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Una nueva investigación sugiere que cuando los simios africanos descendieron de los árboles, los humanos evolucionaron de un antepasado que ya había comenzado a adaptarse a la vida en el suelo y avanzaba hacia el bipedalismo. Foto por Efraimstochter / Pixabay
Los simios africanos se adaptaron a vivir en el suelo, según un hallazgo que indica que los humanos evolucionaron a partir de un ancestro que no se limitaba vivir en los árboles u otros hábitats elevados. El análisis añade un nuevo capítulo a la evolución humana, y arroja luz adicional sobre el proceso que precedió al bipedalismo.
"Nuestra forma única de locomoción humana evolucionó a partir de un antepasado que se movía de manera similar a los simios africanos vivos: chimpancés, bonobos y gorilas", explica Thomas Prang (izquierda), un candidato a Doctor en el Departamento de Antropología de la Universidad de Nueva York y autor del estudio, el cual aparece publicado en la revista eLife.
"En otras palabras, el ancestro común que compartimos con chimpancés y bonobos fue un simio africano que probablemente había adquirido determinadas adaptaciones para vivir en el suelo de alguna forma y de modo frecuente".
El modo en que los humanos caminan, el bipedalismo, es única entre todos los mamíferos vivos, un atributo que es resultado de innumerables cambios a lo largo del tiempo.
"El cuerpo humano se ha visto drásticamente modificado por los procesos evolutivos en los últimos millones de años de tal forma que nos han hecho mejores caminantes y corredores", señala Prang.
Gran parte de este cambio es evidente en el pie humano, el cual ha evolucionado hasta convertirse en un órgano propulsor, con un dedo gordo incapaz de asir como un mono y con un arco plantar similar a un resorte que ahorra energía y se extiende de adelante hacia atrás.
Estos rasgos plantean una pregunta largamente estudiada, pero no contestada de forma concluyente: ¿De qué tipo de antepasado evolucionó el pie humano?
A la izquierda, esqueleto de un 'Ardipithecus ramidus' hallado en Etiopía. A la derecha, una reproducción del mismo.
En el trabajo publicado en eLife, Prang se centra en la especie fósil Ardipithecus ramidus ('Ardi'), un ancestro humano de hace 4,4 millones de años hallado en Etiopía y que es un millón de años más antiguo que el conocido fósil 'Lucy' (un Australopithecus afarensis). Los huesos de Ardi fueron dados a conocer por primera vez en 2009 y han sido objeto de debate desde entonces.
En su investigación, Prang determinó las proporciones de longitud relativa de múltiples huesos del pie de Ardi para evaluar la relación entre el movimiento (locomoción) de la especie y sus características esqueléticas (morfológicas). Además, con base a los fósiles de Ardi, utilizó métodos estadísticos para reconstruir o estimar el aspecto de este antepasado común de los humanos y los chimpancés.
En consecuecia con ello encontró que los monos africanos muestran claras señales de estar adaptados a la vida en el suelo. Los resultados también revelan que el pie de Ardi y su morfología es muy similar a las especies de simios africanos.
Árbol evolutivo que representa las relaciones entre los monos vivos, Ardi y los humanos modernos. Cada rama en el árbol representa una especie y sus intersecciones representan sus ancestros comunes. Los puntos representan cambios evolutivos hipotéticos asociados con la evolución de las adaptaciones de la vida en el suelo con el ancestro común de los monos y humanos africanos, así como la evolución del bipedalismo, que se apoya en el análisis. Fotografía: Thomas Prang, Departamento de Antropología de la Universidad de Nueva York.
"Por lo tanto, los humanos evolucionaron a partir de un antepasado que ostentaba adaptaciones para vivir en el suelo, tal vez no muy diferentes a las encontradas en los simios africanos", afirma Prang. "Estos hallazgos sugieren que el bipedalismo humano derivó de una forma de locomoción similar a la de los simios africanos vivos, lo que contrasta con la interpretación original de estos fósiles".
La interpretación original de los fósiles de pie de Ardi, publicada en 2009, sugería que su pie era más parecido a un mono que a un chimpancé o gorila. La implicación de esta interpretación es que muchas de las características compartidas por los grandes simios vivos (chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes) en su pie y en otros lugares de su cuerpo, debieron haber evolucionado independientemente en cada linaje, en un momento y lugar diferente.
"Los seres humanos son parte del mundo natural y nuestra adaptación locomotora, el bipedalismo, no puede entenderse fuera de su contexto evolutivo natural", observa Prang. "Los cambios evolutivos a gran escala no parecen ocurrir espontáneamente. En cambio, están arraigados en historias más profundas reveladas por el estudio del registro fósil".
"El estudio de Ardi muestra que la evolución de nuestra propia adaptación a la vida en el suelo, el bipedalismo, fue precedida por una adaptación cuadrúpeda a la vida en el suelo por parte de los ancestros comunes que compartimos con los simios africanos", concluye.
Fuente: Universidad de Nueva York | 30 de abril de 2019
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