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Fuente: elcorreodeburgos.com | Marta Casado | 27 de mayo de 2015
Como cualquier adolescente los 18 años marcan su vida, qué carrera estudiar, qué camino seguir. Nada es definitivo en la vida, pero las decisiones forjan el carácter. En una situación similar se encuentra Homo anteccessor. Cumple 18 años desde su presentación a la comunidad científica. Este mes, en la revista Quaternary International, José Mª Bermúdez de Castro y María Martinón-Torres, junto a Eudald Carbonell, acaban de de publicar "Homo antecessor: El estado de la cuestión dieciocho años después".
Entre las claves que analizan en este artículo está la revisión de alguno de los aspectos analizados sobre los 160 restos humanos de la especie que se han obtenido en dos sondeos diferentes sobre el nivel de Dolina, TD 6, realizados entre 1994 y 1996 y los localizados entre 2003 y 2005.
Destacan de él que es «super-original». Explica José María Bermúdez de Castro (izquierda) que «tiene una cara moderna pero tiene algunos detalles diferentes, lo más chocante es que estas piezas de 850.000 años de antigüedad presenten ciertos rasgos neandertales». De esta manera, esta rareza en este rostro moderno, de rasgos arcaicos y líneas neandertales, se puede inferir que puede ser «un ancestro o un tío carnal» de las poblaciones preneandertales (de la Sima de los Huesos), de neandertales, denisovanos o otras especies por descubrir.
«Creo que tuvo un papel relevante en la evolución en Europa, pero la cuestión es si esa relación es lateral y vinculada al continente Europeo o podría ser el ancestro común de todos ellos». Los estudios genéticos demuestran que el ancestro común de neandertales y humanos modernos no podría tener más de medio millón de años. «Con lo que 'antecessor' podría ser el tío lejano de estas especies», resume el codirector de Atapuerca.
Para definir todas estas dudas que mantienen la incógnita sobre el Chico de la Gran Dolina aún hay estudios por realizar sobre los restos ya localizados, muy fragmentados al estar canibalizados por sus congéneres. «Estamos pendientes de publicar artículos después del verano, estamos afinando mucho más con los fósiles gracias a la técnica del MicroTC, y estamos viendo cosas que no sabíamos; hay restos de un cráneo que aún estamos pendientes de su análisis», señala Bermúdez de Castro.
Pero el principal escollo es la colección. Cuanto más amplia, menor margen de error hay. Algo que no podrá suceder hasta que se excave el nivel TD-6 en extensión. Un momento que se eterniza dada la gran riqueza del TD-10 donde llevan excavando más de una década. Son 100 metros cuadrados que «en dos campañas quizás podría superarse el nivel 10, y después el resto no son tan ricos, el TD-8 es fauna, TD-9 es muy fino, y en el TD-7 tampoco aparece industria, así que enseguida se llegará al nivel de 'antecessor' donde esperamos que haya muchas más piezas en esta superficie de 100 metros cuadrados de yacimiento que excavamos».
Precisamente la falta de fósiles humanos de adulto ha sido una de las grandes peleas a las que se han enfrentado antecessor y sus descubridores. «Es cierto que tenemos fósiles inmaduros, pero es una bendición porque nos permite estudiar el desarrollo de la especie que también es algo maravilloso, pero también hay adultos», señala Bermúdez de Castro. El codirector recuerda que Australopithecus africanus se designó con un cráneo de tres años incompleto, y nadie dudó, pero a la paleontología española «se nos exige muchísimo más cuando hemos obtenido 160 restos», señala.
Respecto a esas dudas, Bermúdez de Castro cree que «se han ido disipando en estos 18 años y antecessor está presente en cualquier filogenia moderna». Aún así ha sido un trabajo difícil el recorrido para su reconocimiento, tras publicar su aparición en el número 276 de la revista Science. Por pedir de regalo de cumpleaños, el padre de antecessor pediría por él «más piezas relacionadas en Europa». Así el cráneo de Ceprano (Italia) resultó no ser tan antiguo, 400.000 años, y de cronologías antiguas tan sólo podría buscarse parentesco con la especie española en el diente de Barranco León (Orce, Granada), o la mandíbula de la Sima del Elefante). Así que la búsqueda existencial de antecessor, como cualquier joven de 18 años, sigue su curso.
