Los artistas prehistóricos del norte de la península ibérica ya seguían modas en sus grabados 27.000 años atrás

Fotografía y calco de un caballo grabado en la Cueva de Aitzbitarte III (O. Rivero y D. Garate). Crédito: Garate et al, 2020 (PLOS ONE, CC BY)

Los artistas prehistóricos ya seguían "modas" en las formas de representar su grabados artísticos en las paredes de las cuevas, según ha constatado un grupo de arqueólogos españoles, que ha detectado la existencia de "redes de contacto" entre estos creadores 27.000 años atrás.

Esta es la principal conclusión de un estudio elaborado por expertos del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), la Universidad de Salamanca (USAL), el Centro Nacional de Investigación de Evolución Humana (Cenieh) y la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), que ha sido publicado este miércoles por la prestigiosa revista especializada Plos One.

Cuevas decoradas en la región cantábrica oriental (de Nervión a Bidasoa) y Pirineos occidentales (de Bidasoa a los Gaves de l'Adour) (mapa base: https://maps-for-free.com): en negro, cuevas descubiertas durante el siglo XX; en rojo, cuevas encontradas en el siglo XXI; en círculo, conjuntos pre-magdalenienses; triángulo para los magdalenienses y cuadrado para conjuntos complejos (pre-magdalenienses y magdalenienses).

La investigación se basa en la comparación de unos grabados recientemente descubiertos en las cuevas guipuzcoanas de Aitzbitarte (Errenteria) con el arte parietal existente en otras 17 grutas europeas.

"Se trata de grabados, principalmente de bisontes, ejecutados de una manera hasta ahora nunca vista en la cornisa Cantábrica. Una especie de moda a la hora de ejecutar los grabados, más propia del sur de la actual Francia y de algunas zonas del mediterráneo", explica Diego Garate  (izquierda), director del proyecto y miembro del IIIPC en una nota de prensa.

Otra de las investigadoras, la especialista en arte paleolítico de la USAL, Olivia Rivero (derecha), precisa que "esta corriente artística, localizada en las cuevas de Aitzbitarte III, V y IX, se define por la representación de animales con los cuernos y extremidades en vista frontal, pero que contienen detalles específicos como la figuración del pelaje o las pezuñas".

Los investigadores han comparado mediante "estadística multivariable" estas figuras con otras localizadas en distintas grutas europeas y han concluido que su distribución coincide con la dispersión de las herramientas más frecuentes en la región hace unos 27.000 años.

Grabados en el panel A de Aitzbitarte III. Arriba: Calco del panel formado por cabeza de un pájaro y un bisonte. Abajo a la izquierda: detalle del grabado de la cabeza del pájaro. Abajo a la derecha: detalle del grabado del bisonte (O. Rivero y D. Garate).

En concreto, el miembro del Cenieh, Joseba Ríos (izquierda), constata que "la dispersión de este estilo coincide en gran manera con la de los buriles de Noailles y las puntas de Isturitz, unos útiles que aparecieron en el Pirineo occidental hace entre 31.000 y 29.000 años y que posteriormente comenzaron a extenderse hacia la zona de Francia, hasta llegar finalmente a la zona Mediterránea".

"Por poner un ejemplo, mientras en Aitzbitarte grababan bisontes siguiendo estas convenciones específicas, en el resto de la cornisa Cantábrica se dibujaban ciervas rojas aplicando la pintura con el dedo", apunta el director del proyecto.

No obstante, Diego Garate, puntualiza que también "existen ciertos detalles comunes para ambos estilos: como la manera de representar los caballos o la ausencia de la perspectiva en las extremidades, una circunstancia que permite deducir que, a pesar de la existencia de peculiaridades en regiones concretas, en aquella época ya existían redes de intercambio cultural de gran distancia".

Calco y fotografía de detalle de las patas delanteras de los uros grabados en Aitzbitarte III (O. Rivero y D. Garate).

Distintos expertos internacionales en el tema, como la directora del proyecto de la cueva de Chauvet y prehistoriadora de la Universidad de Toulouse (Francia),  Carole Fritz (derecha), han destacado la importancia de esta investigación ya que, en su opinión, "es una auténtica novedad localizar por primera vez grabados de este tipo en la península ibérica", recuerda la nota.

En la misma línea se pronuncia José Luis Sanchidrián  (izquierda), de la Universidad de Córdoba, para quien "el estudio demuestra una fuerte interrelación regional de la expresión gráfica parietal desde momentos muy antiguos".

