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Foto: Los buzos muestran el cráneo del esqueleto americano más antiguo. / Paul Nicklen
Fuente: El Mundo.es | Miguel G. Corral | 15 de mayo de 2014
Los restos humanos completos más antiguos de América han estado más de 12.000 años ocultos en una de las cuevas inundadas -llamadas cenotes- de la península de Yucatán (México). La historia de su descubrimiento es una aventura en sí misma que tiene todos los ingredientes para el éxito científico.
En mayo de 2007, un experto buzo venezolano que trabaja para National Geographic, Alberto Nava, estaba explorando junto con dos colegas mexicanos una estrecha galería de más de un kilómetro de longitud cuando el estrecho túnel se abrió de pronto en una gran cámara completamente oscura que ni siquiera podían explorar de forma completa con la iluminación que llevaban en ese momento.
Dos meses después, Nava y sus colaboradores volvían al mismo lugar equipados con potentes luces para explorar aquel lugar que ya habían apodado Hoyo Negro. Lo que se encontraron fue una impresionante cámara con forma de campana de unos 60 metros de diámetro. Pero, aunque su intención era sólo explorar la geología del lugar, no quedó en eso el hallazgo. Mientras estudiaban el lugar, los buzos comenzaron a ver un montón de huesos de grandes mamíferos.
«De repente, vimos un cráneo humano en una pequeña repisa. Estaba colocado boca abajo, mostrando un perfecto juego de dientes y con las oscuras cuencas de los ojos mirando hacia nosotros», cuenta Nava en la revista Science, donde se acaban de publicar los resultados de la investigación.
«Sólo buzos especializados en cuevas pueden llegar hasta el fondo de ese lugar», asegura James Chatters, científico jefe del Proyecto Hoyo Negro y autor principal del trabajo publicado en Science. «Ellos son los astronautas de este proyecto; nosotros, los científicos, somos el control de la misión desde tierra», dice Chatters.
Tras años de trabajo desde entonces, un equipo científico internacional de antropólogos, genetistas, arqueólogos, geólogos y expertos en datación de restos, además del propio Nava, ha llegado a la conclusión de que aquel cráneo y los huesos del mismo esqueleto que había a su alrededor pertenecieron a una joven de 15 o 16 años que murió en aquel cenote hace entre 12.000 y 13.000 años.
Aquella adolescente, a la que los investigadores bautizaron como Naia -la ninfa griega de los arroyos y manantiales-, ha cerrado el debate sobre cómo fue la humanización de América y ha permitido contestar a una vieja pregunta sin respuesta: ¿Quiénes fueron los primeros americanos?
Lo primero que estudiaron los investigadores cuando el equipo de Nava extrajo los restos humanos fue la morfología del cráneo. El objetivo era saber si se asemejaba más a los primeros pobladores de América tras el último periodo glacial -hace unos 11.000 años- o a algún otro grupo de Asia o incluso de Europa.
«Este esqueleto tiene la cara pequeña, el cráneo estrecho y más alargado que los nativos americanos modernos. Si tuviéramos que establecer un parecido sería similar a los africanos o a los habitantes del Pacífico sur», aseguró el miércoles James Chatters en una teleconferencia de prensa.
Basándose en datos genéticos aportados por estudios anteriores -un trabajo publicado recientemente en Nature ya aportó el genoma completo del conocido como niño de Anzick, de hace 12.600 años-, los científicos creían que los nativos americanos modernos provienen de habitantes de Siberia que accedieron a través del estrecho de Bering hace entre 18.000 y 26.000 años.
Sin embargo, todavía hay quien cuestiona esta teoría por las diferencias morfológicas faciales entre los amerindios actuales y los primeros americanos, como Naia. «Los americanos nativos modernos se parecen mucho a los pobladores de China, Corea o Japón, pero los esqueletos americanos antiguos no», explicó Chatters. Esto ha provocado que se generen especulaciones científicas sobre la posibilidad de que los primeros americanos y los nativos actuales tengan procedencias diferentes y que la humanización del continente se pudiera haber producido en oleadas de colonización desde otros puntos de Asia.
