Arqueólogos españoles hallan el sarcófago y la momia de una cantora de Amón

Fotografía facilitada por el Ministerio egipcio de Antigüedades del sarcófago y la momia de una cantora del dios Amón, de hace unos 3.000 años

Fuente: ABC.es | 8 de diciembre de 2014

Una misión de arqueólogos españoles ha descubierto en la ciudad de Luxor el sarcófago y la momia de una cantora del dios Amón, de hace unos 3.000 años, informó hoy a Efe el director del equipo de expertos, Francisco Martín Valentín (izquierda).

Valentín explicó que "se trata de un sarcófago especial con inscripciones preciosas" de una cantora-sacerdotisa de la dinastías faraónicas XX o XXI.

El egiptólogo español, director del Proyecto Visir Amenhotep Huy, destacó que el hallazgo es importante ya que no es común encontrar momias en el interior de los ataúdes, debido a los saqueos.

Tanto el sarcófago como la momia, que datan de alrededor del año 1.000 a.C., "se mantienen en muy buenas condiciones", agregó.

El ataúd fue descubierto dentro de la tumba del citado visir, en la que trabaja desde hace años el equipo español y que está ubicada en el área de Al Asasif en Luxor.

Su estudio aportará más datos sobre la necrópolis, debido a que se han hallado pocos sarcófagos de esas dinastías, y "servirá para obtener información de la clase social de la sacerdotisa y de las creencias religiosas del momento", indicó Valentín.

El Ministerio egipcio de Antigüedades anunció el descubrimiento en un comunicado y precisó que data del Tercer Periodo Intermedio faraónico (1075 y 650 a.C.).

Se están llevando a cabo actualmente labores de restauración y limpiado de los grabados del sarcófago para conocer más detalles de la cantora, entre ellos su nombre, precisó el ministro de Antigüedades, Mamduh al Damati.

Por su parte, el director de Antigüedades del Alto Egipto, Abdel Hakim Karar, dijo que el sarcófago está fabricado en madera y yeso y que mide 180 centímetros de largo, 50 de ancho y 48 de alto.

La momia tiene los brazos cruzados, una peluca con una corona de flores y un collar, mientras que las facciones de su rostro están esculpidas de una manera muy perfecta.

Los laterales del ataúd contienen grabados que representan a las divinidades Anubis, los cuatro hijos de Horus, Osiris e Isis, entre otros, además de jeroglíficos.

Este descubrimiento se produce después de que en mayo pasado una misión francesa hallara tres sarcófagos (abajo), cada uno dentro del otro, pertenecientes a una cantante del coro sagrado, también del Tercer Periodo Intermedio, en la necrópolis de Saqara, al suroeste de El Cairo.

Foto: Tres sarcófagos, cada uno dentro del otro, pertenecientes a una cantante del coro sagrado del Tercer periodo intermedio, entre las Dinastías XXII y XXIV (1070-650 a.C.), fueron descubiertos en la necrópolis de Saqqara

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Comentario por Percha el diciembre 10, 2014 a las 9:11am

La cantora de Amón que resucitó de los muertos

El féretro de madera y yeso hallado en Luxor contiene la momia intacta de una sacerdotisa de Amón-Ra.PROYECTO VISIR AMENHOTEP HUY

Tañía el sistro y danzaba en templos y procesiones rindiendo culto a Amón-Ra, el Rey de los dioses. El cuerpo de una de aquellas cantoras, ilustres representantes del todopoderoso clero, ha despertado tres milenios después de que su sarcófago fuese sepultado en una árida colina de la antigua y formidable Tebas. Una misión de arqueólogos españoles firma el prodigioso hallazgo.

«El sarcófago se halla extraordinariamente bien conservado para haber permanecido bajo seis metros de restos. Es casi un milagro», relata a EL MUNDO Francisco Martín Valentín, que dirige, junto a Teresa Bedman, la expedición que desde 2009 horada la tumba del visir Amenhotep Huy en la necrópolis de Asasif, a un tiro de piedra del templo de Hatshepsut.

 

Escondido en el patio que precede a la capilla del gobernador de Amenhotep III (1387-1348 a.C.), el ataúd de la cantora-sacerdotisa ha vencido al tiempo y los saqueos: está fabricado en madera y yeso; mide 181 centímetros de largo, 50 de ancho y 48 de alto; luce coloridas inscripciones y una momia intacta aguarda en su interior la reapertura del féretro, prevista para finales de semana. 

La perfección domina las facciones de la figura. Una cautivadora belleza de peluca negra, corona de flores y collar cincelan el rostro de un cuerpo hierático de brazos cruzados, dice el experto. Los laterales incluyen representaciones de los cuatro hijos de Horus (Kebehsenuf, Imset, Duamutef, Hapi), Isis, Osiris y Neftis con jeroglíficos en egipcio tardío.

