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Mujer de la tribu Mursi en la región sur de Etiopía
Fuente: SINC | 8 de octubre 2015
La primera secuenciación del genoma antiguo de un africano, hallado en 2012 en una cueva de Etiopía, revela que hace unos 4.000 años se produjo una migración desde el oeste de Eurasia hacia África. Estos movimientos de los pobladores de Oriente Próximo de vuelta al continente africano influyeron más de lo que se pensaba en el ADN de los africanos modernos, que en la actualidad cuentan con al menos un 5% de genoma euroasiático. En el este de África la cifra asciende al 30%.
Mota, o como le han bautizado ahora, Bayira –“primer nacido” en el idioma local–, era un humano anatómicamente moderno de 1,58 metros de estatura y 55 kg de peso. Vivió hace unos 4.500 años en la cueva Mota del macizo de Etiopía, donde en 2012 se hallaron algunos restos óseos con la ayuda de miembros de la tribu Gamo.
La secuenciación de su genoma arroja luz no solo sobre quién fue, sino también sobre quiénes fueron sus ancestros. Desde que hace cinco años se secuenciara el primer genoma antiguo completo, que pertenecía a un esquimal del Ártico (donde se conserva mejor el ADN por el frío), es la primera vez que se completa el de un africano antiguo. Con Mota, ya son 15 los genomas de antiguos humanos descifrados.
Según el análisis fenotípico, realizado a partir del ADN del hueso temporal del cráneo, el genoma de Mota “no posee ninguna de las variantes europeas respecto a color de ojos y piel, ni tampoco las que otorgan tolerancia a la lactosa”, explica a Sinc Marcos Gallego (izquierda), investigador en el departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y uno de los autores del estudio que publica Science.
Sin embargo, el científico señala que tres alelos de su ADN intervienen en la adaptación a altas altitudes. “Esto muestra que Mota es descendiente de habitantes que ya estaban adaptados a la vida en alta montaña en el macizo etíope, por lo que hubo continuidad poblacional en esta área durante un largo periodo”, añade el experto.
Agricultores de Oriente Próximo volvieron a África
Los ‘abuelos’ de los humanos modernos salieron de su tierra original, en África, y se dispersaron por Eurasia en grandes migraciones, la primera de ellas hace 130.000 años, y la segunda hace unos 50.000. Más recientemente, hace entre 6.000 y 8.000 años, los habitantes de Oriente Próximo llegaron a Europa y trajeron la agricultura y la ganadería, alterando de forma drástica la composición genética europea.
Miles de años más tarde los descendientes de esas poblaciones hicieron el viaje en sentido contrario. En este nuevo estudio, los investigadores han analizado el genoma de Mota junto al de poblaciones modernas y a otros genomas antiguos euroasiáticos, para descubrir el origen de la migración de vuelta al este de África.
El análisis del genoma antiguo de este africano nos acerca a los habitantes de Etiopía de hace 4.500 años. Mota es genéticamente muy similar a los habitantes actuales del macizo etíope, y en especial a las poblaciones Ari, “pero carece de un componente genético euroasiático, probablemente procedente de Oriente Próximo o Asia Menor, que está presente en todas las poblaciones africanas modernas”, recalca Gallego.
“Al considerar las poblaciones etíopes actuales, como los Ari, como una mezcla de Mota y poblaciones euroasiáticas, vemos que los euroasiáticos actuales más próximos genéticamente a esta migración de vuelta a África son los habitantes de Cerdeña (Italia)”, indica el científico.
No obstante, no significa que hubiera humanos procedentes de Cerdeña que de repente invadieran África en masa. “Se sabe que los habitantes de la isla italiana son descendientes genéticamente muy cercanos de los pobladores que trajeron la agricultura y la ganadería a Europa a principios del Neolítico”, apunta el investigador.
Al analizar ADN antiguos euroasiáticos, resalta un genoma antiguo muy representativo de las poblaciones europeas del Neolítico (encontrado en Stuttgart, Alemania) como el más cercano a este origen. “Por lo tanto, esta migración de vuelta a África fue originada por pobladores de Oriente Próximo, relacionados con aquellos que trajeron la agricultura a Europa, pero obviamente varios milenios más tarde”, confirma Gallego.
Características del terreno de la cueva donde se han encontrado los restos de Mota. / John W. Arthur
Gran influencia genética
Esta migración de hace unos 4.000 años afianzó la agricultura y la ganadería ya existentes en África, la extendió al resto del continente, y supuso una gran influencia genética para las poblaciones africanas. “Su huella genética llegó a todos los rincones de África al cabo de los siglos”, resalta el científico. Pero lo hizo de manera desigual.
En el noreste de África, los hablantes de idiomas afroasiáticos tienen entre un 20% y un 45% de genoma euroasiático, dependiendo de la rama a la que pertenecen. Fuera de esta familia afroasiática, los porcentajes de genoma euroasiático decrecen: “Los habitantes de regiones del oeste, centro y sur de África poseen entre un 6% y un 20% de genoma euroasiático”, comenta Gallego a Sinc.
