Análisis de ADN antiguo muestran que plagas de peste pudieron haber causado la caída poblacional de los agricultores del Neolítico tardío

Un equipo de arqueólogos excavan una tumba de corredor en Frälsegården, Suecia, en 2001. El ADN extraído de algunos de los huesos reveló la presencia de la bacteria que causa la peste. Karl-Göran Sjögren.

Una nueva investigación, publicada en Nature, sobre ADN antiguo de huesos y dientes sugiere la intervención de la peste en el colapso demográfico del periodo Neolítico tardío comprendido entre los años 5.300 y 4.900 B,P. Contrariamente a las creencias anteriores, la peste pudo haber reducido las poblaciones agrícolas de Europa mucho antes de producirse los principales brotes de peste durante la Edad Media. En la Europa del siglo XIV la peste asoló a la población durante la llamada Muerte Negra, cobrándose la vida de casi un tercio de la misma.

Esto significa que la peste de la época pudo haber sido un factor que contribuyó al colapso demográfico que se produjo al final del Neolítico, conocido como el declive neolítico. Esta caída demográfica provocó la desaparición de gran parte de la población agrícola de Escandinavia y el noroeste de Europa en tan solo unos pocos siglos, hace 5.000 años. El material arqueológico analizado procede principalmente de tumbas de corredor en Suecia, pero uno de los individuos procede de una cista de piedra en Stevns, Dinamarca.

 

De hecho la plaga de la peste llegó a Escandinavia varios miles de años antes y, a pesar de que varias teorías sugieren lo contrario (se aduce que la causa fue una crisis agrícola), dicha plaga pudo haber causado una epidemia que diezmó la población, según la nueva investigación llevada a cabo por la Universidad de Copenhague.

Los restos humanos desenterrados en esta tumba neolítica de Karleby en Falbygden, Suecia, arrojaron algunas de las antiguas muestras de ADN utilizadas en el estudio. Federico Seersholm

Uno de los esqueletos completos encontrados en la fosa común de Frälsegården (individuo B/FRA043). El esqueleto es el de una mujer de entre 30 y 40 años, emparentada solo en segundo grado con individuos del árbol genealógico. Según los isótopos de estroncio en sus dientes, nació fuera de la geología sedimentaria de Falbygden, probablemente en una región vecina del oeste de Suecia. El cráneo fue extraído previamente durante la excavación. Crédito: Karl-Göran Sjögren.

Este grupo poblacional, conocido como agricultores neolíticos, emigró hacia el continente europeo desde el Mediterráneo oriental, sustituyendo a los pequeños grupos de cazadores-recolectores y trayendo consigo la agricultura y un estilo de vida sedentario hace unos 6.000 a 7.000 años. Su legado sigue vivo en las numerosas tumbas y monumentos megalíticos del continente, el más famoso de los cuales es Stonehenge.

En colaboración con investigadores de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, expertos del Instituto Globe han analizado el ADN de dientes y huesos antiguos de 108 individuos que murieron hace unos 5.000 años. La pangenómica basada en gráficos de variantes muestra que los genomas de la peste neolítica conservaron la variación ancestral presente en Yersinia pestis, incluidos los factores de virulencia asociados con la enfermedad. 


"Esto es bastante consistente en todo el norte de Europa, Francia y Suecia, aunque hay algunas diferencias bastante grandes en la arqueología, todavía vemos el mismo patrón, simplemente los primeros agricultores de Europa desaparecen", dice Frederik Seersholm (izquierda), investigador postdoctoral en el Centro de Geogenética de la Fundación Lundbeck, Instituto Globe, Universidad de Copenhague en Dinamarca y autor principal del estudio. “De repente, ya no hay más personas enterradas en monumentos megalíticos. Las personas que fueron responsables de construirlos habían desaparecido”.

Seersholm dijo que es poco probable que la violencia haya jugado un papel en ello, ya que la siguiente ola de recién llegados, conocidos como Yamnaya, llegaron desde la estepa euroasiática después de una brecha en el registro arqueológico.

