ¿Cómo resolvió arquitectónicamente el conflicto entre el poder terrenal -los Barca- y sobrenatural -Atargatis-? «Responder a todo ello puede dar para cien años», asegura Negueruela.
Este investigador inquieto, de verbo atropellado y fama de independiente (dos veces fue destituido de su puesto de director del Museo Nacional de Arqueología Marítima por sendas ministras de Cultura y dos veces fue repuesto en el cargo por sentencias judiciales) está acostumbrado a ir a contracorriente. Él insiste en probar la existencia de restos del palacio cartaginés en un lugar donde sus colegas no vieron lo que él ha hallado.
Las elecciones del pasado 24 de mayo pusieron fin a veinte años de mayoría absoluta del Partido Popular y de su alcaldesa, Pilar Barreiro, en el Ayuntamiento de Cartagena. El próximo alcalde puede cambiar la valoración del urbanismo en un casco que desde 1981 tiene la consideración de Conjunto Histórico-Artístico y que ahora, en esta zona, se debe proteger hasta que se aclare la relevancia de Cartagena en la historia antigua de España. Lo dejó escrito Polibio hace dos mil años. Ahora lo reivindica Negueruela.
Foto: Busto en honor de Asdrúbal el Bello en Cartagena.
En 227 a. C., fundó Qart Hadasht junto a la ciudad ibera de Mastia, la misma que los romanos llamarían Carthago Nova, actual Cartagena, en donde ha aparecido el palacio.
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