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El sarcófago Sidamara de Konya, en el Museo Arqueológico del Palacio Topkapi en Estambul.
Fuente: The Guardian | Constanze Letsch y Kate Conolly | 21 de enero de 2013 | Traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae.
Turquía ha sido acusada de chauvinismo cultural e intentar chantajear a algunos de los más importantes museos del mundo como consecuencia de sus demandas de devolución de miles de tesoros arqueológicos.
De acuerdo con los jefes culturales de Berlín, París y Nueva York, Turquía ha amenazado con impedir a los arqueólogos extranjeros excavar en yacimientos del país, al no renovarles sus permisos para ello, si los gobiernos se niegan a devolver los artefactos que Ankara dice fueron sacados ilegalmente del territorio turco. También ha amenazado con suspender los préstamos de sus tesoros a museos extranjeros, dicen.
El gobierno de Ankara, envalentonado por la creciente influencia diplomática y económica del país, ha dicho en repetidas ocasiones que la recuperación de artefactos es parte de una política que pretende seguir durante años, si es necesario, llamándola "guerra cultural". Sin embargo, niega la retención de permisos como una forma de apalancamiento.
No obstante, el Instituto Arqueológico Alemán, fundado en 1829 y responsable de algunos de los lugares de excavación más importantes de Turquía, dice que ya ha sentido la ira de las autoridades turcas, después de que amenazaran con retirar los permisos de excavación a menos que una enorme esfinge hitita, de 3.300 años de antigüedad, fuera devuelta. Cuando la esfinge regresó, a bombo y platillos, a Turquía el año pasado, los permisos para trabajos de reacondicionamiento y restauración se renovaron, pero para los de las excavaciones quedaron pendientes.
Hermann Parzinger (izquierda), presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, en Berlín, y que entre otras colecciones supervisa el Museo de Pérgamo de la ciudad, acusó a Turquía de "hacer un juego sucio de la política" y de "amenazar el futuro" de la labor científica y otras colaboraciones.
"Los turcos están participando en un estilo más agresivo de la política", dijo. "Están tratando de chantajearnos -a nosotros y a otros- expulsando a los arqueólogos extranjeros. Su nueva táctica es acusarnos de no invertir lo suficiente en las infraestructuras de las excavaciones".
Desde el retorno de la esfinge (derecha) -la cual, insiste Parzinger, Alemania devolvió como un gesto de buena voluntad, a pesar de que no tener ninguna obligación legal para hacerlo-, Turquía ha exigido que tres otros objetos más sean entregados por el Museo de Pergamo. Ellos son el torso de mármol, de más de 2.000 años de antigüedad, de una estatua de un pescador hallada en los en los baños de Adriano en Afrodisias, una lápida medieval y partes de un mihrab del siglo XIII (lugar de oración) de la ciudad de Konya. "Todos estos artefactos fueron adquiridos legalmente hace más de un siglo, y no estamos bajo ninguna obligación legal de devolverlos", dijo Parzinger.
Turquía también está en disputa con el Louvre de París, el cual ha rechazado las peticiones para devolver objetos. Ankara respondió, hace dos años, con prohibir a los arqueólogos franceses excavar en Turquía.
Funcionarios turcos también están en desacuerdo sobre 18 objetos de la colección Norbert Schimmel del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, los cuales ellos consideran fueron excavados ilegalmente, así como con el Museo Británico de Londres sobre la Estela Samsat (izquierda), una losa de basalto del siglo I a.C.
Ankara dice que sólo quiere recuperar lo que por derecho le pertenece a Turquía. Ertugrul Gunay (arriba en la foto), ministro de cultura y turismo, dijo que 4.067 artefactos fueron devueltos desde 2002 hasta 2012. Él afirma que las demandas de Ankara coinciden con un nuevo orgullo, recién descubierto, por el patrimonio cultural del país.
