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Algunos de los elementos encontrados en la mochila extraviada. Foto: Universidad de Greifswald.
Un revoltijo de herramientas en el barro: fragmentos cilíndricos de bronce, un cuchillo también de bronce, un punzón de bronce con mango de abedul, un cincel pequeño, tres alfileres y una espiral de bronce...
Todos estos artefactos fueron descubiertos en 2016 por un grupo de arqueólogos alemanes, dirigidos por Tobias Uhlig (izquierda), que excava desde hace diez años en las inmediaciones del río Tollense, una cinta estrecha de agua en el norte de Alemania, a 120 kilómetros de Berlín.
A pesar de que la bolsa que los contuvo se ha degradado, el barro ha conservado perfectamente todos estos objetos que cuentan una interesante historia. La historia de un guerrero que durante una cruenta batalla perdió –o se dejó– allí sus pertenencias.
Dicha bolsa contenía un cuchillo de bronce con una hoja curva, un punzón decorado con una escala y filas de triángulos, y un cincel de bronce, junto con una variedad de restos del mismo metal y pequeños lingotes. Las marcas de desgaste en el cincel sugieren que alguien probablemente lo usó para cortar fragmentos de bronce como los hallados. La hoja curva del cuchillo, con refuerzo estructural en la parte posterior, parece como si alguien hubiera reciclado una hoz para hacerlo. También había algunos tubos de bronce laminado que que funcionarían como una forma de monedas.
Cilindros de bronce. Foto: Volker Minkus, Copyright Agencia Estatal del Patrimonio Cultural en Mecklemburgo-Pomerania Occidental).
Esencialmente, este conjunto de elementos se parecería al tipo de cosas que uno llevaría si quisiera intercambiar o reciclar una pequeña cantidad de chatarra de bronce por otras cosas. La gente en Europa en aquellos tiempos aún no había comenzado a usar monedas, pero los lingotes y restos de bronce y cobre estaban empezando a convertirse en una forma temprana de moneda: la idea de usar pequeños trozos de metal para el intercambio se estaba imponiendo, pero aún pasarían siglos antes de que la gente decidiera estandarizarlos. Llevar algo de chatarra como medio de trueque probablemente no era inusual en ninguna parte de la Edad de Bronce en Europa, si bien el contenido de lo hallado sugiere que su propietario no era local.
Así se veían los restos del juego de herramientas y armas cuando los arqueólogos lo encontraron en el fondo del río. Fotografía de F. Nagel; dibujo de T. Uhlig.
En 1996, los arqueólogos descubrieron en esta zona las primeras pistas de una batalla de grandes dimensiones hacia el año 1250 a.C. Desde 2009, y a lo largo de las sucesivas campañas llevadas a cabo por arqueólogos del Departamento de Mecklenburg-Vorpommern de Preservación Histórica (MVDHP) y de la Universidad de Greifswald (UG), han salido a la luz 1.200 restos óseos pertenecientes a 140 individuos, además de numerosos restos de equinos, armas y objetos de bronce. Las fracturas que presentan los huesos hablan de un intenso combate cuerpo a cuerpo, y los investigadores piensan que en el conflicto participaron al menos 4.000 combatientes, de los que aún esperan encontrar más restos.
Según sus huesos, los muertos eran abrumadoramente masculinos, jóvenes y en buena forma. Para los arqueólogos, ese tipo de individuos sugiere fuertemente un grupo de soldados. Muchos de sus huesos muestran evidencias de fracturas y cortes óseos curados, lo que indica que muchos eran veteranos de otros conflictos en los que habían sobrevivido para acabar muriendo en esta batalla por el posible control de un cruce de ríos importante.
Los huesos estaban muy juntos en algunas partes de la excavación, tal como se ve en esta foto de 2013. Un área de 12 metros cuadrados contenía 1478 huesos, incluyendo 20 cráneos. FOTO: LANDESAMT FÜR KULTUR UND Denkmalpflege Mecklenburg-Vorpommern / LANDESARCHÄOLOGIE / C. HARTL-REITER.
La revista Antiquity acaba de publicar los resultados del estudio de los treinta y un objetos –perfectamente preservados– que aparecieron en el fondo del río Tollense, contenidos en la bolsa del guerrero desconocido, de la cual sólo se han conservado tres cilindros finos de chapa de bronce perforados con clavos, también de bronce, que aún estaban unidos en cada extremo y que parecen haber sido los cierres de esta especie de mochila.
Caja de cinturón (bronce) decorada con incrustaciones orgánicas. Foto: Joachin Krüger (Universidad de Greifswald).
Según los autores del estudio, los análisis de ADN realizados a los huesos y las pruebas con isótopos muestran que algunos de estos hombres no eran de la región, sino que llegaron de zonas muy alejadas.
El profesor Thomas Terberger, del Departamento de Historia Pre y Temprana de la Universidad de Gotinga, dice: "Este es el primer descubrimiento de pertenencias personales en un campo de batalla y proporciona información sobre el equipo de un guerrero. El bronce fragmentado probablemente se usó como una forma de moneda. El descubrimiento de este nuevo conjunto de artefactos también nos proporciona pistas sobre los orígenes de los hombres que lucharon en esta batalla y hay cada vez más pruebas de que al menos algunos de los guerreros vinieron del sur de Europa Central''.
Esta teoría quedaría confirmada con el hallazgo de este conjunto de artefactos, puesto que la similitud de los objetos de la bolsa con otros que se han descubierto en otros yacimientos del sur de Alemania y el este de Francia sugieren que, en efecto, algunos de estos guerreros recorrieron enormes distancias para participar en esta batalla. Esto demostraría que las sociedades de la Edad del Bronce europeo alcanzaron un grado de organización importante. Gracias a ello, los líderes de los distintos grupos eran capaces de movilizar a guerreros procedentes de tierras lejanas a pesar de la falta de una buena red de comunicaciones en este período.
Cráneo encontrado en el valle de Tollense con una herida mortal causada por una punta de flecha de bronce.
Una de las preguntas persistentes sobre el juego de elementos de bronce hallados, así como muchos de los huesos y armas encontrados en el fondo del río Tollense, es si estos elementos simplemente terminaron donde alguien los dejó caer en sus momentos finales o si los vencedores los arrojaron al río inmediatamente después de la batalla como ofrenda ritual. Téngase en cuenta que en los campos de batalla posteriores en el norte de Europa, la gente de la Edad del Hierro a menudo depositaba los huesos cuidadosamente preparados y las armas deliberadamente rotas de sus enemigos caídos en ríos, lagos y pantanos.
Fuente: nationalgeographic.com.es | arstechnica.com | eurekalert.org | 21 de octubre de 2019
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