La iglesia de Abamia, en Corao. / S. S .M.

Vía: elcomerciodigital.com

La Asociación Cultural Abamia espera un paso de la nueva dirección de Patrimonio del Principado

El pasado mes de febrero el nuevo director de Patrimonio del Principado de Asturias, José Luis Vega, zanjaba unilateralmente la polémica creada entorno a la restauración de la Iglesia de Abamia.
«Hubo una reunión de expertos», recordó el técnico y, como si aquello fuera palabra de Dios, el tema quedó cerrado entonces. Sólo faltaba una cosa que fijó para hacer «en breve». Eran las obras para concluir la actuación en esta iglesia, que están divididas en dos partidas. La primera, de unos 47.000 euros, para desarrollar una mejora de los trabajos ejecutados por la anterior empresa con respecto a la aplicación del estucado. La segunda, de 58.000 euros, para atender las peticiones recogidas por aquel comité de expertos reunido en el parador de Villanueva de Cangas de Onís: retirar los canalones, las bajantes y el estuco de los contrafuertes así como eliminar el mobiliario instalado en el entorno del templo.

Desde la Asociación Cultural Abamia esperan todavía la ejecución de tales trabajos cuya «inminencia» se había anunciado hace ahora dos meses. «Nos contaron una milonga desde el principio y digan lo que digan no nos moveremos de nuestra postura», aseguraban ayer. Por el momento «nosotros estamos esperando a que pase el tiempo y que se vea que el destrozo en este templo es cada día más evidente». A la vista está en una de las paredes, dicen, «que se encuentra totalmente resquebrajada sin que nadie haga nada».

Parece que el tema de la restauración de la iglesia de Abamia realmente aún no está zanjado. «Lo que han hecho es enmascarar el edificio en base a unas argumentaciones que no son científicas, se trata más bien de gustos porque si el estuco protegiera realmente lo harían en todo el Prerrománico», señalan. A su juicio, y tal y como mantuvo la asociación desde el principio, «a esta iglesia vinieron a experimentar, vinieron de modernos y la presión popular se les echó encima en contra de todo lo que hicieron, es decir, una chapuza», sentencian.

Nada más que decir

«Da igual que vengan nuevos aires a la dirección de Patrimonio, ellos ya dijeron todo lo que tenían que decir», añaden, «pero ahora deben hacer lo que dijeron». Y es que, recuerdan, «la obra está mal ejecutada, sin entregar, el estuco está como está y todo lo que tienen que retirar sigue allí». Al final desde la asociación llegan siempre a la misma conclusión «a nosotros se nos está engañando y discriminando». Para muestra, dicen, «está la experimentación y el cambio del valor estético que han hecho en este edificio». Ellos sólo pidieron desde un principio «la restauración de acuerdo con los criterios del Prerrománico».

«El estuco es lo que más se ve, pero el problema de degradación de una historia y el valor cultural de Asturias es también una realidad en la iglesia de Abamia», declara. «Desconocemos los intereses políticos que se esconden tras esta restauración, sabemos que Abamia no es nada para ellos, así que tendremos que cambiar el plano de actuación y volver a poner nosotros la historia en ese lugar».

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Aunque la noticia es de hace dos días (lo siento, pero no siempre hay tiempo para todo) recupero la información sobre esta escandalosa restauración de la iglesia románica de Abamia, de la cual ya se ocupó de denunciar muy oportuna, certera y ampliamente, nuestra amable profesora Alicia M. Canto hace ya más de un año.

El caso es que, a pesar de las protestas y denuncias que han llovido de todos lados, en este amplio espacio de tiempo, como se puede comprobar por la noticia, las autoridades regionales del Principado de Asturias no ha hecho nada por paliar tan desafortunada actuación restauradora, que, para colmo, ya presenta serios deterioros.

Todo el arte Prerrománico (y Románico) asturiano está pendiente de un plan de actuación estatal y autonómico tendente a salvaguardar tan importante patrimonio por su significación artística e histórica.

Cuando vino el ya ex-ministro de Cultura, César Antonio de Molina, a reinaugurar el Museo Arqueológico de Asturias, anunció un nuevo plan de actuación en este sentido, incluso la creación de un Centro internacional del Prerrománico «alojado en una de estas iglesias desacralizadas».

Ahora ha habido un nuevo cambio en el Ministerio de Cultura, con Ángeles González Sinde al frente, lo cual hace temer que las cosas vuelvan a quedar en stand by hasta que se recuperen las intenciones y los procesos que se reclaman al respecto.