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Ilustración de un 'antecessor' en el libro 'El chico de la Gran Dolina'. / M. A.
Fuente: EL PAIS.com | Materia | Manuel Ansede | 30 de mayo de 2015
La arqueóloga Aurora Martín (izquierda) recuerda perfectamente el 8 de julio de 1994, aquel día en el que, como otros tantos días rutinarios, estaba en el suelo de la sierra burgalesa de Atapuerca hurgando en la tierra arcillosa con un destornillador y un pincel. De repente, ante sus ojos apareció un diente que no parecía ni de oso ni de cerdo, sino humano. Luego apareció otro. Y otro.
El tiempo que tardó en llegar el mayor experto en dentición del yacimiento, José María Bermúdez de Castro, se le hizo “eterno”. Subía trepando como un loco por el andamio que sostenía a los arqueólogos. “Aurora levantaba el diente dentro de una bolsa con la mano temblando”, rememora Bermúdez de Castro. Todos le miraban a él, esperando que hiciera un diagnóstico rápido, pero no dijo nada. “Me puse a gritar. Fue un shock tremendo, uno de los momentos más emocionantes de mi vida. Nos pusimos todos a saltar de alegría y no se cayó el andamio de casualidad”, relata.
El hallazgo se anunció al mundo en mayo de 1997. Aquellos tres dientes, y otros 83 restos fósiles hallados después, pertenecían a una especie humana extinta que paseó por el mundo hace 850.000 años. En un artículo en la revista científica Science, la bautizaron Homo antecessor. No se describía una nueva especie humana desde el Homo habilis, en 1964. Bermúdez de Castro y sus colegas se atrevieron a proponer que aquel ser era el ancestro común de los Homo sapiens —los humanos modernos surgidos hace unos 200.000 años— y los neandertales, que aparecieron en Europa hace unos 400.000 años y se extinguieron en su último reducto de Gibraltar hace unos 35.000.
Ahora, el Homo antecessor cumple 18 años y, como subraya el paleoantropólogo, codirector de los yacimientos de Atapuerca, efectivamente “ha llegado a su mayoría de edad”. En su día, fue recibido con escepticismo por la comunidad científica internacional. Algunos aseguraban que no se trataba de una nueva especie, sino de un Homo ergaster, otra especie de origen africano de hasta 1,8 millones de años de antigüedad. Pero no. En la actualidad, el Homo antecessor es generalmente aceptado como una nueva especie con un papel protagonista en la evolución humana.
“En estos 18 años, hasta nosotros hemos cambiado de opinión”, reconoce Bermúdez de Castro, que ya no defiende con tanto fervor que el Homo antecessor fuera el ancestro común. La especie, caníbal y con una altura de 1,70 metros, presenta un berenjenal de rasgos de otras especies. “Su cara era moderna. Si fuera bien arreglado y peinado, en un vagón del metro no lo distinguiríamos de una persona actual”, afirma. Los huesos de los dedos de manos y pies también eran similares a los de los Homo sapiens. Pero su clavícula indica que tenía un cuerpo tan ancho con el de un neandertal. Y presenta otros rasgos compartidos con poblaciones asiáticas.
“Decir ahora que el Homo antecessor podría ser el padre y la madre de todos ellos podría parecer un poco presuntuoso por nuestra parte, así que decimos con prudencia que al menos fue el tío carnal del ancestro común, que para muchos sería la especie Homo heidelbergensis”, resume Bermúdez de Castro.
El Homo heidelbergensis vivió en África y Europa desde hace unos 600.000 años y se extinguió hace unos 250.000 años. Descuartizaba grandes animales, como elefantes, caballos y rinocerontes, y manejaba hachas de mano. La principal pista que apunta hacia ellos como nuestro tatarabuelo es que el análisis de ADN de neandertales y humanos modernos sugiere que compartimos un ancestro común hace menos de medio millón de años. Una gran corriente encabezada por el paleoantropólogo británico Chris Stringer (derecha), del Museo de Historia Natural de Londres, cree que fue el Homo heidelbergensis el que dio lugar a los Homo sapiens en África y a los neandertales en Europa.
