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Mapas que muestran la ubicación de los sitios estudiados dentro de Wallacea: Asitau Kuru, Lene Hara, Matja Kuru 1 y 2 (Timor), Makpan y Tron Bon Lei (Alor).
Un nuevo artículo publicado en Nature Communications ha aplicado el análisis de isótopos estables a una colección de dientes humanos fósiles de las islas de Timor y Alor, en Wallacea, a fin de estudiar las adaptaciones ecológicas de los primeros miembros de nuestra especie al llegar a esta parte aislada del mundo. Debido a que las islas de Wallacea se consideran entornos extremos y de escasos recursos, los arqueólogos siempre han supuesto que estos primeros navegantes se habrían movido de modo rápido a través de esta región sin establecer comunidades permanentes. Sin embargo, hasta ahora esto ha sido difícil de probar.
El estudio, dirigido por científicos del Departamento de Arqueología del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (MPI SHH), en Alemania junto con colegas de la Universidad Nacional de Australia y la Universitas Gadjah Mada, en Indonesia, ha utilizado la metodología isotópica, las cual revela los recursos consumidos por estos humanos durante el período de formación de sus dientes. Así, han podido demostrar que el fósil humano más antiguo encontrado hasta ahora en la región, que data de hace unos 42.000-39.000 años, dependía de los recursos costeros. Sin embargo, desde hace 20.000 años, tales humanos muestran que tenían una dependencia cada vez mayor de los ambientes derivados de los bosques tropicales, lejos de las costas de las islas. Los resultados apoyan la idea de que una característica distintiva del Homo sapiens es su alta flexibilidad ecológica, especialmente cuando se compara con otros homínidos conocidos en la misma región.
Excavaciones en la isla Alor, en el enclave de Makpan. Crédito: Sue O'Connor
Adaptaciones de homínidos del Pleistoceno en el sudeste asiático
Durante las últimas dos décadas, las evidencias arqueológicas halladas en desiertos, entornos de gran altitud, selvas tropicales y hábitats marítimos, parecen sugerir cada vez más que los humanos del Pleistoceno tardío se adaptaron rápidamente a una serie de entornos extremos. Por el contrario, nuestros parientes homínidos más cercanos, como el Homo erectus y los neandertales, aparentemente se movieron en entornos de bosques y praderas, aunque en lugares tan distantes como el Levante, Siberia y Java. Sin embargo, esta aparente distinción necesita ser probada, especialmente porque se han encontrado en la meseta tibetana, de gran altitud, hallazgos de un homínidos estrechamente relacionado, los denisovanos.
Tal como dice uno de los autores del nuevo artículo, Sue O'Connor (izquierda), de la Universidad Nacional de Australia: "Las islas más allá de la Línea de Wallace son lugares ideales para probar las diferencias adaptativas entre nuestra especie y otros homínidos. Estas islas nunca se conectaron al sudeste continental de Asia durante el Pleistoceno, y se ha asegurado que los homínidos tuvieron que cruzar los espacios marítimos para poder alcanzarlo".
Los entornos de bosques tropicales como los de Wallacea a menudo se han considerado barreras para la expansión humana y están muy lejos de las amplias 'sabanas', con abundancia de mamíferos medianos y grandes, en los que se cree que los homínidos se han desarrollado.
Restos esqueléticos y anzuelos junto a los mismos hallados por la profesora Sue O'Oconnor en la isla indonesia de Alor, al noroeste de Timor Oriental.
Los fósiles y las herramientas de piedra muestran que los homínidos arribaron a las islas de Wallacea hace al menos un millón de años, incluido el famoso Hobbit, u Homo floresiensis, en la isla de Flores (Indonesia). Cuando nuestra propia especie llegó hace 45.000 años (o tal vez antes), se cree que desarrolló rápidamente el uso especializado de hábitats marinos, como lo demuestra uno de los anzuelos más antiguos del mundo encontrado en la región. Sin embargo, como dice el coautor de la Universidad Nacional de Australia, Ceri Shipton (derecha), "el alcance de esta adaptación marítima ha sido muy debatido y difícil de probar mediante sólo instantáneas basadas en restos de animales, a menudo mal conservados".