Además, al comprobarse que -a escala autonómica- en más de un año ni siquiera se ha hecho nada para mitigar el desastre restaurador de Santa Eulalia de Abamia (excuso decir otros casos), podemos concluir que no queda más remedio que volver a recordar y denunciar tan lamentable estado de cosas.

Os pongo aquí debajo algunos enlaces por si alguien está interesado en ampliar la información.

"Abamia y el nuevo «Románico amarillo» asturiano", de Alcia M. Canto

El mismo artículo de Alicia M. Canto con fotos.

Otro artículo de Alicia M. Canto (relacionado con los dos anteriores), pero con múltiples enlaces para una perfecta compresión del asunto.

Enlace a la web de la Asociación Cultural de Abamia

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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el abril 17, 2009 a las 12:50am
Estimada profesora Alicia:

Aunque a veces diferimos en algunas de las cuestiones que tratamos, en este caso ya sabe que estoy totalmente de acuerdo con usted.

Lo del penoso “arreglo” de Santa Eulalia de Abamia sigue siendo escandaloso por mucho estuco amarillo que le pongan a sus argumentos quienes defienden tal desastre.

Lo que ya no estoy tan seguro es si el Gobierno del Principado debería destinar los dineros de promoción de sus Rutas de la Plata (que no Vías de la Plata) turísticas a cuidar el Prerrománico (y Románico) asturiano, dados los resultados que nos ofrecen como el de la iglesia de Abamia. A veces no conviene dar muchas ideas.

Giannini:

Que a usted le encanta estética y funcionalmente el estuco de la Iglesia de Santa Eulalia se puede llegar a entender (aunque sea de difícil comprensión), pero eso no le autoriza a decir que sospecha del uso del photo-shop por parte de la Asociación Cultural Abamía, en la presentación que hace de las imágenes de la iglesia, sólo porque observa que hay diferencias de color (de luz) entre las mismas.

Debería usted saber que, aunque se fotografíe a la misma hora del día un objeto o lo que sea, desde distintos ángulos, la cámara (me da igual que sea analógica o digital) puede dar resultados muy diferentes de la tomas que haga. Sencillamente, el sensor de luz de las cámaras no se comporta de igual modo cuando cambia usted de posición o enfoca en determinado ángulo.

Por lo demás, la comisión de expertos que usted también admira con tanta fe ciega, no sólo rectificó ya una vez (rectificar es de sabios, aunque nos cueste más dineros), sino que ahora solicita que se destinen otros 47.000 € adicionales para mejorar el desaguisado del estuco -que tan bueno dicen que es-, más otros 58.000 € del ala para quitar parte de éste, además de unos canalones y un pésimo mobiliario adyacente. Total: 105.000 €, esto es: 17,5 millones de las antiguas pesetas, gastos de reunión en el Parador de Cangas de Onís aparte, sólo por estas “nimiedades“.

Sus expertas opiniones nos salen muy caras (claro que habrá quien diga que el arte no tiene precio): no sólo para el erario público, sino también para todos aquellos que consideramos un grandísimo error las soluciones adoptadas para salvaguardar este emblemático edificio.

Saludos cordiales
Comentario por Giannini el abril 17, 2009 a las 1:17am
Sr. Caso, parece que usted sí tiene buena vista y nota la diferencia de color. Menos mal que algo avanzamos...

Lo que apunta sobre las fotos es una posibilidad que no se me escapa, pero como lo que afecta a Abamia está rodeado por cuestiones que se me antojan demagógicas y además nos encontramos en Internet, no debe sorprenderle que me pregunte si en este caso no habrá intervenido un maestro del Fotochop para cargar las tintas y llevar así mejor el agua a su molino.

Y no es cuestión de admirar con fe ciega una comisión de expertos, es cuestión de ser serio. Si yo tengo problemas reumáticos, me voy al médico y no a un vecino que dicen que sabe mucho sobre reúma; si se me presenta un problema a la hora de leer una inscripción acudo a un epigrafista y no a un traumatólogo; si en Abamia se presentan dudas a los vecinos o a la Asociación que tanto levanta la voz, oiga, lo suyo será consultar con expertos en restauración, y no con médicos, veterinarios o enteraos. Lo demás, sin ánimo de ofender a nadie, me parece de una falta de seriedad tal, que se interna completamente en el terreno de la demagogia.