«Esta expedición ha producido una de las pruebas más convincentes hasta la fecha del nexo entre los paleoamericanos, los primeros habitantes de América después de la última edad de hielo, y los nativos americanos», aseguró el autor principal del trabajo. «Lo que sugiere que las diferencias entre ambos grupos son el resultado de la evolución in situ más que la consecuencia de migraciones separadas desde distintos lugares del Viejo Mundo», afirmó Chatters.
Para perfeccionar los resultados, los investigadores también hicieron pruebas de ADN que consiguieron extraer de los molares. «Me quedé noqueado cuando obtuvimos ADN intacto», confesó el investigador principal. Los resultados del análisis apoyaron la misma teoría: el ADN mitocondrial de Naia es similar al de los nativos americanos actuales.
«Este descubrimiento es extremadamente importante», sentenció Pilar Luna, directora de arqueología subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. "No solo echan luz sobre los orígenes de los modernos americanos, claramente demuestran el potencial paleontológico de la península de Yucatán y la importancia de conservar el patrimonio único de México".
Posts de Terrae Antiqvae:
* Hallan un cráneo en las cuevas submarinas de Quintana Roo (México),... (22/02/2011)
* La genética descarta que los primeros humanos llegaran a América de... (13/02/2014)
Artículo relacionado:
* La fascinante historia de Naia, el esqueleto hallado en un cenote mexicano (BBC Mundo)
Ver vídeo en este enlace
Importantísima noticia. La completo con nuevos enlaces:
En ABC: Naia, la primera americana
En El País: El rastro de los primeros americanos
Hay otro artículo en Science que se ocupa de este descubrimiento:
Bones From a Watery 'Black Hole' Confirm First American Origins
Y un vídeo explicativo.
También el INAH, colaborador en esta investigación, ha sacado una nota de prensa sobre el asunto:
ENCUENTRAN EN HOYO NEGRO NUEVAS POSIBILIDADES PARA ESTUDIAR EL ORIG...
*** La conservación de ADN mitocondrial en un esqueleto hallado en una cueva inundada de Quintana Roo permite confirmar su linaje asiático Beringio
*** Su código genético lo vincula con migraciones siberianas y lo ubica en un grupo que desarrolló cambios de adaptación al nuevo medio; su antigüedad es de entre 13,000 y 12,000 años
*** Los restos de “Naia” se encuentran bajo resguardo del INAH
El esqueleto humano descubierto en el sitio arqueológico Hoyo Negro, ubicado dentro de una cueva inundada de Quintana Roo, ha sido estudiado desde hace casi tres años por especialistas nacionales y extranjeros, y ha sido fechado científicamente con una antigüedad de entre 13,000 y 12,000 años en laboratorios de Estados Unidos y Canadá. Estudios de ADN mitocondrial lo colocan como el eslabón que faltaba para poder confirmar el vínculo que existe entre los primeros pobladores de América y los grupos indígenas contemporáneos en este continente.
Se trata del esqueleto más completo y genéticamente intacto que se ha encontrado en América, el cual pertenece a una joven de entre 15 y 16 años que murió dentro de una cueva localizada en el actual estado de Quintana Roo, inundada después de la última glaciación que finalizó hace unos 10,000 años, y cuyos restos son los más antiguos localizados en el Nuevo Mundo. Los resultados que confirman la antigüedad del esqueleto, bautizado como la “Joven de Hoyo Negro” o “Naia”, serán dados a conocer en la prestigiada revista Science de este mes.
La investigación se realiza a través del Proyecto Arqueológico Subacuático Hoyo Negro, Tulum, Quintana Roo, co-dirigido principalmente por la arqueóloga pionera de la arqueología subacuática en México, Pilar Luna Erreguerena, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); James C. Chatters, antropólogo y paleontólogo de Applied Paleoscience and Direct AMS, reconocido mundialmente por el descubrimiento e investigación del llamado Hombre de Kennewick; Dominique Rissolo, arqueólogo del Instituto Waitt, y Alberto Nava Blank y Roberto Chávez Arce, miembros del Proyecto Espeleológico Tulum (PET). Además del INAH, se ha contado con el valioso apoyo de National Geographic Society, el Instituto Waitt, el Archaeological Institute of America y la National Science Foundation, entre otros. Asimismo, se ha trabajado muy de cerca con la directora del Centro INAH-Quintana Roo, arqueóloga Adriana Velázquez Morlet.