Bermúdez de Castro y la paleoantropóloga María Martinón-Torres (izquierda)—que publican ahora con otros colegas una biografía científica del Homo antecessor en la revista especializada Quaternary International— no piensan igual. “El Homo heidelbergensis es una especie artificial, un poco un cajón de sastre, un nombre que se ha utilizado para llamar a cosas diferentes”, argumenta la científica, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos. Su hipótesis es que una población humana, posiblemente de Homo erectus, dio lugar en Próximo Oriente a una población X que fue el ancestro común de humanos modernos y neandertales, hace un millón de años.
El Homo erectus, capaz de controlar el fuego, fue el primer humano que emigró fuera de África. Sus restos fósiles más antiguos tienen 1,8 millones de años y posiblemente sobrevivió hasta hace 200.000 años en Indonesia.
“El Homo antecessor es esa población X surgida en Próximo Oriente o bien deriva de ella”, sostiene Martinón-Torres. Ella y Bermúdez de Castro reconocen que la presencia de Homo antecessor en el extremo más occidental de Europa es un tremendo obstáculo para sostener que la especie dio lugar al Homo sapiens. Pero la situación está cambiando.
En 2010, investigadores británicos encontraron a orillas del río Támesis herramientas de piedra de hace unos 900.000 años que asignaron al Homo antecessor. Sus dominios se amplían por Europa. No es que la especie se limitara a vivir en la actual provincia de Burgos, es que no se ha excavado lo suficiente. “En Europa y África tenemos un agujero en el registro fósil desde hace 1,5 millones de años hasta hace 800.000 años. De esa época no tenemos prácticamente nada”, resume Bermúdez de Castro.
La pelea por ser el ancestro común de los neandertales y los humanos modernos sigue abierta. El golpe definitivo se puede encontrar en el nivel TD6 de la llamada Gran Dolina de Atapuerca, donde Aurora Martín —hoy coordinadora del Museo de la Evolución Humana, en Burgos— sacó al Homo antecessor de las entrañas de la tierra. Los primeros restos aparecieron tras hacer un sondeo en el yacimiento, como un ascensor en una gigantesca lasaña. Pero no se ha podido excavar más, porque para llegar a los niveles más profundos y antiguos hay que retirar y estudiar pacientemente las primeras capas de la lasaña.
“Calculamos que llegaremos al nivel TD6 en 2020 y que allí nos esperan miles de restos de Homo antecessor”, explica Bermúdez de Castro. El paleoantropólogo, nacido en 1952, se jubilará en 2022, a los 70 años, porque encadenó beca tras beca hasta los 35 años, sin cotizar a la seguridad social. “Cuando me esté jubilando veré salir los fósiles”, celebra.
Los codirectores de las excavaciones de la Sierra de Atapuerca (Burgos) acompañados por la consejera de Cultura, Alicia García, presentan los resultados y hallazgos de la campaña. En la imagen, José María Bermúdez, muestra una escápula infantil de Homo Antecessor. / Ricardo Ordóñez-Ical
Fuente: elnortedecastilla.es | 31 de mayo de 2015
El número de mayo de la revista Science de 1997 fue uno de los más comprados de todo el país. Contenía la diagnosis que el equipo liderado por José María Bermúdez de Castro había realizado durante más de dos años para presentar a una nueva especie: el Homo antecessor. El «hombre explorador» se presentaba a la comunidad internacional como el último ancestro común de los neandertales (Homo neanderthalensis) y de los humanos modernos (Homo sapiens). El 'paper' alteró a más de uno. Era la primera vez en más de 30 años que un grupo científico proponía una nueva especie, y la primera vez que se hacía desde España.
Dieciocho años después de la presentación de la propuesta, que no estuvo exenta de críticas y desaires por parte de la comunidad científica europea, el Homo antecessor cumple la mayoría de edad. Dieciocho años que han supuesto numerosos avances en el conocimiento de una especie clave en el estudio de la evolución humana y que, tras años de estudio, permite afirmar que antecessor fue «algo así como el tío carnal» del ancestro común del género Homo con los actuales humanos, que para muchos se identifica con la especie Homo heidelbergensis, presente también en la Sierra de Atapuerca.
