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Ignacio Martín Lerma observa con detenimiento las paredes de la galería que nace al fondo de la cavidad superior. /FRAN RAMÍREZ
A poco más de una semana de que concluya la cuarta campaña de excavación de la Cueva del Arco (Murcia), los investigadores ya celebran lo fructífera que está resultando.
Los trabajos han sacado a la luz importantes materiales del Gravetiense (de hace unos 30.000 años, en el Paleolítico Superior) y del Musteriense (del Paleolítico Medio y asociado a los neandertales). Unos hallazgos que serán presentados en público el próximo sábado, anuncian los directores de la excavación Ignacio Martín Lerma, de la Universidad de Murcia, y Dìdac Roman, de la Universidad de Valencia, y que «arrojarán luz sobre el pasado ayudándonos a entender mejor la Prehistoria en nuestra región», apunta el profesor de Prehistoria de la UMU. Y analiza: «Los hallazgos evidencian la gran capacidad simbólica y la destreza tecnológica de los grupos humanos del Paleolítico», adelanta.
Además, añade, la secuencia que tiene la cueva permitirá reconstruir el clima y medio ambiente desde hace 50.000 años hasta hace 10.000. «Los rellenos de las diferentes cuevas indican alternancia entre fases frías y cálidas, así como particularidades sedimentarias que hacen de los depósitos algo único en todo el sureste», detalla el profesor.
El equipo, integrado por 15 personas, la mayor parte de ellos estudiantes y doctorandos de Arqueología de la Universidad de Murcia, así como diversos estudiantes de países como Brasil, Italia y Francia, avanza a pasos de gigante, aunque con rigurosa metodología, dados los conocimientos de los arqueólogos que participan.
La sorpresa no se ha hecho esperar y tras un sorprendente vacío, se abre en la Cueva del Arco un mundo de posibilidades. «En abril pasado, se realizó una campaña extraordinaria de 4 o 5 días para levantar el nivel neolítico de la entrada de la cavidad superior y, debajo, el sedimento era estéril», cuenta el profesor de Prehistoria de la UMU. Ante el imprevisto, en vez de cundir el desánimo, la perseverancia llevó a Martín Lerma a realizar un sondeo en lo que parecía el fondo del abrigo y, ¡eureka!, «apareció un adorno colgante, una concha perforada que nos revelaba la presencia humana del Paleolítico Superior en la zona más profunda de la cavidad superior»
Este importante hallazgo ha marcado la actual campaña, que ya de por sí resultaba interesante: «La ventaja de la Cueva del Arco es que tenemos una larga secuencia de ocupaciones del Paleolítico Medio al Neolítico. Las primeras ocupaciones son neandertales (de hace unos 45.000 años), a la que siguen diversos niveles de hace entre 30.000 y 18.000 años. La Cueva del Arco deja de usarse como hábitat con la llegada de los primeros agricultores y ganaderos del Neolítico (hace unos 6.000 años)», explica Martín Lerma.
Pîntura de la cabeza de un caballo. En el móvil se ve una representación de la misma.
Además, junto a la excepcionalidad que supone el hecho de que sea el poblamiento prehistórico más antiguo del Cañón de Almadenes y de que albergue arte y contexto arqueológico, y hábitat, se suma que «los restos neandertales están muy arriba en la cavidad principal: lo que en otras excavaciones ha costado 15 años encontrar, aquí lo tenemos a menos de un metro y no es sedimento que se haya movido, porque los hogares neandertales, con sus piedras alrededor, certifican que los niveles están sin alterar». Una circunstancia que les permitirá datar cada estrato inferior.
Foto: Conjunto rupestre del Arco.
Apasionado de la Arqueología, Martín Lerma reconoce que el hecho de que la Cueva del Arco, «un enclave perfecto y monumental entre dos zonas con yacimientos paleolíticos muy reconocidos: Almería y el Levante», sea un conjunto de cavidades prácticamente colmatadas por los sedimentos impide conocer con certeza hasta dónde podrán remontarse en el estudio del Paleolítico. «No sabemos exactamente por dónde vamos, pero cada vez que profundizamos encontramos nuevas áreas en las que seguir buscando. En arqueología es el todo o nada», ejemplifica el director de la excavación.
Y esta vez ha sido el todo. Bajo los materiales paleolíticos desenterrados, se abre una gruta de la que, de momento, no se ve el fin. «¡Y aún estamos en el vestíbulo!», recuerda.
Fuente: laverdad.es | 19 de septiembre de 2018
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