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Foto: un antiguo fósil, después de ser limpiado y antes de que se le tomaran muestras de ADN. La ubicación particular de este hueso en el interior del cráneo, y su alta densidad y durabilidad condujo a la secuenciación y el análisis de una serie de tiempo genómico que abarca 5.000 años
Fuente: teinteresa.es | examiner.com| 21 de octubre de 2014
Investigadores de la University College y el Trinity College de Dublín (Irlanda) han descubierto que los antepasados europeos se mantuvieron intolerantes a la lactosa, azúcar natural presente en la leche, durante 5.000 años después de comenzar las primeras prácticas agrícolas y casi 4.000 años después de que se comenzara a producir queso en Europa central.
El trabajo, publicado en el último número de la revista 'Nature Communications', ha sido posible gracias al análisis de ADN procedente de restos óseos de diferentes épocas, y los autores sugieren que desde el Neolítico hasta las Edades del Bronce y del Hierro pudieron producirse importantes cambios en la genética de estas poblaciones.
Para el estudio, se analizaron restos de trece individuos enterrados en yacimientos arqueológicos de la Gran Llanura húngara, una zona conocida por haber estado en la encrucijada de las grandes transformaciones culturales que dieron forma a la prehistoria europea. De hecho, entre los huesos analizados había restos desde el año 5.700 a.C. (Neolítico) hasta el 800 a.C. (Edad del Hierro).
Tras varios años de investigación, determinaron que la región del oído interno del hueso temporal del cráneo es la parte más dura y mejor protegida ante el paso del tiempo y, por tanto, es ideal para el análisis de ADN en seres humanos y otros mamíferos.
De hecho, ha explicado el profesor Ron Pinhasi (izquierda), del University College de Dublín, en estos huesos el porcentaje de rendimiento de ADN era hasta 183 veces superior al de otros huesos, como los procedentes de dientes, dedos o huesos de costillas.
De este modo, comprobaron que en todo ese tiempo se fue modificando la pigmentación de los humanos, a medida que pasaron de ser cazadores a agricultores, pero, en cambio, no hay ningún resquicio de tolerancia a la lactosa.
"Esto significa que estos antepasados europeos habrían tenido animales domésticos como vacas, cabras y ovejas, pero aún no se habría desarrollado genéticamente una tolerancia para el consumo de grandes cantidades de leche procedentes de estos mamíferos", ha explicado Pinhasi, uno de los autores del estudio.
El análisis no mostró ningún aumento en la tolerancia a la lactosa como resultado del mestizaje de personas de piel más clara con personas de piel más oscura. Los animales domésticos, y sobre todo el ganado, fueron principalmente una fuente de carne y de comercio miles de años antes de que el ADN del hombre se adaptara para consumir de manera segura la lactosa.
El estudio también indica que las migraciones hacia Europa trajeron nuevas tecnologías como la domesticación de animales y la producción de queso, y pueden haber introducido los genes que hicieron a las personas tolerantes a la lactosa.
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