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Los arqueólogos trabajando en el yacimiento y, a la derecha, uno de los restos encontrados. / ÓSCAR COSTA.
En el Cerro de los Almadenes, en Otero de Herreros, Segovia, «se encuentra sin duda el centro de producción de cobre de la época romana y tardoantigua más importante del centro de España», afirma Mariano Ayarzagüena, codirector de la excavación.
En este yacimiento se empezó a explotar el cobre hacia el año 2500 antes de Cristo. No obstante, el momento de máximo esplendor sería el comprendido entre el siglo I antes de cristo y el siglo I después de Cristo. De esa época han quedado muchas monedas, cerámicas de lujo y, sobre todo, estructuras.
Este es el décimo año en el que la Sociedad Española de Historia de la Arqueología trabaja en esta zona y «con esto se cierra un primer ciclo de proyecto, estamos ya preparando el segundo, en el que, por supuesto, también seguiremos excavando, pero ha llegado el momento de hablar de la difusión, de la protección de todo este patrimonio», explica Ayarzagüena (izquierda).
En la actualidad, se continúa con la excavación de las baterías de hornos que ya descubrieron hace cuatro años. Ya están excavadas dos y hay indicios de una tercera. La estructura se repite en todas: entre dos hornos siempre hay un muro, así hasta llegar a los cuatro hornos en la última batería.
Además, se ha descubierto un quinto horno, sin excavar de momento. «Está de reserva por si algún día hubiese que contrastar alguna cosa», añade Santiago Valiente (derecha), codirector de la excavación. El tamaño de estos hornos es relativamente pequeño pero se sabe, a través de un estudio de las escorias que han realizado los arqueólogos, que conseguían alcanzar una temperatura de 1.400 grados. «Este dato indica que tenían un conocimiento técnico impresionante, ya que incluso en el siglo XVI no era tan fácil encontrar hornos que llegasen a estas temperaturas», destaca Ayarzagüeña.
Cerca de estas baterías de hornos se encuentra el primer lavadero de cobre encontrado en España. A su lado, se piensa que está el machacador de mineral, la zona de tostado para llegar al último paso, que sería la reducción o fundición, que se haría en los hornos. «Todo el proceso del tratado del mineral lo tenemos en muy pocos metros, por eso una parte del próximo proyecto será descubrir otro lavadero y ver cómo es para poder explicar cómo funcionaban los hornos visigodos», señala Valiente.
Foto: Horno metalúrgico del sector II
El problema es que los visigodos «eran extremadamente pulcros», se asentaban directamente en la roca madre, es decir, todo lo que se encontraban anterior a ellos lo limpiaban y lo arrasaban. Cuando ya habían fundido todo volvían a levantar el horno y barrían, por eso es tan difícil encontrar restos. Pero gracias a las nuevas técnicas utilizadas se ha podido determinar que eran de la época visigoda. Para ello se utilizaron las técnicas de termoluminiscencia y paleomagnetismo, llevada a cabo por la Universidad Complutense. Las dataciones señalaron hacia la misma época.
Bocaminas
En campañas anteriores ya se descubrió que esta zona no era exclusivamente un espacio minero, ya que en la parte superior del cerro se encontraron vestigios de asentamientos de población. Se cree que pudo haber un asentamiento durante los siglos II y III antes de cristo. En esta zona se pueden encontrar muros de hasta 1,20 metros de grosor, lo que indica que no eran edificios de una única planta. Además, desde esta zona se puede visualizar Segovia, con lo que el control territorial que tenían era total.
Asimismo, en esta parte se encuentra otro muro muy grueso que podría corresponder a una casa fortificada o 'castellum'. Los arqueólogos encontraron una moneda de la época de la fundación de Caesaraugusta (Zaragoza), en el año 14 antes de Cristo. Todo apunta a que desde esta zona el administrador llevaba el control de las minas para que no se robara el mineral. «Se piensa que pudo residir aquí hasta que empieza a desarrollarse una ciudad nueva como es Segovia, con un Acueducto tan imponente, con lo que se trasladaría allí para controlar otras minas», comenta Pilar San Clemente (izquierda), codirectora de la excavación.
El yacimiento de Otero de Herreros es el sitio ideal para ver cómo funcionaba la minería de la época romana durante todo su proceso. «Por eso habría que poner las minas en valor y cubrir la zona para proteger el yacimiento». En esta excavación trabajan una veintena de personas a lo largo de la semana, procedentes de universidades de Madrid, León, Valladolid y Andalucía. El yacimiento recibe financiación por parte de la Dirección General de Patrimonio y de empresas privadas, pero la aportación más importante corresponde al Ayuntamiento de Otero de Herreros.
Las piezas que se van encontrando se depositan en el Museo Arqueológico de Segovia, pero Pilar San Clemente señala que «nos gustaría que la propia explotación fuese un museo. Llevamos diez años aquí y tenemos muchas cosas que poder enseñar». Para los arqueólogos que trabajan en el Cerro de los Almadenes, la parte de puesta en valor y la de investigación tendrían que ir unidas.
Fuente: elnortedecastilla.es | 21 de julio de 2019
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