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(A) Momia masculina; (B) Momia femenina (© Colección de Esculturas, Colecciones de Arte del Estado de Dresde, fotos: H.-P. Klut / E. Estel).
Saqqara está de moda. En apenas un mes, la necrópolis principal de la antigua capital de Menfis, situada en la ribera del Nilo, a apenas 25 kilómetros de El Cairo y a 22 de las pirámides de Guiza, no para de ofrecer noticias relevantes. A principios de octubre se informó del hallazgo de 59 sarcófagos y en los próximos días se anunciará que estos descubrimientos se han ampliado con otros 100 sepulcros de funcionarios y sacerdotes egipcios de la 26ª Dinas...
En medio de esta vorágine, un grupo de arqueólogos alemanes publica los sorprendentes resultados del primer estudio realizado a dos momias encontradas a principios del siglo XVII y otra descubierta en el siglo XIX. Nadie había analizado ninguna de ellas hasta la fecha.
Según los especialistas, estas son las únicas momias “envueltas en estuco” que se han encontrado en Saqqara. A diferencia de otras personas que fueron enterradas en ataúdes, estos individuos que murieron entre finales del siglo III y principios del IV después de Cristo, durante el periodo romano tardío, fueron colocados sobre tablas de madera, envueltos en una tela y un “hermoso sudario” y decorados con yeso, oro y un retrato de cuerpo entero.
Fue el explorador italiano Pietro Dalla Valle, que viajó por todo Oriente Próximo e incluso llegó a la India, quien adquirió dos de los ataúdes en 1615, poco después de que un grupo de ciudadanos egipcios los encontrara en una cámara dentro de una tumba excavada en la roca en Saqqara. Dalla Valle se los llevó a Roma, donde fueron integrados en su colección de antigüedades.
Más tarde, en 1728, pasaron a formar parte de la colección que Augusto II, Elector de Sajonia y Rey de Polonia, tenía en Dresde (Alemania). "Se consideran los primeros ejemplos de momias retratadas que se conocieron en Europa y que siguieron siendo los únicos conocidos hasta principios del siglo XIX”, escriben los autores del artículo publicado en la revista PLOS ONE.
(A) Retrato del soberano Augusto II realizado por Louis de Silvestre en (© Old Masters Picture Gallery, Dresden State Art Collections, foto: H.-P. Klut / E. Estel); (B) Un grabado en cobre realizado por Anna Maria Werner y Christoph Raimund Thomann que ilustra cuatro momias de la colección, incluyendo los dos retratos de las momias en el centro.
Los investigadores obtuvieron los detalles sin necesidad de abrir las cajas. Mediante un análisis de tomografía computarizada descubrieron que los restos, que están “bastante mal conservados”, pertenecían a un hombre adulto de entre 25 y 30 años y que medía unos 163 centímetros de alto. Algunos de sus huesos estaban rotos, “probablemente porque alguien lo desenvolvió poco después del descubrimiento de la momia”, escriben los investigadores en el estudio. Y, aunque el cerebro del hombre no se conservó, no hay evidencia de que se haya extraído por la nariz. Tampoco se utilizaron muchas sustancias para embalsamar. En cambio, estaba envuelto y pintado. Dos objetos metálicos encontrados durante la tomografía computarizada son probablemente sellos del taller de momificación que manipuló sus restos.
Por su parte, la mujer, que murió entre los 30 y los 40 años, medía alrededor de 151 cm de altura. También tenía artritis avanzada en la rodilla izquierda y fue enterrada con múltiples collares. Su cerebro tampoco se conservó.
Momia de una adolescente. La foto muestra la decoración del sudario de la momia, centrándose en el retrato y el torso (© I. Badr).
La tercera momia correspondía a una adolescente, de la cual sí se conserva el cerebro, así como otros órganos internos. Murió entre las edades de 17 y 19, y medía aproximadamente 156 cm de altura. Tenía un tumor benigno en la columna conocido como hemangioma vertebral, que es más común en personas mayores de 40 años, dijeron los investigadores.
“La decoración artística de la momia no solo tenía razones estéticas, sino que también servía para proteger mágicamente el cuerpo y asegurar el renacimiento de los muertos en la otra vida”, escribe el equipo de arqueólogos, encabezado por Stephanie Zesch (izquierda), del museo Reiss-Engelhorn de Mannheim. Durante el período grecorromano, además, los sarcófagos se guardaban en casa o en un depósito abierto al público durante algún tiempo para rendir homenaje a los fallecidos antes del entierro.
"El examen de los individuos arrojó que murieron a edades bastante jóvenes ..., sin embargo, no se pudo determinar la causa de su muerte", dijo Zesch. "Estamos bastante seguros de que no se extrajo el cerebro ni los órganos internos. Es muy probable que esas momias solo se hayan conservado debido a una especie de deshidratación con el uso de [la mezcla desecante] natrón, pero no hay una gran cantidad de líquidos de embalsamamiento".
En los casos estudiados ahora, tanto “los sudarios elaboradamente decorados con retratos como los elementos de estuco dorado y los motivos religiosos de las convenciones grecorromanas y del antiguo Egipto indican un nivel socioeconómico alto de los difuntos”, concluyen.
Fuentes: lavanguardia.com | livescience.com | 12 de noviembre de 2020
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