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El hallazgo de restos de púrpura y huntita en la urna de oro encontrada en Vergina confirma la teoría de que Filipo II llevaba una máscara funeraria. Foto: ETHNOS
Fuente: Discovery News | Rosella Lorenzi| 10 de octubre de 2014 (Traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae)
Un equipo de investigadores griegos ha confirmado que los huesos encontrados en una tumba real de dos cámaras, en Vergina (Grecia), una ciudad a unos 100 millas de distancia del misterioso túmulo de Anfípolis, pertenecen, de hecho, al rey macedonio Filipo II, padre de Alejandro Magno.
La investigación antropológica examinó 350 huesos y fragmentos encontrados en dos cofres de cenizas (larnax) o ataúdes de la tumba. Se descubrieron patologías, marcadores de actividad y traumas que ayudaron a identificar a los ocupantes de la misma.
Junto con los restos incinerados de Filipo II, el enterramiento, conocido comúnmente como Tumba II, también contenía los huesos de una mujer guerrera, posiblemente la hija del rey escita Ateas, dijo a Discovery News Theodore Antikas (izquierda), jefe del equipo de investigación de Arte y Antropología en la excavación de Vergina.
Los resultados se dieron a conocer el pasado viernes en el Museo Arqueológico de Tesalónica. Acompañado de 3.000 fotografías digitales en color, y con el apoyo de tomografía computarizada de rayos X, microscopía electrónica de barrido y fluorescencia de rayos X, la investigación trata de resolver un debate de décadas de antigüedad sobre el esqueleto incinerado.
Los especialistas han discutido sobre esos huesos desde que el arqueólogo griego Manolis Andronikos descubrió la tumba en 1977-78. Él excavó un gran montículo -el Gran Túmulo- en Vergina, tras el consejo del clasicista inglés Nicholas Hammond.
La entrada al "Gran Túmulo". Museo Arqueológico de Vergina.
Entre los monumentos hallados dentro del túmulo había tres tumbas. La primera, llamada Tumba I, había sido saqueada, pero contenía un mural de pintura impresionante sobre el rapto de Perséfone, junto con restos humanos fragmentarios.
La Tumba II permaneció imperturbable y contenía casi completos los restos cremados de un esqueleto masculino en la cámara principal y los restos cremados de una mujer en la antecámara. Los ajuares funerarios incluían vasos de plata y bronce, coronas de oro, armas, armaduras y dos cofres de oro para guardar las cenizas de los muertos.
En la Tumba III también se encontró que no había sido saqueada. La misma contenía una urna funeraria de plata con los huesos de un joven de sexo masculino y una serie de vasijas de plata y relieves de marfil.
La mayor parte del debate académico se concentró en los ocupantes de la Tumba II, argumentando los expertos que los ocupantes eran Filipo II y Cleopatra, o Meda, ambas sus esposas, o bien Filipo III Arrideo, hermanastro de Alejandro, quien asumió el trono con su esposa Eurídice tras la muerte de Alejandro.
El rey Filipo II fue un poderoso gobernante militar del siglo IV a.C. del reino griego de Macedonia. Logró el control de Grecia y la península de los Balcanes a través del uso discreto de la guerra, la diplomacia y las alianzas matrimoniales (los macedonios practicaban la poligamia). Sus esfuerzos -reformó el ejército macedonio y propuso la invasión de Persia- sirvieron posteriormente de base a los éxitos de su hijo y sucesor Alejandro Magno, el cual llegó a conquistar la mayor parte del mundo conocido.
Como gobernante de un imperio que se extendía desde Grecia y Egipto hacia el este, a través de Asia, y hasta la India, Alejandro murió en Babilonia -en el centro del actual Irak- en junio del año 323 a.C., justo antes de su 33 cumpleaños. Su ilocalizable tumba es uno de los grandes misterios sin resolver del mundo antiguo.
El lárnax y la corona de oro de Filipo II de Macedonia. Museo de Vergina
Analizados por el equipo de Antikas, desde el año 2009, los huesos del hombre y la mujer en la tumba de Filipo II, se han puesto de manifiesto peculiaridades no registradas u observadas previamente.
"El individuo sufría de sinusitis frontal y maxilar, lo que podría haber sido causado por un antiguo trauma facial", dijo Antikas.
Tal trauma podría estar relacionado con la flecha que golpeó y cegó el ojo derecho de Filipo II en el asedio de Metone, en el año 354 a.C. El rey macedonio sobrevivió y gobernó durante otros 18 años antes de que fuera asesinado en la celebración de la boda de su hija.
Los antropólogos hallaron evidencias óseas adicionales para apoyar la identificación de Filipo II, el cual fue un combatiente que sufrió muchas heridas, tal como los relatos históricos atestiguan.
"Tenía signos de patología crónica sobre la superficie visceral de varias costillas torácicas bajas, lo que indica pleuritis", dijo Antikas. Señaló que tal patología pudo haber sido efecto del trauma que Filipo sufrió cuando su clavícula derecha se hizo añicos con una lanza en 345 o 344 a.C.
El antropólogo también encontró una vieja herida incisa en la mano izquierda causada por un objeto afilado, posiblemente un arma. Lesiones degenerativas y diversos marcadores apuntan a un hombre de mediana edad que montaba a caballo con frecuencia.
El examen de los huesos reveló una cremación plena, refutando la teoría de que los restos pertenecían a Filipo III Arrideo, quien fue enterrado, exhumado, incinerado y finalmente vuelto a enterrar.
