Descubren que la tolerancia a la lactosa pudo tener ventajas evolutivas

Cráneo de la Edad del Bronce desenterrado en el valle de Tollense, Alemania. Crédito: Stefan Sauer / Proyecto Tollense Valley

La capacidad humana para digerir la lactosa después de la infancia se extendió por Europa Central en solo unos pocos miles de años. Una transformación extremadamente rápida en comparación con la mayoría de los cambios evolutivos observados en los humanos. Ésta es la conclusión a la que ha llegado un equipo internacional de investigadores liderado por la Universidad Johannes Gutenberg, en Mainz (JGU). Los investigadores analizaron material genético procedente de los huesos de diversos individuos que habían caído en un conflicto armado alrededor del año 1200 a.C., a orillas del río Tollense, en el actual estado alemán de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, y han informado de sus hallazgos en la revista Current Biology.

Los arqueólogos han estado buscando sistemáticamente una sección a lo largo del río Tollense durante más de 10 años. Crédito: Stefan Sauer / Proyecto Tollense Valley.

El conflicto en el valle del Tollense se considera actualmente la batalla más antigua conocida de Europa. En la década de 1990 se descubrieron allí cientos de restos humanos. Desde hace más de diez años, los arqueólogos han excavado sistemáticamente una sección de un kilómetro a lo largo del río. Hasta el momento, se han descubierto los huesos de más de cien individuos, muchos de ellos con evidentes signos de haber participado en un combate violento. Muchos de los huesos contienen puntas de flecha, mientras que algunos cráneos parecen haber sido aplastados por objetos contundentes. Se estima que varios miles de hombres estuvieron involucrados en el conflicto, algunos de los cuales incluso podrían haber sido jinetes. De todos ellos, murió casi una cuarta parte.

Un arqueólogo descubre una mandíbula en el río Tollense. Ronald Borgwardt / Tollense Valley Project

TOLERANCIA A LA LACTOSA, UNA RARA CARACTERÍSTICA

Los investigadores han descubierto que solo alrededor de uno de cada ocho de los guerreros caídos en este combate eran portadores de una variante genética que les permitía descomponer la lactosa de la leche. 

"De la población actual que vive en esta misma área, alrededor del 90 por ciento tiene esta persistencia de lactasa (una enzima producida en el intestino delgado, cuya única función es facilitar la digestión de la lactosa). Ésta es una gran diferencia si se considera que no puede haber más de 120 generaciones humanas entre entonces y hoy", ha explicado el genetista Joachim Burger (izquierda), profesor de la JGU y autor principal del estudio.

Aparte de la persistencia de la lactasa y algunas otras variantes genéticas, los genomas que presentan los huesos de los guerreros caídos en la batalla del río Tollense son similares a los de los habitantes actuales del norte de Alemania y la región del mar Báltico. Según el biólogo Daniel Wegmann (derecha), de la Universidad de Friburgo, en Suiza, que también ha participado en el estudio, "la única forma de explicar esta diferencia entre estas personas de la Edad del Bronce y las de hoy es una selección natural muy fuerte. Llegamos a la conclusión de que durante los últimos 3.000 años, los individuos con persistencia de la lactasa tuvieron más hijos o, alternativamente, esos niños tuvieron mejores posibilidades de supervivencia que aquellos sin este rasgo". Los investigadores calculan una ventaja selectiva notable:

"En cada generación, los individuos persistentes en lactasa tienen un seis por ciento más de probabilidades de sobrevivir hasta la edad reproductiva que los individuos no persistentes en lactasa", afirma el profesor Joachim Burger.

Vista de los cuerpos de más de cien individuos caídos en la batalla de Tollense. Stefan Sauer / Tollense Valley Project.

¿VENTAJA EVOLUTIVA?

En 2007, Burger y su equipo concluyeron que casi ninguno de los primeros agricultores sedentarios de Europa tenía persistencia de la lactasa. "Es asombroso que en el momento de la batalla del Tollense, más de 4.000 años después de la introducción de la agricultura en Europa (que en parte habría implicado el consumo de productos lácteos de los primeros bovinos, cabras y ovejas domesticados), la persistencia de la lactasa en los adultos todavía fuera tan rara", comenta Burger.

Sin embargo, todavía no hay una respuesta definitiva a la pregunta de por qué la capacidad de digerir el azúcar de la leche después de la infancia pudo proporcionar una ventaja evolutiva tan grande. "Dado que la leche es una bebida muy energética y relativamente no contaminada, su ingestión puede haber brindado mayores posibilidades de supervivencia durante períodos de escasez de alimentos o cuando el suministro de agua potable estaba contaminado. En particular durante la primera infancia, en los años inmediatamente posteriores al destete, este factor a menudo puede haber sido decisivo entre las poblaciones prehistóricas", concluye Burger.

Los resultados del ADN también anulan la teoría, propuesta por primera vez en 2015, de que el gen para la persistencia de la lactasa fue importado a Europa occidental alrededor del 5000 a. C. por nómadas pastores de vacas de las estepas de la actual Ucrania y Rusia, el pueblo Yamna.

Los resultados dejan a los científicos más perplejos que nunca sobre cuándo y por qué los europeos comenzaron a beber leche. "La deriva genética natural no puede explicarlo, y tampoco hay evidencia de que haya sido un cambio de población", dice Christina Warinner  (izquierda), genetista de la Universidad de Harvard y del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana que no participó en el estudio. "Es casi vergonzoso que este sea el ejemplo más sólido de selección que tenemos y realmente no podemos explicarlo".

El estudio, que ha sido financiado por el Ministerio Federal de Educación e Investigación de Alemania (BMBF) y por la Fundación de Investigación Alemana (DFG), también involucró el análisis del material genético en los huesos de individuos de la Edad del Bronce encontrados en el Este y Sudeste de Europa para realizar una comparativa con los descubiertos en el Tollense. Los científicos descubrieron que aquellos también mostraban bajas frecuencias de persistencia de lactasa. Incluso en huesos de individuos procedentes de las estepas de Europa del Este, donde estudios previos habían sospechado que podría haberse originado la persistencia de la lactasa en adultos, el rasgo estaba completamente ausente.

Fuentes: nationalgeographic.com.esscitechdaily.com | sciencemag.org | razon.com.mx | 8 de septiembre de 2020

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