"Los análisis muestran que 18 de estos individuos analizados, es decir, el 17%, estaban infectados con la peste cuando murieron. Además, nuestros resultados sugieren que la cepa de peste más reciente que hemos identificado podría haber tenido potencial epidémico", afirma Frederik Seersholm. “Estos casos de peste se remontan exactamente al período en el que sabemos que se produjo el declive del Neolítico, por lo que se trata de una prueba circunstancial muy sólida de que la peste podría haber estado implicada en este colapso de la población”

"Ahora bien, todavía no podemos demostrar que esto haya sucedido exactamente de esta manera (el surgimiento de una epidemia de peste rápida y mortal), pero el hecho de que podamos mostrar evidencias de que pudo haber sucedido como comentamos es significativo. La causa real de esta disminución de la población, que conocemos desde hace mucho tiempo, siempre ha sido tema de debate", dice Seersholm.

Los cráneos de los dos individuos de la segunda generación (FRA022 y FRA023), colocados junto a una placa de piedra caliza que cubre al individuo ancestral (FRA021). Crédito: Karl-Göran Sjögren.

“Esperábamos encontrar que la plaga solo estaba presente en la última generación, lo que sería evidencia de que la misma los había matando a todos, y eso fue todo”, explica Seersholm. “También esperábamos que la plaga fuera exactamente la misma, que cada par de bases de ADN fuera exactamente igual, porque eso es lo que esperarías si vieras un brote rápido de la enfermedad, pero eso no fue lo que encontramos”.

En cambio, el equipo encontró evidencias de tres eventos de infección distintos, además de diferentes variantes de la bacteria que causa la peste.

“La gran pregunta es, entonces, ¿por qué la peste no mató a todos desde el principio? Y eso también nos desconcertó, así que empezamos a estudiar los genes para ver si podíamos encontrar algún tipo de explicación”, continúa Seersholm.

El equipo encontró casos en los que los genes de la peste se habían reorganizado (perdido, agregado o movido en las secuencias de ADN), lo que tal vez podría haber afectado a la virulencia del patógeno en el lapso de una generación.

“Se encuentra en una zona del genoma donde sabemos que está codificada la virulencia, y esa es la razón por la que nuestra hipótesis es que fue más virulenta (a lo largo de varias generaciones)”, añade Seersholm. “Pero, por supuesto, esto es muy, muy difícil de probar, porque no se puede simplemente cultivar una bacteria antigua”.

La peste se propagó en la Escandinavia neolítica. Cada individuo del estudio está representado por formas de colores. Solo se muestran individuos neolíticos. Los cuadrados representan hombres y los círculos, mujeres; los triángulos representan a una persona de sexo desconocido. Los colores indican la ascendencia genética y las cruces negras designan a los individuos con la peste. Crédito: Seersholm et al., Nature (2024)

Transmisión de pestes prehistóricas

Dado que los restos humanos habían sido enterrados cuidadosamente en una tumba, Seersholm dijo que es posible que los datos genéticos examinados en el estudio capturaran el comienzo mismo de una epidemia de peste. También es probable que la enfermedad fuera menos grave que la peste bubónica que causó la Peste Negra durante la Edad Media.

Además, como las variantes detectadas en las muestras analizadas carecían de un gen que los genetistas saben que es crucial para la supervivencia de la bacteria en el tracto digestivo de una pulga, era poco probable que la enfermedad resultante fuera idéntica a la peste bubónica, la cual se propagaba por las pulgas que transportaban los roedores, según el estudio. La peste bubónica todavía existe hoy en día, y los síntomas incluyen ganglios linfáticos dolorosos e inflamados, llamados bubones, en las zonas de la ingle, las axilas o el cuello, así como fiebre, escalofríos y tos.

El estudio sugiere que en Escandinavia, en esa época, la peste probablemente se propagaba de humano a humano en lugar de por transmisión esporádica de animales, aunque no es posible saber cuán letal o crónica era la enfermedad, agrega Mark Thomas (izquierda), profesor de genética evolutiva en el University College de Londres.

Sin embargo, Thomas, quien no participó en la última investigación, pero fue parte del equipo que identificó por primera vez el declive demográfico del Neolítico tardío, dijo que está poco convencido de que la peste fuera la principal razón detrás de la caída más amplia de la población, la cual -sostiene- ocurrió en diferentes momentos y probablemente fue el resultado de una combinación de factores, incluidas las malas prácticas agrícolas que agotaron el suelo y la mala salud generalizada.

