Los dos hombres del Mesolítico hallados en la cueva de Arintero (León) en 2006 eran hermanos

Fuente: diariodeleon.es | Ana Gaitero | 2 de agosto de 2015

Si no fuera porque Wenceslao y Ataúlfo, o Braña 1 y Braña 2, los dos hombres del Mesolítico encontrados en una cueva de Arintero en el otoño de 2006, ya han sido bautizados dos veces, ahora se les podría llamar Abel y Caín.

Son los primeros hermanos de la prehistoria con certificado científico.

Lo que intuyeron sus descubridores en la Peñona de Valdelugueros hace nueve años, llegando a bautizar el lugar como Dos Hermanos, lo corroboran ahora los genetistas en un laboratorio de Harvard. Como Caín y Abel, los dos primeros hermanos según el relato del Génesis, comparten lazos de sangre de primer grado: el mismo padre y la misma madre. Caín sería Ataúlfo, por ser el mayor, y Abel, Wenceslao, el pequeño, según los estudios antropológicos.

Dos hombres de unos 40 y 35 años que vivieron en las montañas de León y que fueron enterrados juntos. ¿Cómo murieron? Eso todavía es un misterio.

Braña 1 y Braña 2, como nombraron los científicos a los dos hombres más antiguos de León, tienen el mismo ADN mitocondrial e idéntico cromosoma. Braña 2, Ataúlfo, el hermano mayor, es moreno, de piel oscura y con los ojos azules, al igual que su hermano pequeño, Wenceslao, cuyo genoma fue secuenciado en Uppsala (Suecia) hace año.... Su retrato robot se ha convertido en la imagen oficial del hombre del Mesolítico al ser publicado en la prestigiosa revista científica Nature (abajo).

Si el genoma de Wenceslao marcó un hito científico, al ser el primer hombre del Mesolítico, hace unos 7.500 años, del que se desvelaba el genoma, con el estudio genético de Ataúlfo «lo mas interesante, sin embargo, es que es la primera vez en el registro prehistórico que podemos discernir el parentesco exacto de dos muestras y determinar que son hermanos», explica Carles Lalueza-Fox  (izquierda), del departamento de Biología Evolutiva del CSIC-Universidad Pompeu Fabra que dirige las investigaciones en torno a este histórico hallazgo en la montaña leonesa, en una zona tan plagada de historia como de leyenda.

Para los estudios poblacionales, Braña 2 pierde interés, pues precisamente por ser hermano de Braña 1 «sesgaría los datos», admite el científico. Sin embargo, conocer estos detalles de parentesco es el «sueño de los arqueólogos». Por este motivo no puede participar, como lo hará su hermano, en un amplio estudio poblacional. Los datos de genotipado de Braña 1 se han incluido con los de varios centenares de genomas prehistóricos para «un estudio que intenta determinar aquellas variantes genéticas que han estado sometidas al efecto de la selección natural en europeos en los últimos 8000 años, incluidos los genes de pigmentación», explica, las cuales previsiblemente serán publicadas en una revista de gran impacto.

Lalueza apunta que «ambos hermanos murieron juntos, aunque no sabemos en qué circunstancias y fueron enterrados juntos», explica. Con el estudio genético han logrado capturar y secuenciar más de un millón de posiciones variables que son comunes con el genoma mesolítico sin llegar a secuenciar el genoma completo.

Braña 2 ofrecía un estado de conservación peor que el de su hermano Braña 1 debido a que el lugar donde se encontraba se inundaba periódicamente, según el arqueólogo territorial de la Junta, Julio Vidal  (derecha). Los estudios se han hecho a partir del hueso de un pie. Hasta ahora todos los intentos por descifrar datos genómicos de Braña 2 habían sido infructuosos.

«A priori sí me sorprendió que fueran hermanos, porque el cráneo de Braña 2 es bastante más robusto que el de Braña 1 y un poco más viejo, pero es lógico que en una sociedad de cazadores recolectores actuara en forma de clan familiar y coincidieran hermanos y primos», añade.