En palabras de la arqueóloga Luna Erreguerena, subdirectora de Arqueología Subacuática del INAH, “este descubrimiento coloca a nuestro país en una posición sobresaliente respecto a la gran oportunidad que Hoyo Negro ha abierto para resolver cada vez con mayor claridad el vínculo existente entre los primeros pobladores de América y los grupos indígenas actuales. Pero también nos coloca en una posición de gran responsabilidad y compromiso.”
Para lograr un fechamiento preciso de Naia los científicos realizaron análisis de ADN mitocondrial (en cuyo código genético se pueden rastrear linajes muy antiguos en el tiempo), Carbono 14 y Uranio/Torio. Además de arrojar una antigüedad de entre 13,000 y 12,000 años, los resultados indicaron que se trata de una joven de origen asiático (Beringio) del haplogrupo (cromosoma materno) D, identificado con las migraciones que llegaron a América desde Siberia; subhaplogrupo D1, que sólo tiene lugar en América.
La edad del esqueleto fue confirmada además por otros análisis realizados en semillas, carbón, guano de murciélago frutero, racimos de calcita y espeleotemas, y tomando en cuenta aspectos de la formación del sitio y medición de los cambios en el nivel del mar, que durante la edad de hielo era por lo menos 120 metros más abajo que el actual.
Gracias a los esfuerzos de los doctores Rissolo y Chatters por reunir a un grupo de renombrados especialistas de diversas disciplinas e instituciones, estos análisis fueron realizados y verificados en los laboratorios Applied Paleoscience and Direct AMS de Washington y en los de las universidades de Nuevo México, Pennsylvania, Washington, Texas en Austin, Illinois en Urbana-Champaign, McMaster en Canadá, Northwestern en Illinois y Copenhague en Dinamarca.
Además del esqueleto humano se han descubierto restos de 26 mamíferos correspondientes a once especies del Pleistoceno Tardío que incluyen: gonfoterio, tigre dientes de sable, perezoso de tierra tipo Shasta, tapir gigante, cerdo de monte, oso, puma, lince, coyote, coatí y murciélago frutero. Se ha definido a Hoyo Negro como “un contexto paleontológico perfecto”.
La arqueóloga Luna Erreguerena manifestó: “Este proyecto ha resultado una experiencia fuera de serie en la que un grupo de seres humanos ha unido sus conocimientos y sus esfuerzos para trabajar hacia una misma meta: llevar a cabo una investigación multi y trans-disciplinaria de alto nivel y gran ética en un sitio que ha guardado una inmensa riqueza cultural durante miles de años y que ahora está dispuesto a compartirla con la humanidad”.
Por su parte, el doctor Chatters, autor principal del artículo que publicará este mes Science, declaró que el hecho de haber encontrado el esqueleto humano en tan buenas condiciones de preservación ha permitido obtener las muestras necesarias para realizar los análisis que llevaron a un fechamiento tan preciso, lo cual no había sido posible debido a que no se contaba con un cráneo y una dentadura en tan buen estado como los encontrados en México. “Hoyo Negro es una cápsula de tiempo que ha conservado la información sobre el clima y la vida humana, animal y vegetal que existían al final de la última era de hielo”, agregó.
De igual manera, el doctor Rissolo afirmó: “Hoy en día, los cenotes y las cuevas inundadas de la Península de Yucatán son las fuentes más prometedoras para el estudio del hombre Paleoamericano. Estos sitios sumergidos que datan de la era de hielo son una oportunidad única para conocer una parte de la historia humana desconocida hasta hoy respecto a la interacción entre el ser humano y su medio ambiente en un entorno prehistórico completamente distinto al actual”.
