El hallazgo de un sestercio cambia la edad del acueducto de Segovia

Ver vídeo en este enlace.

Uno de los monumentos más emblemáticos de España es más joven de lo que se pensaba. Nuevos estudios arqueológicos sitúan la fecha de construcción del Acueducto de Segovia en el siglo II de nuestra era, a partir de los años 112 y 116. La datación tradicional de este Patrimonio Mundial se remontaba al siglo I, hacia el año 98. El área de Turismo del Ayuntamiento de Segovia ya ha encargado una nueva tirada de folletos turísticos con la nueva fecha.

Los investigadores concluyen que la edificación de las monumentales arcadas se produjo o bien al final del gobierno de Trajano, o bien, con una probabilidad más elevada, en el gobierno de Adriano. Se trata de una época de gran esplendor de la Segovia romana, generalizada en la parte occidental del Imperio. Tras las grandes conquistas de Trajano en la Dacia y Mesopotamia, el dinamismo del sistema económico y las reformas militares de Adriano, que estabilizaron las fronteras imperiales, llevaron a una gran efervescencia en todos los órdenes en las provincias. Durante su mandato y el de Antonino Pío, en el siglo II, se desarrollaron grandes obras públicas.

Los nuevos datos sobre uno de los acueductos más famosos y mejor conservados se han hecho públicos en el reciente encuentro Ciudades Romanas del valle del Duero, celebrado en Segovia el pasado mes de octubre. El trabajo de investigación fue presentado por el director del Museo de Segovia, Santiago Martínez Caballero (izquierda); el profesor de la UNED, Víctor Manuel Cabañero Martín, junto con el arqueólogo del Servicio de Cultura de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León, Luciano Municio, y los arqueólogos segovianos Clara Martín García y José Miguel Labrador Vielva.

El estudio se fundamenta en el análisis de los materiales arqueológicos procedentes de la excavación efectuada en 1998 por el arqueólogo Germán Prieto Vázquez. Exactamente, en los tres pilares de la obra romana en la Plaza del Azoguejo de Segovia, donde se erige el monumento en su máximo esplendor, con su doble piso de arcadas o arcuaciones y sus 29 metros de altura.

La evaluación de los materiales ha permitido detectar que el relleno de las fosas de fundación de estas pilas incluye materiales cerámicos (terra sigilata hispánica) fabricados en talleres riojanos de Tritium (Tricio) sobre el primer tercio del siglo II. Además, entre estos rellenos, se halló un sestercio de Trajano emitido entre 112 y 116, durante el sexto consulado del emperador.

Estos materiales fueron recuperados por Prieto Vázquez en los estratos de cierre de esas fosas en el momento de construcción de la obra, donde se detectó un ingente volumen de restos de la talla del granito, del tallado de los sillares a pie de obra, según se iban elevando pilares y arcadas. Por tanto, pertenecen al momento de su construcción. Esas fosas solo pudieron cerrarse tras el periodo entre los años 112 y 116, asevera el director del Museo de Segovia.

Martínez Caballero analizó los restos arqueológicos y revisó la documentación junto con Cabañero Martín y Prieto Vázquez, quienes concretaron la nueva fecha. Gráficamente, Luciano Municio explica que no hay más remedio que reinterpretar la edad y la historia del acueducto aunque los años varían poco: “Nos colocamos en los primeros decenios del siglo II, pero cambiamos de emperador, ya no toca Trajano”. Por su parte, la concejala de Patrimonio y Turismo del Ayuntamiento de Segovía, Claudia de Santos, subraya que “hay que ajustar la información a la realidad científica en el ámbito turístico”.

Inscripción en el sotabanco

El director e investigador del Museo de Segovia, Martínez Caballero, sostiene que, con anterioridad, se había asentado en los estudios académicos la propuesta de que el acueducto había sido inaugurado al menos veinte años antes, en el año 98, a partir de la hipótesis de lectura que realizó el historiador y epigrafista de la Universidad de Heidelberg, Géza Alföldy (derecha), en los años noventa del siglo pasado. Se basó sobre todo en la inscripción que se colocó en el sotabanco, situado entre los dos pisos de arcadas, en su parte más monumental.