Este anzuelo, realizado en concha, se recuperó en el sitio de Lene Hara (Timor Oriental) y data de hace 11.000 años. Un ejemplo anterior y menos completo se recuperó de Asitau Kuru (también en Timor Oriental), lo que indica una temprana especialización marina por parte de los humanos que llegaron a las islas de Wallacea. Crédito: Sue O'Connor.
Análisis de isótopos estables y humanos del Pleistoceno tardío
Este nuevo artículo de investigación ha utilizado, pues, isótopos estables de carbono medidos a partir de dientes humanos fósiles para reconstruir directamente las dietas de poblaciones pasadas en el largo plazo. Y aunque este método se ha utilizado para estudiar las dietas y los entornos de los homínidos africanos durante casi medio siglo, hasta ahora apenas se ha aplicado a los primeros miembros de nuestra propia especie que se expandieron dentro y más allá de África. En consecuencia, tTeniendo en cuenta el principio "eres lo que comes", los investigadores analizaron el esmalte de los dientes de 26 individuos que datan entre 42.000 y 1.000 años atrás, a fin de explorar los tipos de recursos alimenticios que consumieron durante la formación de sus piezas dentales.
El trabajo publicado muestra que el fósil humano más antiguo disponible en la región, excavado en el sitio de Asitau Kuru, en Timor, dependía de los recursos marinos, lo que sugiere una buena adaptación y colonización de las zonas costeras. "Esto encaja con nuestros modelos existentes sobre los rápidos movimientos humanos a través de Wallacea en camino hacia Australia", dice la coautora Shimona Kealy (izquierda), de la Universidad Nacional de Australia.
No obstante, desde hace unos 20.000 años, las dietas humanas parecen haber cambiado hacia los recursos más pobres de los bosques de las islas. Aunque algunos individuos mantuvieron la explotación de los hábitats costeros, la mayoría aparentemente comenzó a adaptar su dieta a pequeños mamíferos y plantas forestales tropicales de la región.
Excavaciones llevadas a cabo por el equipo de la Universidad Nacional de Australia.
Como dice la coautor Mahirta (derecha), de Universitas Gadjah Mada, "los recursos costeros como los mariscos y los peces de arrecife eran fáciles de explotar y estaban disponibles durante todo el año; sin embargo, las crecientes poblaciones humanas probablemente obligaron a los primeros ocupantes de las islas a buscar tierra adentro otros recursos".
Una especie definida por la flexibilidad
Este estudio proporciona las primeras ideas directas sobre las adaptaciones de nuestra propia especie, ya que se estableció en una serie de desafiantes entornos insulares en Wallacea. "Las primeras poblaciones humanas aquí, y en otros lugares, no solo podían desarrollarse con éxito en la enorme variedad de ambientes del Plesistoceno, a menudo extremos, sino que también podían especializarse en los mismos durante sustanciales períodos de tiempo. Como resultado de ello, incluso si algunas poblaciones locales fracasaban, la especie en su conjunto llegó a ser tremendamente prolífica", sugiere Patrick Roberts (izquierda), autor principal del estudio y líder de grupo en MPI SHH.
A medida que las densas selvas tropicales reemplazaban los patizales y los bosques mixtos, otros homínidos del sudeste asiático se extinguieron. Por el contrario, la flexibilidad ecológica, respaldada por tecnologías únicas y la capacidad para las relaciones sociales y el simbolismo, parecen haber llevado al Homo sapiens a superar las fluctuaciones climáticas del Pleistoceno tardío.
Vista al mar desde Tron Bon Lei, Alor (Indonesia). Fotografía tomada por Sue O'Connor.
Los autores reconocen que se necesita más trabajo para probar de manera concluyente la distinción ecológica entre las distintas especies de homínidos. El descubrimiento de poblaciones denisovanas en los ambientes tropicales de Asia, o la aplicación de este enfoque isotópico a otros homínidos en los trópicos, aún podría mostrar que el Homo sapiens no era tan excepcional. Con todo, por ahora parece que fue nuestra especie la que mejor pudo adaptarse a la variedad de ambientes de todo el planeta, lo que le permitió quedar como el último homínido en pie al final del Pleistoceno.
Fuentes: phys.org | Max Planck Institute | Universidad Nacional de Australia | 29 de abril de 2020
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