Además de los científicos, el Proyecto Hoyo Negro ha contado con el apoyo de Alejandro Álvarez, Alberto Nava Blank y Franco Attolini, espeleobuzos altamente calificados, así como de ingenieros y técnicos que han aplicado, e incluso desarrollado, métodos y técnicas extraordinarios para ser usados por primera vez en este sitio con resultados impresionantes, sobre todo en los campos del software y la fotografía.
La información para los análisis realizados fue obtenida a partir de fotografías, videos y muestras tomadas por los espeleobuzos a petición de los especialistas. De acuerdo con la ética obligada de dejar los restos en su lugar, se decidió estudiarlos in situ como indica la Convención 2001 de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, de la cual México es signatario. Sin embargo, a fin de garantizar la seguridad de los vestigios más representativos del esqueleto de “Naia”, éstos fueron extraídos y se encuentran bajo resguardo del INAH.
La arqueóloga Pilar Luna expresó su deseo de que este proyecto establezca un ejemplo de cómo investigar, de manera respetuosa y científica, otros cenotes y cuevas inundadas, principalmente en los estados de Yucatán y Quintana Roo, muchos de los cuales contienen restos culturales invaluables que datan de las épocas prehistórica, prehispánica y colonial. Enfatizó la necesidad de invitar a los buzos exploradores, quienes son los que descubren estos restos, a que le informen a la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH para que se tomen las acciones pertinentes para garantizar su estudio y preservación.
Finalmente, el doctor Rissolo subrayó: “Para el equipo de investigadores y espeleobuzos del Proyecto Hoyo Negro es un privilegio colaborar con el INAH y el gobierno mexicano en un proyecto que sirve para salvaguardar y compartir el patrimonio más antiguo de nuestro continente”.
Gracias, Percha, por la ampliación.
Efectivamente, la noticia tiene amplia importancia o trascendencia respecto a dilucidar el debate sobre al poblamiento primigenio de América. Ha sido toda una suerte que se hayan conservado y encontrado estos restos óseos. Y, quién sabe, puede que se encuentren algunos más. Habrá que esperar a ver qué resulta de todo este proyecto denominado "Hoyo Negro". Como, supongo, habrá que esperar a que se realice y se proporcione el análisis del ADN nuclear de dichos restos, el cual, lógicamente, aportará más datos sobresalientes.
Un saludo
Así se descubrió el esqueleto humano más antiguo de América
María Veraza /El Mundo
Naia era una mujer que vivía en las costas del Caribe mexicano y cuyos antepasados venían de Siberia. Un día cuando tenía 15 o 16 años fue a buscar agua dulce a una cueva por la que también se metían grandes animales para beber, cuando se cayó a un hoyo,se rompió la pelvis y murió.
Desde entonces han pasado casi 13.000 años, pero cuando el venezolano Alberto Nava miró las cuencas negras de la calavera de esta joven del Pleistoceno tardío a través de sus gafas de buzo, todavía no podía ni sospechar que tenía en sus manos los restos humanos más antiguos de América, el eslabón entre los hombres que llegaron al continente después de cruzar caminando el estrecho de Bering, y los pueblos indígenas americanos actuales, según confirmaron los investigadores esta semana. No obstante, algo intuía el buzo. "El regulador se nos salía de la boca", recuerda.
Era mayo de 2007, cuando los miembros del Proyecto de Espeleología de Tulum (Quintana Roo, México) que llevaban seis meses trabajando en la península de Yucatán entraron en el cenote (ojo de agua generalmente profundo) de La Virgen, unos cien kilómetros al sur de Cancún y a solo ocho de la costa. El objetivo era explorarlo y hacer un mapa.
"Era un día normal. Bajamos por las aguas cristalinas del cenote, llegamos a un túnel, lo recorrimos por más de un kilómetro para mapearlo y de repente encontramos ese pozo gigantesco", explica Nava en declaraciones a EL MUNDO. "El suelo desapareció bajo nosotros y no podíamos ver nada, el hoyo absorbía nuestras luces, por eso lo llamamos Hoyo Negro, era increíble, tan grande, circular... vimos otros dos túneles pero decidimos regresar porque no teníamos equipo para seguir adelante".