De ella solo quedan los agujeros realizados en los sillares de granito donde iban encajados los pernos que se fijaban en el reverso de las grandes letras de bronce dorado (letterae inauratae) que componían la inscripción, letras perdidas por completo, aunque quedaban algunas todavía en el siglo XVI.

Para Martínez Caballero, Géza Alföldy, epigrafista de gran prestigio, planteó su hipótesis de un texto que proponía una dedicatoria a Trajano en el año 98, durante su segundo consulado, realizada por los magistrados locales por la reconstrucción (restituerunt) del acueducto. Dato que llevaba a especular sobre una construcción original de la obra en época precedente, manifestando algunos investigadores una preferencia por los emperadores de la dinastía de los Flavios, en especial Vespasiano o Domiciano, entre 69 y 98, aunque sin datos contrastados.

La restitución hipotética del acueducto de Segovia, según G. Alföldy. Foto escaneada del libro "Segovia romana II. Gentes y territorios". 2010.

MUNICIPIO DE DERECHO LATINO YA CON TIBERIO


Según los expertos, la intervención del arqueólogo Germán Prieto Vázquez también demuestra que el acueducto monumental, tal y como ahora se contempla en Segovia, no supone una restauración de obra precedente, en tanto que las arcadas se elevaron, tal como hoy se presentan, desde su origen, excavando una gran trinchera longitudinal. En ella, a su vez, se excavaron las fosas de cimentación de las pilas finales, a gran profundidad, debido a la existencia de un blando sustrato rocoso, de arcillas margas y calizas.

Los análisis de la documentación epigráfica de época romana de Segovia apuntan ahora a la consideración, según el profesor Juan Santos Yanguas  (izquierda), de la Universidad del País Vasco, de que Segovia tenía ya el rango de municipio de derecho latino en época de Tiberio (entre los 14 y 37).

Esta constatación tampoco encaja con la propuesta de reconstrucción de la inscripción en la que se basó el prestigioso epigrafista de la Universidad de Heidelberg, Geza Alföldy, ya fallecido, para situar la construcción en el año 98, fecha canónica hasta ahora.

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Fuente: elpais.com | 1 de noviembre de 2016

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Comentario por Alicia M. Canto el noviembre 6, 2016 a las 9:52am

La fecha del 98 d.C. de G. Alföldy para la según él restauración del acueducto no era aceptable (aunque pasara a ser “canónica"), y tampoco lo es la que ahora se anuncia como tal.

Resulta francamente asombroso que el por fin famoso sestercio de Trajano, un hallazgo numismático que se produjo en 1998 -hace la friolera de 18 años- y se publicó en 2000, se dé en 2016 como gran novedad, y que haya tardado tanto en reflejarse en los folletos turísticos del Excmo. Ayuntamiento (lo que sospecho es el motivo real de la noticia y del revuelo subsiguiente, por haberse publicado en El País, lo que ha motivado su pase instantáneo al ámbito internacional: "Coin Suggests New Construction Date for the Segovia Aqueduct", Archaeology 2-11-2016).

Me permito, sin ir más lejos, remitir a este post de Terrae Antiqvae. en el que comenté, el 30-5-2011 (hace sólo cinco años) el hallazgo, reproduciendo la foto de la pila 116 en cuestión, tomada del estudio sobre las restauraciones de F. Jurado en 2002 (hace sólo catorce), quien a su vez se basaba en el artículo publicado por el excavador en el año 2000 (hace apenas dieciséis años): G. Prieto Vázquez, “Excavaciones arqueológicas en el Acueducto de Segovia. 1998”, Segovia romana, Caja Segovia, 2000, págs. 89-136.