“La salud general de los habitantes del Neolítico era muy precaria. Sus huesos tenían mal aspecto”, afirmó Thomas. “Podría haber habido un aumento más general de una carga patógena, pero, desde el punto de vista del ADN, resulta que las secuelas que provoca la bacteria 'Yersinia pestis' es una de las enfermedades más visibles para los científicos arqueológicos y, por lo tanto, más fácil de identificar y estudiar".

Uno de los esqueletos completos encontrados en la fosa común de Frälsegården (individuo B/FRA043). El esqueleto es el de una mujer de entre 30 y 40 años, emparentada solo en segundo grado con individuos del árbol genealógico. Según los isótopos de estroncio en sus dientes, nació fuera de la geología sedimentaria de Falbygden, probablemente en una región vecina del oeste de Suecia. El cráneo fue extraído previamente durante la excavación. Crédito: Karl-Göran Sjögren.

El ADN antiguo proporciona respuestas

Los análisis se llevaron a cabo utilizando un método llamado "secuenciación profunda por escopeta", que permite a los investigadores extraer información muy detallada del material genético aunque el ADN antiguo suela estar muy dañado o degradado. Los investigadores examinaron el ADN de materia dental y ósea de individuos del Neolítico, estudiando tanto las relaciones familiares que mantenían como las enfermedades que sufrieron.

"Hemos logrado realizar un mapeo exhaustivo de los linajes de la peste y una descripción detallada de otros microbios en los datos del ADN antiguo. Al mismo tiempo, a través de estos análisis, hemos podido observar el ADN humano desde una perspectiva amplia y local, y hasta el nivel individual, obteniendo una imagen de la organización social que existía en ese entonces", dice el profesor asociado Martin Sikora (derecha), del Globe Institute, quien también está detrás del estudio.

El hallazgo de que el 17% de los individuos cuyo ADN fue analizado tenían peste, indica que la misma era común en Escandinavia durante el periodo Neolítico tardío. En uno de los linajes familiares analizados (38 individuos) se observó que habían sufrido al menos tres brotes de peste a lo largo de seis generaciones (alrededor de 120 años). Las dos primeras muy posiblemente fueron pequeñas y limitadas, pero la tercera fue quizá más generalizada entre la población.

"La cuestión de las posibles relaciones de parentesco entre individuos cuyos huesos y dientes se han encontrado en tumbas megalíticas se viene debatiendo desde hace al menos 200 años. Ha habido muchas teorías y especulaciones, pero ahora, gracias al ADN, disponemos de datos", afirma Karl-Göran Sjögren (izquierda), profesor asociado de Arqueología en la Universidad de Gotemburgo, el cual también ha participado en el nuevo estudio.

La nueva investigación también permite comprender cómo se organizaba la sociedad neolítica de Falbygden (Suecia). El análisis de ADN ha podido mostrar que cuatro hombres tuvieron varios hijos con diferentes mujeres, pero no han encontrado ninguna prueba de que las mujeres hayan tenido hijos con más de un hombre. El parentesco en las tumbas sigue la línea masculina, si bien con mujeres de otros grupos incluidos. Un ejemplo de ello es el caso de una mujer que fue enterrada en una tumba diferente a la de sus dos hermanos.

“También podemos demostrar que el grupo de parentesco en la tumba de corredor de Frälsegården estaba dividido en dos subgrupos, que fueron enterrados en partes separadas de la cámara funeraria”, concluye Karl-Göran.

El profesor Seersholm cree, pues, que los nuevos resultados descartan las teorías anteriores que sugerían que la disminución de la población no pudo haber sido causada por la peste.

"En relación con el descenso de la población a finales del Neolítico, se han sugerido guerras y brotes de enfermedades infecciosas, incluida la peste. En este sentido, ha habido varias teorías relacionadas con la peste, y una de ellas sugería que la misma no podría haber causado una epidemia, pero esa suposición ya no se sostiene", concluye Seersholm.

Fuentes: phys.org | Universidad de Copenhague |  Universidad de Gotemburgo | edicion.cnn.com10 de julio de 2024

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