Además de la financiación de la Diputación de Gipuzkoa y del Ayuntamiento de Errenteria (Gipuzkoa), la investigación ha contado con la ayuda de los espeleólogos de los grupos Félix Ugarte Elkartea y Aizpitarte Elkartea. "Sin su ayuda, este patrimonio seguiría siendo desconocido para la humanidad", concluye Diego Garate. EFE

Fuente: lavanguardia.com | 28 de octubre de 2020

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Fotografía y trazado de bisontes  grabados en el Sector A de la cueva V de Aitzbitarte (O. Rivero y D. Garate).

Grabados de bisontes en cuevas españolas revelan una cultura artística común en la antigua Europa

El arte rupestre descubierto recientemente en cuevas del norte de España representa un estilo artístico cultural común en la antigua Europa, pero previamente desconocido en la península ibérica, según un estudio publicado en la revista PLOS ONE por Diego Garate, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, España, y un equipo de investigadores afines.

La historia del arte prehistórico incluye varios complejos culturales caracterizados por diferentes estilos y convenciones artísticas. En 2015, se descubrieron nuevas estancias de arte rupestre en tres cuevas del cerro Aitzbitarte (Guipúzcoa), las cuales representan un estilo artístico previamente desconocido en la península ibérica. En este estudio, Garate y sus colegas han comparado este estilo artístico con otros existentes en toda Europa.

Los grabados de Aitzbitarte IX. Arriba: pasaje colapsado en Aitzbitarte IX con el panel decorado a la izquierda. Abajo: fotografía y calco de la cabeza de un bisonte grabada en Aitzbitarte IX (O. Rivero y D. Garate).

Las obras de arte de las cuevas de Aitzbitarte consisten principalmente en grabados de bisontes, con los característicos cuernos y jorobas de estos animales. Los autores subrayan el estilo particular con que se han dibujado los cuernos y las patas de los mismos, generalmente sin la perspectiva adecuada. Las extremidades se representan como una "doble Y", con ambas patas visibles, y los cuernos se dibujan de manera similar uno al lado del otro con una serie de líneas en medio.

Esto es consistente con el estilo artístico del complejo cultural Gravetiense, caracterizado por costumbres específicas en el arte, la elaboración de herramientas y prácticas funerarias hace aproximadamente entre 34.000 y 24.000 años. Esta cultura es conocida en toda Europa, pero no se había visto antes en la península ibérica. Los autores han combinado los descubrimientos de Aitzbitarte con datos del arte rupestre de toda Europa para mostrar que la cultura Gravetiense estaba más extendida y era más variada de lo que se pensaba anteriormente.

Fotografía y calco en el panel B.VII al pie de la rampa en Aitzbitarte III: animal indeterminado; cuernos de bóvidos  y los cuartos traseros de un caballo. (O. Rivero y D. Garate).

Los autores añaden: "El estudio analiza las particularidades de los grabados de animales paleolíticos encontrados en las cuevas de Aitzbitarte en 2016. Estas imágenes prehistóricas, principalmente representando bisontes, fueron diseñadas de una forma nunca antes vista en el norte de España, siguiendo una especie de moda en la forma de dibujar los grabados que es más característico del sur de Francia y algunas partes del Mediterráneo. El estudio demuestra, pues, las estrechas relaciones regionales que existían en el arte rupestre de Europa Occidental desde tiempos muy tempranos, al menos hace 25.000 años".

Varias imágenes realizadas con la técnica de bajorrelieve (bisonte, bisonte y caballo). (Fotos: D. Garate)

Figuras dibujadas con técnicas de grabado convencionales (bisonte y Vulva). (Fotos: D. Garate)

Fuente: phys.org | 28 de octubre de 2020

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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el octubre 29, 2020 a las 1:19am

Los únicos bisontes expresionistas de la península ibérica

Foto: Resalte del bisonte hallado en 2015 en la cueva Aitzbitarte V.

Tres cuevas situadas en la colina de Aitzbitarte (Rentería), a unos 20 minutos en coche de San Sebastián, esconden un tesoro rupestre. Más de una treintena de animales, en su mayoría bisontes, algunos caballos y un pájaro, perviven en las paredes. Humanos exactamente iguales a nosotros, Homo sapiens, los grabaron hace 27.000 años incidiendo sobre las rocas con una herramienta de sílex. Se tomaron muchas molestias para hacerlo, deslizándose por gateras y estrechos recovecos que incluso hoy ponen en aprietos a los investigadores equipados con material de espeleología. Allí dejaron un arte único, nunca antes visto en la península ibérica, en el que los animales no son un fiel reflejo de la realidad como en Altamira, sino que carecen de perspectiva y parecen expresionistas, con el cuerpo de perfil y las extremidades de frente. Un estilo de iconografía que sus autores eligieron a propósito y que anteriormente se creía circunscrito al otro lado de los Pirineos.