Nava y sus dos compañeros Alex Alvarez y Franco Attolini, tardaron dos meses en regresar mejor equipados. "Descendimos por el pozo hasta que encontramos el piso a 55 metros de profundidad, la vista tardó en acostumbrarse a la oscuridad y veía que mis compañeros movían sus luces en todas direcciones. ¡Todo estaba lleno de animales!".
"Lo primero que encontramos fue un fémur que estaba totalmente vertical, apoyado contra la pared, después una cadera de un metro de largo, osos, un perezoso gigante, el puma, el gato de dientes de sable... Entonces no sabíamos de qué animales se trataba pero sí que eran muy antiguos, porque veíamos el tamaño. Unos estaban en el piso otros, como el brazo de perezoso, sujeto a la pared".
Creían haber hecho "el descubrimiento del siglo", pero lo mejor estaba por llegar. "De repente Alex nos llama y pone su luz en un cráneo humano, pequeño, negro, estaba como al borde de una repisa, recostado en el húmero, invertido, con los dientes hacia arriba y mucho, mucho material de cristales y sedimentos".
"Desde sus cuencas negras parecía que era la primera vez que miraba a alguien en 10.000 años, aunque entonces ni sabíamos de qué época era. Nos pasamos cinco minutos sin saber qué hacer, yendo de un lado para otro del pozo porque... después de Hoyo Negro, ¿qué más puedes esperar?"
Pasaron seis años hasta confirmar que Naia (nombre de la ninfa de la mitología griega con que bautizaron al esqueleto que se halló en la cueva) era el primer americano conocido, años de mucho trabajo interdisciplinar coordinado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).
"En 2009 reportamos el hallazgo al INAH y comenzamos un proyecto arqueológico conjunto, en el que entrenamos a espeleobuzos y en el que nosotros nos convertimos en las manos y los ojos de los investigadores que estaban en la superficie y que nos enseñaban las tareas a realizar dentro".
Las inmersiones, siempre grabadas en vídeo, fueron muy complicadas debido a la profundidad y al enorme equipo que había que sumergir. "Solo podemos hacer una inmersión al día porque es muy desgastante la rutina, muy cansado física y psicológicamente".
Un día se bajaba el trípode, otro una mesa giratoria donde colocar las piezas a documentar y con suerte al tercero se podía comenzar la sesión de fotografías. A 50 metros de profundidad el trabajo puede como máximo durar cuatro horas, doce días consecutivos. Luego, a esperar a la siguiente temporada de las cuatro que se hacen al año.
A partir de 2011 Nava y sus compañeros comenzaron a recoger las muestras. "Lo primero que se sacó fue uno de los dientes y una costilla pero tardaron muchísimo en datar el esqueleto porque toda la parte orgánica se sale del hueso, no hay colágeno, no hay aminoácidos. Fue gracias al diente que se consiguió la fecha exacta". Se estima que tiene 12.910 años. El cráneo de Naia es lo único que se ha extraído del lugar, para preservarlo.
Los resultados de los diferentes análisis de ADN mitocondrial salieron en 2013 pero el equipo tardó un año en escribir el artículo de la revista Science que marcaría un antes y un después en la arqueología mexicana. "Posiblemente nos pasemos la vida en Hoyo Negro, es nuestra responsabilidad y el proyecto no termina nunca porque cada temporada encontramos nuevos animales. Pero creemos que la zona está llena de capsulas del tiempo como esta".
Naia estaba acompañada por 23 mamíferos
Fuente: noticieros.televisa.com | Guadalupe Madrigal| 20 de mayo de 2014
Mientras un grupo de científicos de México, Canadá, Estados Unidos y Dinamarca, están concentrados en tener más información del esqueleto de Naia, que data de hace más de 12 mil años, localizado en el sitio arqueológico ‘Hoyo Negro’, dentro de una cueva inundada en Quintana Roo, hay otro grupo de científicos; encargados del estudio de los animales que también están ahí, en la misma cueva donde estaba el esqueleto de Naia.