Carles Lalueza contará todos los detalles el próximo miércoles en Arintero, a donde se desplaza desde Barcelona invitado por la Junta Vecinal para explicar las conclusiones de los estudios genéticos. Los resultados del parentesco se han conocido esta semana.

Siete mil años después de ser enterrados la ciencia también da una satisfacción a los descubridores de Wenceslao y Ataúlfo, que bautizaron la cueva con el nombre de Dos Hermanos cuando en octubre de 2006 encontraron los esqueletos del Mesolítico en una de sus explotaraciones por las simas del alto Curueño.

«Es fascinante pasar de la intuición a la confirmación científica», afirma el científico que logró la secuenciación del genoma de Braña 1 convirtiendo a Wenceslao en el primer hombre del Mesolítico descrito genéticamente para la ciencia.

Una novedosa técnica de genética evolutiva ha conseguido descifrar el parentesco entre los dos individuos en la Universidad de Harvard, donde el genetista David Reich  (izquierda) analizó los datos genómicos en colaboración con Íñigo Olalde (derecha), estudiante de doctorado del CSIC-UPF dirigido por Lalueza.

«Lo hemos hecho con una metodología nueva que permite distinguir a partir de la diversidad genómica si son parientes de primer grado (aquellos que comparten el 50% de sus genes, como hermanos o padres-hijos)», explica.

Dentro de este parentesco de primer grado, «hemos podido incluso distinguir entre las dos opciones, gracias al hecho de que padres-hijos tienen cromosomas X bastante diferentes (ya que siempre tienen madres distintas) y al hecho de que en padres-hijos los segmentos cromosómicos idénticos se distribuyen de forma mas uniforme a lo largo de los cromosomas que entre hermanos», añade.

Fotos: izquierda: esqueleto de Braña 1; derecha: esqueleto de Braña 2.

Lo que fue un hallazgo casual en el vientre del alto Curueño se ha convertido en uno de los hitos científicos más relevantes de la historia de la evolución que mantendrá el nombre de León y particularmente el de La Braña, pueblo cercano a Arintero, para siempre en las citas del Mesolítico. Hasta ahora no se habían encontrado restos de esta época en el sur de Europa. Los otros restos humanos del Mesolítico se han encontrado en el norte y centro de Europa, pero el leonés fue el primero secuenciado.

La cueva, a más de 1.300 metros de altitud, se convirtió en una cámara funeraria natural con unas excepcionales condiciones de conservación. La cavidad se encuentra en un macizo abrupto, denominado pico de las Vallinas (la Peñona para el pueblo), plegado durante la Orogenia Alpina, en la rama suroccidental del collado de Valdemaría. El pueblo famoso por la leyenda de la Dama de Arintero —la mujer que fue a servir al rey vestida de hombre y que ganó como caballero Oliveros las batallas de Benavente y Toro— ha aportado los vestigios humanos más antiguos de León y un poco más de luz sobre cómo eran los seres humanos hace 7.500 años.

Después del hallazgo fortuito de Chiqui, Amador García, y sus compañeros de expedición Roberto, Chupas, Camino y Beni, el caso quedó en manos del Juzgado de Instrucción de León, la Guardia Civil y el Servicio Territorial de Cultura de la Junta.

Con la intervención del arqueólogo territorial, Julio Vidal, se extrajeron los restos de los recónditos lugares que dentro de la cavidad tenían ambos esqueletos, muy alejados de la entrada actual de la cueva, que es más accesible por La Braña, y en un lugar de difícil acceso. En la misma cueva se encontraron los huesos de un oso, lo que indica que la entrada de la cueva ha variado a lo largo del tiempo, pues este animal no habría podido por el acceso actual.

El primero de los cuerpos se encontraba al final de una estrecha galería sobre el suelo calizo de la cueva. Una estalagmita atravesaba una de sus vértebras. El segundo estaba situado en un pozo de forma subcircular unos cuatro metros por debajo. Los huesos de la cara estaban incompletos, lo que se atribuye a su peor estado de conservación. Junto a éste se encontraron 24 caninos de ciervo, que se consideran parte de un ajuar funerario muy significativo por la abundancia frente a hallazgos similares (derecha).