Diferentes convenciones para representar el espacio entre los cuernos en bóvidos: Aitzbitarte V, IX, Isturitz [ 15 ], Cosquer [ 14 ], Gargas [ 12 ], Trois Frères [ 66 ], Cussac [ 13 ].

«Hace 27.000 años, esos artistas conocían la perspectiva, eran capaces de utilizarla, pero tenían unas convenciones autoimpuestas», explica a este periódico Diego Garate, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria. Así, en los grabados de bisontes, con sus característicos cuernos y jorobas, los cuernos y las patas de los animales aparecen generalmente sin la perspectiva adecuada. Los pares de miembros se representan como una «doble Y» con ambas piernas visibles, y los cuernos se dibujan de manera similar uno al lado del otro con una serie de líneas en el medio.

El investigador lo asemeja al arte de los templos egipcios, donde las figuras se muestran a la inversa, con el tronco de perfil y las extremidades de lado. «Sabían representarlas de otra forma, pero la norma era hacerlo así», subraya. Si a alguien le viene a la mente las pinturas de Picasso, no va mal encaminado. «De hecho, Picasso se inspiró mucho en el arte paleolítico», subraya.

Diferentes convenciones para representar la conexión entre las dos extremidades anteriores o posteriores de los herbívoros: Aitzbitarte III [ 2 ], Isturitz [ 15 ], Cosquer [ 14 ], Gargas [ 12 ], Abri Laraux [ 67 ], Pech Merle [ 68 ], Parpalló [ 69 ], Roucadour [ 70 ].



Las representaciones de Aitzbitarte fueron descubiertas en 2015, pero no es hasta ahora que los investigadores las han ubicado en la cultura gravetiense, caracterizada por una serie de costumbres específicas en el arte, herramientas de hueso como la punta de tipo Isturitz o de piedra como el buril de Noailles (ambos yacimientos franceses), y prácticas funerarias de entre 34.000 y 24.000 años de antigüedad. Esta corriente artística característica de la actual Francia no se conocía en la Península Ibérica, por lo que los científicos concluyen en la revista PLOS ONE, donde han publicado un artículo con los nuevos hallazgos, que estaba aún más extendida y era más variada de lo que se pensaba anteriormente.

Condiciones de trabajo en el pasaje decorado de la cueva de Aitzbitarte III: a) Acceso al sumidero que conduce al pasaje; b) descenso al área decorada; c) proceso de registro arqueológico de las paredes grabadas (S. Laburu).

Arte colectivo

«Tienes que tener una gran maestría para controlar el gesto y hacer las líneas curvas de las siluetas de los animales al tiempo que profundizas en la roca», reconoce Garate sobre los autores de estas obras rupestres. Según explica, se trataba de un arte colectivo: «El artista tenía su inspiración limitada, estaba sujeto a unas normas. Estos grabados pueden llevarse a los Pirineos centrales o a Burdeos y encajan perfectamente». Estos humanos no eran nómadas, cada grupo estaba asentado en su territorio, pero compartían una tecnología y una iconografía idénticas. «Esto indica la complejidad de su sociedad, con redes de contacto muy amplias», explica.

En la cultura gravetiense, los grabados se limitan casi exclusivamente a animales, nunca aparecen paisajes ni plantas y rara vez alguna figura humana femenina. En el caso de Aitzbitarte, resulta llamativo que para las creaciones no se eligieran zonas al aire libre ni las entradas de las cuevas, donde todo el mundo pasaba y hacía vida, sino recovecos de difícil acceso. «Era un arte restringido. Los autores se jugaban el tipo como paleoespeleólogos, se subían a cornisas de 5 metros de altura y se metían por sitios que aún hoy nos dan miedo», se asombra el investigador.

Bisonte grabado encontrado en Aitzbitarte V, foto y dibujo de D. Garate


Vandalismo

Pero, ¿con qué intención se hacían estos grabados? «Esa es la pregunta del millón», admite Garate. A su juicio, puede haber muchas explicaciones y que el arte rupestre fuera tan variado y complejo como el actual, «en el que conviven, por ejemplo, el arte oficial de las pinacotecas, los grafitis que desafían la autoridad o los grandes logos controlados por el poder económico y político».

Precisamente, estas maravillas de las cuevas de Aitzbitarte, desde 2015 cerradas al público, han sufrido el vandalismo durante años. La mayor parte de los bisontes están mancillados por grafitis de excursionistas que han querido dejar su nombre y otros asuntos importantes para la posteridad. Hace 30.000 años fue una piedra de sílex, hoy una navaja. Quizás el comportamiento humano no cambie tanto a lo largo del tiempo, pero el de nuestros contemporáneos parece mucho más prehistórico.

Fuente: abc.es | 28 de octubre de 2020

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