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Trabajadores y arqueólogos en el yacimiento Ewass Oldupa de la garganta de Olduvai - Michael Patraglia
La garganta de Olduvai, en Tanzania, conocida como la Cuna de la Humanidad, no deja de deparar sorpresas. Un nuevo estudio interdisciplinar llevado a cabo en el sitio arqueológico más antiguo de la zona, ha revelado que los primeros humanos fueron capaces de sobrevivir en una amplia diversidad de hábitats en medio de drásticos cambios ambientales y a lo largo de por lo menos 200.000 años. El descubrimiento se acaba de publicar en Nature Communications.
En pleno corazón del este de África, el valle del Rift es una región privilegiada para investigar el origen humano. Allí abundan extraordinarios yacimientos de especies humanas extintas, así como registros ambientales que abarcan varios millones de años. Durante más de un siglo, arqueólogos y paleontólogos han explorado la región y desenterrando fósiles de homininos que ayudan a escribir la historia de nuestra propia especie.
Excavación en los depósitos superiores en Ewass Oldupa que datan de hace ~ 1.8 millones de años Michael Petraglia.
Sin embargo, la comprensión de los contextos ambientales en los que vivieron nuestros lejanos antepasados ha sido difícil de lograr, debido a la escasez de estudios ecológicos asociados directamente a los restos culturales.
En este nuevo estudio, un equipo de investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, junto a científicos de las universidades de Calgary, en Canadá, y la de Dar es Salam, en Tanzania, han trabajado para «rellenar» ese hueco.
Selección de herramientas de piedra olduvayense halladas en el yacimiento de Ewass Oldupa.
Durante su trabajo, los investigadores sacaron a la luz herramientas de piedra de hace dos millones de años, las más antiguas nunca encontradas (denominada cultura Olduvayense), junto a restos que atestiguan la presencia de homíninos en la zona en un periodo que va desde hace 2 millones de años hasta hace 1,8 millones de años.
Por otra parte, los fósiles de varios tipos de mamíferos (ganado y cerdos salvajes, hipopótamos, panteras, leones, hienas, primates...), reptiles y aves, revelaron que durante esos 200.000 años se produjeron drásticos cambios en los sistemas fluviales y lacustres, incluídos los prados de helechos, bosques, palmerales y hábitats de estepas secas. Las evidencia descubierta muestra sin lugar a dudas un uso de la tierra periódico, pero recurrente, en un buen número de esos ambientes, con intervalos de periodos de ausencia de cualquier actividad humana.
«La ocupación de estos entornos tan variados e inestables, incluso después de producirse actividad volcánica, es uno de los primeros ejemplos de adaptación humana a importantes transformaciones ecológicas», señala Pastory Bushozi (izquierda), coautor de la investigación.
Foto: Excavación en Ewass Oldupa descubriendo fósiles y herramientas de piedra Olduvayense. Michael Petraglia
Esa temprana capacidad de adaptarse a entornos tan cambiantes y a menudo perturbados demuestra un comportamiento inesperadamente complejo por parte de los primeros grupos humanos. Frente a los hábitats en plena transformación, nuestros lejanos antepasados no alteraron sustancialmente sus conjuntos de herramientas, sino que su tecnología se mantuvo estable a lo largo del tiempo. Como prueba de su versatilidad, las típicas herramientas de piedra de la zona, que consisten en núcleos de guijarros, escamas de bordes afilados y adoquines poliédricos, continuaron utilizándose incluso cuando los hábitats cambiaron.
Todo lo anterior implica que hace dos millones de años, los primeros humanos tenían la capacidad y los recursos para explotar de forma continua y constante una multitud de hábitats, utilizando conjuntos de herramientas de piedra fiables y que les permitían, en ambientes muy diversos, procesar plantas y matar animales.
Aunque aún no se han encontrado fósiles de homínidos en este yacimiento, a solo 350 metros de distancia se han recuperado fósiles de Homo habilis en depósitos de 1,82 millones de años de antigüedad. Si bien es difícil saber si esa es la especie que construyó las herramientas, asegura Julio Mercader (izquierda), otro de los autores del estudio, «estos primeros humanos seguramente se extendían ampliamente a lo largo del paisaje y a lo largo de las orillas del antiguo lago».
Lo cual, según el investigador, no excluye la posibilidad de que otras especies de homininos, como los australopitecos, también estuvieran usando y fabricando herramientas de piedra allí, ya que sabemos que el género Paranthropus estaba presente en la garganta de Olduvai en ese momento.
Estos hallazgos, además, indican que estos primeros humanos ya tenían la capacidad de expandirse, moverse fuera de África y ocupar nuevos ecosistemas. Para Michael Patraglia (derecha), del Instituto Max Planck, «esta flexibilidad de comportamiento surgió en los albores de la evolución de nuestro propio género, Homo, y sentó las bases para la eventual propagación global e invasiva de 'Homo sapiens'».
Fuentes: abc.es | shh.mpg.de | 7 de enero de 2021
Tanzania. El yacimiento de Ewass Oldupa. Al fondo, Arturo Cueva. / E. C.