Por eso tiene su punto de ironía leer, en la noticia del 1 de noviembre pasado de El Norte de Castilla, que "El área de Turismo del Ayuntamiento ha reaccionado de inmediato" (¡!), como que "ha aprovechado que se habían agotado los folletos turísticos en castellano sobre el Acueducto" (de no haberse agotado los folletos, la fecha seguiría igual), y que "irán cambiando la fecha en todos los escritos en francés e inglés cuando se vayan agotando" (los extranjeros deberán esperar para saber la nueva verdad).

En el estudio que aún tengo pendiente de terminar, al que me refería en 2011 pero cuyos detalles explico en clase hace años, podrá verse por qué la restitución de G. Alföldy (q.e.p.d.) de las inscripciones de ambos lados del sotabanco adolecía de algunos fallos graves que hacían imposible admitirla, por muy “fecha canónica” que se haya vuelto en estos años.

Y, del mismo modo, por qué la moneda de Trajano, siendo un simple elemento datador "post quem", sólo vino a confirmar la idea de que la fecha del 98 que él propuso no era posible, pero por sí misma tampoco lo puede fechar per se, principalmente por el grado de desgaste que presenta la moneda. Sólo atestigua que la gran arcuatio segoviana tiene que ser posterior al menos a los años 106-112 d.C, y nada más.

En la pila contigua del acueducto, en las mismas excavaciones de 1998, apareció también un denario de la ceca prerromana (probablemente vascona) de Arsaos, y a nadie se le ocurre fechar el monumento en los siglos II-I a.C.

(Foto de denarios.org)

Una crítica similar ya había expresado J. F. Blanco García en 2001, en la nota 96 de un trabajo sobre numismática segoviana, al que también remito: “La numismática antigua segoviana en la bibliografía. Comentarios”, Numisma. Revista de Estudios Numismáticos 245, 2001, págs. 115-138 (puede consultarse la revista completa aquí).

Así que estas "campanas" suenan en realidad desde hace mucho tiempo, pero deben aún de ser sometidas a cierta crítica, por lo que admira ver otra vez tanta unanimidad en torno a la "nueva" datación.

Tampoco la fecha de municipio latino para Segovia está probada. Saludos y feliz domingo.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el noviembre 8, 2016 a las 1:06am

¿Por qué el Acueducto de Segovia ha rejuvenecido 20 años?

Aunque el tango canta que veinte años no son nada, esos dos decenios más -o, más bien, de menos- sí pueden suponer mucho para avanzar en la determinación de una de las grandes incógnitas que, casi 2.000 años después de sus construcción, siguen rodeando al Acueducto. Se sabe que fue una obra de ingeniería levantada en época romana, pero nada sobre la fecha exacta en la que, pila a pila, los 20.400 sillares de granito dibujaron lo que hoy es uno de los principales monumentos de España y seña de identidad de Segovia.

Si lo que cautiva las miradas de segovianos y los miles de visitantes que cada año paran ante él es la enormidad de su belleza, es bajo sus pies, ocultos, donde se encuentran algunos de los tesoros que permiten saber un poco más de este gran y atractivo desconocido. Y es ahí, en las fosas de cimentación, de hasta cuatro metros de profundidad, selladas antes de levantar los pilares en lo que era un terreno «blando», en la ahora llamada plaza del Azoguejo, donde el Acueducto alcanza su mayor altura -28,10 metros-, donde se encontraron las claves que han llevado a «rejuvenecer» al Acueducto «entre 20 y 50 años».

Cerca de 12.000 piezas se han analizado hasta llegar a la conclusión «consensuada» por los expertos, tras un proceso de «reflexión mucho tiempo», de que esta obra declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985 y Monumento Nacional ya en 1884 «sólo» pudo ver cómo sus arcadas centrales se levantaron como mínimo después del año 112 a 118 d. C., y no a partir del 98, como hasta se sostenía. Al menos 20 años menos y cambio de siglo, del I al II d. C. Un avance que «permite precisar con mayor solvencia la dinámica histórica de la ciudad de Segovia en época Romana», apunta el arqueólogo Santiago Martínez, quien, junto con su colega Víctor Cabañero, ha llevado a cabo durante cuatro años el estudio de laboratorio de las miles de piezas que han permitido precisar un poco más la edad del Acueducto. Para ello también lo han «contrastado» con datos de los arqueólogos Luciano Municio, Clara Martín, José Miguel Labrador y Sonia Álvarez, que trabajan sobre otras áreas de la Segovia romana.