E insisto, una vez más, flaco favor hacen a la recuperación y conservación de los bienes culturales asturianos con estas campañas. No será fácil que los mejores profesionales en restauración -a los que sobrará trabajo- se arriesguen a actuar en Asturias conociendo que aunque trabajen de acuerdo con su mejor criterio, pueden ser objeto de campañas de acoso y derribo como estas, patrocinadas para mayor vergüenza por una asociación que, por lo que se sabe, gusta de las lecturas falsas, prioriza la estética frente a la conservación del bien y lo que es peor, no se sabe que para hacer presión se apoyen en informes de expertos en conservación y restauración de bienes culturales, que en una sociedad seria son los que tienen la penúltima palabra, que ya se sabe que la última la tienen los políticos.

Ángeles González-Sinde pírate
Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el abril 17, 2009 a las 1:46am

Giannini:

Cuando le digo que no tenga usted tanta fe ciega en las comisiones de expertos (y, en consecuencia, practique usted un poco más su sentido crítico de las cosas), no es para que me ponga los ejemplos del curandero o el médico, porque, comprenderá, que hasta ahí podía faltar que andemos con estas absurdas comparaciones.

Mire usted, dependiendo muchas veces de la materia tratada, se podrá confiar, con mayor o menor firmeza, en las soluciones aportadas por las comisiones de expertos. Estamos cansados de ver opiniones de comisiones de expertos que se pueden contrarrestar con las opiniones de otras comisiones no menos expertas. Sin ir más lejos, por poner un sólo ejemplo, con las conclusiones y pavores ecológicos que nos ofrecen determinadas instancias expertas sobre el llamado cambio climático. Los ejemplos en otras áreas pueden ser infinitos.

Y no hace falta ser experto en cuestiones de restauración para saber que a lo largo de la historia se han dado soluciones miles de expertos que han sido contradichas por otros también sumamente expertos.

La cosa es así de simple (y de compleja).

Comentario por Alicia M. Canto el abril 17, 2009 a las 1:53am
No quería entrar en debate sobre esto precisamente con Giannini, porque, como él fue el principal defensor de esta "conservación" (¿?) de Abamia, ya lo hicimos abundantemente en Celtiberia, y allí está todo.

Pero sí debo y quiero unirme a quienes ya han dicho aquí que resulta muy injusta (y creo que infundada) su sugerencia de que desde Abamia.net han podido manipular fotografías. Cualquiera que vea las 12 fotos de enero de este año que ya señalé, y las amplíe, puede darse cuenta de que todo ese resquebrajamiento general, así como la abundancia de las humedades que se pretendían contener, por desgracia, son bien reales y no hay photoshop que los invente tan bien.

Retrocediendo en el tiempo, ya la primera vez que se hizo la obra, tapando todo menos la espadaña, cuando se dieron las primeras quejas de los vecinos, el resultado no gustó a nadie, y ni siquiera al propio restaurador:

"Tanto los responsables de parte de las áreas del trabajo a desarrollar en Abamia, Jesús Puras, restaurador; Sergio Ríos, arqueólogo; Javier Arbesú, arquitecto, como la Asociación Cultural de Amigos de Abamia, incluido el cronista de Cangas de Onís, Celso Diego Samoano, se mostraron insatisfechos ante el nivel de calidad y profesionalidad de las obras de restauración, que se realizan a través de una subcontrata."

Lo que tuvo que compartir el Principado, según recordaba Silmarillion el 25/6/2007:

"La consejera de Cultura, Ana Rosa Migoya, garantizó ayer la calidad de las obras de restauración integral de la iglesia románica de Santa Eulalia de Abamia, en Cangas de Onís. Tras ser advertida semanas atrás de algunas deficiencias en la ejecución de los trabajos, la consejera anunció medidas para solucionar unos problemas que afectan sobre todo a los nuevos revocos que cubren ya gran parte del exterior de la cabecera de la iglesia. "Se van a restituir todas aquellas cuestiones que se hicieron de forma equivocada", comentó Migoya, quien quiso agradecer la colaboración de colectivos como la asociación cultural Abamia. A pesar de los trabajos ya ejecutados, la consejera afirmó que "no hay nada irrecuperable". Al mismo tiempo, la consejera de Cultura insistió en la apuesta de su departamento para recuperar uno de los monumentos más importantes de la comarca oriental. " (aquí).

