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Pedazos de mineral de cobre son fáciles de extraer en una remota región de Jordania donde el arqueólogo Thomas Levy excavó un antiguo centro minero. FOTO POR DMITRI KESSEL, THE LIFE PICTURE COLLECTION, GETTY IMAGES
Restos de estiércol preservados durante milenios gracias al clima árido del valle de Timna, en Israel, aportan nuevas evidencias a tener en cuenta en el largo debate sobre el rey bíblico, Salomón, y la fuente de su legendaria riqueza.
Un equipo de arqueólogos ha descubierto estos restos de 3.000 años de antigüedad en un antiguo campamento minero sobre una mesa de arenisca conocida como la "Colina de los Esclavos". El área se encuentra repleta de minas de cobre y campos de fundición, lugares donde se calentaba el mineral para convertirlo en metal.
El arqueólogo de la Universidad de Tel Aviv, Erez Ben-Yosef (izquierda), comenzó a trabajar en este yacimiento en 2013. El año pasado, junto con su equipo, descubrió lo que parecía excremento animal de origen relativamente reciente, mientras excavaban restos de varias estructuras amuralladas, entre las que se incluye una puerta fortificada.
“Pensamos que quizá un grupo de nómadas había acampado aquí con sus cabras hacía unas décadas”, dijo Ben-Yosef, quien también señala que los excrementos contenían todavía materia vegetal sin descomponer. “Pero cuando los resultados de la datación [por radiocarbono] volvieron del laboratorio, confirmaron que estábamos lidiando con asnos y otros animales de ganadería del siglo X a.C. Era algo difícil de creer”.
La gran antigüedad y las óptimas condiciones de conservación del estiércol eran impresionantes, pero las implicaciones que tienen los resultados del radiocarbono son todavía más destacables.
“Hasta el inicio del proyecto en 2013, se consideraba que este era un yacimiento de la Edad del Bronce tardía relacionado con el Imperio Nuevo de Egipto en todo el siglo XIII y a principios del siglo XII a.C.”, explica Ben-Yosef. Existen pruebas claras de la presencia egipcia durante esos siglos y, de hecho, los visitantes actuales del cercano parque del valle de Timna son recibidos con señales que muestran a los antiguos egipcios.
Sin embargo, la datación de alta precisión por radiocarbono de los restos de excrementos, así como de los restos textiles y de otra materia orgánica, demostró que el auge de este yacimiento minero tuvo lugar durante el siglo X a.C., época a la que pertenecen los reyes bíblicos David y Salomón.
Según la biblia hebrea, el rey Salomón era célebre por su gran sabiduría y riqueza, además de por sus numerosos proyectos de construcción entre los que se incluían un templo en Jerusalén decorado de forma opulenta con objetos de oro y bronce. Una estructura tal hubiera requerido grandes cantidades de metal a partir de operaciones mineras de escala industrial en algún lugar de Oriente Medio, pero las escrituras no mencionan su localización.
En la década de 1930, el arqueólogo estadounidense Nelson Glueck anunció que había encontrado las famosas minas mientras exploraba el valle de Aravá, un rift geológico rico en cobre que se extiende desde el mar Muerto hasta el mar Rojo y actúa como frontera natural entre el actual Israel y la actual Jordania.
“Sabemos ahora que a lo largo de todo Wadi ‘Araba (el valle de Aravá) existen depósitos de cobre y hierro”, escribió Glueck en un artículo titulado “Tras la pista de las minas del rey Salomón” en el número de febrero de 1944 de la revista National Geographic. “Estas fueron intensamente explotadas en la antigüedad, especialmente durante la era del rey Salomón”.
Sin embargo, muchos arqueólogos que siguieron los pasos de Glueck argumentaron que David y Salomón no fueron los monarcas poderosos representados en la Biblia, sino que eran caciques a pequeña escala, incapaces de organizar grandes operaciones de minería o de orquestar una red de comercio a larga distancia.