Los restos de animales con los que Naia convivió, o los que ya se habían extinguido, cuando ella vivió, son:
23 mamíferos de 11 especies diferentes.
Hay animales de la Edad de hielo; que eran de mucho mayor tamaño que los actuales.
Estos animales vivían en nuestro país, cuando los primeros seres humanos llegaron al continente americano hace mas de 20 mil años.
En la cueva ‘Hoyo negro’ están los restos de un gonfoterio, que es una especie que se originó hace más de 12 millones de años; el ejemplar que se encontró en la cueva, tiene más de 30 mil años; es decir es todavía más antiguo que el esqueleto de Naia.
Este animal medía 2 metros 70 de altura al hombro y pesaba más de 5 toneladas, se parecía a los elefantes actuales, pero más robusto, sus piezas dentarías, llamadas defensas, median hasta 3 metros.
Joaquín Arroyo Cabrales, funcionario de Arqueozología del Instituto Nacional de Antropología e Historia, señaló que “a partir de un fragmento de pelvis del gonfoterio, se tiene un fechamiento de alrededor de 30-35 mil años, que lo separa del fechamiento que tenemos para Naia y a pesar que estaban cercanos hay un lapso de tiempo entre los dos, nos indica que quizá otros fragmentos de fauna sean de periodos distintos.”
Los arqueozólogos y Paleozólogos, practicaron pruebas de carbono 14 a los restos de un perezoso terrestre, tipo hasta, de casi más de 1 metro de alto y alrededor de 1 cuarto de tonelada de peso.
Hay también restos de un tigre dientes de sable, uno de los últimos felinos cuya estirpe se extinguió hace unos 10 mil años, tenía dimensiones similares a un león africano, sus colmillos median 17 centímetros, el dientes de sable podía luchar incluso con un mamut.
“Afortunadamente ahora con los fechamientos a través de espectrómetros de aceleración de masas, no se requiere de mucho material, que fue lo mismo que sirvió para fechar directamente a Naia”, agregó Joaquín Arroyo Cabrales.
Son muy pequeños los fragmentos de animales que se han extraído de la cueva para ser analizados en diferentes laboratorios de universidades de Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y México.
Hay restos de tapir gigante, cerdo de monte, oso, puma, lince, coyote, y murciélago frutero; que poco a poco se irán estudiando.
Los espeolobuzos, están usando un equipo que no hace burbujas al interior de la cueva, para evitar algún derrumbe.
Se ha definido a ‘Hoyo Negro’ como un contexto paleontológico perfecto; dicen los expertos, es una cápsula de tiempo que ha conservado la información sobre el clima y la vida humana, animal y vegetal que existían al final de la última era de hielo.
El cráneo de Naia, dispuesto al revés para que los dientes se queden en su lugar.
Fuente: National Geographic | 26 de enero de 2015
Extracto de la edición de enero de la revista National Geographic en español.
Fotografías de Robin Hammond
El primer rostro de los primeros americanos pertenece a una adolescente desafortunada que sufrió una caída mortal en una cueva de Yucatán hace unos 12,000 o 13,000 años. La historia de su descubrimiento comienza en 2007, cuando los buzos Alberto Nava, Alex Álvarez y Frnaco Attolini realizaron un hallazgo sorprendente: una inmensa caverna sumergida llamada Hoyo Negro. Al fondo del abismo, sus luces revelaron una cama de huesos prehistóricos, entre ellos al menos un esqueleto humano completo.
Los buzos reportaron el descubrimiento al Instituto Nacional de Antropología e Historia, el cual reunió a un equipo internacional de arqueólogos y otros investigadores para analizar la cueva y su contenido.
El esqueleto -conocido afectuosamente como Naia, en honor a las ninfas del agua de la mitología griega -resultó ser uno de los más antiguos que se hayan encontrado en el continente americano y el primero lo suficientemente intacto como para ofrecer una base para la reconstrucción facial. Los genetistas pudieron incluso extraer una muestra de ADN.
