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Foto: En primer término, sauna castreña de Pendia (Boal, Asturias)
El director del Plan Arqueológico de la Cuenca del Navia vincula los edificios con usos termales a ritos religiosos.
Vía: lne.es / 12 de diciembre de 2009 | LUISMA MURIAS Oviedo, M. S. MARQUÉS
«Asturias cuenta con el conjunto de saunas castreñas más importante de Europa». Es una de las conclusiones de la charla ofrecida en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) por Ángel Villa, responsable del Plan Arqueológico de la Cuenca del Navia. Las saunas castreñas, consideradas las construcciones arquitectónicas más originales de los recintos prerromanos fortificados, se localizan en el noroeste de la Península Ibérica, con una presencia más abundante en torno al río Navia.
Poco conocidas hasta fechas recientes, las saunas eran ya durante el Neolítico edificios dedicados al disfrute de los baños de vapor. Sus funciones eran múltiples y en ocasiones se combinaba el uso del vapor con los baños de humo. Los beneficios de su utilización eran conocidos por casi todas las culturas, si bien, en época romana estuvieron más vinculadas a usos termales.
Mal interpretados en los primeros tiempos, estos edificios presentan una arquitectura que tiene poco que ver con la doméstica y que en origen se vinculó con rituales funerarios. «Estaban organizados en estancias sucesivas, cubiertas a dos aguas sobre falsa bóveda, en las que se pueden identificar canalizaciones, depósitos para el agua y zonas de combustión».
Los primeros ejemplos conocidos en Asturias fueron los descubiertos por Juan Uría y García Bellido en los años cuarenta del pasado siglo, en Coaña y Pendia (Boal). En ellos ya se ven algunos de los rasgos que se van a mantener como generales en todas las construcciones que irán apareciendo después.
Foto: Sauna de Chao Samartín (Ángel Villa)
En las últimas décadas se demostró que las saunas tenían un origen anterior a la romanización y que eran fieles a un patrón común, como demuestra la semejanza de las plantas originales en proporciones y organización. Fue el hallazgo de nuevas estructuras termales en el Chao Samartín (Grandas de Salime) lo que va a permitir hacer una nueva lectura que fija su origen varios siglos antes de la llegada de Roma. Además, permite apreciar la similitud de formas entre los distintos modelos de sauna y la progresiva transformación que comienza por la cabecera, trasladando el horno a la zona central. En época romana las reformas se producen en los tres primeros cuartos del siglo I, probablemente bajo la tutela de efectivos militares.
Foto: Ángel Villa en primer plano.
Durante su exposición, Ángel Villa se refirió al conjunto de saunas que están presentes en los castros de Coaña (2), Pendia (2), Chao Samartín, Monte Castrelo, Pelou (Grandas de Salime), Os Castros (Taramundi). En este último están presentes todos los elementos del edificio termal. Un recorrido por los ejemplos citados permite observar que las saunas se localizan en situación preferente en el poblado y tenían un papel fundamental dentro de lo que debían ser los lugares de representación de estas sociedades.
El profesor Martín Almagro relaciona estas estancias con ritos de iniciación de los jóvenes guerreros indígenas. Serían lugares de purificación en su tránsito a una nueva vida.
Otra lectura, que Villa considera con más posibilidades, está relacionada con ritos religiosos que tuvieran que ver con una divinidad propiciatoria de la salud o la fertilidad.
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Hay que decir que entre el título de la noticia y el contenido de la misma parece que hay un ligero desajuste, pues, en primer lugar, se diría que se enfatiza la importancia de las saunas castreñas de todo el NO peninsular (que incluiría, por tanto, no sólo a Asturias, sino también a las saunas castreñas galaicas y portuguesas, esto es, al norte y sur del río Miño), para pasar, en segundo lugar, a poner de relieve sólo los ejemplos hallados en Asturias, cuya importancia vendría dada por su mayor número y cronología prerromana -ya demostrada- a partir del S.IV a. C. [ignoro hasta qué punto este último aspecto se ha ido también confirmando -aunque se sabe de algunos ejemplos- en las saunas castreñas gallegas y del norte de Portugal, (si alguien sabe algo del asunto se agradecería la información)]
No se olvide, además, que las saunas castreñas al N. y S. del Miño tienen su importancia no sólo por su distinta tipología estructural (con cuatro estancias -atrio, antecámara, cámara y horno-, por tres que tienen las asturianas -atrio, cámara y horno), sino porque aquéllas conservan las llamadas "pedras formosas" (una losa monolítica con pequeña abertura semicircular, en las que suelen aparecer grabados geométricos-cosmológicos, situada entre la antecámara y la cámara), mientras que en las de Asturias (situada entre la cámara y el horno) han desaparecido por haber sido elaboradas muy posiblemente con material perecedero (madera), si bien están constatados los rebajes en las que se incrustaban.