Las voces críticas también han cuestionado la cronología bíblica tradicional, que sitúa los reinos de David y Salomón en torno al siglo X a.C. Como resultado, “Glueck se convirtió en el hazmerreír del mundo académico”, cuenta Thomas Levy (derecha), profesor de arqueología en la Universidad de California, San Diego, y explorador de National Geographic.
Sin embargo, los descubrimientos realizados en las últimas décadas podrían volver las tornas y reivindicar la fe de Glueck en el registro bíblico de los acontecimientos.
En 1997, Levy comenzó una excavación de varios años en Khirbat en-Nahas, un yacimiento en el sur de Jordania que, según Glueck, era un antiguo centro de producción de cobre. Levy y su equipo excavaron a través de restos de escoria de cobre de más de 6 metros de profundidad hasta llegar al suelo virgen, algo que indicaba que el mineral había sido producido a gran escala. “Nuestras excavaciones respaldan muchas de las ideas de Glueck”, escribió Levy en 2006.
Trinchera en el 'Cerro de los esclavos". Los sedimentos negros son escoria de la fundición del cobre. Credit: TAU Timna Expedition
El reciente hallazgo en el valle de Timna, en Israel, podría sumar puntos a la teoría de Glueck, quien descubrió y dio nombre a la Colina de los Esclavos en 1934. La operación minera de este lugar todavía no ha sido vinculada al propio Salomón, aunque sí sugiere que la región era el hogar de una sociedad compleja, probablemente de los edomitas, antiguos antagonistas de los israelíes.
La precisión de los pasajes bíblicos que afirman que el rey David marchó con sus ejércitos hasta las profundidades del desierto para enfrentarse a los edomitas ha sido un tema largamente debatido. Pero Ben-Yosef declaró que los muros fortificados que ha descubierto en torno al campamento de fundición indican que probablemente se trataba de un objetivo militar.
Si el pasaje de la Biblia que afirma que David sometió a los edomitas es cierto, el monarca podría haberse encontrado en posición de demandar tributo, según explica Ben-Yosef. “Existe una posibilidad real de que Jerusalén obtuviera su riqueza mediante los impuestos sobre estas operaciones mineras”.
La reina de Saba visita la opulenta corte del rey Salomón en una escena imaginada por el pintor británico Edward Poynter. Art Gallery of New South Wales.
Pruebas de una red de comercio a larga distancia
En las muestras de excrementos se encontraron semillas y esporas de polen tan intactas que el equipo de Ben-Yosef fue capaz de determinar la dieta de los animales, lo que desveló otra sorpresa: su alimento se importaba de una zona a más de 160 kilómetros al norte, cerca de la costa mediterránea. La distancia hasta Jerusalén es de aproximadamente 300 kilómetros, un viaje que, en burro, llevaría dos semanas en aquellos tiempos.
El comercio a larga distancia era la clave para la supervivencia en este remoto paraje rodeado de desierto inhóspito. Cada una de las necesidades habría sido transportada en asnos o burros —la fuente de agua más próxima, por ejemplo, estaba a 19 kilómetros—, convirtiendo esta labor en una empresa compleja y costosa.
“El metal en este periodo era un producto esencial, del mismo modo que el petróleo hoy en día”, explica Ben-Yosef. “Así que a estas personas les valía la pena invertir tanto en esta operación en medio del desierto”.
Según Ben-Yosef, se han excavado más de 900 toneladas de escoria en la Colina de los Esclavos, lo que indicaría una producción a escala industrial digna de un estado o reino antiguo. Una cuestión que todavía supone un tema de debate candente es si el logro de tal nivel de desarrollo durante el siglo X a.C. se atribuiría a los israelitas o a los edomitas, pero Ben-Yosef se muestra entusiasmado por los nuevos hallazgos.
“Hasta hace poco, no teníamos prácticamente nada de este periodo en esta zona”, explica. “Pero ahora no solo sabemos que esta era una fuente de cobre, sino que también se remonta a los días del rey David y de su hijo Salomón”.
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