Madrid descubre su arte rupestre: cuevas, grabados y tumbas de la Edad del Cobre

Arqueólogos examinando hasta el mínimo detalle. Comunidad de Madrid.

Sergio Ripoll, doctor en Prehistoria por la UNED, paseaba hace dos años con su perro Elmo por el campo, cerca de Valdemorillo. Recogió una piedra del suelo para tirársela y reparó en que aquel pedazo de granito tenía grabada la cabeza de un caballo. Cualquier otro no se hubiera dado cuenta.

«Era julio, y casi de noche», recuerda Ripoll (izquierda); comenzó entonces un trabajo de investigación que se ha ido extendiendo como una mancha de aceite por el oeste de la región, aflorando todo un arco de grabados rupestres que podrían datarse en el Paleolítico.

También en Madrid, en algún punto del norte,  Mimi Bueno (derecha), catedrática y arqueóloga, ha encontrado varias cuevas con arte rupestre, e, incluso, un hipogeo, un posible lugar de enterramiento prehistórico. Ambas investigaciones se desarrollan en paralelo y están sacando a la luz aspectos hasta ahora desconocidos de la región hace miles de años.

En Madrid no se conocía arte rupestre, excepto el de la Cueva del Reguerillo, cerrada hace años y muy deteriorada previamente por el efecto pernicioso de algunos domingueros. Los grabados sobre granito se extienden por una superficie enorme; Ripoll calcula que pueden ser incluso 100 kilómetros. Una vez establecido un patrón de búsqueda, asegura, ha sido fácil localizarlos: «Cuando se te hace el ojo, los ves por todas partes».

Foto: Pintura rupestre en la Cueva del Reguerillo. Senderos esotéricos.

Comenzaron las prospecciones en 2021, y las plaquetas graníticas con dibujos se han localizado por toda la zona oeste, desde Valdemorillo a El Escorial y de Cenicientos a La Pedriza. Son representaciones realizadas con piedras o punzones sobre el granito, y el catedrático cree que podrían datarse en dos épocas distintas: unas, en torno a unos 20.000 años, en el Solutrense final; y otras de trazo más fino, algo posteriores, de unos 15.000 años, en el Magdaleniense.

Para identificarlas convenientemente, se está utilizando tecnología puntera: un escáner de mano en 3D con una resolución fantástica, «de 0,05 micras por pulgada; para hacernos una idea, en un monitor de tamaño normal, el ancho de un pelo ocuparía toda la pantalla», explica.

Figuras de caballos aparecen sobre una roca junto a otros grabados zoomórficos realizados sobre una gran placa de granito en la sierra oeste de Madrid

Entre lo localizado, hay sobre todo animales: un 99 por ciento son caballos, ciervos, uros, cápridos… la fauna de la época en la zona. Pero también aparece algún antropomorfo, aunque en un porcentaje mucho menor. Pero las cifras de posibles grabados paleolíticos –aún en estudio, afirma cauteloso Lucas García Guirao, subdirector general de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid– apunta a muchas decenas de miles distribuidos por toda la sierra oeste. «Este puede ser el mayor bombazo de la prehistoria en muchísimos años; aquí hay trabajo para 35 o 40 años más», afirma Ripoll. Las autoridades regionales son más prudentes en sus valoraciones.

Los grabados reflejan la extraordinaria sensibilidad de aquellos primitivos artistas, capaces de aprovechar los materiales de su entorno y transformarlos en piezas únicas. Como ese grupo de caballos abrevando en el hueco de una piedra. «Cuando está seca, ves los animales en torno al círculo y éste vacío, sin ningún dibujo. Y cuando llueve, entiendes el objeto de la obra: los caballos están bebiendo», relata un aún sorprendido Ripoll.

Mimi Bueno, catedrática de la Universidad de Alcalá de Henares, transmite ilusión sobre la investigación que lleva a cabo en varias cuevas de la zona norte de Madrid. «Tenemos resultados incipientes, pero interesantísimos, sobre las pinturas esquemáticas localizadas en varios abrigos y que podrían datar de entre 6.000 y 8.000 años».

Foto: Pintura en la cueva de Torrelodones en la que se ve a un hombre defendiéndose de un animal - El Blog de Panchun.

Estudiar las ofrendas funerarias

Destaca de las áreas que se están estudiando que en ellas se habían encontrado nuevos hallazgos en lugares «no removidos», e incluso se habían localizado algunos contextos funerarios, en forma de hipogeo. Para acotar con precisión cuándo se ocupó la zona y qué hacían allí, Bueno contará con la ayuda de la técnica –pruebas de carbono-14, ADN, isótopos estables, etcétera– y también con la colaboración de Miriam Cubas, investigadora contratada por el Ministerio de Cultura y la Universidad de Alcalá y experta en cerámicas. «Con ella podremos ver qué ofrendas se dejaron en estos lugares, y qué significaban».

El programa iniciado en su caso, recuerda Lucas García Guirao, lleva dos años en marcha con acciones de espeleología para diferenciar qué cuevas cuentan con elementos de arte rupestre y cuáles no. Las prospecciones también ayudar a fijar la cronología: en este caso, podrían ser de la Edad del Cobre. «Estos descubrimientos nos abren perspectivas nuevas», señala la arqueóloga.

Pero tanto las cuevas como, sobre todo, los grabados a cielo abierto en una comunidad tan densamente poblada como Madrid corren un riesgo alto: de la gamberrada intencionada a la acción inconsciente, los peligros son muchos.

El Risco de las Cuevas domina el valle del Tajuña. Ayuntamiento de Perales de Tajuña.

En el caso de las cuevas, Mimi Bueno defiende la «suerte que hemos tenido, por lo asombrosamente bien conservada que está la zona». Recuerda que todos los sondeos realizados son tapados convenientemente, y las pinturas esquemáticas también se protegen. Además, matiza, en la sierra hay zonas muy conocidas, pro donde se pasea mucho, y otras menos transitadas.

Son Bien de Interés Cultural

La ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid recoge que las cuevas, abrigos y lugares con manifestaciones de pintura rupestre tendrán la consideración de Bien de Interés Cultural, lo que afecta también a los grabados, explican en la Consejería de Cultura, que dirige Marta Rivera de la Cruz.

Pero Ripoll teme por lo descubierto y por lo que queda por descubrir: «He visto piedras grabadas y al volver, dos o tres días después, habían hecho un grafiti encima», lamenta.

Fuente: abc.es | 19 de febrero de 2022

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