Olduvai (Tanzania) es un yacimiento único y con tintes casi míticos en el mundo de la arqueología. Hace 2 millones de años que los homínidos transitaron esas tierras que siguen aportado datos y noticias para poner luz sobre la historia. La última apunta hacia cómo sus sucesivos pobladores supieron adaptarse a los cambios climáticos que se fueron produciendo a su alrededor.
Y entre quienes han desvelado estas revelaciones de la conocida como 'Cuna de la humanidad' -aunque, en realidad, es en Kenia donde se hallan los restos más antiguos-, Arturo Cueva Temprana (izquierda), un gijonés de 28 años que desde 2019 forma parte de un proyecto multidisciplinar e internacional que alía a la Universidad de Calgary, el Instituto Max Planck y la Universidad de Dar es Salaam y que estudia todos los ámbitos del sitio arqueológico, desde la geología a la fauna pasando por todos los útiles de que se servían en su día a día. Especialista en tecnología lítica, es decir, en la evolución de las herramientas de piedra, sus usos y funciones, Arturo fue contratado por el Max Planck para hacer la tesis doctoral sobre su evolución durante millón y medio de años.
En verano de 2019 se incorporó al equipo y se fue a excavar a Olduvai. Y comenzó un reto que le llevó a descubrir junto a sus colegas el lugar más antiguo del yacimiento, tal y como se acaba de publicar en Nature Communications. Se halla este lugar en el corazón del este de África, el Rift, una región privilegiada para la investigación del origen humano, que cuenta con registros extraordinarios de especies humanas extintas y registros ambientales que abarcan varios millones de años. Durante más de un siglo, los arqueólogos y paleontólogos humanos han estado explorando los afloramientos del Rift de África Oriental y desenterrando fósiles de homínidos en estudios y excavaciones. Sin embargo, la comprensión de los contextos ambientales en los que vivían estos homínidos ha sido difícil de alcanzar debido a la escasez de estudios ecológicos.
Los fósiles de mamíferos (ganado y cerdos salvajes, hipopótamos, panteras, leones, hienas, primates), reptiles y aves, junto con una serie de estudios científicos multidisciplinares, revelaron cambios de hábitat durante 200.000 años en sistemas fluviales y lacustres, incluidos prados de helechos y bosques mosaicos, paisajes quemados naturalmente, palmerales a orillas de lagos y hábitats de estepas secas. La evidencia descubierta muestra un uso de la tierra periódico, pero recurrente, en un subconjunto de ambientes, puntuado con momentos en los que hay una ausencia de actividad humana.
Estas conclusiones son solo las primeras, las preliminares, pues queda, como explica Arturo Cueva, mucho trabajo por hacer. «Normalmente, los yacimientos reflejan un momento concreto, y aquí lo que tenemos son más de 200.000 años de prehistoria reflejados en el mismo sitio. Son más de 200.000 años de presencia tecnológica documentada, y lo que vemos es que estos homínidos, en esta cronología tan antigua, despliegan una estrategia tecnológica que les resulta muy útil para adaptarse a cambios climáticos». Añade el arqueólogo formado en la Universidad de Oviedo que la fase más antigua del yacimiento se corresponde con una ocupación humana inmediatamente posterior a un evento volcánico. «Lo llamativo es que en un contexto post volcánico, tan ecológicamente hostil, los homínidos hayan desplegado unas estrategias tecnológicas tan efectivas, tratándose de especies tan antiguas, y que hayan continuado haciéndolo durante los siguientes 200.000 años, obteniendo la máxima eficacia ante múltiples cambios ambientales».
Núcleos de guijarros y adoquines y escamas de bordes afilados y adoquines poliédricos eran sus versátiles herramientas que no variaron el cambio de hábitat. Y eso significa que hace dos millones de años los primeros humanos tenían la capacidad de comportamiento para explotar de manera continua y constante una multitud de hábitats, utilizando conjuntos de herramientas de piedra fiables, para probablemente procesar plantas y matar animales a largo plazo.
Aunque todavía no se han recuperado fósiles de homínidos de Ewass Oldupa, sí de Homo habilis a solo 350 metros de distancia, en depósitos que datan de hace 1,82 millones de años. Si bien es difícil saber si el Homo habilis estuvo presente en allí, el profesor español Julio Mercader (izquierda), de la Universidad de Calgary, que lidera el proyecto, cree que «estos primeros humanos seguramente se extendían ampliamente por el paisaje y a lo largo de las orillas del antiguo lago». Señala además que esto no descarta la posibilidad de que otras especies de homínidos, como los australopitecinos, también estuvieran usando y fabricando herramientas de piedra en esa área.
Lo dicho es lo descubierto hasta ahora, pero las puertas del conocimiento están abiertas de par en par. Arturo lleva año y medio trabajando y le queda otro tanto. Porque, además, la pandemia ha retrasado una campaña de excavaciones que, vacuna mediante, se hará este verano. Antes, en los próximos meses, se podría publicar ya el estudio de detalle sobre esas herramientas halladas. «La industria olduvayense es sencilla, basada en fracturar piedras, rocas, de forma que se consiga un filo activo», anota el investigador gijonés. En el yacimiento se han catalogado hasta la fecha 565 elementos que se encuentran ahora en el Max Planck for the Science of Human History en Jena (Alemania).
Fuente: elcomercio.es | 11 de enero de 2021
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