Por otro lado, los expertos (que además no sabemos quiénes son exactamente ahora, excepto el citado Sr. Puras) no tienen por qué estar de acuerdo, y de hecho hubo varias discrepancias, de expertos de relieve. En este sentido le aporté a Giannini en su momento (13 de diciembre de 2007) esta respetada opinión:

"... Pues casualmente hay uno reciente, de ayer mismo, de Antón G. Capitel [Catedrático de Proyectos. E.T.S. de Arquitectura de Madrid] (natural de Cangas, y del que creo que en competencia no necesita presentación). El título ya es sugestivo: Que no torturen la iglesia de Abamia. Y, aunque el tono general es conciliador, tiene párrafos bastante claros, como éste (en cuyo fondo hemos coincidido sin saberlo):

"Soy consciente, además, de que, en muchos casos de la historia, las fábricas, incluso de sillería bien labrada y con rica decoración, fueron revocadas de origen o cubiertas con pátinas y con pintura. Pero repito que no puede generalizarse ni seguir siempre criterios históricos, aun cuando estén probados. Se sabe que el Partenón y Santa María del Naranco, por ejemplo, estuvieron en origen revocados por completo. Pero, ¿alguien se atrevería hoy a hacerlo? Y de decidirlo, ¿cómo se haría?

Al respecto de esto último, lo que se ha hecho con Abamia se equipararía a esto en escultura romana: a devolver a su estado original al Augusto de Prima Porta:


Nadie aceptaría tal cosa. Y, volviendo a esa seguridad en que los "expertos" no pueden equivocarse (permítaseme que dude bastante de ese axioma, todos los días estamos viendo errores de todos tipos en expertos que no deberían cometerlos), recuerdo estas frases de una entrevista al restaurador y padre de la idea (13-12-2007), Sr. Puras:

“-¿Mantiene entonces que el estuco de los contrafuertes está bien puesto, igual que en el resto de la iglesia?

-Sí. Además, la calidad de la piedra no es para dejarla vista. Lo único que me preocupa, y así lo transmití a la comisión de patrimonio de la Iglesia, es que va a ser un problema continuo de aporte de humedad a las pinturas murales del interior.”


Inciso: Aquí un par de detalles de la estupenda “protección” que se aplicó entonces a los muros:



Y, sin embargo, otros expertos opinaron distinto que él, como ya hemos visto, y lo cierto es que, a pesar de su experta opinión, el estuco de los contrafuertes, o hubo que quitarlo, o se quitó.

Baste otra prueba: Incluso la empresa misma que hizo la obra, MC-conservación, no debe de estar muy orgullosa de ella, porque en su website recogen 24 obras realizadas, entre ellas San Antolín de Bedón de color "rosa románico":


Pero Abamia no aparece en su listado…

Por último, que ya es tarde, Giannini dice: “En España, la ley que protege estos bienes es la 16/1985 de 25 de junio de Patrimonio Histórico Español, que prima por encima de todo la conservación del bien”…

Exactamente, aquí su artículo 39.2:

"En el caso de bienes inmuebles, las actuaciones a que se refiere el párrafo anterior irán encaminadas a su conservación, consolidación y rehabilitación y evitarán los intentos de reconstrucción, salvo cuando se utilicen partes originales de los mismos y pueda probarse su autenticidad. Si se añadiesen materiales o partes indispensables para su estabilidad o mantenimiento las adiciones deberán ser reconocibles y evitar las confusiones miméticas."

O sea, prima u ordena la conservación, y excluye expresamente la restauración de edificios antiguos, y cuanto más históricos, menos restauración. Esta “conservación” de Abamia no lo es; aparte de por completo mimética, parece hecha según los anticuados principios de Violet Le Duc, como ya dijimos muchas veces en su momento, el principio de "vamos a dejarla como estaba por entonces" (o sea, igual que el Augusto de Prima Porta), y va en contra de todos los criterios internacionales actuales.

El que encima se le vean tantas humedades, y que el estuco se caiga a pedazos sólo año y medio o dos años después de aplicado, no son más que pruebas de la mala calidad de la solución adoptada, conceptual y técnicamente. Dejando aparte su mucha "caridad" (y valga el neologismo). Buenas noches a todos.
Comentario por Elpater el abril 17, 2009 a las 1:57am
Don Giannini, dos puntualizaciones discrepantes.

