Foto: Izquierda: calavera neandertal. Derecha: calavera de Homo sapiens. Pascal Goetgheluck / Science Photo Library

Fuente: New Scientist| 25 de julio de 2016 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)

Las grandes mentes crecen por igual. Las evidencias sobre cráneos neandertales indican que sus grandes cerebros crecían de la misma forma que los nuestros. Lo que, a su vez, sugiere que los neandertales no eran quizás cognitivamente tan diferentes de nosotros, si bien no todos están de acuerdo con esta interpretación.

Sabemos que el cerebro de los neandertales eran más o menos del mismo tamaño que el nuestro, siendo de los más grandes entre todas las especies humanas conocidas que se han extinguido. Para tener una idea de cómo crecían a lo largo de la vida de un individuo, Christoph Zollikofer  (izquierda), de la Universidad de Zurich, Suiza, y sus colegas, evaluaron 15 cráneos de Neandertal. Seis pertenecían a adultos y nueve a niños; el más reciente pertenecía a un infante que murió pocas semanas después de su nacimiento, y el más antiguo a un niño que murió a los 12 años, más o menos.

Mediante el uso de un software, generaron moldes en 3D de la caja craneal, lo que les permitió estudiar los cambios, en forma aproximada, del cerebro de los neandertales durante su infancia. Luego compararon los resultados con los patrones de desarrollo cerebral en los niños modernos.

El equipo encontró evidencias de que, al nacer, el cerebro de los neandertales era sutil y significativamente más largo, más ancho y más plano, que el cerebro de los humanos modernos. Sin embargo, posteriormente se desarrolla como el nuestro: ciertas regiones, incluyendo el cerebelo, se expanden rápidamente durante la infancia, para acabar creciendo lentamente otras zonas en la edad adulta temprana.

"Es difícil -quizás imposible- determinar exactamente cómo tales cambios en el cerebro se relacionan con determinados rasgos cognitivos. Pero, si los neandertales y nosotros compartimos este patrón de desarrollo del cerebro, se hace un tanto más complicado argumentar que los neandertales eran cognitivamente diferentes a nosotros", subraya Zollikofer.

Esta conclusión concuerda con las evidencias arqueológicas de que los neandertales eran tan capaces de comportamientos sofisticados como los humanos modernos. Ambas especies utilizaban símbolos similares, y de forma independiente realizaron parecidos avances en tecnología, por ejemplo, y además los neandertales podrían haber compartido nuestra habilidad con el lenguaje.

Estilo de vida híbrido

Zollikofer piensa que su estudio podría ayudarnos a entender mejor cómo era la vida para los individuos que fueran híbridos. Su ADN neandertal sobrevive aún en mucha gente de hoy en día.

"Estos híbridos pudieron haber estado bien integrados en la sociedad humana" dice. La integración no pudo haber sido un desafío extremo, ya que su patrimonio genético mixto no tuvo un efecto adverso sobre el desarrollo del cerebro, lo que significa que los híbridos pudieron haberse comportado de forma no muy diferente a cualquier otra persona.

Philipp Gunz (izquierda), del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, Alemania, está menos convencido de que el trabajo cierre la brecha cognitiva entre los neandertales y los humanos modernos. De hecho, él y sus colegas analizaron las formas de nueve cráneos de Neandertal en 2010 -incluyendo varios de los especímenes utilizados en este nuevo estudio- y llegaron a la conclusión opuesta: a saber, que el cerebro de los neandertales y de los humanos modernos tenían un aspecto similar al nacer y luego se desarrollaban de forma diferente .

Existen algunas razones por las que un análisis similar de los mismos cráneos puede proporcionar resultados tan opuestos, argumenta Gunz. Una de ellas es que hay un alto grado de conjeturas en la reconstrucción de la forma del cerebro de los neandertales, especialmente en los niños. "Los huesos del cráneo de un bebé son delgados y fácilmente se distorsionan, dice. "Y, además, las suturas craneales no están completamente fusionadas".

En otras palabras, existen espacios entre las placas óseas del cráneo de un bebé, y eso significa que hay margen de maniobra a la hora de reconstruir la forma 3D del cráneo y el cerebro que una vez contuvo. "Tenemos que ser honestos acerca de las limitaciones de estos métodos", advierte Gunz.

Emiliano Bruner (derecha), del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos, España, también se muestra escéptico.

"Un análisis de la superficie de algunos neurocráneos puede no decir nada acerca de la cognición o diferencias cognitivas", dice. "Creo que los investigadores no deberían poner la cognición sobre la mesa cada vez que se encuentra una diferencia morfológica entre las muestras analizadas".

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