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El fuego parece un medidor de humanidad. A diferencia de la mayoría de los animales, los chimpancés, nuestros primos hermanos, saben cómo funciona, no se asustan cuando ven un incendio y saben cómo librarse de las llamas sin someterse al pánico. Además, como nosotros, prefieren la comida cocinada a la cruda. Dennis Sandgathe, investigador de la Universidad Simon Fraser, de Canadá, considera que esta fue la primera etapa de acercamiento de los homínidos al fuego. Más adelante, aprenderían a capturar esos fuegos naturales para mantenerlos y cocinar sus alimentos o incluso elaborar herramientas y, por último, se harían con el control de este proceso natural cuando desarrollaron técnicas para hacer fuego a voluntad.
Los Homo sapiens son la primera especie que desde hace unos 120.000 años empieza a dejar muestras claras y abundantes de su maestría con el fuego. Más allá, dudas. En cuevas como la de Wonderwerk, en Sudáfrica, se han hallado pruebas de uso del fuego por ancestros humanos, posiblemente Homo erectus, pero parece probable que para obtenerlo necesitasen fuentes naturales como incendios. Después, lo mantendrían mientras fuese posible, pero si no se daban las circunstancias adecuadas, podrían pasar meses, años o incluso vidas completas sin disfrutar de los beneficios de las llamas.
La humanidad a medias de los Homo erectus es aceptable, pero no sucede lo mismo cuando hablamos de los neandertales, la especie con la que tuvimos hijos hace decenas de miles de años. Aquellos individuos, que son junto a la nuestra la única especie animal con expresión artística conocida, representaron una forma alternativa de ser humanos y cuanto más les conocemos más perturbador resulta pensar en un tiempo en el que dos especies extremadamente inteligentes compartieron la Tierra hasta que una de las dos sucumbió, posiblemente por culpa de la otra. En los yacimientos neandertales se han encontrado restos de fogatas, pero no es seguro que fuesen capaces de encenderlas por sus propios medios.
Hoy, en un estudio que se publica en la revista Scientific Reports, Andrew Sorensen (arqueólogo de la Universidad de Leiden, Países Bajos, izquierda), y otros investigadores, afirman que han encontrado evidencias de que los neandertales eran capaces de encender sus propios fuegos, una tercera fase del control de este recurso que por ahora solo han probado los humanos modernos. Hasta ahora, en numerosos yacimientos de Homo sapiens se han encontrado restos de pedernal y pirita que se empleaban para hacer fuegos golpeándolos entre sí, pero no es así en los antiguos asentamientos neandertales.
Sorensen, plantea que las pruebas de la capacidad para dominar el fuego de los neandertales podían estar ocultas entre otras herramientas empleadas para diferentes usos. Las hachas utilizadas por los neandertales para destazar animales o cortar cuero para hacer ropa eran precisamente de pedernal, un material que, golpeado con pirita, puede producir chispas adecuadas para encender fuego.
Los neandertales chocarían fragmentos de pirita contra la cara llana de los bifaces para hacer saltar chispas y prender así fuego, según Andrew Sorensen
Los autores del trabajo analizaron algunas de estas herramientas encontradas en yacimientos franceses de neandertales de hace unos 50.000 años y encontraron marcas que, según ellos, se podrían explicar si se hubiesen empleado como parte de un encendedor. Sorensen trató también de recrear la actividad de hacer fuego con aquellos útiles y explica que puede encender un fuego en menos de un minuto. Las marcas que quedaron en las hachas de sílex después de golpearlas para hacer fuego son, según él, comparables a las encontradas en los yacimientos del paleolítico.
Para otros expertos en el origen del fuego como Sandgathe (izquierda), las pruebas de Sorensen no son convincentes. “No hay restos de pirita en los yacimientos pese a que estamos estudiando periodos de decenas de miles de años. Hay un puñado de piezas de pirita, pero no se tienen pruebas sólidas de que se utilizasen para hacer fuego. Deberíamos encontrar muchas más evidencias, sobre todo en los sitios donde hay fuegos, y eso no sucede. Además, el tipo de desgaste que ellos asocian a la producción del fuego no me parece convincente, podría ser cualquier cosa”, apunta.
Sorensen ofrece algunas explicaciones para estas ausencias. Por un lado, considera que, al ser multiusos como una navaja suiza, las hachas de pedernal empleadas para hacer fuego en un sitio pudieron llevarse hasta otro donde nunca encendieron fuego. Además, apunta que la habilidad para hacer fuego en el momento deseado, evitando tener un fuego encendido todo el rato, reduciría los residuos de la actividad, especialmente en épocas de frío, cuando la madera era un recurso más valioso.
En opinión de Sandgathe, además de que los restos de herramientas con las que hacer fuego no abundan como debieran, la ausencia de restos de fuego en las grutas neandertales en épocas frías particularmente, cuando es menos frecuente encontrar incendios y más necesario es el calor de una llama, sugiere que aquellos humanos no habían controlado la técnica de encender fuego. Para él, por lo conocido hasta ahora, esta técnica solo fue controlada por los Homo sapiens y es posible que sea una de las diferencias definitivas que permitieron a nuestra especie sobrevivir a los neandertales.