La primera sobre su frase:

"En la restauración de piezas arqueológicas creo que ocurre otro tanto: el restaurador de una vasija a la que falta algún fragmento ¿lo tapa con un barro similar o deja el hueco a la vista? Reintegra y devuelve las características mecánicas a la pieza ¿verdad?"

La respuesta a sus preguntas es no. O mejor todavía, la respuesta es depende, y depende básicamente de tres factores: las manías de quien ejecuta la obra, las manías de la autoridad ("patrimonializadora" más que de Patrimonio, en el sentido de convertir el Patrimonio colectivo en patrimonio personal a la hora de la gestión y obrar como si de propio se tratase, cuando no se dan peculiares cruces de letras y nos encontramos con una gestión matrimonial del Patrimonio, redunde o no en incremento patrimonial del matrimonio), y la moda de moda, pues de modas se trata y no de criterios técnicos, entre los restauradores más vanguardistas.

Aunque le parezca mentira, al menos hace unos pocos años la moda, disfrazada de criterio, era no restituir nada, sino pegar los trozos de la pieza que pegasen, entregar los que no pegaban en una bolsita, y sumergir los trozos pegados en Paraloid disuelto al 4% en tolueno, con lo que se consigue un acabado plasticoso en semibrillo de lo más... En fin, lamentable. Puede ver piezas tratadas así en casi todos los museos de la Comunidad Autónoma. Quienes, como usted ahora y yo antes, pretendíamos que fuesen reintegradas las partes ausentes de una vasija, nos quedamos con un precioso tururú. Lo que estaba de moda era la autenticidad como valor que debía primar sobre, por ejemplo, la capacidad de transmitir información. Desde mi punto de vista una vasija debe ser una vasija, y el espectador no avezado debe ver una vasija y comprenderla. Un borde no es una vasija salvo para el experto (ahora sí) que está hasta el colodrillo de toparse con piezas similares y que al encontar, por ejemplo, un fragmento de tres centímetros de una cerámica de barniz rojo con borde almendrado instantáneamente ve en su cabeza un gran recipiente de los llamados Drag 37b y reconstruye mentalmente la forma, textura y decoración de la pieza original. Pero no es ésa la reacción del común de los mortales, que ante un cachito de cerámica de tres centímetros ven un cachito de cerámica y sólo un cachito de cerámica, como Dios manda y los mortales obedecen.

Pues hace unos años no, porque los expertos decían que no. Es cuestión de esperar, porque dentro de otros años será que sí porque los expertos dirán que sí, y además pondrán a parir a los expertos que decían que no, entre otras cosas porque es útil para el deporte generacional del quítate tú que me ponga yo.

La segunda discrepancia es sobre las comisiones de expertos a las que usted muestra tanta confianza. Yo no se la muestro, tanto por los resultados que tantas veces nos ofrecen, como por la razón misma de su composición: cuando no son nombrados directamente por el político de turno sin ningún tipo de condición ni garantía, están compuestas por representantes de instituciones de lo más variopinto, y esos representantes se nombran muchas veces por motivos más políticos (no hablo de política de partidos) que técnicos. Lo que raramente existe en esas comisiones (y digo raramente por precaución, pues puede existir alguna que no conozco que tenga una composición racional) es un criterio de titulación, profesión o capacitación profesional que garanticen que los miembros de las pretendidas comisiones de expertos lo sean de verdad. Por ponerle algún ejemplo, uno de los puestos puede ser para un representante de una Academia local de Bellas Artes. En principio suena bien, pero no le miento si le digo que hace unos años el representante de una de esas académias en la Comisión de Patrimonio era su presidente, lo que parece también sensato y lógico. Lo que ocurre es que dicho presidente era marino mercante de profesión y pintor contemporáneo de vocación acreditada, sin la menor relación con los problemas del Patrimonio Histórico y su tratamiento. Pero en vez de marino-pintor podría haber sido un músico concertista de violín, sin que acabe de ver yo la relación entre el Patrimonio y el arte de Paganini salvo que ambos comienzan por P.

Eso no quita que esas personas suelan ser cabales y estén dotadas de sentido común, por lo que pueden tomar buenas decisiones si oyen a diferentes expertos (de los de verdad), las valoran y obran en consecuencia. Pero eso es por sus cualidades personales, no por una condición de expertos que no tienen más que en la prensa o en el discurso del político de turno. La burocracia no se suele llevar bien con la auctoritas, con la de verdad. Y la política da poder, pero no auctoritas, que es cosa bien diferente. Por más comisiones que se le echen.