Los hombres del Mesolítico, Edad de Piedra, encontrados en la montaña leonesa, entonces poblada de pinos y abedules, forman parte de las últimas tribus de cazadores y recolectores. La Biblia sitúa a Caín y Abel más o menos en el Neolítico; Caín se dedicaba a la agricultura y su hermano Abel al pastoreo. Ambos son los primeros hermanos. Del Génesis y de la ciencia.

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Comentario por María // el agosto 4, 2015 a las 3:49pm

  Los caninos de ciervo¿podrían haber estado cosidos a la ropa o formando algún ornamento en vez de ser un ajuar funerario? 

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el agosto 6, 2015 a las 11:33am

«El mesolítico leonés ha cambiado el panorama genético de la prehistoria»

Carles Lalueza, ayer a su llegada a León desde Barcelona. - Marciano Pérez

Fuente: diariodeleon.es | Ana Gaitero | 6 de agosto de 2015

Carles Lalueza viajó desde Barcelona, donde desarrolla su trabajo en el Departamento de Biololgía Evolutiva del CSIC y como profesor de la Universidad Pompeu Fabra, a Arintero (Valdelugueros) para dar a conocer los hallazgos genómicos más importantes de la prehistoria que tienen como escenario la montaña leonesa donde en 2006 fueron encontrados dos esqueletos del Mesolítico en la Cueva Dos Hermanos. Los hombres más antiguos de León son hermanos. Dos cazadores recolectores cuyo rastro genétio está muy presente en el norte de Europa y sin embargo casi ha desaparecido del sur del continente.

—¿Qué ha significado para usted como investigador el encuentro con los dos hombres del Mesolítico de León?

—Ha cambiado mi área de investigación. Desde hace 11 años estudio a los neandertales desde el punto de vista genético (sobre todo los de El Sidrón). Mi percepción era que desde el punto de vista evolutivo era más interesante que el europeo del Mesolítico. Pero ha resultado muy interesante descubrir cosas que no se conocían desde una escala más reciente. Ha reorientado mi área de investigación. La importancia cientítica es obvia porque nos aportan el primer genoma del Mesolítico.

—¿Era esperable que fueran hermanos?

—Era esperable que en los registros arqueológicos hubiera hermanos, pero no ha sido tan trivial encontrarlos. No era fácil. Irán saliendo más. Hemos encontrado algunos parientes en un yacimiento de la edad del Cobre, pero en el Mesolítico era más difícil porque los enterramientos son individuales y no colectivos.

—Por eso es más chocante que estos dos hombres estén enterrados juntos, ¿Qué explicación le da?

—En el estudio arqueológico que hizo Julio Vidal se apunta que podía ser una cámara sepulcral familiar que utilizaron a lo largo del tiempo. Mi percepción es que tuvieron algún tipo de accidente y los enterraron juntos en el momento. No lo sabremos nunca.

—¿El estudio antropológico no puede desvelar la causa de su muerte al menos?

—Se ha hecho el estudio (María Encina Prada), pero no hay nada evidente, aparte de algún traumatismo. Hay mil maneras de morir sin que quede huella.

—¿Qué más pueden dar a la ciencia Braña 1 y Braña 2?

—Mi objetivo es aumentar la calidad del genoma de Braña 1. Lo tenemos a 3,4 copias y vamos a intentar secuenciarlo más para obtener una calidad superior comparable a los genomas actuales (20 copias). Así tendríamos el genoma más antiguo con una alta calidad.

—¿Qué información le intersa más a la gente de Arintero y la comarca de Los Argüellos sobre sus estudios genéticos?

—El genoma de Braña 1 en solo un año ha cambiado el panorama genético de la prehistoria gracias a este descubrimiento. La cuestión del hallazgo del parentesco es un poco más técnica, pero también ha sido interesante explicarles cómo hemos sido capaces de ver que eran hermanos.

