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Julio Martínez Flórez. / Jonathan Herreros
Fuente: larioja.com| 16 de julio de 2015
La existencia de "chamanes" u "hombres religión" en la época megalítica de La Rioja, entre los años 2.500 y 1.500 antes de Cristo, es una de las conclusiones que defiende el responsable del Laboratorio Antropología del Museo de La Rioja, Julio Martínez Flórez.
Martínez Flórez y el doctorando Alfredo Martínez Díez han presentado la comunicación "Vida y muerte en el megalitismo en La Rioja", que han defendido en el Congreso Internacional de Antropología (AIBR), celebrado en Madrid del 7 al 10 últimos.
La disposición de restos esqueléticos distribuidos sin conexión anatómica y, en algunos casos, con los cráneos retirados hacia alguna de las paredes, ha explicado Martínez Flórez, les permite defender la hipótesis de la existencia de "chamanes" u "hombres-religión".
Estos personajes realizaban diversas labores en el interior de los dólmenes y podrían ser los encargados de efectuar "labores de reordenación" de los esqueletos, como paso previo a la nuevos enterramientos, ha detallado.
Los monumentos megalíticos han sido interpretados como centros simbólicos y rituales de las poblaciones de su entorno, dado que el dolmen -cámara realizada con bloques de piedra, cerrada por todos sus lados y por la techumbre- se usaba para enterrar a los muertos de forma individual o colectiva y, tras el funeral, se cubría con tierra y piedras, con lo que se creaba un gran túmulo.
Foto: Dolmen de Peña Guerra I
Emplazamientos en La Rioja
Esta comunicación se basa, sobre todo, en las investigaciones de Martínez Flórez sobre nueve emplazamientos del megalitismo en La Rioja: Peña Guerra I y II en Nalda; Collado del Mallo y Barrando de la Cadena en Soto en Cameros; Colado Palomero I y II y Portillo de los Ladrones en Viguera; La Cascaja en San Vicente de la Sonsierra y La Atalayuela en Agoncillo.
En ella se defiende la existencia de una estructura social continuista con el modelo paleolítico, probablemente en proceso de transición al modelo neolítico.
Este antropólogo también se ha referido a que esos estudios han permitido señalar que el hallazgo de algunos restos esqueléticos que, de forma individual, han tenido contacto con el fuego -hogueras- y de restos parciales de huesos de animales induce a pensar en la celebración de "banquetes rituales funerarios".
Además, el hallazgo de ajuares en los sepulcros colectivos indica que se contemplaba la idea de que los fallecidos abandonaban este mundo para ir hacia "algún otro lugar" y, para hacerles más "cómodo" el "tránsito", les enterraban con alimentos y con sus objetos más queridos.
Fuente: Dolmen de Peña Guerra II
Sedentarios
Ha explicado que se trata de grupos humanos sedentarios, que cuidan de sus ancianos y velan por la vida de sus individuos con limitaciones funcionales que impedirían su supervivencia.
"El hallazgo de individuos infantiles con edad superior a un año, de adultos-jóvenes de ambos sexos y de adultos maduros no nos permiten suponer la utilización de la necrópolis por 'grupos escogidos'", ha defendido este antropólogo.
Para él, la falta de niños con edades inferiores a un año induce a pensar, dada la elevadísima mortalidad preparto, puriparto y postparto, en la existencia de un ritual diferente para este grupo y, aunque no hay una respuesta para ello, podría estar relacionado con rituales de "presentación al grupo".
Los enterramientos megalíticos cubren, entre otras funciones, la necesidades de establecimiento de un área cementerial para grupos humanos de pequeña entidad que desarrollan sus vidas entre el Neolítico y la Edad del Bronce.
La solución de esta necesidad, ha detallado, permite interpretar la existencia de una religiosidad basada en la existencia de otra vida para los muertos y la relación existente entre la población y sus antepasados.
Martínez Flórez ha añadido que el hallazgo de restos esqueléticos que, en la mayoría de los casos, no mantienen relaciones anatómicas ni signos de diferenciación no permite defender la existencia de jerarquías ni diferenciación económico-social.
En la sociedad paleolítica "no hay constancia arqueológica de la existencia de desigualdades sociales y la importancia de cada miembro del grupo se basaba en la utilidad de los conocimientos y de las aptitudes que eran útiles para la supervivencia del grupo", ha subrayado.
Para él, "el liderazgo era ocasional, no implicaba privilegios ni era vitalicio ni heriditario" en los grupos, formados por entre 15 y 50 miembros, constituyentes de varias familias, quienes no tenían un poblado fijo, pero sí un territorio amplio por el que se movían según las estaciones y la existencia de recursos alimenticios.
En la época neolítica se produce la sedentarización de los grupos y la necesidad de modelos nuevos en los ámbitos políticos, sociales y religiosos.
El megalitismo decae cuando la metalurgia comienza a consolidarse y, hacia el año 2500 antes de Cristo, se dejan de construir monumentos megalíticos, lo que pudo deberse, ha comentado, a la aparición de un nuevo modelo de sociedad jerarquizada, en la que lo individual empieza a tener más fuerza que lo colectivo, por lo que aparecen las tumbas individuales y se abandonan paulatinamente las colectivas.
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