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Vista de las tumbas individuales 41 y 43 de época saíto-persa del sector 36 de la necrópolis alta de Oxirrinco.
Makaria. Un simple nombre, en una lápida funeraria a las puertas del desierto, es uno de los misterios y a la vez de las delicias de la última campaña de excavaciones español-catalanas en el yacimiento de Oxirrinco, 190 kilómetros al sur de El Cairo.
Este invierno, como los últimos 28 años, una expedición arqueológica española ha excavado en ese lugar, uno de los cinco yacimientos más grandes de Egipto, para seguir poniendo piezas del infinito puzle de la historia.
Antigua ciudad de origen saíta
Oxirrinco es un yacimiento fechado entre los años 664 a.C y 7 d.C., y superpone por ello restos de diferentes épocas: Saíta (dinastía XXVI, el último momento de apogeo de la civilización faraónica, con capital en Sais), persa, griega y romana. Por ello, la necrópolis –epicentro de las excavaciones de este año– ha sido una mina de sorpresas funerarias, con sistemas de enterramientos que se mezclan unos con otros.
La misión de este año, entre el 14 de febrero y el 14 de marzo, debió acabar a toda prisa por la crisis sanitaria. “Bajamos del avión y nos metimos en casa, por los pelos”, relata la arqueóloga Maite Mascort (izquierda), egiptóloga del Instituto del Próximo Oriente Antiguo, adscrito a la Universidad de Barcelona y codirectora de la misión, junto a Esther Pons (derecha), conservadora del Museo Arqueológico Nacional.
La referencia a Makaria está en estudio. Aparece sobre una lápida funeraria escrita en griego en un gran edificio religioso de época cristiano-bizantina, en el que se han recuperado muchos elementos decorativos, ricos en flores y cenefas, así como lámparas y monedas y restos de una canalización de drenaje y, sobre todo, restos de un papiro con una inscripción en griego que podría hacer referencia a un texto paraliterario. Ni un dato más sobre Makaria.
Foto aérea de la necrópolis alta / MISIÓN ARQUEOLÓGICA OXIRRINCO
La excavación de este año se centró en la llamada Necrópolis Alta, donde se superponen restos funerarios, desde la Época Saíta hasta el periodo cristiano-bizantino, y donde aparecen un total de 65 individuos, momificados o no, que están siendo analizados para averiguar sexo, edad, posibles enfermedades y modo de enterramiento. Todo eso perfila una fotografía de los últimos momentos de uno de los reinos más fascinantes de la antigüedad. El yacimiento es gigantesco, posiblemente Oxirrinco fue una de las ciudades más importantes de Egipto tras la fundación de Alejandría. “No sabemos ni el perímetro del lugar”, explica Mascort a La Vanguardia.
En una tumba de cronología romana aparecen varios sujetos de época cristiano-bizantina que evidencian su reutilización en una época posterior: en las capas inferiores aparecen individuos momificados, algunos con restos de cartonaje policromo, algunos con sellos de limo estampillados entre las vendas. Están decorados con divinidades funerarias.
Sello de limo encontrado entre las vendas de momias romanas del sector 36 de la necrópolis alta / MISIÓN ARQUEOLÓGICA OXIRRINCO
La expedición descubrió este año también seis nuevos enterramientos individuales de época saíto-persa y dos más romanos. Todas las tumbas están construidas con bloques de piedra caliza. Para fortuna de los arqueólogos, las tumbas estaban completas, de hecho había dos que conservaban todavía la puerta sellada: contenían sendas momias, una de ellas con los vendajes protegidos por una red de malla hecha con numerosas cuentas y canutillos de fayenza.
Más de cien momias vendadas de la época ptolemaico-romana en la tumba 19 de la necrópolis alta / MISIÓN ARQUEOLÓGICA OXIRRINCO
Otra tumba, de una única cámara, contenía en sus capas superiores varios cuerpos del periodo cristiano-bizantino, lo que demuestra su reutilización. También aquí las momias están recubiertas con cartonajes de decoración multicolor. Algunas de ellas ocultan entre su vestuario para el más allá sellos de barro seco bellísimamente decorados. Uno de ellos anuncia a qué han venido: “Vida eterna”, dice el jeroglífico.
Además del análisis de los humanos localizados y de sus ajuares, el equipo dirigido por las doctoras Mascort y Pons ha dedicado parte del músculo a trabajos de consolidación y restauración de las pinturas murales y de los objetos recuperados; al final debieron detenerse por la emergencia sanitaria. El mes se hizo corto.
Pintura de águila en la casa funeraria del sector 2B de la necrópolis alta / MISIÓN ARQUEOLÓGICA OXIRRINCO
Por primera vez en la historia de las excavaciones en Oxirrinco –que durante años lideró el egiptólogo Josep Padró, ahora jubilado– se localizan tumbas saíto-persas justo debajo de las de época romana, lo que sugiere un cambio en el uso del espacio funerario de este yacimiento, donde –hasta ahora– las épocas y culturas estaban más marcadas. Pero la expedición, como quien dice, acaba de volver, y a partir de ahora profundizará en el estudio de los hallazgos.
Vista de la tumba 38 de la época saíto-persa del sector 36 de la necrópolis alta / MISIÓN ARQUEOLÓGICA OXIRRINCO
Poco antes de partir, los arqueólogos detectaron otra cámara, con un sarcófago de piedra sin epigrafía y pseudo-antropomorfo. Tenía la cubierta rota y los restos del interior removidos. Saqueada, sin duda.
En su primer informe de las excavaciones de este año, el equipo de Oxirrinco destaca algunos hallazgos de la época bizantina, como dos tinteros de bronce y, en un entierro infantil, dos pendientes del mismo material. Una de las lápidas lleva una inscripción en latín donde al parecer habla de un libertus, esto es, un esclavo liberado que pudo prosperar hasta el punto de encargar una bella plancha de roca bajo la que pasar la eternidad.
Fragmentos de estelas funerarias de época romana reutilizadas entre los muros de una de las casas funerarias cristianas / MISIÓN ARQUEOLÓGICA OXIRRINCO
Aparte de las directoras, la expedición estaba compuesta por las arqueólogas Núria Castellano, Marguerite Erroux-Morfin, Adriana Recasens, Leah Mascia, Hassan Amer, Ibrahim Amer y José Javier Martínez, la antropóloga Bibiana Agusti Farjas, el arquitecto Eloy Algorri García, la restauradora Margalida Munar y el topógrafo Antonio López Cano. Las instituciones que han financiado la operación son el Ministerio de Cultura, las universidades de Barcelona y Paul Valéry 3 de Montpellier, la Fundación Palarq y la Societat Catalana de Egiptología.
Fuente: la vanguardia.com | 2 de mayo de 2020
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