De modo que, a la hora de la verdad, pocas veces las comisiones de expertos están conformadas por expertos, por lo que sus resultados son como resulta previsibles: unos buenos, otros malos y otros peores. Adepende.

Ante una comisión así puede pedirse obediencia, y es debida por haber sido legítimamente nombrada. Pero confianza, no. Y fe en sus decisiones, menos. Lo cual no quiere decir que todo lo que hagan esté mal, por supuesto. Pero bien, tampoco.
Comentario por Giannini el abril 17, 2009 a las 1:59am
Sr. Caso, los expertos se pueden equivocar, pero lo llamativo del caso es que, salvo que mi memoria me esté haciendo una mala jugada, los vecinos de Abamia no se oponen a la intervención presentando informes de expertos, de especialistas universitarios en Restauración y Conservación de Bienes Culturales (especializados en piedra), sino que sus defensores son especialistas -algunos magníficos- en otras disciplinas.

Como quiera que tengo a los profesionales en Restauración y Conservación de Bienes Culturales por personas serias, formadas y competentes (salvo excepciones que confirmarán la regla) los respeto y su opinión me parece que tiene mayor peso en esta intervención que cualquier otra. Y si no se me ofende, tengo también por demagógico desacreditarlos en dos líneas por aquello de que todos sabemos de todo o se pueden equivocar. La cosa es tan simple que tenemos más criterio que un profesional formado o una comisión de profesionales. Vuelvo a pedir un porquito de porfavor...

Ángeles González-Sinde pírate
Comentario por Giannini el abril 17, 2009 a las 2:17am
Nos hemos cruzado, en el buen sentido, con Dª Alicia y Elpater. Con la primera discrepo en algunos puntos, y a ambos (como a todos) les agradezco sus reflexiones.

En el fondo, yo estoy convencido que ese enlucido, que puede tener desconchados, grietas -si me lo permiten, pijadas- y seguramente se repararán, junto con el color que produce tanto escándalo (Dª Alicia, cachis, la estatua no es comparable, que tampoco el restaurador se puso a pintar los capiteles), el color, digo, se irá apagando con el sol, la lluvia, con el paso del tiempo en definitiva, hasta adquirir un tono similar al del enlucido que recubría la mampostería y no protegía como debía las pinturas o la estructura del templo.

Ángeles González-Sinde pírate
Comentario por Elpater el abril 17, 2009 a las 2:23am
El comentario de Alicia me libra de la tarea de transcribir el artículo de la Ley de Patrimonio que prohibe expresamente la reconstrucción y la anastilosis. Aunque sólo tiene fuerza legal en los BIC (no sé si la iglesia de Abamia lo es), puede valer como recomendación general en el sentido de aplicar el espíritu de la ley, no sólo su letra.

En mi interpretación, coincidente con la de Alicia, lo que se hizo contraviene la Ley de Patrimonio. No se ha consolidado el monumento, se le ha intentado devolver la juventud perdida a base de maquillaje. Los edificios nuevos bien hechos son hermosos, entre otras cosas por su juventud, como lo es una persona joven y guapa. Pero también en la vejez hay valores, incluso de belleza, aunque ahora esté de moda negarlos. Lo que suele resultar horroroso es una vejez mal llevada por una persona que pretende pasar por joven sin serlo. La iglesia de Abamia me recuerda el esperpéntico resultado del maquillaje del profesor Aschenbach en Muerte en Venecia.

En mi opinión sólo debería haber sido permitida si fuese indispensable para la conservación de los valores del edificio, incluyendo las pinturas, como bien señala usted. Pero sería un sacrificio en aras de la protección de un bien mayor, no algo deseable por sí mismo. No me parece probado que esa actuación sea la única posible, indispensable para la conservación. Ni mucho menos.