Los arqueólogos Santiago Martínez y Víctor Cabañero, autores del estudio sobre el Acueducto- A. TANARRO

Entre esas piezas objeto de la lupa arqueológica, una «ingente cantidad» de materiales graníticos, fragmentos de «terra sigillata» -que aportan la cronología «más exacta», pues se produjeron entre el 50 d. C., y los mandatos de Adriano y Trajano-, cerámica romana, un sestercio de Trajano -una moneda emitida entre el año 112 y 116, durante el sexto consulado de este emperador.

Analizadas y combinadas, en un trabajo nada fácil en el que también ha habido que despreciar restos rescatados de unas fosas de cimentación selladas en lo que era como una «escombrera» a los pies de la ciudad en lo alto, permiten sostener que «fueron colocadas» bajo las moles de granito antes de su construcción. Por lo que «posiblemente» esta obra de ingeniería hidráulica fue levantada «más de 20 años» después de la fecha hasta ahora apuntada.

Sería a finales del imperio de Trajano o pleno gobierno de sus sucesor, Adriano, lo que tumba las teorías «sin muchos datos contrastados» de ser anterior e incluso que obedeciese a una restauración de un proyecto previo. «Se ha puesto una fecha mínima desde datos contrastados», defiende Santiago Martínez, director también del Museo de Segovia, donde se custodian esas piezas rescatadas durante la excavación realizada por el arqueólogo Germán Prieto Vázquez. Es, destaca, el «alma de la investigación», gracias al trabajo realizado bajo los pilares 3, 4 y 5 en 1998, cuando el acueducto estaba inmerso en la última gran restauración, acometida entre 1992 -se prohibió el paso de vehículos bajo sus arcos- y 2000.

Momento propicio

Esas nuevas fechas «explican la época de Segovia para acometer una obra de semejante envergadura», quizá con financiación de la propia Roma, y bajo la dirección de un desconocido ingeniero que proyectó los 167 arcos de granito unidos sin cemento ni argamasa. El siglo II es ya un periodo de «paz y estabilidad» que propicia acometer obras así. «Es como el AVE en España, se hace cuando hay dinero», puntualiza Cabañero. Era un momento de «eclosión» en las provincias hispánicas de la antigua Roma, lo que puede explicar que la combinación de «voluntad, fondos y marco normativo» permitiese ejecutar el Acueducto en una Segovia de entonces entre 3.000 y 5.000 habitantes, ubicada en punto relevante del mapa, justo al saltar Guadarrama, y cruce de caminos.

Eso sí, la nueva información, sostienen, «abre muchos más interrogantes» sobre una obra de la que como otras -el Castillo de Coca, por ejemplo- se desconoce su data.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el octubre 17, 2017 a las 1:35pm

Los arqueólogos refuerzan su hipótesis de que la edificación del Acueducto de Segovia fue posterior al año 117, después de la muerte de Trajano

De izquierda a derecha, los arquitectos municipales Esther Trilla y Manuel Marcos, y los arqueólogos Santiago Martínez y Víctor Cabañero. / ANTONIO DE TORRE

La cronología sigue en cuestión. Datar la construcción del Acueducto de Segovia aún es una cuestión controvertida, aunque los arqueólogos tratan de poner luz sobre los estratos del terreno que acogió la cimentación de la monumental obra hidráulica, a partir de los restos cerámicos y otros materiales encontrados en la excavación de 1998. Si ya el año pasado los folletos que edita el área municipal de Turismo cambiaron para situar la construcción en el siglo II, después del año 112, en la primera ponencia de las segundas Jornadas dedicadas por el Ayuntamiento al Acueducto los arqueólogos Santiago Martínez Caballero, director del Museo de Segovia, y Víctor Cabañero, doctor de la UVA, dejaron clara una conclusión, que las arcadas centrales de la plaza del Azoguejo fueron edificadas después de ese año 112, al final del gobierno del emperador Trajano, pero «con mucha mayor probabilidad» es posible que las obras empezaran tras el 117, ya en tiempos del otro emperador hispano, Adriano.