Su identidad sigue siendo un enigma

La identidad exacta de su inquilina sigue siendo un enigma. «No hemos descubierto aún su nombre porque se han adherido algunos restos que han dañado la inscripción», lamenta Martín Valentín. Su cavidad, todavía sellada, puede cobijar nuevas sorpresas: «Tal vez encontremos un papiro o un ejemplar del Libro de los Muertos entre las piernas de la momia, como era costumbre en la época».

El sarcófago, esculpido a caballo de las dinastías XX y XXI, reúne estos días las miradas de quienes escudriñan sus detalles en busca de la fecha precisa de un tiempo remoto. «El estilo es más antiguo de lo debido para ser un sarcófago de la dinastía XXI, que van muy decorados pero al mismo tiempo tiene muchos elementos parecidos», argumenta el egiptólogo, quien barrunta que podría datar de finales de la dinastía XX y principios de la XXI. 

Una tesis que comparte el ministro de Antigüedades egipcio, Mamduh el Damati: «Tiene un estilo único que fue común durante el reinado de la dinastía XXI». Una época de mudanza -situada entre el 1000 y el 900 a.C., durante el Tercer Periodo Intermedio (1070-650 a. C.)- sobre cuyas costumbres y relaciones sociales la sacerdotisa puede arrojar luz. «Hay muy pocos sarcófagos de la dinastía XX y muy pocos de la dinastía XXI que muestren la transición de estilo a finales del Imperio Nuevo», apunta uno de los protagonistas del hallazgo que ha agitado a la legión de científicos que regresa a Luxor cada otoño para desenterrar sus secretos.

'Un banco de datos enorme' 

«La comunidad de egiptólogos ha valorado el hallazgo. Entienden que es un banco de datos enorme. A diferencia de otras necrópolis cercanas, la de Asasif es una zona poco conocida y excavada. Es una puerta abierta a un cúmulo de información», explica Martín Valentín, conmovido por los colegas que, fascinados por el descubrimiento, han desfilado por una misión que concluye su sexta campaña a mediados de mes. «La nueva corrió por toda la necrópolis como el eco de una fiesta. Todo el mundo se mostró muy excitado», evoca el codirector de un proyecto del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto financiado por la Fundación Gaselec de Melilla.

Su equipo se topó fortuitamente con el tesoro cuando el calendario estrenaba mes. «Eran las doce de la mañana del 1 de diciembre. Los arqueólogos -relata el egiptólogo- trabajaban en el patio cuando percibieron una estructura que no formaba parte de la acumulación de piedras que sostenía el muro de la capilla. Era una especie de techo para cubrir algo. Al levantar las piedras, apareció una cabeza de sarcófago como las tantas que hemos encontrado en la zona. 

Pero, dado que estaba hueco y nos hallábamos a 70 centímetros del suelo, comenzamos a sospechar que se trataba de un enterramiento». Y la intuición no erró. El páramo se convirtió entonces en un hervidero de obreros, inspectores y autoridades. Y a las cinco de la tarde, tras rasgar una zanja de 4 metros de largo y documentar lo que iba emergiendo de la tierra, la comitiva procedió al levantamiento del cadáver. 

Trasladada a una capilla contigua -despejada por la misión tras retirar durante cinco temporadas toneladas de escombros-, la urna abandonó por fin las sombras y reposó sobre unas tablas. «Fue un instante emocionante porque el tiempo se confundía. No sabías si estabas a punto de enterrar a una cantora de Amón o si se había recuperado del olvido tras milenios bajo tierra».

El sepulcro de la sacerdotisa confirma que la tumba del visir -cuya memoria fue perseguida durante la radical reforma religiosa emprendida por Akenatón, hijo de Amenhotep III y precursor del monoteísmo- fue utilizada como enterramiento posterior y taller de momificación -se han hallado vestigios de camas de adobe, vendajes y bolsas de natrón-.

 

«Cobró un significado simbólico: la gente venía hasta aquí para realizar peticiones a Osiris. Quienes como la cantora se enterraban en su perímetro buscaban la mediación del visir», arguye el codirector con la vista puesta ya en las tumbas del muro norte a las que la expedición consagrará el próximo otoño.

FRANCISCO CARRIÓN / El Mundo

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el diciembre 14, 2014 a las 12:21am

La primera cita para una dama de 3.000 años

La edad sólo le ha dejado unas pequeñas imperfecciones en la nariz y la barbilla. Pero  mantiene un perfecto maquillaje que realza las líneas de unos ojos rasgados y un rostro estilizado que a Francisco Martín Valentín le sugieren “un personaje vivo”.