Fuente: elpais.com | br.de | 19 de julio de 2018
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Fuego y lenguaje. Darwin consideraba que estos eran los dos logros más importantes de la humanidad, que habían facilitado que conquistásemos el planeta. Allí donde fueron nuestros ancestros, los llevaron consigo. El fuego les permitió cocinar los animales que cazaban, sobrevivir a condiciones de frío extremo, defenderse, ver en la oscuridad. Los primeros indicios de que habían aprendido a usarlo, seguramente aprovechando incendios naturales, apuntan al Homo erectus y datan de hace alrededor de un millón de años. Saber cómo encenderlo vino mucho más tarde, unos 400.000 años atrás.
Sin embargo, aunque se han hallado una gran cantidad de pruebas indirectas que demuestran que su uso, hasta el momento no se habían encontrado los ‘mecheros’ que esos primeros homínidos crearon y que les permitieron no solo controlar el fuego, sino, además, prenderlo.
Investigadores de la Universidad de Leiten, en Holanda, han hallado el primer encendedor que se conoce de la historia de la humanidad con el que los Neandertales hace entre 45.000 y 50.000 años eran capaces de producir fuego de manera regular y sistemática.
El hallazgo, recogido en Scientific Reports, demuestra que los bifaces neandertales funcionaban como una especie de “navaja suiza”, con la que aquellos homínidos no solo descuartizaban los animales que cazaban, sino también tallaban madera, afilaban otras herramientas y, haciendo chocar pirita contra el lado plano del bifaz, conseguían hacer saltar chispas con las que obtener fuego.
Los científicos, liderados por Andrew Sorensen, examinaron una colección de herramientas líticas procedentes de diversos yacimientos en Francia, de finales del Paleolítico Medio, pertenecientes a la cultura musteriense. Analizaron las marcas microscópicas que presentaban y que sugerían que habían estado expuestas a percusiones continuas y a abrasión con un material duro. También estudiaron los minerales hallados en el microdesgaste de las hojas de esta hacha de mano.
Imágenes de vestigios de uso de minerales en un bifaz hallado en el sitio arqueológico de Meyrals (arriba) y de otro bifaz, BdV 2692, hallado en de Bous-des-Vergnes (abajo), ambos situados en la Dordoña, Francia. Las líneas blancas demarcan las zonas donde se encuentran los rastros de desgaste por uso de mineral comparable a la pirita. Las flechas indican la orientación de las percusiones. La estrella en el bifaz de Meyrals delinea una zona de marcas de percusión con direcciones ambiguas, aunque la mayoría se abre proximalmente, mientras que los asteriscos que flanquean la estrella indican zonas de marcas de percusión.
“Está claro que los fuegos los empezaban golpeando pirita contra el sílex de los bifaces”, considera Andrew Sorensen, primer autor del trabajo.
A continuación, hicieron arqueología experimental y trataron de replicar el uso que los neandertales podrían haber hecho de aquellas herramientas. Produjeron marcas en ocho herramientas de sílex -en réplicas- y comprobaron que eran lo más similar posibles a las halladas en las originales neandertales, lo que a juicio de los autores demuestra que usaban estos bifaces para empezar sus propios fuegos, usando fragmentos de pirita.
“Este ‘encendedor’ es la primera prueba directa que tenemos de que ese fuego estaba suficientemente controlado como para poder reproducirlo cuando quisieran”, razona Antonio Rosas (izquierda), profesor de investigación del CSIC y director del grupo de paleoantropología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), que no ha participado en este estudio.
En el yacimiento del Abric Romaní, ubicado a las afueras de Capellades, en la comarca de L’Anoia (Barcelona), documentado como paso neandertal hace aproximadamente entre 35.000 y 70.000 años, el arqueólogo Eudald Carbonell explica que "Se han buscado encendedores sin éxito, aunque tenemos pruebas indirectas de que sabían fabricar fuego. Tampoco en Atapuerca hemos encontrado pruebas directas de fuego, solo algunos indicios muy débiles. De ahí la importancia de este artículo, que demuestra que la pirita y las hachas de sílex se usaban como mecheros”.
Los otros humanos
Los neandertales evolucionaron en Europa hace 400.000 años, en un periodo de temperaturas extremadamente frías y buena parte del continente cubierto de gruesas capas de hielo. Y aunque se sabía que hacían un uso extensivo del fuego, lo que les hubiera ayudado a sobrevivir a la crudeza del clima, se desconocía cuándo empezaron a producirlo de forma regular. Las campañas de excavación solían centrarse en intentar recuperar evidencias como los palitos de madera que los sapiens frotaban para la ignición, pero la madera no suele fosilizar y se descompone más rápido que otros materiales, como el hueso o la piedra. De ahí que no se suelan descubrir artefactos de madera prehistóricos.
“Si no se han encontrado más pruebas directas de que los neandertales sabían encender un fuego es quizás porque hasta ahora no hemos pensado en que podían controlar el fuego con estas herramientas. ¿Cómo se nos iba a ocurrir que usarían un bifaz para hacer fuego? Pero el hecho es que funciona. Así es que, ¿Por qué no?”
Que fueran capaces de prender fuego también revela características de la cognición de estos otros humanos. “Sabían planificar, saber que necesitarían un fuego más adelante y llevarse las herramientas para hacerlo. Además, a partir de diferentes artefactos eran capaz de combinarlos para crear algo nuevo”, destaca Sorensen.
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