El trabajo demuestra que no solo las poblaciones actuales del este de África comparten ADN euroasiático, sino que todos los africanos tienen al menos 5% de su genoma atribuible a esta migración.
“Con el genoma antiguo tenemos una ventana directa al pasado. El genoma de un individuo puede proporcionar el retrato de toda una población”, dice Andrea Manica (derecha), de la misma universidad británica y coautor del estudio. La pregunta ahora es por qué estas poblaciones se movieron de manera tan repentina.
La respuesta es todavía un misterio, aunque las evidencias arqueológicas revelan que esta migración coincidió con la llegada de cultivos como el trigo y la cebada al este de África. La secuenciación de otros genomas antiguos podría ayudar a resolver esta incógnita. “Aunque Mota es el primer genoma antiguo completo de África que hemos secuenciado, estamos seguros de que llegaran más, que nos permitirán entender mejor la historia humana”, concluye Gallego.
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Foto: Cueva de Mota, en las tierras altas de Etiopía.
Fuente: EL PAIS.com | Nuño Domínguez | 8 de octubre de 2015
El cadáver estaba enterrado en una cueva de las tierras altas de Etiopía, con la cara boca abajo, acurrucado y con las manos juntas bajo la cabeza. Posiblemente le hubieran atado. De todos los rincones de África, este era el más adecuado para conseguir algo que parecía imposible: extraer ADN antiguo en el continente donde los humanos se hicieron humanos. Hasta hace poco este tipo de hazañas científicas que reconstruyen al detalle la historia de nuestra especie solo habían sido posibles allí donde el frío intenso preserva el ADN durante milenios. Pero Etiopía es diferente, porque gran parte del país es una enorme meseta a más de 2.000 metros y no es raro que haya temperaturas bajo cero. Tras hallar el cadáver de aquel hombre en 2011, un equipo de científicos, entre ellos un español, anuncia hoy que han secuenciado todo su ADN, obteniendo así el primer genoma antiguo de un africano.
Los restos indican que este hombre hallado en la cueva de Mota, al sur de Etiopía, vivió hace 4.500 años. Medía 1,58 centímetros y pesaba 55 kilos. Pero lo más importante es que data de una época anterior a un misterioso éxodo humano desde Oriente Medio hasta el Cuerno de África del que apenas se supo hace un año. Esto ha permitido usar su ADN como referencia para compararlo con el de poblaciones africanas actuales.
El estudio, publicado hoy en Science, confirma que hubo un gran retorno a la madre África hace unos 3.000 años y que arrastró dos veces más gente de lo que se pensaba anteriormente. “Se trata del mayor movimiento de poblaciones de vuelta a África del que se tiene constancia”, resalta Materia Marcos Gallego, un segoviano que investiga en la Universidad de Cambridge y que es el primer firmante del estudio.
El hombre hallado en la cueva de Mota tiene relación con los habitantes Ari de la actual Etiopía.
Hasta ahora se sabía que los humanos modernos abandonaron África hace unos 65.000 años para ocupar el resto del planeta. El nuevo trabajo desvela otro movimiento en sentido contrario. Lo protagonizaron descendientes directos de los pueblos que llevaron la agricultura a Europa desde Oriente Medio hace unos 8.000 años. Al parecer, miles de años después, hicieron lo mismo en el Este de África, donde llevaron nuevos cultivos como el trigo o la cebada y también la primera ganadería del continente. Todo esto, de lo que no había ni rastro en los libros de historia, aparece ahora escrito en el ADN.
“Este es el africano más puro que conocemos, aún no muestra la aportación euroasiática que sí vemos en las poblaciones actuales del continente”, explica Gallego. La huella de los euroasiáticos es más fuerte en algunos pueblos del Cuerno de África. Llega a suponer un 47% en las gentes de Tigray, al norte de Etiopía, o un 42% en Sudán del Norte, explica este bioquímico. Pero el estudio demuestra también que los pueblos del oeste y el sur de África, incluidas las poblaciones más ancestrales como los yoruba o los mbuti, cazadores y recolectores de las selvas remotas del Congo, tienen al menos un 5% de ADN euroasiático. Aquella gran migración se expandió por todo el continente, probablemente en varias etapas.
El estudio estima que la llegada de los euroasiáticos supuso en torno al 30% de toda la gente que ya vivía en la zona. No se ha hecho un cálculo en números absolutos, explica Gallego. Las razones que empujaron a esta oleada migratoria son aún un misterio y no se explica por el clima, señalan los autores del estudio. Sí coincide con restos arqueológicos que atestiguan la llegada a la zona de la revolución agrícola y ganadera.
Una comparación detectivesca del genoma de Mota con el de poblaciones actuales ha determinado el origen de los migrantes con precisión. Sus parientes vivos más cercanos son los sardos, que han permanecido en Cerdeña relativamente ajenos a la mezcla con otros pueblos y son los humanos actuales más parecidos a los primeros pueblos agrícolas de Mesopotamia. Fueron esos pueblos los que trajeron la agricultura a Europa y, tres milenios después, esos mismos euroasiáticos buscaron refugio en África.