Para hablar del 'hombre explorador' es necesario viajar en el tiempo. Concretamente a julio de 1994, momento en el que se descubrió la especie. Aurora Martín, actualmente coordinadora del Museo de la Evolución Humana de Burgos, todavía se emociona cuando recuerda lo que sintió aquel caluroso día de julio en el que encontró los primeros fósiles de la nueva especie. «Aquel día supe que se podía reír y llorar al mismo tiempo», destaca en declaraciones a Ical.
Estrato Aurora
«Recuerdo aquel día como el más especial de mi vida», sostiene Martín. Como todos los días de aquella campaña, Aurora se encontraba trabajando en el nivel TD-6 del yacimiento de Gran Dolina, cincel en mano bajo un sol de justicia «porque ese año hizo muchísimo calor...». «Estábamos todo el equipo y lo primero que encontramos fueron tres dientes que salieron como si nada. Nada más tenerlo en mis manos, cuestionamos que fueran humanos», explica. La duda quedó despejada en cuanto apareció por el yacimiento José María Bermúdez de Castro, especialista en la materia. «Miró los dientes. Se quedó serio y comenzó a reír.», rememora Martín.
La imagen de Aurora y el resto del equipo dio la vuelta al mundo. Tal fue la repercusión del hallazgo que el estrato pasó a llamarse 'Estrato Aurora'. «Era la primera vez que había una especie propia en España», destaca Martín. «Ese hallazgo marcó un antes y un después porque se ha visto que aquellos restos pertenecían a una especie propia a la que hoy se sitúa en un margen de antigüedad de entre 850.000 y 900.000 años». Se pudo confirmar así la presencia de homínidos en Europa más allá del límite de los 500.000 años, como se venía pensando hasta la fecha, en virtud de los descubrimientos de la tibia de Boxgrove en Inglaterra y la mandíbula de Mauer en Alemania.
En la 'Capa Aurora' se obtuvieron 85 restos fósiles humanos muy fragmentados de diferentes partes esqueléticas y de un mínimo de seis individuos. Asimismo, salieron a la luz 268 utensilios líticos y más de 4.000 restos fósiles de diferentes macrovertebrados.
Veinte años después de aquel hallazgo, Martín entiende que ese hallazgo «fue una bomba». «Hay que darse cuenta de que en el año 1994 no había habido ningún descubrimiento así en todo el continente euroasiático. Luego se descubrió Dmanisi, en Georgia, pero nosotros tuvimos la suerte de poner cara a esa especie al encontrar los restos de lo que se conoce como 'El Chico de Gran Dolina'.
Convulsión científica
Pese a que los restos se descubrieron en 1994, no fue hasta 1997 cuando el equipo de Atapuerca definió a Homo antecessor como una especie propia, capaz de haber llegado a pie a la Península Ibérica desde Asia, y no desde África como se pensaba, ya que las corrientes marítimas no eran favorables para cruzar el Estrecho de Gibraltar. Lo único que resta para dar peso a la especie es encontrar restos en el continente asiático. Algo que todavía no se ha producido, pero que la comunidad científica de Atapuerca confía en conseguir. «Es lo único que queda, sucederá», afirma a Ical Martín.
El rostro de antecessor
Uno de los rasgos más característicos de antecessor, y probablemente lo que le hace distinto al resto de especies del género Homo, es la mezcolanza de rasgos arcaicos con modernos. Así lo estiman los investigadores después de haber analizado en este tiempo los fósiles hallados en los distintos niveles de Dolina. Gracias a los mismos se ha podido poner rostro a la especie, en virtud a los restos fragmentados de un individuo de unos 11 años conocido como el 'Chico de Gran Dolina'.
Desde el pasado verano, el joven de Dolina duerme en el Museo de la Evolución Humana de Burgos (MEH). La escultura hiperrealista de Homo antecessor, realizada por la paleo-artista francesa Elizabeth Daynès, permite poner cara y cuerpo al «Hombre explorador» en la Galería de los Homínidos del Museo.
La artista francesa cotejó cerca de 160 restos fósiles de la especie para dar forma a un adolescente de estatura media con rasgos arcaicos y otros modernos con una profunda mirada. Para ello, Elizabeth tomó como referencia decenas de fragmentos esqueléticos hallados en los niveles de Dolina, muchos de los cuales eran diminutos debido a su fragmentación. Por ello, Bermúdez de Castro actuó como asesor científico para completar el conocimiento de la especie.