Foto: Sauna de cuatro estancias
A tenor de la noticia, se ve que, aunque el arqueólogo Ángel Villa Valdés ha venido informando en anteriores ocasiones de la importancia de la datación prerromana de las saunas castreñas asturianas, ahora, y con base a ello, se esfuerza en aclarar cuáles son las funciones plausibles que pueden adscribirse a las mismas. Dejando de lado que, a estas alturas, la vieja interpretación funeraria está ya totalmente desechada o cerrada, es obvio que los esfuerzos de Ángel Villa van dirigidos a poner en cuestión a aquellos que han venido sosteniendo (Sergio Ríos González, por ejemplo) que dichos baños o saunas castreñas son adaptaciones de modelos termales originarios del ámbito mediterráneo (precisamente por partirse de la -¿errónea?- suposición de su contemporaneidad romana) y, por tanto, con una funcionalidad profana, higiénica, termal, no ritual, en definitiva.
En este sentido, la naturaleza prerromana de las saunas castreñas asturianas no sólo permite poner de nuevo en valor la intepretación que en su día proporcionó Martín Almagro-Gorbea, al juzgarlas como estructuras que permitían rituales de paso o de inciación de cofradías de jóvenes guerreros (por su carácter purificador, lustroso, y ligado a concepciones de tipo omfálico, ctónico y celeste, etc.), así como la hipótesis de A. Coelho Ferreira al vincularlas con un culto religioso a diosas indígenas, tal como Nabia (de la que no consta inscripciones en Asturias -si no recuerdo mal- pero sí en Galicia y norte de Portugal), sino que también faculta, en esta línea, al propio Ángel Villa para contemplar la posibilidad de ritos religiosos en relación con el medio acuático, la salud y la fertilidad.
No cabe duda, en cualquier caso, que estamos ante un debate sumamente sugerente que tiene ya su "poso", pero del que todavía puede esperarse mucho en el futuro, pues estas saunas destacan en interés histórico muy por encima de la monotonía estructural los poblados castreños.
Para aquellos interesados en la problemática de las saunas castreñas me permito sugerirles algunos enlaces:
- Un baño de vapor castrexo (Entrevista con Ángel Villa donde se amplía información al respecto).
- Artistic Expression and Material Culture in Celtic Gallaecia de Alfredo González-Ruibal
- «Saunas» en la hispania prerromana de Martín Almagro-Gorbea y Lucía Moltó (en PDF).
- Consideraciones funcionales y tipológicas en torno a los baños cast... de Sergio Ríos González (en PDF).
- Edificios balnearios en castros del noroeste de la Península Ibéric... de Sergio Ríos González (en PDF).
Por supuesto, María, que no hay más remedio que referirse a las historias y datos que has puesto, y que ya sabes que siempre te agradezco, pues dan ideas relacionadas siempre interesantes que a veces no se recuerdan o se desconocen.
Por ejemplo, en relación a la historia que cuentas de Dumezeil del guerrero Cuchulain y su introducción en tres cubas de agua hierviendo, aunque ayer no te lo comenté porque ya era muy tarde, tengo que decirte que me recordó enseguida (por asociación de ideas) la iconografía de la diadema-cinturón de Moñes y del caldero de Gundestrup.
La primera, porque en ella aparecen, en medio de un ambiente acuático de exaltación de la vida, una serie de guerreros a caballo y a pie, donde algunos de ellos portan grandes calderos, los cuales suelen ser interpretados como símbolos de rituales iniciáticos, purificación y resurreción, vinculados a cultos relacionados con los ríos, lagunas, manantiales, etc.
Foto: Diadema o cinturón de Moñes.
En esta otra imagen quizá se aprecia mejor:
Foto: Diadema o cinturón de Moñes
Respecto al caldero de Gundestrup (muy en paralelo -iconográficamente- con la diadema o cintrón de Moñes), éste tiene grabada una interesante escena donde un guerrero es introducido por un dios en una cuba o caldero mágico para provocar su sanamiento, purificación o resurrección.
Foto: Detalle del caldero de Gundestrup.
Tal vez lo conozcas ya, pero en este enlace puedes leer, así mismo, un curioso trabajo que relaciona los aspectos rituales y simbólicos referidos al fuego, los calderos, la resurreción, etc.
El caldero mágico que resucita remite también simbólicamente la vuelta al útero materno del cual se ha de salir con una nueva vida, un nuevo vigor, una nueva fuerza, etc., de modo similar a como sucede -tal como se ha sugerido en las interpretaciones de las saunas castreñas- cuando se traspasa la "pedra formosa" hacia la estancia del fuego-calor-purificador.
Y ya que vuelve a relucir la "pedra formosa", en este sentido, hay una cuestión que ayer me volvió a la cabeza cuando te citaba la obra de A. García y Bellido, "Las cámaras funerarias de la cultura castreña", y es el hecho de que se tenga muy poco en cuenta que en las mayoría de las aberturas semicirculares de las mismas apenas hay espacio para que puedan ser traspasadas por un hombre. Y si éste es corpulento es poco menos que imposible. Se diría que sólo podría hacerlo un niño, y, en todo caso, siempre reptando.
Precisamente, en la obra que te cito de García y Bellido, aun cuando éste se inclinaba a catalogar dichas estructuras de saunas castreñas como hornos funerarios, no dejaba de subrayar que le resultaba muy complicado explicar cómo se podía introducir un cadáver a través de la abertura de algunas "pedras formosas", manifiestamente pequeñas.