Las hipótesis están servidas, y harán falta otros estudios para tener un mayor nivel de certeza. Pero los dos arqueólogos concluyeron que datarlo en la época de Adriano sería lo más acertado.

Las II Jornadas Acueducto de Segovia, que tienen el título de ‘Una ciudad por y para un monumento’, comenzaron este lunes (pasado) en el Aula de San Quirce con las dos primeras ponencias, precedidas de la presentación del libro que recoge las de 2016 y una introducción de la alcaldesa, Clara Luquero. El objetivo, dijo, es «sensibilizar y ahondar en el respeto y la conservación desde el conocimiento».

Recordó la alcaldesa que, en esta tesitura, el Ayuntamiento trabaja en la actualidad en la elaboración de la ordenanza que regule el uso del entorno y en ampliar la zona peatonal de la plaza de Artillería, para alejar el tráfico y hacer posible que los turistas puedan admirarlo sin la cercanía de los coches. «Se trata de dar pasos con modestia, con lo que tenemos», porque «el Ayuntamiento no puede abordar ahora un proyecto de envergadura», pero «tenemos la responsabilidad de conservarlo», añadió, porque «el Acueducto nos identifica y está en nuestra mirada cotidiana».

Cronología

Santiago Martínez Caballero y Víctor Cabañero han profundizado en esta línea de investigación en los últimos doce meses, desde que presentaran su hipótesis en el congreso sobre ciudades romanas que acogió Segovia el año pasado, aunque iniciaron sus estudios en 2013 a partir de los materiales que se custodian en el Museo de Segovia procedentes de las excavaciones de 1998 y ya presentaron unas conclusiones preliminares en 2014, en el Congreso Internacional de Arqueología Clásica de Mérida, donde expusieron que la probabilidad más alta sobre la fecha de construcción del Acueducto la situaría al final del gobierno de Trajano o a partir del 117, ya con Adriano. También en Mérida se presentó la conclusión de que «el debate sobre la lectura de la cartela del sotabanco no es un tema zanjado».

Para ambos arqueólogos, las líneas de investigación emprendidas hasta ahora relacionadas con la técnica constructiva de la obra hidráulica o con el contenido de la cartela no estaban demasiado claras, y sus conclusiones no han sido admitidas de forma unánime por toda la comunidad científica. Ni siquiera la interpretación que consideran solvente, la del epigrafista austriaco Geza Alföldy, que situaría la edificación a finales del siglo I.

Para su estudio, Martínez y Cabañero (derecha) han utilizado «datos materiales tangibles» a partir del registro arqueológico y una estratigrafía «muy clara» para presentar sus hipótesis, con «argumentos sometidos a muchas variaciones», que llevan a «reconsiderar» el contenido de la cartela y la datación de los arcos de la zona monumental. Pero siempre con la premisa de que «la cronología del Acueducto es un tema espinoso».

Santiago Martínez expuso que el primer relato «mítico» sobre la datación es de mediados del siglo XIII, lo relaciona con Hércules y se mantiene hasta 1637 con Diego de Colmenares. Después, a partir del siglo XVI ya aparece, aunque sin demasiado rigor, la atribución al emperador Trajano, que se mantiene hasta el siglo XX. A partir de 1960, análisis más científicos estudiaron la similitud de la técnica constructiva (por los sillares de acabado almohadillado) con la del Aqua Claudia, el acueducto de Roma construido por Claudio, y ya con más rigor, el estudio de la cartela desde 1968 por varios autores ha aportado atribuciones a Nerva, Domiciano o Trajano. Entre 1992 y 1997, el epigrafista Geza Alföldy planteó la hipótesis, basándose en la interpretación de los huecos del sotabanco que alojaron las letras de la cartela, que el Acueducto fue «restituido» o restaurado en el año 98 por Trajano, con lo que sería incluso anterior, y aunque es la «hipótesis más solvente», la epigrafía española ha considerado que la lectura «no es segura».

