Red social de Arqueologos e Historiadores
Grupo de investigadores. FELIPE DE LA CRUZ.
Hace 2.000 años, después de la caída de Cartago, gentes del norte de África llegaron a Lanzarote y Fuerteventura para quedarse. La mayoría no sabía escribir. Solo los poderosos eran letrados y usaban dos alfabetos. Del líbico-bereber hay evidencias escritas en piedra por todo el Archipiélago canario. Del líbico-canario sólo se han hallado líneas escritas en peñas y barrancos de Lanzarote y Fuerteventura: nombres de clanes, dioses y topónimos.
Es difícil distinguir el rayón a simple vista. Hay que esperar a que la inclinación del sol sea la adecuada o usar lentes de precisión. Eugenio Rijo descubrió inscripciones rupestres en los años 40 del pasado siglo en Zonzamas. Juan Brito las calcó y las reprodujo en unos dibujos que vistieron las paredes del antiguo museo arqueológico del Castillo de San Gabriel en los años 70.
Pero no fue hasta 1983 cuando por primera vez se planteó que esas líneas grabadas en piedra eran letras que formaban palabras. Una tarde, caminando por el barranco de El Mojón, un grupo de profesores y científicos, entre los que se encontraban los arqueólogos José de León y Mª Antonia Perera, las identificaron. Semanas después buscaron y encontraron los mismos caracteres geométricos y angulosos en el barranco del Cavadero (Fuerteventura). Se dieron cuenta de que tenían delante “un alfabeto que hasta entonces no se había registrado en ninguna publicación científica”.
Desde entonces desarrollaron dos líneas de trabajo. Por una parte estudiaron el contacto que mantuvieron las poblaciones libias y latinas en el norte de África, para saber más sobre el proceso de romanización de los libios y, al mismo tiempo, analizaron la lengua líbica y los alfabetos vigentes antes de la expansión del Imperio Romano.
¿Quiénes hicieron estas inscripciones en la roca? ¿Cuándo y por qué? Hoy sabemos que fueron libios, gente originaria del norte de África, que antes de llegar a Lanzarote, “mantuvieron una estrecha relación con las gentes latinas que conquistaron su territorio”, explica Mª Antonia Perera, profesora del Departamento de Ciencias Históricas de la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote.
Las letras del líbico-canario son caracteres basados en el latín, que los primeros pobladores de las islas orientales adaptaron para poder escribir las palabras de su lengua libia. Escribían para estructurar espacios y organizar el territorio, igual que cuando diseñamos la distribución de una casa. “Una de las primeras cosas que hacen los pobladores de la Isla al llegar es ordenar el paisaje”. “La mayoría de las palabras son nombres de personas, dioses o topónimos”. Actualmente, los investigadores están traduciendo las líneas de alfabeto que tienen localizadas. También creen que se debieron escribir en arena, madera y cerámica, materiales que, al contrario que la piedra, no han sobrevivido al paso del tiempo.
Renata Springer en el yacimiento del Roque de Jama-La Centinela, donde ella e Irma Mora, han descubierto tres nuevos paneles líbico-berebres / Irma Mora.
Si se descifran todas estas palabras, sabremos más sobre la vida que desarrolló la tribu aborigen maxie (majos) en Lanzarote y Fuerteventura. Hasta ahora, los investigadores tienen claro que tuvieron un estrecho contacto con la población romana, tanto como para aprender a usar las ligaduras del latín para ahorrarse trazos en la escritura. “Si unimos este dato a las revueltas y deportaciones que se han documentado, podremos determinar una fecha de poblamiento”, dice Perera. La hipótesis que manejan es que fue a partir del año VI de nuestra era, después de la caída de Cartago a manos del Imperio Romano.
Queda por delante un trabajo de dos años, que consistirá en estudiar minuciosamente todas las líneas escritas en la roca de Lanzarote desde diferentes ópticas. “Comprender el paisaje resulta una premisa fundamental para el análisis arqueológico de una cultura pretérita”, dice el equipo investigador. El estudio arqueológico no se concentrará solo en los grabados rupestres, también estudiará el espacio donde se han hallado, porque la escritura líbico-canaria es un “acto social”, un código comunicativo traído del norte de África.
El pasado mes de octubre, un equipo científico multidisciplinar, formado por arqueólogos, antropólogos, historiadores, astrónomos, lingüistas y epigrafistas procedentes de las universidades de Agadir, Las Palmas de Gran Canaria, La Laguna, Oxford y Bruselas, del Instituto Astrofísico de Canarias, el Cabildo de Gran Canaria y el Museo Arqueológico de Tenerife, se reunieron en Lanzarote para abordar la escritura líbico-canaria.
El equipo está formado por Antonio Tejera, catedrático de Arqueología de la Universidad de la Laguna; el arqueoastrónomo Juan Antonio Belmonte, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias; las epigrafistas María José Estarán y Noemí Moncunill; el hispanista y lingüista Ahmed Sabir; el conservador del Museo Arqueológico de Tenerife y especialista en el poblamiento humano de Canarias, José Juan Jiménez; el arqueólogo José de León, inspector de Patrimonio del Cabildo de Gran Canaria; los doctores Manuel Ramírez y Gregorio Rodríguez, del Instituto Universitario de Análisis y Aplicaciones Textuales de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la arqueóloga Mª Antonia Perera.
Es la primera vez que se emprende una investigación de esta magnitud de este poco conocido alfabeto y se hace gracias a la iniciativa de la Escuela Universitaria de Turismo (EUTL), que en octubre organizó unas Jornadas de Investigación sobre Inscripciones Rupestres de Lanzarote, en colaboración con el Cabildo de Lanzarote. Los científicos se reunieron para poner datos en común, ofrecer algunas charlas a los alumnos de la Escuela y hacer salidas de campo.
En dos años, deben concluir el estudio, financiado por el Gobierno de Canarias y los Cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, y conseguir que una de las estaciones rupestres de Lanzarote se habilite para la visita pública.
“El patrimonio histórico y cultural no ha sido considerado como un referente clave en la oferta de productos turísticos”, dicen en la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote. Este centro quiere vincular la investigación científica del patrimonio histórico con su puesta en valor a través de la creación de rutas que pasen a formar parte de la red de museos de la Isla.
Fuente: diariodelanzarote.com | 18 de noviembre de 2017
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