Es este un aspecto que no deja de llamar poderosamente la atención. Sencillamente, no parece posible que un adulto pudiera hacerlo, si acaso, como digo, lo haría un niño o un jóven. Quizá lo ritos de iniciación, de paso, etc., se reservaran para éstos últimos, dado que estas ceremonias son propias de su edad.
En cualquier caso, habría que concluir que en aquellas saunas castreñas con "piedras formosas" en las que no es posible ser traspasadas por un adulto habría que interpretarlas más como estructuras de uso termal que ritual. O bien, que tendrían doble función: una ritual para los niños y jóvenes y otra más profana y saunística, para los adultos. Salvo que se considere que era suficiente con entrar en la cámara anterior a la "pedra formosa" para obtener los beneficios termales y rituales que se esperaba de tal acceso.
En esta foto, por ejemplo, podemos apreciar a la misma escala la abertura de una "piedra formosa" y una figura que no sé si es un niño/a, pero que nos permite comprobar que por su tamaño tendría incluso dificultades para traspasarla. Excuso decir, si es un adulto.
Foto: Pedra Formosa (de T. Júdice Gamito)
En fin, no sé. No he podido comprobar visual y experimentalmente esto que digo, pero me parece que es evidente que en muchos casos sería prácticamente imposible para un adulto.
En el caso de las saunas castreñas asturianas, como quiera que las posibles "pedras formosas" han desaparecido (por ser quizás de material perecedero) no sabemos qué abertura tendrían. No obstante, es fácil deducir que al ser saunas de tres estancias (horno-cámara-atrio) sí era posible traspasarlas, pues resultaría absurdo quedarse sólo en la primera estancia (atrio) que apenas reportaría beneficios termales.
Gracias María por el enlace al texto de Uribe Villegas. Siempre es bueno acumular más datos e interpretaciones afines.
La verdad es que la idea que apuntas de que las saunas castreñas asturianas puedan ser anteriores (por ser más simples, por posible "pedras formosas" de madera, etc.) es inevitable hacérsela y tal vez quepa dentro de lo posible, habida cuenta, además, de que en Coaña y Chao Samartín ya se ha atestiguado su antigüedad al menos en el S. IV a.C., mientras que este dato falta por confirmar en las que están al N. y S. del Miño, las cuales, en lo que hasta ahora he leído, se las ubica dentro de una cronología romana.
En este sentido, no cabe duda que después de haberse datado con seguridad Coaña y Chao Sanmartín deberá revisarse todos estos aspectos cronológicos y tipológicos en los demás castros. De momento, como te dije en un comentario anterior, sólo cabe inferir que estas saunas castreñas puedan tener, más o menos, la misma antiguedad.
Ya Almagro-Gorbea y Lucía Moltó, en el estudio y enlace que he puesto de su obra "Saunas en la Hispania prerromana", a la hora de justificar la funcionalidad de las mismas, aun cuando no dejan de admitir una posible influencia romana en su diseño, apelan al hecho de que las prácticas termales, con carácter también ritual, "se documentan entre pueblos tan diversos y alejados como los lacedemonios en Grecia, escitas, eslavos y germanos en el Este y Norte de Europa, donde los baños de vapor se han considerado de tipo medicinal y ritual (HiNz 1973, 580), lusitano-galaicos y tal vez celtibéricos en la Península Ibérica, e irlandeses y de las Oreadas en el área atlántica. Esta coincidencia no parece que se pueda explicar ni por un fenómeno de mera difusión o de aculturación, ni por convergencia cultural, ni por casualidad.La hipótesis más verosímil es la de que los baños de sudor sean una tradición de raíces muy antiguas, para la que, en consecuencia, habría que suponer un origen común en un substrato ideológico indoeuropeo, a juzgar por los pueblos que la practicaban, hipótesis que conviene perfectamente a otras peculiaridades conocidas del mundo lusitano-galaico".
De otro lado, dices que el Sr. Abo sí experimentó el paso hacia la cámara de una de estas saunas castreñas a través de una "pedra formosa", y supongo que así ha podido suceder, porque mi extrañeza no iba referida a todas la "pedras formosas", sino a algunas, cuyo orificio semicircular se me antoja excesivamente pequeño. No obstante, puedo estar equivocado porque no las he visto a escala natural, y sólo me guio por las fotos y lo que mencionó García y Bellido de que le resultaba complicado entender cómo podía empujarse, a través de dicha cavidad, un cadáver (en el hipotético caso de que se conceptuasen como hornos crematorios estas saunas). Y supongo que se refería al tamaño corporal, no a su inmovilidad, pues va de suyo que se le podría empujar desde la antecámara y arrastrar desde la cámara.
En fin, habrá que esperar a ver cómo evolucionan en el futuro las excavaciones en estas saunas castreñas. No dudo que, después de la datación tan antigua que se les ha dado a Coaña y Chao Samartín, se seguirá investigando en los otros conjuntos castreños para ver cómo se puede pueden armonizar todas las cuestiones que suscitan.
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