El estudio de los ponentes está basado en los restos de cerámica, del sestercio de la época de Trajano y el sillar encontrados en las excavaciones de 1998 de las bases de las pilas 115 a 117. Su conclusión es que las cerámicas más avanzadas, del siglo II, serían contemporáneas de la construcción, «con mayor probabilidad durante el gobierno de Adriano» porque Segovia era entonces una ciudad de importancia regional que permitía la construcción de edificios y obras públicas, que podría haber captado «la atención imperial» y, por tanto, la financiación por el emperador, pues Adriano financió muchos acueductos en todo el imperio.

La ciudad romana

El estudio de los dos arqueólogos también induce a reconsiderar las líneas de investigación no ya sobre el Acueducto, sino también sobre la ciudad romana. Víctor Cabañero declaró al respecto que sería bueno investigar «sobre la ciudad y sobre el siglo II también, porque queda siempre un poco al margen; el siglo I es el del esplendor, en el que todas las ciudades al sur del Duero adquieren la municipalidad romana, y sería bueno estudiar el siglo II porque puede aportar cuestiones importantes».

Los datos conocidos, con el estudio de los restos del foro –que estaría en el entorno de la actual plaza de Guevara, la plaza de la Rubia, la iglesia de la Trinidad y la plaza del Potro– y otras construcciones como las termas en el subsuelo cercano a la iglesia de San Martín, permiten indicar que cuando se construye el Acueducto la ciudad tiene ya una monumentalidad y la obra de ingeniería es el final del proceso de entrada de agua.

Siempre se ha dicho que habría que excavar más en Segovia para conocer mejor su pasado romano. Pero no es fácil. Martínez Caballero señaló que «en cualquier sitio donde se haga una intervención arqueológica es susceptible que aparezcan restos». Porque la ciudad romana tendría unas 40 hectáreas y estaría en funcionamiento desde el siglo I antes de Cristo «y la culminación de lo que es un paisaje típicamente romano, de lo que es su municipalización, es la construcción de su grandioso Acueducto en el siglo II». Y si fue edificado a partir del 117, hasta dentro de cien años no se podrá celebrar el bimilenario.

Fuente: nortedecastilla.es | 17 de octubre de 2017

Comentario por Alicia M. Canto el octubre 18, 2017 a las 8:01am

Parece que, aunque tarde, se va avanzando en lo que en realidad ya se sabía desde 1998, cuando apareció la moneda de Trajano en la cimentación. Sigue siendo curioso que durante tantos años pesaran más a nivel local las opiniones de Géza Alföldy (quien, lo aclaro de paso, no fue "un epigrafista austriaco", como se dice en la noticia, sino húngaro nacionalizado alemán) o de la marquesa de Lozoya, que un indicador cronológico post quem tan fiable como una moneda, y más por el sitio en el que se encontró.

Me permito remitir a mis comentarios de hace años aquí, al respecto de la epigráficamente de siempre muy discutible (aunque de inmediato tan aceptada) propuesta de lectura de ambas cartelas del acueducto hecha por Alföldy, y del hallazgo del sestercio, hechos en 2011 (tres), y 2016 (aquí arriba), con más información, fotos y enlaces.

No sin insistir en que, como entonces decía, la moneda "sólo atestigua que la gran arcuatio segoviana tiene que ser posterior al menos a los años 106-112 d.C, y nada más". La fecha exacta del acueducto de Segovia sigue dependiendo, como siempre, de cómo se resuelvan los textos de las dos grandes inscripciones en bronce que llevó el monumento.

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