Más bien me parece que responde al criterio que intenta devolver al ediificio su supuesto aspecto primitivo, algo que también dudo que esté probado por más que se hayan encontrado restos de mortero ocre en alguna de las partes del edificio. Según ese criterio, ¿qué deberíamos haber hecho en la Torre de Hércules? ¿Restituir la escalera de madera pintada en verde de su antepasado, de cuya pintura todavía quedan algunos restos? ¿Suprimir la escalera y reconstruir las bóvedas horadadas, pues hay sobrados datos que permitirían la obra de forma fidedigna? ¿Retirar la fachada de Giannini y restituir la dibuada por Lucas Labrada y enviada por Cornide al padre Flórez? No, un edificio es la suma de toda su historia, y no se debe primar ninguna de las épocas sobre las demás. Así reza la Ley de Patrimonio. Pero el restaurador de Abamia ha primado el supuesto aspecto original, perdido, sobre los demás aspectos que el templo tuvo a lo largo de su vida, y sobre todo sobre el aspecto actual, tan auténtico y tan digno como el primitivo. Un aspecto nada innoble, producto de la historia, que siguiendo los criterios de la ley debería haber sido consolidado y protegido sin más modificaciones que las estrictamente indispensables.
Comentario por Alicia M. Canto el abril 17, 2009 a las 2:43am
Dejo para la historia la noticia de arranque de todo esto, que demuestra que el interés y la presión para que se recuperara la abandonada iglesia fue justamente de ese "paisanaje" (como despectivamente les llamó el Sr. Puras), en noticia de noviembre de 2005, recogida en el boletín de Hispania Nostra de dic. de 2005:

«ABAMIA / “HABÍA QUE EVITAR QUE LA IGLESIA QUEDARA COMO UNA NAVE DE HORMIGÓN VACÍA”

Tras largos años de lucha, lo han conseguido. Los miembros de la Asociación Cultural de Abamia han trabajado desde incluso antes de su organización como colectivo, para lograr la restauración de la iglesia de Santa Eulalia de Abamia. Un objetivo cumplido. La Consejería de Cultura anunció el inicio de los trabajos para principios de 2006, con una partida presupuestaria superior a los 400.000 euros. El colectivo se muestra satisfecho. Su esfuerzo ha merecido la pena. El secretario, Francisco Pantín, recuerda la importancia del emblemático templo románico del siglo XIII, que sirvió de primer sepulcro al rey Pelayo y fue “declarado monumento histórico nacional en el año 1962"
. (El Comercio Digital.com, 27 de noviembre de 2005. Texto de Irene García).»

Así que es bien fácil imaginar su enorme decepción cuando vieron el resultado.

Giannini: Andaba buscando un par de brazos que le valieran a la Venus de Milo para dejarla "como estaba antes", lo que también daría buena idea ;-) Pero no aparecen, sí que es tarde, y además no domino el dichoso Photoshop, ergo renuncio. Sólo le diré que, si ésta de Abamia es la "solución" más "experta" para "proteger" el románico asturiano, y es "como estaban entonces", no sé a qué están esperando para meterle mano a todas las demás. Habría que empezar ya mismo a "ocrear" o "rosear" todas aquellas venerables iglesias: la catedral de Oviedo, San Miguel de Lillo, Santa Cristina del Naranco... ¿A que no lo hacen?

Pater: Oportunísimo su comentario, y en especial ese paralelo con la vieja que trata de parecer joven. Y ahora sí, buenas noches.
Comentario por Giannini el abril 17, 2009 a las 2:50am
La Torre es uno de esos monumentos en los que se decidió prescindir de la evolución, eliminando carpinterías de madera en huecos de fachada y sustituyéndolas por otras estancas de bronce (buenísimas y carísimas) que tal vez son en parte responsables de los problemas de humedad que sufría el edificio por falta de ventilación. Precisamente en este edificio se está rejuntando la cantería con una argamasa similar a la original que evite esas humedades ¿también se está aquí reconstruyendo o se cae en la anastilosis? Y reconstruir... me puedo equivocar, pero yo no diría que se reconstruye un enlucido o estucado (prácticamente una superficie sin espesor), sino que se reintegra a su espesor original.

¿El cambio de la techumbre en Abamia, unas tejas de los 50 o 60, supone asimismo una reconstrucción o una anastilosis? ¿Cuál es el límite?

Por otra parte, caso de que la única solución fuese aplicar una argamasa, natural, que permitiese respirar a la estructura, para el enlucido ¿qué color se elige? ¿el blanco porque es mayoritario? ¿qué tiene de malo que tenga un color similar, y digo similar, al original? ¿que no estamos acostumbrados a ver ese color? Yo creo que aún nos condiciona en exceso el gusto por la ruina romántica, los edificios sin techumbre, con plantas y musgos creciendo sobre los muros, etc. Y sigo creyendo que la alarma resulta excesiva, y que el paso del tiempo irá matizando el color.

Ángeles González-Sinde pírate

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