“Desde el punto de vista genético, eran la misma población que había abandonado Oriente Medio miles de años antes”, ha explicado Eppie Jones (izquierda), investigadora del Trinity College de Dublín y coautora del estudio. Todo el puzle se ha podido resolver gracias a los ari, una tribu del valle del río Omo de Etiopía que siguen siendo los más cercanos genéticamente al hombre de Mota, aunque ellos sí que tienen genes euroasiáticos.
Al contrario de lo que se pensaba, los africanos sí tienen ADN neandertal
El hombre de Mota era un cazador y recolector y no tenía las variantes genéticas que aportan tolerancia a la lactosa ni otros rasgos característicos de los agricultores euroasiáticos. “No tiene ninguno de los alelos derivados de color de ojos y de piel que se encuentran en las poblaciones euroasiáticas, lo que sugiere que tenía los ojos marrones y la piel oscura”, señala el estudio. Sí tenía ya genes de adaptación a la vida a gran altitud, un rasgo característico de los etíopes actuales.
El trabajo aporta una última sorpresa: al contrario de lo que se pensaba, los africanos sí tienen ADN neandertal. Hasta ahora se sabía que los Homo sapiens y sus primos neandertales tuvieron hijos, un cruce que hizo que todas las personas nacidas fuera de África tengan un 3% más o menos de ADN de la especie extinta. El nuevo trabajo muestra que los euroasiáticos que regresaron a África trajeron de vuelta también parte de ese ADN neandertal. “Ahora sabemos que el porcentaje de ADN neandertal en los africanos es de en torno a un 0,2%”, resalta Gallego.
Parte del éxito de este estudio se debe al hueso petroso, uno de los más densos que hay en todo el cuerpo. Los investigadores taladraron esta parte del cráneo que rodea el oído interno y consiguieron rescatar suficiente ADN del polvo resultante, algo que nunca se había logrado hasta ahora usando dientes, la parte del cuerpo más común para estos trabajos.
“Este hueso es lo más compacto que hay en el esqueleto y puede aportar entre 50 y 100 veces más ADN que un diente”, resalta Carles Lalueza-Fox, experto en genética de poblaciones que colabora con el equipo firmante del trabajo. Este estudio, señalan los autores, puede ser solo la antesala del análisis de nuevos restos africanos, incluso más antiguos.
El único inconveniente es que para llegar al hueso petroso hay que cortar la parte inferior del cráneo, algo que muchos científicos, incluidos los responsables del yacimiento de Atapuerca con los que Lalueza-Fox ha comentado la técnica, no están dispuestos a permitir, explica.
Fuente: lavanguardia.com | 1 de febrero de 2016
Un error ha forzado a un equipo de científicos de la Universidad de Cambridge a rectificar un estudio que determinaba que los seres humanos en todo el conjunto de África llevan el ADN heredado de los inmigrantes eurasiáticos.
Según ha informado la revista Nature, han sido los propios autores que, a través de un comunicado oficial han explicado el error cometido durante su investigación, que fue publicada en papel en octubre de 2015.
El documento sugería que las poblaciones de todo el continente africano albergan ascendencia significativa de los agricultores de Oriente Medio, debido a una migración masiva ocurrida hace 3.000 años. Estos datos se desprenden de un genoma que fue tomado del cráneo de un hombre enterrado boca abajo hace 4.500 años en una cueva llamada Mota, en la actual Etiopía.
Precisamente, eran las tierras altas etíopes cercanas a la cueva las que, según el trabajo, llegaron a los más altos niveles de ascendencia euroasiática.
Ahora, uno de los autores del trabajo Andrea Manica (derecha) dice que el equipo cometió un error en su conclusión de que el reflujo alcanzó África occidental y central. "El movimiento hace 3.000 años, más o menos, se limitó a África oriental", ha apuntado.
Manica ha explicado que se produjo el error cuando su equipo comparó variantes genéticas en el hombre de Etiopía antigua con los del genoma de referencia humano. La incompatibilidad entre dos paquetes de software utilizados causó que algunas variantes de las que el hombre etíope compartió con los europeos se eliminaran del análisis.
Esto hizo que el hombre hallado en Mota pareciera estar menos relacionado con las poblaciones europeas modernas de lo que era y, a su vez, hizo que poblaciones africanas contemporáneas parecieran más estrechamente relacionadas con los europeos.
Los investigadores tenían una secuencia de comandos con la que se podía armonizar los dos paquetes de software usados en el trabajo, pero alguien se olvidó de ejecutarlos, según ha señalado el investigador.
Fue Pontus Skoglund (izquierda), genetista de la Escuela de Medicina de Harvard, quien, sorprendido por la afirmación, inició una nueva comparación entre las dos poblaciones y no encontró ninguna evidencia de esa conclusión. Tras informar de sus resultados al equipo de Manica, se descubrió el error de procesamiento.
"Casi todos estamos de acuerdo en que había un poco de flujo de genes de una migración en el este de África. Pero no llegó a África occidental y central, por lo menos no de una manera detectable", ha señalado Skoglund.
El error también socava la conclusión original del documento de que muchos africanos llevan ADN neandertal (heredado de euroasiáticos cuyos antepasados habían cruzado con el grupo).
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