"Características tales como grietas, color, deformaciones y retorcimientos, vistos en los huesos, indican alteraciones morfológicas inducidas por el fuego", sostiene Antikas. "Un ejemplo típico es la torsión de 90 grados del hueso parietal izquierdo del cráneo del hombre. Esto nunca pasaría si el cráneo estuviera "seco", proveniente de un osario", agregó.
También se encontró material adicional compuesto de varios elementos sobre los huesos. El equipo de Antikas halló rastros de púrpura real, huntita, textil, cera y arcilla, que pertenecían a un objeto realizado muy elaboradamente (posiblemente una máscara).
"Dicho objeto fue colocado en la parte superior de los huesos, después de que fueran limpiados, envueltos y colocados en el cofre de oro. Si ellos hubieran sido quemados en una pira, habrían desaparecido, tal como sucede a menudo a una temperatura superior a 800 grados Celsius" dijo Antikas.
Según los investigadores, una prueba más de que el muerto sea Filipo II es la identidad de la mujer enterrada en la antecámara, la cual murió entre los 30 ó 34 años de edad. "Su edad se determinó mediante el examen de un fragmento del hueso de la pelvis no visto o identificado previamente por los investigadores anteriores", dijo Antikas.
Dicho hallazgo demostró ser extremadamente importante en el complejo proceso de identificación. "Básicamente, su edad excluye a cualquier otra esposa o concubina de Filipo II, e indirectamente a Arrideo, cuya esposa tenía menos de 25 años", dijo.
Las alteraciones morfológicas de los huesos indican que fue incinerada poco después de su muerte, al igual que el difunto de la cámara principal, mientras que los indicadores de actividad sugieren que también ella cabalgó durante mucho tiempo.
Grebas y carcaj escita.
Una fractura en el extremo superior de su pierna izquierda le causó un acortamiento de la misma, una atrofia, "y muy probablemente un desfiguración", según Antikas. "Esto lleva a la conclusión de que el par de grebas no coincidentes -la de la izquierda es más corta-, así como el carcaj escita y el armamento que se encuentran en la antesala, pertenecían a ella", dijo.
El hallazgo refuerza la hipótesis formulada por Hammond ya en 1978, de que las lanzas, las flechas, el carcaj y las grebas, pertenecían a una reina guerrera de la casa real de Filipo. Entre las candidatas propuestas por Hammond estaban Meda, Cynna (descendiente de Filipo y Audata, una princesa guerrera de Iliria) y una hija desconocida del rey escita Ateas, derrotado por Filipo en el año 339 a.C.
La teoría escita también fortalece la identificación de Filipo II. "No se conoce ningún otro rey macedonio, que no sea Filipo, que haya tenido relaciones con un escita", afirma Antikas.
Según Adrienne Mayor (izquierda), una investigadora del Departamentos de Clásicas e Historia de la Ciencia de la Universidad de Stanford, el nuevo análisis bioarqueológico de los huesos de la Tumba II "es un descubrimiento verdaderamente emocionante, al confirmar sin lugar a dudas que las armas y las grebas no coincidentes en tamaño pertenecían a una amazona-arquera cercana a Filipo II".
La autora de "Las Amazonas: Vidas y leyendas de mujeres guerreras en el mundo an..., Adrienne Mayor, advierte, sin embargo, acerca de la hipótesis de la princesa escita.
"Hammond especula que Ateas podría haber enviado una hija a Filipo durante sus negociaciones diplomáticas. Pero sus relaciones eran hostiles, no eran amistosas, y terminaron en guerra y con la derrota de Ateas en el 339 a. C.", dijo Mayor a Discovery News.
"Además, tal como Hammond reconoce, no hay ninguna mención a una hija de Ateas en las fuentes antiguas, las cuales describen solo las interacciones de Filipo con Ateas o la lista de los nombres de sus esposas", agregó.
Mayor propone otra posibilidad: que la misteriosa mujer podría haber sido una esposa seleccionada por Filipo de entre las 20.000 mujeres escitas que tomó como prisioneras después de la derrota de Ateas. Las fuentes informan que estas mujeres y todos sus caballos se escaparon cuando otra tribu escita atacó al ejército de Filipo en su camino de regreso a Macedonia.
"Tal vez una de estas mujeres, que viajan con el séquito de Filipo, no se escapó y se quedó en la casa real durante tres años hasta su muerte en el año 336 a.C. Cuando el rey fue asesinado, la novia escita cautiva bien pudo haber sido obligada a suicidarse", dijo Mayor.
En otro hallazgo, el equipo de Antikas arroja nueva luz sobre los restos de la Tumba I. Su equipo se encontró, en un antiguo lugar de almacenaje, con unas cajas de madera que contenían sacos de plástico llenos de huesos procedentes de la tumba, los cuales nunca habían sido estudiados, y que se piensa contienen los restos de un hombre, una mujer y un bebé. Esto ha llevado a algunos investigadores a creer que la Tumba I contenía los restos de Filipo, su esposa Cleopatra, y su hijo de pocas semanas de edad.
"A partir de tres bolsas de plástico encontradas recientemente, y que contenían más de un centenar de fragmentos óseos de individuos inhumados, nuestro equipo analizó e identificó 70 huesos", dijo Antikas a Discovery News.
Sorprendentemente, se descubrió que la Tumba I contenía los restos de al menos siete personas: un hombre adulto, una mujer, un niño, cuatro bebés de 8 a 10 meses y un feto de 6,5 meses.
"Este hallazgo refuta automáticamente todas las hipótesis anteriores de historiadores y arqueólogos de que la Tumba I estaba destinada a Filipo II y su última esposa", sostiene Antikas.
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