Aunque haya sabido conservarse, semejante dama no puede ocultar que anda cerca de los 3.000 años. Un secreto guardado en un sarcófago que ha permanecido intacto desde entonces y que un equipo de arqueólogos españoles, liderados por Valentín, ha conseguido devolver a este mundo hace sólo unos días.

Esta bella durmiente no es otra que una cantora de Amón, una de las mujeres más prominentes del clero del faraón durante el final de la dinastía XX o principios de la XXI, hacia el año 1.000 a.C. “Son damas de calidad de la sociedad egipcia, de una clase media-alta, que estaban vinculadas con el templo de Karnak a través de sus funciones religiosas”, explica Martín Valentín, que dirige junto a la también española Teresa Bedman el proyecto Visir Amen-Hotep Huy, que excava la tumba de este personaje en la colina de Asasif de Luxor desde 2009.

Para el egiptólogo, la belleza actual de la cantora es algo “espectacular”. Ladrones y saqueadores no han conseguido alterar su descanso eterno y entre sus atuendos ha conservado una peluca con trenzas, un collar de flores, pendientes y otras joyas. Aunque el experto prefiere imaginarla en su máximo esplendor, “con sus vestidos de lino transparentes, tañendo los instrumentos, cantando melodiosamente para crear un ambiente muy íntimo y religioso en las marchas del dios”.

Egipto vive el tránsito del final del Imperio Nuevo (1550-1070 a.C.) al inicio del Tercer Periodo Intermedio (1070-650 a.C.), una época de decadencia en la que el poder político se fragmenta y el sentimiento religioso aumenta. Es la época de los faraones de origen libio, que como explica Martín Valentín, “acaban exiliándose o yéndose a vivir al norte, en el Delta del Nilo, mientras que en el Alto Egipto, en Tebas, empieza a instaurarse una teocracia más férrea bajo el gobierno de los sumos sacerdotes de Amón”.

Imagen de la excavación en la colina de Asasif de Luxor en la que ha sido encontrada la momia / Proyecto Visir Amen-Hotep Huy

El enterramiento en un lugar sagrado de esta clase de mujeres refleja, a su juicio, que “el ambiente religioso de la sociedad tebana fue mucho más grande que nunca antes”. Los detalles vienen inscritos en un sarcófago de madera y yeso de 180 centímetros de largo por 50 de ancho y 48 de alto, todavía reluciente, cuyos laterales están dedicados a divinidades como Anubis, Horus, Osiris e Isis. El estudioso declara que se trata de un ejemplar “casi único”, ya que existen muy pocas muestras de este tipo durante este periodo transitorio.

Pese al buen estado de sus grabados, el azar ha querido que los escombros que han mantenido el féretro oculto a seis metros de profundidad durante tres milenios emborronen los signos que revelarían el nombre de la cantora, por lo que los integrantes de la misión trabajan en una restauración que debería servir para dotar a la dama de identidad. “No es más que el principio”, advierte el director del proyecto, que en esta sexta campaña ha comenzado a excavar el patio de la tumba en la que trabajan, gracias a la financiación de la Fundación melillense Gaselec.

Imagen de los grabados del féretro / Proyecto Visir Amenhotep Huy.

Martín Valentín espera hallar muchas más sorpresas en esta necrópolis nunca antes escrutada. Aunque su principal obsesión se centra en encontrar al propio visir Amenhotep Huy, una figura política de primer orden durante uno de los periodos más turbulentos de la civilización egipcia: el paso de Amenhotep III (1387-1348 a.C.) al rebautizado como Akenatón (1353-1336 a.C.), quien desdeñó al resto de las deidades para instaurar el monoteísmo en favor del dios Atón.

El año pasado unas inscripciones jeroglíficas encontradas en la tumba otorgaron un sustento científico a la teoría los directores de la excavación, que establece que hubo un periodo de corregencia entre estos dos faraones. Mientras, el gran descubrimiento de esta campaña revela nuevas pistas en su búsqueda. Si los miembros de la nobleza “300 años después querían enterrarse en este lugar sagrado y santo, no es porque el visir hubiera construido una tumba inacabada, sino porque fue enterrado en ese sitio”, justifica el responsable de la misión.

Para seguir indagando sobre su rastro habrá que esperar al menos hasta el año siguiente, pues la campaña de tres meses de duración termina los próximos días. Un periodo insignificante comparado con la dimensión en la que se mueve Francisco Martín Valentín -para quien “el tiempo no es más que una convención”- y el resto de su equipo.

“En los últimos 3.000 años han pasado guerras, revoluciones, acontecimientos que han conmocionado la historia de la humanidad y nosotros hemos conectado un segundo tras otro con ese milenio antes de Cristo, como la cosa más natural del mundo”, resume el egiptólogo, poco después de darse de frente por primera vez con una momia impoluta.

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