"El inventario de nuestro museo está ahora al mismo nivel que el de los museos europeos, dijo recientemente. Los momentos en los que simplemente se exhibían artefactos en los armarios se han terminado. No hemos involucrado... lo que hemos tomado de atrás es sólo una parte muy pequeña de lo que cogeremos". Agregó que en los últimos cinco años, Turquía ha "gastado más en historia" que cualquier otro país europeo.
Turquía se está preparando para la apertura, en 2023 -el centenario de la fundación de la República de Turquía-, del Museo de las Civilizaciones, en Ankara, con 2,5 hectáreas de superficie, el cual deberá mostrar muchos de los mejores tesoros culturales de Turquía.
Pero los arqueólogos que trabajan en Turquía apuntan que lo que dicen es una aguda contradicción entre los intentos de celo del gobierno por recuperar artefactos y su aparente negligencia ante los valiosos lugares de excavación que son tema de conversación en el mundo de la arqueología.
Entre los más destacados está Allianoi, un complejo romano de baños termales (derecha) en la provincia de Izmir, que fue inundado en febrero de 2011 por orden del gobierno después de que la presa Yortanli fuera construida.
"Allianoi fue destruida a pesar de nuestros esfuerzos por salvar los baños. El gobierno prefirió los beneficios antes que la preservación de tan importante patrimonio", dice Ahmet Yaras (izquierda), un arqueólogo de la Universidad de Tracia. Yaras, quien lideró los esfuerzos para salvar el yacimiento arqueológico, no ha recibido permisos de excavación en los últimos tres años. Él añade: "Parece que estoy siendo castigado por el gobierno turco por tratar de salvar Allianoi".
Una guarnición al este de la ciudad de Zeugma, del 300 a.C., es otro lugar histórico que se perderá en las aguas de una gran presa proyectada. Hasankeyf, una ciudad de la Edad del Bronce, en las orillas del Tigris, está en espera de un destino similar.
En el centro de Anatolia, en la ciudad de Konya, de 5.000 años de antigüedad, el cementerio de Askar Hoyuk fue recientemente cubierto con hormigón y convertido en un área recreativa.
En Yenikapi, donde fueron encontrados un puerto bizantino y restos humanos de 8.000 años de antigüedad, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, indignó recientemente a la comunidad arqueológica al ordenar que la excavación que allí se realizaba llegara a un rápido fin, ya que estaba retrasando la construcción del famoso túnel Marmaray debajo del Bósforo, y que tiene como objetivo descongestionar el tráfico en Estambul.
Un arqueólogo turco, que pidió no ser identificado, dijo que estaba desconsolado de que el gobierno pareciera estar destruyendo yacimientos al mismo tiempo que luchando por el regreso de artefactos. "No entiendo la actitud del gobierno", dijo. "Esta contradicción es verdaderamente alucinante".
"Por supuesto, el gobierno turco tiene el derecho a exigir la devolución de ciertos objetos, pero nunca debe tratar de hacer esto amenazando los lugares de excavación que llevan a cabo los arqueólogos foráneos", agregó. "Una cosa no se debe confundir con la otra".
Cuando le preguntaron entonces a Parzinger si creía que Turquía tenía o no derecho moral a reclamar legalmente la devolución de ciertos tesoros, dijo: "Usted tiene que entender que fue correcto cuando se trajeron estos objetos a Alemania con el fin de protegerlos, pero los tiempos han cambiado desde entonces".
El altar de Pérgamo (izquierda), que es una de las atracciones turísticas más populares de Berlín, se salvó por poco de la destrucción en la década de 1860 gracias al ingeniero, arquitecto y arqueólogo alemán, Carl Humann.
"Muchos creen que el altar de Pérgamo estaba al sol en Anatolia hasta que los alemanes se lo llevaron a rastras", dice Parzinger. "Pero la verdad es que Humann había visto con horror como los relieves estaban siendo cargados en los hornos de cal... Sobre la base de contratos realizados de acuerdo con la ley que regía las antigüedades de la época, pudo ordenar que los relieves se llevaran a Berlín, y así fueron salvados".
Por último dijo que, si bien las autoridades turcas habían discutido la solicitud de la devolución del altar, Berlín nunca ha recibido todavía una petición oficial.
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