—¿Cómo se ha logrado?

—Recuperamos más de un millón de posiciones variables del ADN en europeos actuales en estos individuos. Sabemos que los parientes en primer grado, padre-madre-hijos o hermanos, comparten el 50% de los genes. Así que primero teníamos que discernir si Braña 1 y Braña 2 están compartiendo más ADN de lo que sería esperable si fueran no emparentados. Estudiamos el cromosoma X y después cómo se distribuyen los fragmentos. Esto es importante porque entre padres e hijos se distribuyen de manera más uniforme, mientras que los que compartimos entre hermanos se distribuyen en bloques.

—¿Fue complicado certificar que Braña 1 y Braña 2 son dos hermanos, los Caín y Abel de la ciencia?

—No es trivial, no tenía nada claro si sería posible distinguirlo. Era complicado porque entre padres e hijos el ADN mitocondrial debería ser disntinto, pero en el Mesolítico el ADN mitocondrial es muy bajo. Hay muchas mujeres que tienen el mismo porque hay poca diversidad. Es incomparable con lo que encontramos en el Neolítico.

—¿Se puede ir completando el genoma desde la prehistoria hasta ahora?

—Intento reconstruir la historia genética de la Península Ibérica. Braña 1 ocupa el primer lugar y quiero intentar hacer la evolución hasta la Edad Media. Acabo de secuenciar el genoma completo de uno de los primeros agricultores que llegan a la Península desde el Próximo Oriente por la costa mediterránea, encontrado en un yacimiento de Barcelona. Es casi contemporáneo de Braña 1 y Braña 2, con unos 600 años de diferencia, pero completamente distinto. Pertenecen a la tradición cultural cardial (uso de cerámicas impresas con conchas de moluscos, principalmente berberechos) característica de uno de los primeros estadios del Neolítico de la cuenca mediterránea, son quienes reemplazan a los cazadores-recolectores.

—¿Qué aporta al conocimiento del ser humano esa evolución genética?

—Entender las migraciones pasadas, los vínculos de parentesco, incluso a nivel individual podemos vernos interconectados con gente del pasado de distintos continentes, dependiendo de nuestra ancestralidad. La historia genómica permite rastrear el origen genético de enfermedades o las variantes genéticas que las originan, incluso la huella genética de las grandes epidemias porque somos descendientes de esos supervivientes.

—Las migraciones marcan al ser humano desde antiguo...

—Sí, pero con diferente incidencia. En el sur de Europa los mesolíticos son casi completamente reemplazados. Apenas tenemos componentes de cazador-recolector en nuestro genoma, mientras que en el norte tienen casi el 50%.

—¿Qué aprovechamiento cultural y turístico podrían hacer en la zona?

—Soy un poco escéptico. Tengo la experiencia de El Sidrón, en Asturias, donde se iba a hacer un centro de interpretación, pero al final llegó la crisis y no se ha hecho nada. Creo que no se debe hacer cualquier cosa. La experiencia es que si no forman parte de un circuito cultural no funcionan por falta de público. Estoy a favor de la de la divulgación científica, pero creo que se deben hacer estudios económicos y de viabilidad.

La gente del territorio a veces es crítica si estos hallazgos no repercuten en el desarrollo. ¿Cómo se lo explicaría usted?

—Es un beneficio para el conocimiento de la humanidad y quedará siempre ahí. Es cierto que los grandes descubrimientos de fósiles humanos se han dado en localidades pequeñas que no han sacado un beneficio directo. No es culpa de los científicos, tiene que haber gente que sepa gestionarlo a nivel local. En esto los franceses son bastante buenos. Pero en España también hay un problema de mecenazgo y filantropía. En Estados Unidos, la gente que tiene dinero quiere legarlo invirtiendo en museos o fundaciones para curar enfermedades. Si las mayores fortunas de España hicieran como Bill Gates sería posible hacer muchas cosas que no podemos pedir que se sostengan sólo con dinero público.

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