Juntos, esos restos podrían explicar un misterio perenne acerca de la población de América: si los nativos americanos descienden de exploradores asiáticos que migraron hacia el continente americano hacia finales de la Era de Hielo ¿por qué no se parecen a sus antiguos ancestros?
Todo parece indicar que los primeros americanos eran una pandilla muy ruda. Al mirar los restos de esqueletos de los paleoamericanos se observa que la mitad de los hombres tiene heridas causadas por acciones violentas, y cuatro de cada 10 presentan fracturas en el cráneo. Las heridas no parecen haber sido el resultado de percances de caza y no ostentan marcas de guerra. Más bien parece que estos hombres peleaban entre sí, a menudo, de manera violenta.
Las mujeres no tienen este tipo de heridas, pero son mucho más pequeñas que los hombres, con signos de malnutrición y abuso doméstico.
Para el arqueólogo Jim Chatters (izquierda), codirector del equipo de investigación de Hoyo Negro, todos estos son indicios de que los primeros americanos eran lo que él llama poblaciones del “tipo salvaje del hemisferio norte”: audaces y agresivas, con machos hipermasculinos y mujeres diminutas, subordinadas. Y esto, piensa, explica por qué los rasgos faciales de los primeros americanos son tan distintos de aquellos de los nativos americanos posteriores. Los primeros eran pioneros que corrían riesgos; los hombres más rudos se llevaban el botín y ganaban las peleas por mujeres. Como resultado, sus rasgos y facciones robustos prevalecían sobre los más suaves e infantiles que se hicieron evidentes en poblaciones posteriores más establecidas.
Naia tiene rasgos faciales típicos de los primeros americanos, pero también marcas genéticas comunes entre los nativos americanos modernos. Esto apunta a que ambos grupos son distintos porque las poblaciones tempranas hayan sido reemplazadas por grupos posteriores que migraron desde Asia, como algunos antropólogos han aseverado. Más bien lucen distintos porque los primeros americanos cambiaron después de haber llegado aquí.
La investigación de Chatters es sólo uno de los interesantes desarrollos. Los nuevos hallazgos arqueológicos, las hipótesis novedosas y una gran riqueza de datos genéticos han lanzado nueva luz sobre quiénes fueron los primeros americanos y cómo fue que pudieron haber llegado al hemisferio occidental. Pero su historia sigue siendo en gran medida, un misterio.
Fuente: elinformador.com | 25 de febrero de 2016
Expertos de Estados Unidos, Dinamarca, Canadá y México realizan una serie de estudios y análisis a profundidad a los restos de "Naia", el esqueleto humano encontrado en el sitio arqueológico Hoyo Negro en Quintana Roo, en una cueva inundada de agua.
La subdirectora de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Pilar Luna Erreguerena (izquierda), reveló que esta mujer de entre 15 y 16 años y con antigüedad de entre 12 y 13 mil años, está arrojando información valiosa y en los próximos meses se darán a conocer los detalles.
Por lo pronto de esta mujer que reveló el origen del hombre en América, y que comprueba la ascendencia asiática, comentó que ya se sabe su ADN, que pasó hambruna y que tuvo una fractura en el brazo derecho, presuntamente por "jaloneos".
"Estamos investigando y diremos muchas cosas más, vamos hablar de su medio ambiente, de su dieta, de la hambruna, de un cálculo dental que tenía sarro, se está haciendo ahora una investigación interdisciplinaria con los mejores expertos del mundo en cada uno de los temas, son varias líneas de investigación.
"En este proyecto participan los descubridores de ´Naia´, en este caso los buzos y espeleólogos que por afición exploran cuevas que hace 10 mil años estuvieron secas y que en ese periodo el nivel del agua ha subido más de 100 metros", dijo.
Sobre "Naia", señaló, "parece ser que tuvo una fractura en el brazo derecho y parece que es de jalones; vamos a decir mucho al final de este año, podemos hablar de hambruna y desnutrición, quizás el medio ambiente no fue nada fácil".