El resultado final, y en este caso la cara de antecessor, se basa en el maxilar ATD6-69 (izquierda), que perteneció a un niño de unos diez años, y cuyos restos aparecieron en el citado yacimiento de Atapuerca. El resto pudo completarse con un hueso frontal (ATD6-15), que pudo pertenecer al mismo individuo. «Nos proporcionan una idea muy fiable del aspecto facial de los adolescentes de Homo antecessor», destacó Bermúdez de Castro durante la presentación de la escultura en el MEH.
Gran Dolina
La excavación de Gran Dolina comenzó en septiembre de 1981 con una mínima plataforma de 15 metros cuadrados en el entorno superior del yacimiento. Fueron ocho personas las que desbrozaron en un inicio la parte superior para abrir un agujero en el techo de la cueva. Trabajaban con picos y palas como herramientas.
En la actualidad, Dolina es un yacimiento bien distinto. La plataforma se ha ampliado hasta los 80 metros cuadrados y emplea a unas 40 personas en su excavación cada campaña estival. En la última, se continuó excavando en dos niveles distintos: el nivel TD10 con una antigüedad de unos 400.000 años y el nivel TD4 de entre 1.000.000 y 900.000 años de antigüedad.
Canibalismo
En el transcurso de estos 18 años han sido muchos los estudios que han avanzado en el conocimiento de la nueva especie. Uno de los más destacados reveló que antecessor practicó el canibalismo gastronómico de forma habitual hace unos 800.000 años en Atapuerca. Se trata del caso de canibalismo cultural más antiguo conocido hasta el momento, según un estudio de varios miembros del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES).
Durante las campañas arqueológicas de 1994 y1996 se encontraron evidencias humanas en el nivel TD6 de Gran Dolina que permitieron plantear la hipótesis de canibalismo en esos huesos. «Se trata del canibalismo cultural más antiguo conocido hasta el momento», indican los autores del trabajo. «Estos datos sugieren que las estrategias de caza y el consumo de carne humana eran frecuentes y habituales», asegura Palmira Saladié en el estudio. Queda aún por saber si se comieron entre miembros de una misma especie o eran dos distintas. Un dato que para los investigadores resulta «crucial».
18 años después
José María Bermúdez y María Martiñón analizan la mayoría de edad de la especie a la que, con empeño, han visto crecer. «Antecessor ha llegado a la mayoría de edad, no sin sufrir críticas injustas e injustificadas o de ser ignorada por algunos colegas», destacan los investigadores vinculados al Cenieh, que valoran «que la razón se va imponiendo» y la especie haya entrado en la mayoría de las filogenias del género Homo. «Estamos convencidos de que su aceptación será unánime cuando excavemos el nivel TD6 en toda su extensión y dispongamos de varios centenares, quizá miles, de restos fósiles de la especie. La diagnosis será mucho más completa y convincente», apostillan.
De lo conseguido en este tiempo, destacan el estudio de los restos encontrados entre 1994 y 1996, así como los hallados entre 2003 y 2005. «Aunque el estudio continúa en la actualidad, tenemos mucha más información que en 1997», asevera Bermúdez de Castro, que destaca que «ahora se puede asegurar que Homo antecessor tiene caracteres muy similares a los nuestros, así como un buen puñado de rasgos compartidos con los neandertales». Asimismo, la antigüedad de la especie, tras ser confirmada de nuevo la sitúa en los 850.0000 años.
«Su presencia en el extremo más occidental de Europa resulta un tremendo handicap para sostener que esta especie dio lugar de manera directa a Homo sapiens. Así lo reconocemos también nosotros», indican los científicos, que con prudencia proponen «que los humanos de Gran Dolina fueron algo así como los tíos carnales del ancestro común, que para muchos se identifica con la especie Homo heidelbergensis».
¿Dónde situar al Homo antecessor? Dada su antigüedad, Martiñón y Bermúdez de Castro creen que solo hay dos alternativas: los humanos de Gran Dolina representan a la hija mayor de esos padres todavía no nombrados, o son los propios padres, que tuvieron una distribución muy amplia por buena parte del oeste de Eurasia.
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