De acuerdo con la arqueóloga, a quien la Sociedad Geográfica Española reconoció con el Premio a la Investigación 2015 por su trayectoria de más de 30 años dedicados a la preservación del patrimonio cultural sumergido, se estudia además a diferentes animales hallados en estas cuevas como osos, un tema desconocido hasta ahora.
"´Naia´ nos está brindando tanta información, al igual que muchos animales los cuales hemos identificado a través de fotografía; tenemos un total de 26 de siete especies diferentes, algunos de ellos únicos y la mayoría extinta y que nos está dando información especial. Trabajamos ahora con osos y un perezoso gigante, especies que son una sorpresa que se encuentren en la Península de Yucatán, hay mucho que investigar", declaró la experta, quien agregó que los osos se encontraron en el Hoyo Negro, de los cuales se extrajeron dos cráneos, el de un adulto y juvenil curiosamente en un cenote en Yucatán.
Comentó que un grupo de expertos escriben un artículo al respecto, en el que se incluirá también, un estudio y se menciona que estos animales situados en la cueva de Hoyo Negro, provenían del sur.
El INAH llevará a Vancouver los hallazgos sobre esqueleto más antiguo de América
Los más recientes hallazgos en torno al Proyecto Arqueológico Subacuático Hoyo Negro, relacionado con Naia, el esqueleto más antiguo encontrado en América, serán compartidos en el marco de la 82 Convención anual de la Society for American Archeology (SAA).
El doctor James C. Chatters (izquierda), uno de los codirectores del proyecto, será el encargado de dar a conocer los nuevos descubrimientos en torno dicho esqueleto hallado en Tulum, Quintana Roo, y que ahora se sabe que corresponde a una joven de entre 15 y 16 años que vivió hace casi 13.000 años en lo que hoy es la península de Yucatán.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) destacó que se trata de una de las investigaciones más importantes que lleva a cabo, a través de la Subdirección de Arqueología Subacuática, cuya titular es la maestra Pilar Luna Erreguerena, quien también dirige el proyecto de Hoyo Negro.
Recordó que los científicos que colaboran en este proyecto, incluidos el propio doctor Chatters, de Applied Paleoscience DirectAMS, en el Estado de Washington, y los doctores Vera Tiesler y Andrea Cucina, de la Universidad Autónoma de Yucatán, han trabajado intensamente con estos restos óseos.
Como resultado de este esfuerzo colectivo, se sabe que Naia medía 152 centímetros y pesaba un máximo de 50.4 kilos cuando estaba bien alimentada, ya que el estudio de sus dientes y sus huesos largos demostró que a menudo pasaba épocas de carencia extrema. También se sabe que se había roto un brazo, el cual sanó antes de su muerte, la cual ocurrió al caer en la oquedad de 60 metros de diámetro y 55 metros de profundidad, conocida como Hoyo Negro.
Uno de los hallazgos más significativos son múltiples líneas de evidencia, incluyendo el interior de su hueso púbico, que sugieren que Naia pudo haber dado a luz meses antes de fallecer. A decir de los especialistas, estos hallazgos proponen que la vida de los primeros pobladores de América, o por lo menos de algunos de estos grupos que llegaron a través del Estrecho de Bering, procedentes de Siberia, no fue idílica por encontrarse en una tierra nueva y abundante, sino al contrario, fue sumamente difícil y llena de carencias.
El esqueleto de Naia fue descubierto en 2007 por Alejandro Álvarez, Alberto Nava y Franco Attolini, miembros del Proyecto Espeleológico Tulum (PET), quienes junto con Roberto Chávez Arce, han sido un elemento clave en los trabajos de descubrimiento y recuperación, no solo de los restos humanos sino de parte de un gran depósito de fauna pleistocénica extinta.
Además del apoyo del INAH para el estudio de Naia, se han recibido otros de National Geographic Society, Childrens’ Orthopedic Hospital de Seattle y la Universidad de California en San Diego, esta última a través del trabajo de Vid Petrovich y su equipo en el área de diseño de softwares para modelos tridimensionales tanto de los huesos como del propio sitio, concluyó el INAH.
Fuente: 20minutos.com.mx | 29 de marzo de 2017
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